Clases sociales en el capitalismo contemporáneo: apuntes teóricos, históricos y políticos

1. Introducción

Este es un estudio preliminar sobre las clases sociales en la sociedad actual. El mismo enfatiza en el contexto de las periferias contemporáneas y está realizado desde la concepción materialista de la historia1. Inicia definiendo el fenómeno, historizándolo y vinculándolo con los sistemas socioeconómicos dentro de los cuales existe. Luego evalúa críticamente unas teorizaciones previamente desarrolladas y las ajusta al ámbito de los países subdesarrollados. Dedica mayor espacio a presentar nuestra conceptualización del fenómeno, siempre ubicándolo en el entorno de Puerto Rico. Finaliza reconociendo algunos límites de esta investigación y planteando unas zonas de desarrollo próximo.

2. Historia y contexto

Marx planteó que “en la medida en que millones de familias viven bajo condiciones económicas de existencia que las distinguen por su modo de vivir, sus intereses y su cultura, de otras clases, y las oponen a éstas de un modo hostil, aquellas forman una clase”.2 Parafraseando a Lenin3, podemos precisar lo anterior definiendo las clases sociales como grandes grupos de personas que ocupan lugares distintos en un sistema socioeconómico; estas clases tienen diferentes relaciones con los medios de producción, cumplen roles diferentes en los procesos de trabajo, y tienen distintas formas y grados de acceso a la riqueza. Son grupos humanos, uno de los cuales se apropia del trabajo del otro por ocupar puestos diferentes en un régimen de economía social.

Pero las clases sociales no siempre han existido. Comenzaron a surgir hace unos 10 mil años; esto es una pequeña fracción de la historia del homo sapiens, que tiene unos 200 mil años. En las comunidades humanas originarias, lo rudimentario de sus tecnologías de piedra obligaba a esas bandas nómadas a colaborar en la recolecta y en la caza, y a compartir en la distribución; este predominio de la propiedad común planteaba una existencia equitativa, sin clases. Esta economía comunista era complementada por una política de democracia directa y pueblo armado: el pequeño tamaño de los grupos y la solidaridad socioeconómica propendían a que las decisiones incluyeran a todos en términos equitativos; lo rudimentario de las tecnologías facilitaba el acceso a las armas, lo cual impedía que un grupo las monopolizara y sometiera al resto; en resumen, había anarquía, ausencia de Estado, pues no había una estructura política separada de la sociedad y que la dominara.4

Según Engels5, la sociedad se dividió en clases cuando el desarrollo de la metalurgia incrementó la productividad y posibilitó la producción de excedentes, y esos medios fueron apropiados privadamente por parte de la sociedad. Entonces los propietarios de los medios de producción pasaron a dominar el proceso de trabajo y sus productos (vivieron de la producción excedente), y los no-propietarios pasaron a trabajar obedeciendo y perdieron el control sobre los productos de su trabajo. Una vez la sociedad se escindió entre explotadores y explotados, el viejo orden político anarquista pasó a estar en contradicción con las nuevas relaciones socioeconómicas y las clases dominantes implantaron un nuevo orden político en el que estas manejaban las decisiones y controlaban las armas: surgió el Estado como modo de reproducir la dominación de clase. Esto sucedió primero en Atenas y Roma, pocos miles de años antes de la era cristiana, y generó el surgimiento del patriarcado, el militarismo y las religiosidades androcéntricas.6

Según Chris Harman, las clases sociales surgieron a partir de una modificación de la manera de trabajar impulsada por un cambio climático en Mesopotamia. Hace unos 12 mil o 13 mil años, nómadas se establecieron sedentariamente en dicha región debido a su abundancia; pasaron de la caza y recolecta a la horticultura y construyeron viviendas robustas. Pero hace unos 10 mil años una glaciación redujo los niveles de precipitación y advino una escasez de flora y fauna. Esto requirió pasar a la agricultura, que es ardua, y requirió de directivos generales que establecieran planes generales y ordenaran su realización, ingenieros-técnicos que desarrollaran y proveyeran a los directivos un conocimiento especializado y supervisores-capataces que impusieran dicho plan: se dividió la sociedad entre los producen pero no controlan el proceso de producción ni sus productos, y los que no producen pero deciden, controlan el proceso, los productos y a los que producen. La religión pasó de reproducir el comunismo originario a justificar relaciones opresivas. Se instituyeron unas fuerzas armadas, controladas por el liderato, encargadas de reproducir esas relaciones de producción y apropiación mediante la represión. El cambio fue simultáneamente económico y político: la génesis de las clases fue de inmediato la del Estado.7

