Breve reflexión sobre el compañero Luis Ángel Torres

Nota: El siguiente es el mensaje pronunciado por el compañero Federico Fernández en ocasión del homenaje hecho por el MST al compañero Luis Ángel Torres en el décimo aniversario de su partida. 


Quiero comenzar agradeciendo al Movimiento Socialista de Trabajadores y Trabajadoras, y en particular, a la compañera Elena Lara, la invitación que me hicieron a decir unas palabras en este importante y merecido acto de recordación en honor a la memoria del compañero Luis Ángel Torres, con quien tuve el privilegio de compartir por dos décadas en el MST. 

El MST nació del proceso de conversaciones respetuosas y de trabajo político conjunto entre el Movimiento Socialista Popular (MSP) y el Partido Socialista Revolucionario (PSR). Durante un período de casi cuatro años, las innumerables reuniones que tuvimos en las que discutíamos las concepciones y políticas de cada organización, se complementaban con el trabajo político que realizábamos en centros de trabajo, comunidades, comités amplios, universidades y otros espacios en donde nos encontrábamos.  Ese fue el factor determinante que permitió que, dos organizaciones que llegaron a tratarse como enemigas, pudieran lograr fusionarse y anunciarle al país el surgimiento del MST en enero de 1982, hace casi 42 años.

Desde principios de la década del 1970, Luis Ángel ya figuraba como Presidente de la Juventud Independentista Universitaria (JIU) en el recinto de Río Piedras. Bajo la dirección de Luis, la JIU dejaba de ser una organización independentista inofensiva para convertirse en una organización militante, de intensa lucha política. Ya desde aquellos tiempos, Luis Ángel manifestaba ser partidario de una concepción de socialismo democrático, cualitativamente diferente de las corrientes políticas autoritarias y dogmáticas que postulaban y practicaban la mayoría de los partidos que ostentaban el poder en países del llamado “campo socialista”. Luis se distanciaba de las posturas acríticas y seguidistas del socialismo “realmente existente” que caracterizaban a buena parte de la izquierda en aquellos momentos. 

Luis Ángel fue el principal dirigente juvenil del proceso que se desarrolló al interior del Partido Independentista Puertorriqueño después de las elecciones de 1972, que eventualmente culminó con la formación del Movimiento Socialista Popular en octubre de 1973. La JIU pasaría a ser la organización estudiantil universitaria del MSP. Apenas dos meses después, tras un intenso debate al interior de la JIU, ésta se dividió, y un sector, encabezado por Luis Ángel, pasaba a formar la Juventud Socialista, que eventualmente se convirtió en la Unión de Juventudes Socialistas (UJS). El sector que ganó el debate, apenas por un voto, y que estaba cercano al PSR, pasó a convertirse en la JIU-OD (JIU-Organización Democrática). Este debate se centró fundamentalmente en las diferencias existentes entre el Partido Comunista de la URSS y el Partido Comunista de China, diferencias que llevaron a la división dogmática de prácticamente todo el movimiento comunista internacional. 

Curiosamente, sobre el programa de lucha estudiantil y las tareas políticas en la Universidad, había muchísimas más coincidencias que diferencias. En una ocasión en que el compañero Alejandro Torres Rivera coincidió con Luis Ángel en un aniversario del asesinato del compañero Carlos Muñiz Valera, en una mirada retrospectiva sobre esos hechos, los dos expresaron estar de acuerdo en que esa división había sido innecesaria. Debo añadir, autocríticamente, que esa división se alimentó por una actitud dogmática de parte del PSR.

Estos hechos que relato forman parte del clima político prevaleciente, articularmente en esa década de los años 70’s en la que se desarrollaron tantas luchas, y de las cuales aprendimos tantas lecciones, positivas y negativas. Yo diría que todavía todos y todas tenemos mucho que aprender.

A partir del 1977, el PSR da un giro significativo en su política de acercamiento hacia el conjunto de las organizaciones de izquierda. Fue en ese contexto que decidimos cursar una carta a los compañeros y compañeras del MSP para iniciar conversaciones donde auscultáramos posibles entendidos para ver hasta dónde podíamos ponernos de acuerdo. En la selección de quiénes nos representarían en los encuentros para dichas conversaciones, decidimos incluir al compañero Alfredo Torres, quien había desarrollado fuertes lazos de amistad con Luis Ángel mientras compartieron años atrás en el liderato de la JIU. 

