La Huella de Santiago Iglesias Pantín en la Constitución de Puerto Rico

NOTA EDITORIAL: El pasado 8 de septiembre el Instituto de Relaciones del Trabajo de la UPR y el Comité UPR-Sindicatos auspiciaron un foro titulado “Santiago Iglesias, Colón Gordiany: los trabajadores, los partidos políticos y la Constitución”. A continuación publicamos la presentación del profesor Jorge Farinacci Fernós en dicha actividad.


Santiago Iglesias Pantín murió 13 años antes que se adoptara la Constitución de Puerto Rico en 1952. Sin embargo, la huella de su visión de mundo quedó plasmada inequívocamente en nuestro proyecto constitucional. 

El impacto de Iglesias Pantín en la política puertorriqueña se remonta al año 1897 cuando, el primero de mayo de ese año, publica un editorial en el periódico Ensayo Obrero llamando a la organización de un partido obrero socialista, el que finalmente fue constituido en octubre de 1899. Esta nueva colectividad participó de las elecciones en Puerto Rico a partir de 1910, siendo reorganizado como Partido Socialista en 1915. Vale destacar que para ser miembro del Partido Socialista había que ser miembro, además, de la Federación Libre de Trabajadores. Ello revela, no tan solo el vínculo estrecho necesario entre partido y sindicato, sino la importancia de la primacía de la composición obrera del partido. En ese sentido, el PS se consideraba como el brazo político y electoral del movimiento obrero puertorriqueño.

En 1917, Iglesias Pantín fue electo senador por el Partido Socialista, colectividad que obtuvo un 14% de los votos emitidos ese año. Como consecuencia del creciente apoyo electoral obtenido por el PS en los años posteriores, se convertía en una necesidad transformar las propuestas programáticas e ideológicas del Partido Socialista en legislación concreta. Esto comenzaría la larga trayectoria de la positivización jurídica de las ideas socialistas culminando, precisamente, en la Constitución de 1952.

Este camino fue un tanto complicado y hasta contradictorio, particularmente en cuanto a la difícil tarea de identificar posibles aliados y aliadas para lograr la aprobación de medidas legislativas. Recordemos que no fue hasta 1948 que Puerto Rico logró elegir su primer Gobernador, por lo que gran parte de la discusión político-jurídica se daba en el contexto de medidas legislativas.

Producto de la trágica decisión de privilegiar su preferencia de estatus –específicamente la fórmula anexionista- sobre la ideología de clases –una inversión de prioridades contraria a la visión de muchos años del Partido Socialista de dar primacía al asunto de clase sobre el tema del estatus-, el liderato de esta colectividad pactó con el Partido Unión Republicana, colectividad históricamente asociada a los intereses patronales en la isla. 

No obstante lo anterior, dirigentes como Santiago Iglesias Pantín seguían insistiendo en (1) la independencia política del proyecto de clase y sus propuestas socioeconómicas, y (2) la necesidad imperiosa de que el partido tuviese actividad política todos los días y no solamente durante el periodo eleccionario. Se trataba, pues, de una visión de un partido en las urnas, en el gobierno y en las calles. Esto explica, en parte, por qué el periodo entre 1917 y 1920 –durante la primera participación legislativa de PS con Iglesias Pantín a la cabeza- se caracterizó por muchas huelgas y manifestaciones obreras. 

La alianza con los republicanos resultó ser, simultáneamente, exitosa y trágica. Por un lado, no es menos cierto que durante los años de gobierno de la Coalición se adoptaron muchas leyes laborales que impactaron directamente la calidad de vida de la clase trabajadora. Precisamente, muchas de estas leyes serían constitucionalizadas en 1952. Por otro lado, como socio menor, el PS se encontró cediendo constantemente ante las exigencias programáticas de la Unión Republicana, obligando a los socialistas a adoptar posturas contrarias al movimiento obrero. Esto generó un proceso de gradual distanciamiento entre el movimiento obrero y el Partido Socialista, hasta el punto que, en 1951, ya el PS era una fuerza desgastada y encaminada a una inevitable desaparición. Pero, irónicamente, fue esa evidente debilidad la que motivó a la delegación socialista en la constituyente a constitucionalizar la mayor cantidad de medidas obreras, de forma que estas pudiesen preservarse ante la inminente ausencia de legisladores obreros y socialistas en Puerto Rico.