Engels y Harman coinciden en que el cambio en las formas de trabajar es la clave del origen de las clases sociales. Pero existe una variedad de modos de producción en los que existe dominación de clase8. Uno fue la esclavitud, en la cual los amos explotaban a los esclavizados. Otro fue el feudalismo, en el que los señores explotaban a los siervos. Actualmente vivimos en el capitalismo, en el cual los burgueses dominan al proletariado. En todos estos casos, el conflicto entre clase dominante-explotadora y clase dominada-explotada es fundamental y existe un Estado que defiende político-militarmente las relaciones de explotación económica y una serie de instituciones de formación ideológica-subjetiva que promueve visiones de mundo cónsonas con la reproducción del orden social vigente.

Dado que examinaremos las clases sociales de la sociedad capitalista, definamos ese sistema socioeconómico. El capitalismo se basa en la propiedad privada de los medios de producción: esos propietarios privados (los capitalistas) explotan los trabajadores y la naturaleza para acumular ganancias. Para conseguir esas ganancias, los capitalistas contratan trabajadores asalariados para producir mercancías, las que al venderse en el mercado se convierten en un valor mayor de lo que costó producirlas.

3. Teorizaciones anteriores

Para entender las clases del capitalismo iniciaremos esbozando algunas perspectivas previamente existentes. Reconocemos la amplia difusión de concepciones sobre las clases sociales cuya capacidad explicativa es muy limitada. Entre estas están el cuantitativismo y la reducción al oficio.

El cuantitativismo define las clases sociales a partir del ingreso y/o de riqueza de las personas. Esto tiene la virtud de informar sobre el nivel de bienestar material y permite pensar los niveles de desigualdad socioeconómica en determinado momento histórico. Notamos dos objeciones a esta perspectiva. Una es que las divisiones de clases son arbitrarias, pues segmentar a la población, sea en tres clases (alta, media y baja), cinco clases (alta, media-alta, media, media-baja y baja), o en términos de diez grupos de igual tamaño, plantea cortes caprichosos para distinguir esos estamentos. La otra objeción es que este reduccionismo cuantitativo invisibiliza las relaciones sociales de las cuales resultan dichas diferencias socioeconómicas: en la medida en que esas relaciones sociales son de dominación, oculta la opresión de clase.

El reduccionismo al oficio mira solo la tarea que realizan las personas. Así ubica en la misma clase social a todos los que desempeñan en una misma rama de la economía. Conocer las tareas que realizan las personas brinda información importante, pero hace silencio con respecto a las relaciones sociales que se establecen en esos contextos. Por ejemplo, si un mecánico es dueño de un taller de reparaciones y tiene a otros cinco mecánicos trabajando a salario bajo su autoridad, esta perspectiva los coloca en la misma clase; pero desconoce que uno de esos mecánicos es dueño de la empresa y los otros no lo son, que uno contrató y los otros fueron contratados, que uno puede despedir a los otros y que estos pueden ser despedidos, que uno decide los salarios y dirige la organización y el presupuesto de la empresa y los otros no, y que uno se apropia de las ganancias y los otros no se las apropian (aunque son quienes las producen). Lo mismo podemos decir de educadores, agricultores, mineros, industriales, músicos o de personas que laboran en cualquier rama de la economía.

Las críticas anteriores a las nociones comunes de clases sociales parten de la concepción materialista de la historia. Esta fue desarrollada por Marx y Engels en Europa a mediados del siglo 19 a partir de una postura crítica de la economía política capitalista. Nuestra reflexión sobre las clases sociales en el capitalismo asume, con modificaciones, las más destacadas teorizaciones que se han realizado desde dicha tradición sobre este asunto. En ese sentido presentaremos un breve resumen crítico de lo postulado por Karl Marx, Erik Olin Wright y por el dúo de Alejandro Portes y Kelly Hoffman.