Desde los primeros encuentros se hizo evidente lo acertado de esa decisión. La relación personal de ellos dos ayudó a crear un ambiente amistoso y cordial, que poco a poco iba generando la confianza personal y política para profundizar en los entendidos. Eventualmente, el ambiente de las reuniones se iba contagiando con cada vez mayor alegría y camaradería, evidenciado tanto por las experiencias de lucha que estábamos librando en los espacios comunes de trabajo político, como en cosas tan aparentemente insignificantes, como eran la cantidad de bromas que compartíamos en los encuentros. Luis Ángel era, por mucho, el que mayor repertorio de bromas tenía, y el que más aportaba a desarrollar un ambiente de relajamiento amistoso.

Cuando celebramos el Congreso de Fusión los días sábado 9 y domingo 10 de enero de 1982, en realidad, estábamos llevando a cabo un acto formal y concluyente de una realidad política que ya existía entre el liderato y la base de ambas organizaciones. De hecho, la fecha del Congreso la tuvimos que retrasar en par de ocasiones por el envolvimiento que teníamos con dos procesos de lucha que para nosotros constituían compromisos de principio: 1) la Huelga de los trabajadores de la UTIER en Energía Eléctrica de 1981, y 2) la Huelga que en ese mismo año aprobaron los estudiantes universitarios contra el alza de 200 por ciento en las matrículas. En ambos procesos, líderes y militantes de ambas organizaciones tuvimos una participación destacada, en distintos ámbitos de la lucha donde, en el peor de los casos, estábamos exponiendo la libertad y la vida misma de nuestros compañeros y compañeras.

El Congreso de Fusión, que se realizó bajo estrictas condiciones de clandestinidad, fue todo un éxito político organizativo. La Comisión Organizadora del mismo, llevó a cabo un cuidadoso trabajo de organización, circulación de documentos, movilización clandestina, aspectos de seguridad y demás elementos preparatorios, donde Luis desempeñó un papel fundamental.

Luis Ángel evidenciaba ser un líder revolucionario con cualidades extraordinarias. De extracción trabajadora, su identificación con las causas y luchas de los oprimidos y más necesitados no era sólo teórica, sino que las sentía como suyas, porque había vivido en carne propia las limitaciones y dificultades del difícil mundo de los trabajadores. Luis Ángel vivía como vivían la mayoría de los trabajadores, en condiciones humildes, con recursos económicos limitados, dispuesto siempre a compartir lo poco que tenía con quien lo necesitara. De hecho, me consta que, en una que otra ocasión en que tuvo que recurrir a aceptar algún tipo de ayuda económica, lo hizo solo a condición de que se aceptara devolverla tan pronto pudiera. 

Era un trabajador con gran capacidad artesanal. Se distinguió en la confección de panderetas para tocar plena, gabinetes de cocina, muebles para libros, y otros trabajos más sofisticados de ebanistería. Esa capacidad lo llevó a integrarse, junto conmigo y con nuestro amigo José Martí (mejor conocido por Cheo), en un proyecto cuasi empresarial fundado por Cheo, conocido como Taller Quiebra Hacha, dedicado a la construcción de gabinetes de cocina y otros muebles de madera. Los ingresos limitados que se obtenían eran distribuidos a partes iguales entre los tres. Apenas daban para poder comer y pagar la gasolina. En ese Taller, además de hacer muebles, era usual que dedicáramos buena parte del tiempo a escuchar música, Cheo a escribir poesía, y Luis Ángel y yo no pocas veces nos dedicábamos a atender tareas políticas de la organización. No debe extrañar a nadie que Quiebra Hacha terminara en la quiebra.

Para Luis Ángel, sin ser intelectual de profesión, su propia formación política y teórica y la de los y las militantes era una tarea prioritaria. En el MST teníamos reuniones periódicas de los comités para atender tareas políticas organizativas, pero también hacíamos reuniones particulares para la formación teórica y política. Era obligatorio estar integrado en un círculo de estudios. Se estudiaba, entre otros elementos, la realidad nacional e internacional, y el marxismo con perspectiva no dogmática, como guía para la acción. Algunos círculos estaban especializados en el estudio de El Capital. Estas tareas de formación política confrontaban el problema, siempre presente, de la contradicción objetiva entre el tiempo para realizar el trabajo político organizativo y el tiempo necesario para la preparación para la discusión en los círculos de estudio.