En otras palabras, vemos como (1) la alianza con los republicanos logró ciertas victorias estatutarias parciales, (2) pero también ocasionó el debilitamiento paulatino del Partido Socialista, (3) de tal forma que, para 1951 y ante su inminente desaparición, su principal objetivo era constitucionalizar esas victorias estatutarias para atrincherarlas de forma que no pudiesen eliminarse tan fácilmente en un futuro sin Partido Socialista.

Como vimos, Santiago Iglesias Pantín no estaba vivo cuando esto último ocurrió entre 1951 y 1952, pero fue su liderato el que desencadenó esta serie de eventos. Dicho sea de paso, no se trata de romantizar dicha estrategia. Al fin y al cabo, la coalición con los republicanos resultó ser negativa en muchos aspectos. Primero, coptando el programa socialista hacia posturas más pro-patronales. Segundo, debilitando el proyecto de clase al servicio de la unidad por el estatus. Y tercero, culminando en la desaparición de todo un proyecto político-electoral que, en su mejor momento, llegó a conseguir hasta casi el 27% de los votos y logró elegir varios senadores, representantes, alcaldes y hasta el Comisionado Residente en Washington DC, hasta 1948 el funcionario electo de mayor importancia en el país.

Durante la década del 20, el apoyo electoral del Partido Socialista fue creciendo consistentemente: 23.7% en 1920, culminando en su entrada al gobierno en 1932 como parte de la Coalición. En 1936 obtuvo 26.3%, su mejor resultado en su historia. En 1932, Santiago Iglesias Pantín fue electo como Comisionado Residente, acumulando votos tanto bajo la columna del Partido Socialista como del Partido Unión Republicana; es decir, mediante una candidatura coaligada, hoy desafortunadamente vedada en nuestro ordenamiento electoral.

Como vimos, durante el gobierno de la Coalición se aprobaron muchas medidas legislativas pro-obreras, pero muchas de estas fueron severamente limitadas por la influencia republicana, lo que inició un largo proceso de debilitamiento que comenzó en 1940 y culminó en 1954, dos años después de la aprobación de la Constitución. Llegar al gobierno fue, simultáneamente, lo mejor y lo peor que le pasó al Partido Socialista y al movimiento obrero. En 1936, los socialistas contaban con 7 senadores, 13 representantes, 18 alcaldías y la Comisaría Residente. En 1954, el partido fue disuelto. 

Entre los logros legislativos de la Coalición utilizados por el liderato socialista, incluyendo Iglesias Pantín, para justificar dicha alianza estaban:

-eliminación del trabajo infantil

-obligatoriedad de la escuela para los niños y niñas

-el sufragio universal (hasta entonces limitado a requisitos de propiedad o escolaridad)

-la aprobación de la Ley 45 sobre accidentes en el trabajo.

Vale destacar que todas estas medidas estatutarias terminaron integradas al texto constitucional, en parte, por el miedo del liderato socialista de que, ante la desaparición del partido y el debilitamiento del movimiento obrero, una futura legislatura las derogara. La eliminación del trabajo infantil la encontramos en la Sección 15 de la Carta de Derechos, el derecho a la educación y su naturaleza compulsoria en la Sección 5, el sufragio universal en la Sección 2, y la protección a la salud y seguridad en el empleo en la Sección 16.

En el programa de la Coalición de 1936 se enfatizaron, entre otros asuntos, futuros derechos constitucionales, como la organización sindical (Sección 17 del Artículo II), protecciones salariales básicas, incluyendo el salario mínimo y la jornada de ocho horas (Sección 16) y el fin al discrimen contra los hijos e hijas nacidos fuera del matrimonio (Sección 1).

Como adelantáramos, Santiago Iglesias Pantín murió antes del fin del gobierno de la Coalición. No vio el declive sustancial de su partido, comenzando con el resultado desastroso de 1940. Para las elecciones a la Convención Constituyente de 1952, era una sombra de lo que fue en 1936. 