En diversos textos, Marx postula la existencia de la burguesía (los capitalistas), la pequeña burguesía, los campesinos, el proletariado y el lumpenproletariado9. Este pensamiento fue forjado durante el siglo 19 en potencias económicas (Alemania, Francia, Gran Bretaña…). En ese momento histórico el tamaño típico de la empresa capitalista no se había desarrollado lo suficiente como para que sus dueños necesitaran contratar gerentes que dirigieran los distintos establecimientos que poseían; por lo tanto, Marx no podía conceptualizar el inexistente fenómeno de los gerenciales. Por lo demás, la conceptualización de este autor se sostiene: los capitalistas son los propietarios de las empresas que contratan trabajadores asalariados; los pequeños burgueses son dueños de pequeñas empresas de contexto urbano en las que laboran solo ellos mismos o sus familias; los campesinos son dueños de pequeñas extensiones de terreno en las que solo ellos o sus familiares trabajan; el lumpenproletariado consiste en personas permanentemente excluidas del proceso laboral y que por su miseria realizan actividades socioeconómicas problemáticas.

Erik Olin Wright10 realizó su destacada teorización sobre las clases sociales del capitalismo contemporáneo desde EEUU. Su condición de contemporáneo le permitió conceptualizar el surgimiento e institucionalización de una nueva clase social: los gerentes, a quienes llamó nueva clase media (“new middle class”). Wright también desarrolla el pensamiento marxista reconociendo las diferenciaciones internas que han surgido en la clase trabajadora. Como resultado del desarrollo de las fuerzas productivas, emergió una capa de la clase obrera industrial que está altamente cualificada, capacitada para manejar tecnologías relativamente sofisticadas en la línea de producción industrial según esta se desarrolló durante el siglo 20. El desarrollo capitalista y sus luchas de clase también generaron que a mediados de ese siglo se generalizó internacionalmente la reforma keynesiana/fordista, que estableció que el Estado proveyera al conjunto de la población una serie de servicios (entre ellos de salud y educativos); de esto surgió una capa de profesionales que no son dueños de empresa ni supervisan a otros trabajadores. Médicos, enfermeras, maestras, secretarias, trabajadores sociales y otros profesionales proliferaron como trabajadores del sector público: advino una capa con altas credenciales académicas, lo que Wright llamó trabajadores expertos. Así, Wright estratifica a la clase trabajadora en expertos, diestros y no diestros. Todo lo anterior es valiosísimo; sin embargo, la conceptualización Wright no incluye al lumpenproletariado. Atribuimos esta falta a su ubicación en una economía que durante su tiempo de investigación fue la más poderosa del mundo y donde la presencia de dicha clase social no es tan fuerte como en las economías subdesarrolladas11. En resumen, Wright concibe las clases sociales en el capitalismo contemporáneo en estos términos: capitalistas (que son el 6 por ciento), pequeña burguesía (son el 9 por ciento), gerenciales (el 23 por ciento) y trabajadores (diferenciados en expertos, diestros y no-diestros, que respectivamente son el 3, 17 y 40 por ciento y suman el 61 por ciento). También podemos notar que Wright no incluye a la clase de los campesinos en su esquema; los clasifica como pequeña burguesía.

Alejandro Portes y Kelly Hoffman12 teorizan sobre las clases sociales en las economías contemporáneas de los países subdesarrollados, específicamente en América Latina. Exponen que estas son capitalistas (alrededor del 2 por ciento de la población), ejecutivos (cerca del 2 por ciento), profesionales (lo que para Wright son los trabajadores expertos, son el 3 por ciento), pequeña burguesía (9 por ciento), proletariado formal no-manual (trabajadores asalariados clericales, son el 12 por ciento), proletariado formal manual (obreros, que conforman el 23 por ciento) y proletariado informal manual, capa que suma el 46 por ciento de la población. Es relevante observar que estos autores no usan el termino lumenproletariado. Esto se debe a que Portes y Hoffman se ubican en, y observan a, economías subdesarrolladas: si en potencias económicas esa clase puede concebirse como marginal (como lo pensó Marx) o como inexistente (como lo pensó Wright), en América Latina (como es usual en la periferia) el sector excluido de los procesos de trabajo formales es inmenso.

La masividad del grupo de trabajadores informales en América Latina requiere análisis. Para realizarlo hay que entender que el desempleo es inherente al capitalismo, que dicho problema se agrava con la industrialización, que en la periferia este problema es más intenso y que el neoliberalismo lo agudiza.