Hay un elemento de la personalidad de Luis Ángel que rompía con la visión generalizada que se tiende a tener de los y las dirigentes. Es conocida la barrera que suele existir entre dirigentes y militancia. En el caso de Luis, entre él y los compañeros y compañeras de la organización no hubo distancias ni miedos para acercarse de tipo alguno. Con él se podía tener la conversación o discusión sobre el tema y la naturaleza que fuera y el intercambio fluía normal y naturalmente de forma amena sin crear barreras para intercambios posteriores. Incluso, en los campamentos de Las Tortugas, que el MST logró institucionalizar, dedicados a los niños y niñas, vi muchas veces cómo éstos jugaban y vacilaban con Luis como si fuera otro niño.

Luis Ángel realizaba todo tipo de tareas en la organización. Desde las tareas de dirección política, elaboración de documentos, escribir artículos para el periódico, distribuir el mismo en el lugar asignado, ofrecer charlas de diversos temas, arreglo de locales para las reuniones (en las brigadas que jocosamente llamábamos “suicidas”), limpieza del local al terminar las reuniones, etc. 

En el caso particular de lo que llamábamos actividades de presión, de diversa índole, por el alto nivel de riesgo que implicaban las mismas, Luis Ángel ponía un esfuerzo y dedicación especial. Desde los entrenamientos para estas actividades de presión, hasta la supervisión y realización de las mismas, Luis Ángel no dejaba ningún detalle al descuido.

De importancia cardinal también era el ejemplo de Luis para comprender las relaciones de igualdad entre el hombre y la mujer, no solo en el terreno de la teoría, sino en la práctica concreta del quehacer cotidiano. Verlo constantemente realizando las tareas del hogar, sudando mientras cocinaba, o con la escoba en la mano, al tiempo que cumplía con sus responsabilidades políticas, era una inspiración para emular en la ruptura con la visión patriarcal de la cultura hogareña en la que nos formamos. Todo esto, creo yo, era una poderosa base material para entender el enorme peso político moral que tenía Luis en la organización.

Termino apuntando una cualidad fundamental de Luis Ángel. El carácter democrático del liderato de Luis era verdaderamente ejemplar. No había tema que estuviera vedado, por más controversial que fuera. Su disposición a debatir los planteamientos críticos que se hicieran nunca se puso en duda. Apenas dos años después de fundada la organización, cuando los distinguidos compañeros Roberto Alejandro y Carlos Pabón, plantearon una serie de posturas críticas a la línea política de la organización y llamaron a un “Debate Urgente”, la reacción de la organización, encabezada por Luis Ángel, fue abrir el debate y llamar a la organización en su conjunto a celebrar un Congreso Extraordinario donde toda la militancia pudiera participar del mismo con posiciones por escrito. Se llevaron a cabo múltiples sesiones de ese Congreso Extraordinario. Lamentablemente, los compañeros optaron por renunciar a la organización sin que el debate hubiese culminado. 

La organización continuó celebrando varias sesiones adicionales del Congreso para continuar la discusión y el debate. Este proceso culminó eventualmente, con un Congreso donde se aprobó el derecho de los miembros de la organización a criticar públicamente la línea política de la organización e inclusive el derecho de éstos a formar tendencias dentro de las filas de la organización. En mi opinión, esa concepción sobre el debate interno respetuoso, donde cada cual tiene el derecho a exponer y defender las ideas que tenga, sin temor a recriminaciones o expulsiones, tiene que convertirse en parte de una cultura política, no solo de la organización, sino de la izquierda en su conjunto. Más aún, ese es uno de los retos mayores que tienen las fuerzas socialistas en el mundo entero, porque, como diría Luis Ángel, defender el proyecto socialista debe ser un deber y un principio consustancial con la defensa de los derechos democráticos, tanto para una organización, como para los pueblos del mundo.

Luis Ángel nos dejó el legado de su ejemplo de vida. Fue un revolucionario de profundas convicciones políticas; un militante de probado valor revolucionario; un amigo consecuente, aún ante diferencias políticas; y fue un soldado frente al enemigo de clase en nuestra lucha por la independencia y el socialismo.

¡Qué viva el espíritu de lucha revolucionario del compañero y amigo Luis Ángel Torres!

10 de diciembre de 2023

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Author: Federico Fernández

Militante socialista durante toda su vida adulta, fue parte de la dirección del Partido Socialista Revolucionario-Marxista Leninista y miembro fundador del Movimiento Socialista de Trabajadores. Actualmente es parte de la Red Anticapitalista del Movimiento Victoria Ciudadana.