Pero no podemos confundir “el” Partido Socialista de 1951-52 con “las ideas socialistas” y el movimiento obrero existentes entonces. Ya para ese momento, el PS no poseía un monopolio exclusivo sobre ninguna de las dos. Para principios de la década del 50, en Puerto Rico todavía existía un movimiento obrero relativamente fuerte –sobre todo comparado con la realidad actual-, así como una población familiarizada y hasta simpatizante de ideas socialistas, de redistribución de la riqueza y, sobre todo, del rol fundamental del trabajo en la sociedad. 

Los debates durante las deliberaciones de la Convención Constituyente confirman esta realidad. No podemos olvidar que, de los 92 delegados en dicha Convención, 9 se identificaban como dirigentes obreros, y nutrían las filas de tanto el Partido Socialista (liderados por Lino Padrón Rivera), el Partido Popular Democrático (incluyendo el exdirigente comunista Alberto Sánchez y exintegrante del Partido Socialista Francisco Paz Granela) e, incluso el Partido Estadista Puertorriqueño o Republicano. A esto le podemos añadir personas que se identificaban como campesinas y una delegación importante de maestros y una maestra. 

Los debates de la Convención centraron, en gran medida, sobre ideas originalmente propuestas o defendidas por el movimiento obrero puertorriqueño, particularmente Santiago Iglesias Pantín. Entre los que más sobresalieron fueron el derecho a la huelga y a un salario mínimo razonable. Asuntos indudablemente relevantes setenta años después.

Al final, nuestra Constitución adoptó muchas de estas medidas. Entre estas están, la prohibición del discrimen, la universalidad del sufragio, la creación de un sistema de instrucción pública gratuito y compulsorio, la prohibición del trabajo infantil, el derecho a un salario mínimo razonable, a igual paga por igual trabajo, a escoger libremente la profesión y a renunciar a ella, a condiciones seguras en el trabajo, a la organización sindical, la negociación colectiva, la huelga, el piquete y las actividades concertadas, la ampliación de las protecciones a las personas acusadas de delito, la prohibición de la confiscación de imprentas y la protección contra confiscación de edificios que alberguen imprentas, la prohibición contra la servidumbre involuntaria, definida como cualquier relación de explotación económica, entre otras.

Otras ideas no fueron exitosas, incluyendo el requisito constitucional de que al menos el 30% de las ganancias de una empresa fuesen a sus trabajadores, y el derecho constitucional a que el Teatro de la Universidad de Puerto Rico fuese gratis para sus estudiantes y para el pueblo trabajador en general.

Además de su huella sustantiva, cabe destacar que la memoria y el ejemplo de Santiago Iglesias Pantín fueron explícitamente mencionados durante las deliberaciones de la Convención Constituyente por delegados de los tres partidos. Veamos algunos ejemplos:

  • Delegado Paz Granela (PPD): tras citar a Iglesias Pantín respecto a una asamblea constituyente para redactar una constitución en Puerto Rico: “Hasta aquí las palabras de Santiago Iglesias. He citado estas palabras del maestro Santiago Iglesias, a fin de que se recuerde que él fue uno de los precursores del acto histórico que estamos celebrando en este día, por lo cual solicito de esta Asamblea Constituyente que, puesta de pie, rindamos un tributo de admiración y respeto a la memoria de Santiago Iglesias.

VARIOS DELEGADOS: Secundo. 

Sr. PRESIDENTE: ¿Sin objeción? Así se acuerda.

(La Convención se pone de pie por un minuto.)