Reconozcamos que el desempleo es inmanente al capitalismo; tanto así que Marx habló de un ejército industrial de reserva. La existencia de dicha masa de desempleados tiene el efecto de dificultar los aumentos en salarios, pues las demandas obreras por mayores salarios se enfrentan a la posibilidad de que el patrono los reemplace fácilmente por la abundancia de desempleados. Debido a que la ganancia de sus empresas son la prioridad de los capitalistas, y a que esa clase controla los puestos laborales, estos tienden a contratar la menor cantidad posible de asalariados, pues cada uno significa un incremento en los costos de operación y una merma en las ganancias. Por lo tanto, el desempleo es un problema inevitable en este sistema socioeconómico.

La mecanización del trabajo que fundamentó a la industrialización significó un aumento gigantesco en las capacidades productivas. Esto llevó a que el capitalismo eliminara antiguos sistemas socioeconómicos (como la esclavitud, el feudalismo) y marginara anteriores formas de trabajo (manual) organizadas bajo el capitalismo o bajo la pequeña producción individual. A partir de ese momento histórico, el capitalismo fue implantándose como el sistema socioeconómico dominante mundialmente13. Esto también tuvo como consecuencia la reducción del trabajo necesario, lo cual genera desempleo mediante dos vías: surgen crisis de sobreproducción (se produce mucho, pero como los salarios son bajos, la demanda agregada es poca, lo cual imposibilita vender lo producido, muchas empresas quiebran y aumenta el desempleo), o los capitalistas contratan menos obreros para realizar la misma producción (la máquina desplaza obreros)14. En resumen, bajo el capitalismo, el incremento en fuerzas productivas posibilitado por la maquinaria genera desempleo.15

El capitalismo heredó de sistemas económicos anteriores la relación entre potencias (centros económico-político-militares) y periferias (países subordinados a las economías, decisiones y armas de las potencias)16; por esos saqueos de los imperios (centros) a sus colonias (periferia) en aquellos países se acumuló un nivel de riqueza gigantesco que posibilitó la industrialización. En los centros (EEUU, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Holanda…) hay eslabonamientos internos: allí existen simultánea y coordinadamente la extracción, el procesamiento-transformación, el transporte, el comercio, las finanzas y los servicios. También esas potencias son centros hacia los cuales se mueven internacionalmente las ganancias: no solo se reinvierten allí las ganancias producidas en esos países, si no que también las ganancias fluyen hacia estos países desde las operaciones de corporaciones trasnacionales establecidas en la periferia.17 Pero las periferias hay pocos eslabonamientos internos; incluso tienden a funcionar como enclaves de exportación con poco efecto en sus economías (en Puerto Rico el grueso de la producción realizada en corporaciones trasnacionales no requiere extracción minera ni agrícola local, ni está destinada a venderse aquí).18 El correlato de esto en términos del flujo internacional del valor es que las ganancias se producen en los países periféricos y se van hacia los centros económicos mundiales (en Puerto Rico se expatrían anualmente unos 35 mil millones de dólares). Esto significa poca reinversión (escaso desarrollo de empresas capitalistas) en los países periféricos, lo que tiene como consecuencia una exigua cantidad de puestos laborales.19

A esto hay que añadir que las políticas económicas neoliberales implantadas por los gobiernos de derecha de América Latina a partir de la década iniciada en 1980. ¿En qué consiste el neoliberalismo?, en degradar las condiciones laborales de la clase trabajadora, en despedir empleados públicos, en privatizar corporaciones públicas y en disminuir la asistencia social. Todas esas medidas achican la demanda agregada, lo que tiene como consecuencia un decrecimiento de la economía y un aumento en el desempleo. El neoliberalismo latinoamericano también incluyó un abandono de la protección de las industrias nacionales propia de los proyectos de sustitución de importaciones y abrió las economías de esos países a la inversión extranjera. Esto llevó a la disminución de las industrias criollas en los países periféricos. La reducción de la clase obrera y el incremento el sector de trabajadores informales también es producto del neoliberalismo.

En síntesis, el gran tamaño de la economía informal (y por consiguiente de la cantidad de trabajadores informales) en los países subdesarrollados resulta de el carácter estructural del desempleo en el capitalismo (sobre todo a partir de la industrialización), de la escasez de eslabonamientos internos y la fuga de ganancias inmanente a su condición de periferia y de las políticas neoliberales implantadas en la región desde los años ochenta.20

4. Las clases sociales en el capitalismo contemporáneo

Ahora pasemos a nuestra reflexión sobre las clases sociales. Esta discusión incluirá sus definiciones, orígenes históricos, ramas y estratificaciones, ubicación en la periferia, intereses, tendencias ideológico-políticas e instrumentos de lucha.

4.1. Capitalistas

Iniciemos por definir la clase dominante. Los capitalistas, o la burguesía, son los dueños de medios de producción que contratan trabajadores asalariados. Son los propietarios de las empresas, de las mercancías producidas por los trabajadores y del valor en el que estas se convierten al ser vendidas.

Su origen histórico radica en comerciantes en antiguos sistemas socioeconómicos, y en prestamistas surgidos una vez el comercio está desarrollado. Esta clase crece notablemente en la forma de dueños de talleres de producción manual (pre-industrial) que proliferaron con auge económico generado en Europa por la invasión de América. Las burguesía se torna en la clase más poderosa con la revolución industrial, momento en el que surgen dueños de fábricas que llegan a dominar ramas de la economía. La masificación de la producción industrial de mercancías amplifica el poder de la burguesía comercial y financiera; también disuelve el feudalismo y la esclavitud, y lleva e esas clases dominantes a convertirse en capitalistas.

Podemos conceptuar a la economía como subdividida en las ramas de industria, finanzas y comercio; otros la segmentan en extracción, transformación y servicios. En todo caso, es importante notar el crecimiento del sector de servicios durante las últimas décadas, lo cual resulta de la progresiva mecanización y automatización del trabajo, del crecimiento de la economía informal que resulta del neoliberalismo y se acentúa con la condición periférica. En esos mismos términos existe y se ha transformado la clase capitalista.

Es pertinente reconocer la dimensión internacional de la clase capitalista, o la organización imperialista del capitalismo. En las periferias, el capital trasnacional domina y los capitalistas criollos son intermediarios u ocupan un espacio menguante ante el avance de las corporaciones trasnacionales. La condición colonial impide que la burguesía local pueda usar el Estado para defender su mercado y sus negocios, y para desarrollar un proyecto de país bajo su liderato. La debilidad de esta clase les lleva a desarrollar y dirigir partidos que defienden la continuidad del dominio del gobierno estadounidense (PPD y PNP), estrategia política que encuentra su correlato económico en fungir como intermediarios del capital estadounidense y, en tiempos neoliberales, en promover los intereses de ese capital mediante privatizaciones. Internamente, se dedican a depender del gobierno mediante contratos que son la reciprocidad por el financiamiento de las campañas de los candidatos, y al saqueo de fondos públicos.21

La burguesía también es diversa en cuanto al nivel de poder que tiene: está estratificada. Existen pequeños capitalistas que ellos mismos son el principal trabajador en su empresa, como lo es el caso de médicos que contratan varias personas por salario para realizar tareas importantes para el funcionamiento de la misma (secretaria, enfermera, administradora…); estos son fronterizos con los pequeños empresarios. Hay pequeños capitalistas que trabajan junto con sus asalariados, como el caso de un dueño de cafetería que, según sea necesario, realiza las tareas de cajero, cocinero, despachador de órdenes, receptor de mercancía, administrador… Los medianos capitalistas usualmente dirigen su empresa, como el caso de un dueño de una pequeña fábrica o un supermercado con una o pocas decenas de asalariados. Los grandes capitalistas son aquellos cuya empresa es relativamente exitosa y cuenta con varios establecimientos (fincas, fábricas, tiendas…), por lo que contrata a varios gerentes para dirigir esas operaciones. La capa más alta de la burguesía son los capitalistas oligárquicos, cuyo caudal y actividad diaria no están vinculados directamente a la operación de empresa alguna porque se dedican a invertir en empresas y a recibir sus dividendos, para lo cual contratan a empresas de corretaje de inversiones; en Puerto Rico esta capa superior de la clase dominante es principalmente extranjera. El nivel de vida de los miembros de esta clase es superior al de las demás clases y depende de el tamaño de sus empresas (que se manifiesta en el volumen de producción-ventas y en la cantidad de trabajadores que explotan) y de cuán intensamente explota a sus trabajadores (lo que está en función de la sofisticación de sus tecnologías de producción): los pequeños capitalistas están obligados a trabajar duro y viven mejor que sus asalariados; los medianos capitalistas suelen vivir mucho mejor que sus asalariados y suelen ser ricos; los grandes capitalistas fluctúan entre ser ricos y millonarios; la oligarquía capitalista oscila entre millonarios y billonarios.