  • Delegado Font Saldaña (PPD): sobre el contenido general de la constitución: “Creemos un instrumento flexible y práctico para garantizar derechos y fijar deberes en lucha cardinal por lo que fue pensamiento en Canales, acción en Santiago Iglesias y pensamiento y acción en Luis Muñoz Marín”
  • Delegado Rivera Colón: “Señor Presidente, compañeros delegados: Yo no soy abogado, ni hombre de grandes títulos académicos, pero para hablar de las libertades, de la justicia y de los derechos de los individuos y de los pueblos, no son indispensables tales títulos. Para hablar de las libertades, de la justicia y de los derechos de los individuos y de los pueblos, basta con tener dentro del pecho esa noble víscera que se llama corazón, y que ésta haya aprendido a latir al compás del corazón de las multitudes, de la gran masa del pueblo, que es la que realiza y estructura los grandes cambios políticos de la humanidad. No tenemos que ir muy lejos para encontrar los ejemplos: Luis Muñoz Rivera, Santiago Iglesias y nuestro querido líder Luis Muñoz Marín, carecían los primeros, y carece el segundo de títulos académicos.” [Se trata de un delegado popular que menciona, entre los tres dirigentes principales, a Santiago Iglesias Pantín.]
  • Durante un debate en el cual el delegado estadista Iriarte plantea que ha habido legisladores que no cumplen con las necesidades del pueblo:

Delegado ORTIZ: ¿Eso incluye a los socialistas

Delegado: No, señorEstos han tenido una escuela extraordinaria de dedicación y de luchasSantiago Iglesias, que fue jefe de esta minoría socialista, del compañero Benjamín Ortiz también… ¿Lo conoció el compañero?… era un ejemplo de laboriosidad y de lucha, diariamente nos endilgaba el mismo discurso. […] Iglesias murió en el año 1939 y ya el pueblo de Puerto Rico sabía que el Congreso asignaba, no cincuenta millones sino muchos millones más, para beneficio de este pueblo. Esos siempre fueron luchadores. Fueron otros los que no aguantaban dos tutazos, compañero Benjamín”.

  • Sr. BARRIOS: Por la elocuencia y la cultura del compañero y la explicación que estaba dando, de un señor que en tal época hizo su bien económico siendo un pobre infeliz campesino, me gustaría… porque me ha traído el recuerdo del día en que se inició la convención primera, en el 1915, del Partido Socialista, cuando Santiago Iglesias estaba dando una conferencia en la iglesia protestante de Cayey, y explicaba la época de La Comuna en París, y entonces el ministro que era un americano, cuando Iglesias le estaba haciendo una gran crítica al sistema capitalista, le dice a Iglesias, “¿Me permite hacerle una pregunta a los delegados?”, y dice Iglesias, “Con mucho gusto”. Le dice el ministro; nos dijo a todos nosotros, en el 1915, “¿Cuántos de ustedes quieren ser millonarios?” Y entonces Iglesias inmediatamente le contestó, “No, ¿cuántos pueden ser millonarios en ese sistema capitalista? ¿Cuántos pueden ser felices y cuántos son realmente desgraciados?”
  • Sr. PAZ GRANELA: Señor Presidente, señores delegados: Le anuncié al compañero Presidente y a los compañeros delegados que simplemente iba a rectificar en un minuto. Deseo expresarles que cuando yo presenté la enmienda… ella fue el producto de mi conciencia y de mis convicciones, hechas al calor de ideales y principios que se arraigaron en mi espíritu y en mi conciencia desde que tenía dieciséis años y estaba al lado del maestro Santiago Iglesias.

Resulta incuestionable, pues, que nuestra Constitución, escrita hace setenta años, con sus fallas y problemas, sigue siendo una aliada en la lucha por la justicia social, y que ello se debe, en gran parte, a las luchas y las ideas defendidas toda la vida por Santiago Iglesias Pantín. Nuestro mejor legado a su memoria, más que recordarlo –lo que es importante- y más que celebrar su huella obrera en la Constitución –lo que también es importante-, es continuar esa lucha hasta que por fin tengamos un país basado en la justicia social y dirigido por el pueblo trabajador.

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Author: Jorge Farinacci Fernos

Abogado laboral y Catedrático Asociado en la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Fue militante del Movimiento al Socialismo (MAS) y candidato a la Legislatura Municipal de San Juan por el Partido del Pueblo Trabajador (PPT) en el 2016. Actualmente es integrante de la Red Anticapitalista del Movimiento Victoria Ciudadana.