El interés de clase inmediato de los capitalistas es obtener ganancias; aumentarlas o evitar que disminuyan. Para esto necesitan que la misma cantidad de trabajadores produzca más valor (lo que aumenta los ingresos) o reducir costos contratando la menor cantidad de trabajadores posibles (lo que reduce los costos). A mediano y largo plazo, el interés de esta clase es mantener el sistema capitalista y la propiedad privada de las empresas que le permite la acumulación.

En términos de sus ideas políticas, podemos decir que inicialmente (en el contexto feudal y hasta el siglo 18) parte de la burguesía fue revolucionaria, pues en ese periodo histórico sus ideas y prácticas Liberales22 eran innovadoras (libertades de empresa, de expresión, de organización política, de culto…); por eso muchos participaron de los procesos democratizantes que derrocaron a las monarquías. Pero, en la medida en que durante el siglo XIX la clase capitalista se convirtió en la dominante, esta se tornó Conservadora23 y no simpatizó con las propuestas de cambios como los propuestos por los movimientos obreros, feministas, antirracistas. En cuestiones económicas, resistieron las reformas al capitalismo que fueran favorables a las clases trabajadoras (el Estado Benefactor). Ante situaciones de amenaza obrera-socialista esta clase se torna reaccionaria y favorece las dictaduras militares (y durante el siglo 20 a los regímenes Fascistas24) que cancelaron los derechos democrático-liberales y aplastaron al movimiento obrero para así salvar el capitalismo. Más recientemente (a partir de la década de los años ochenta), los capitalistas han logrado avanzar su agenda neoliberal intensificando los privilegios de la oligarquía económica a costa del bienestar de las clases subalternas.

La burguesía tiene numerosos e importantes instrumentos para lograr sus objetivos. Como clase socioeconómicamente dominante, posee recursos económicos cruciales como dinero abundante, la propiedad de las empresas y el control de los puestos de trabajo. Lo anterior incluye que son dueños de los medios de comunicación y de la prensa escrita, televisiva y radial mediante los cuales se moldea la opinión pública, lo que les confiere gran poder ideológico. A nivel político, la burguesía suele organizar grandes partidos para dirigir la sociedad mediante el control del aparato gubernamental, implantar sus proyectos económicos (el neoliberalismo durante las últimas décadas) y defender el sistema socioeconómico dentro del cual logran acumular ganancias (en última instancia aplastando a las clases subalternar y sus movimientos insurgentes mediante el fascismo o alguna dictadura militar). El control del gobierno de confiere a la burguesía otro mecanismo de poder ideológico: el sistema público de enseñanza permite moldear la formación de el grueso de los estudiantes. El control del gobierno de permite a los capitalistas manejar el aparato represivo estatal: instituciones como la policía y el ejército fueron diseñados para conservar el orden establecido reprimiendo a quienes intentan erradicarlo; parafraseando lo que dijimos al principio sobre la relación entre clase dominante y Estado  podemos decir  que el Estado es el Estado de la clase dominante.

4.2. Gerenciales

Esta clase se define como el conjunto de personas que no son dueños de medios de producción, pero que trabajan por salario dirigiendo empresas, de modo que tienen autoridad sobre trabajadores asalariados. Aunque no son propietarios de las empresas, cobran su salario a cambio de representar los intereses de los capitalistas, cuyo propósito principal es la ganancia. Para ocupar puestos gerenciales es usual tener amplio conocimiento de la industria y credenciales académicas. Los gerenciales suelen tener ingresos más altos que el salario típico de los trabajadores, privilegio que los capitalistas conceden a los gerenciales a cambio de que estos realicen sus intereses; esto es lo que Wright llama “loyalty fee”.

Esta clase social surge con el desarrollo del capitalismo industrial. En la medida en que las empresas tienden a ser más grandes, no es posible para cada capitalista administrar sus múltiples fábricas, fincas, sucursales o tiendas. Aparece la necesidad de contratar personas que representen al capitalista en la operación de estas empresas. En sus primeras fases históricas esta clase recluta principalmente de la burguesía, pero con la reforma fordista/keynesiana y la masificación de la educación universitaria surgida a mediados de siglo 20 surgen sectores medios desde los cuales esta clase se reproduce endógenamente. También con dicha reforma se engrosa la cantidad de asalariados del sector público, lo cual requiere contratar gerentes para dirigir los servicios públicos como los de salud y educación, al igual que las corporaciones públicas como las de energía y agua.

Esta clase social está estratificada en ejecutivos y supervisores. Los ejecutivos tienen autoridad sobre otros gerenciales. A los ejecutivos que dirigen grandes empresas se les remunera con salarios altos y hasta con acciones en la empresa que dirigen: las capas más altas de los ejecutivos son fronterizas con la clase capitalista. La capa más baja de la clase gerencial es la de los supervisores; estos suelen realizar las tareas junto con los trabajadores que supervisan y que cobran un salario muy poco superior al de esos trabajadores.

Los intereses inmediatos de clase son ingresar salarios más altos. Usualmente logran esto a condición incrementar la productividad de la empresa (lo que es profundizar la explotación de los trabajadores que están bajo su autoridad) o de ascender dentro de la jerarquía empresarial. A mediano y largo plazo, esta clase está comprometida con el sistema capitalista y su fundamento de propiedad privada de las empresas debido a la cuota de lealtad representada por su salario superior al de los trabajadores que supervisan.

Esta clase difícilmente articula un proyecto socioeconómico propio. Por un lado, tiende a fluctuar entre identificarse con la burguesía e imponer la explotación irreflexivamente, lo cual es la condición de su privilegio; esto se traduce macroeconómicamente en neoliberalismo. Por otro lado, debido a que ellos no son los principales beneficiarios de la explotación capitalista y a que ellos mismos son explotados por esa clase, pueden criticar las formas excesivas de explotación, lo que puede llegar a cierto reformismo económico. El neoliberalismo está más presente entre los ejecutivos y el reformismo lo está entre los supervisores. Como conjunto, su nivel de educación formal provee una visión de mundo más cosmopolita que el grueso del resto de la sociedad, por lo cual asumen cierta crítica de opresiones como el racismo, la xenofobia, el machismo y la homofobia. Lo anterior se sintetiza en la perspectiva liberal clásica,25 que combina capitalismo neoliberal con modernismo cultural, aunque también el reformismo es importante, especialmente entre los supervisores.26

¿Qué instrumentos tienen los gerenciales? Dado que para ocupar puestos gerenciales es típico tener preparación académica, estos típicamente pertenecen a asociaciones profesionales (a las cuales también pertenecen y trabajadores profesionales y empresarios). Estas asociaciones profesionales suelen gozar de buen prestigio y proyección pública. En ocasiones, los gerenciales de una empresa se organizan en asociaciones de gerenciales para mejorar sus condiciones de trabajo. Otro instrumento fundamental de esta clase es el conocimiento del funcionamiento de la empresa, que junto con sus destrezas de liderato pueden ser claves en un proceso de transición económica.

4.3. Pequeños empresarios

Definimos a los pequeños empresarios como dueños de medios de producción que no contratan empleados asalariados de modo que solo ellos o su núcleo familiar inmediato trabaja en su empresa. Esta clase social existe en las diversas ramas de la economía: agricultura, artesanado, comercio y en las profesiones. Tradicionalmente se denomina pequeña burguesía a los pequeños empresarios urbanos y campesinos a los pequeños empresarios agrícolas.

El estrato más bajo de esta clase social incluye personas que realizan tareas de alto riesgo y/o poco ingreso, como los que venden agua en las intersecciones o quienes venden piraguas en las calles. El sector más pobre de esta clase usualmente depende de asistencia social para el acceso a servicios educativos y de salud, también para vivienda y alimentos; la marginalidad en la que viven es terreno fértil para transitar hacia el lumpenproletariado. En las capas más altas encontramos a personas que ejercen profesiones de prestigio (abogados, arquitectos, psicólogos…), quienes logran ingresos que le permiten un nivel de vida cómodo; los más adinerados están fronterizos con la clase capitalista.

¿Cuáles son los intereses de clase de los pequeños empresarios? En lo inmediato, mantener su pequeña empresa, lo que significa evitar quebrar por no poder competir con los capitalistas y exige intervenciones estatales mediante leyes anti-monopólicas, préstamos a bajo interés y subsidios; también mantener el Estado benefactor del que muchos pequeños empresarios dependen. En un mediano plazo, los pequeños empresarios añoran ver crecer su negocio y convertirse en capitalistas, por lo cual pueden oponerse al aumento de los salarios. En el debate más profundo sobre sistemas socioeconómicos, estos defienden el capitalismo, pues su existencia se basa en la propiedad privada de los medios de producción.

¿Qué posturas políticas tienden a asumir los pequeños productores? En otros momentos históricos (en tiempos reformistas y a inicios del neoliberalismo), por lo duro que tienen que trabajar, buena parte de la pequeña burguesía sentía incomodidad con que el gobierno otorgara asistencia social a los más pobres (“que viviendo del gobierno están casi tan bien como yo”): socioeconómicamente se ubicaban a la derecha. Pero la actual crisis los ha cambiado, pues los va afectando. Su condición de propietario privado se combina con la necesidad de protección debido a la precariedad de sus negocios. El simultáneo apoyo a medidas redistributivas y la defensa de la propiedad privada los distancia tanto del neoliberalismo como del socialismo: les ubica en una postura reformista. A la vez, las ideas de disciplina, sacrificio, ahorro y postergación de la gratificación son importantes para esta clase social. Esa combinación de reformismo económico y tradicionalismo moral se traduce en la tendencia Demócrata-Cristiana27. Sin embargo, en caso de amenaza obrera-socialista, los pequeños empresarios asumen el Fascismo en la medida en que este mantenga algunos elementos de protección a los más pobres y a la pequeña empresa. Es importante recordar que históricamente los pequeños empresarios son quienes primero se alarman ante el avance del poder de las clases trabajadoras: distinto a los grandes capitalistas, que pudieran tolerar aumentos salariales debido a que sus corporaciones tienen grandes caudales, los pequeños empresarios no sobreviven ese aumento en los costos de operación debido a lo exiguo de sus ganancias. Esto convierte a la pequeña burguesía en pionera dentro de los movimientos de corte fascista y de otras resistencias contrarias al avance de los intereses de la clase trabajadora.

También existe parte de la pequeña burguesía que ostenta grados académicos universitarios. Muchos profesionales (abogados, psicólogos, arquitectos…) montan su microempresa de servicios a la población general y/o a grandes corporaciones. De su posición relativamente cómoda puede derivarse una postura socioeconómica neoliberal. Esa postura, junto con la perspectiva cosmopolita adquirida en su formación académica (la cual es determinante para su lugar socioeconómico), resulta en cercanías al pensamiento Liberal Clásico. Pero la crisis les facilita ver los problemas del neoliberalismo y adoptar posturas reformistas.

En el caso de los campesinos es importante notar que su contexto de existencia es rural. Esto significa distancia con respecto la urbanidad y con las instituciones en las que está fuertemente presente la visión cosmopolita-modernista-científica. En términos institucionales, entre los campesinos hay mayor cercanía a la iglesia y poca participación en la universidad. De lo anterior resulta una perspectiva tradicionalista con significativos elementos patriarcales (anti-aborto, homofobia…), racistas, xenofóbicos y de oposición a la legalización de las drogas.

4.4. Trabajadores

Debido a que realizan el grueso de la producción y a su gran tamaño, la clase trabajadora es la más importante. Definimos a esta como el conjunto de personas que no son dueños de empresas ni tienen autoridad sobre otros trabajadores, cuyo modo de vida consiste en trabajar a cambio de un salario.

¿Cuál es el origen histórico de esta clase? La eliminación del feudalismo y de la esclavitud, junto con la disminución de la pequeña propiedad rural y urbana, son las principales fuentes del proletariado moderno. Con la crisis del feudalismo parte de los siervos se alejan de las villas rurales-agrícolas y se establecen en las ciudades, donde pasaron a vivir de cobrar por su fuerza de trabajo. También muchos campesinos no lograron sobrevivir en la competencia con las empresas agrícolas capitalistas y se mudaron del campo a las ciudades para convertirse en trabajadores asalariados; similarmente, la quiebra de artesanos y pequeños burgueses en general lleva a estos a convertirse en personas desprovistas de medios de producción y que pasan a trabajar por salario para un patrono. Con la abolición de la esclavitud, los otrora esclavizados pasaron a ser ciudadanos formalmente libres, dueños de sí mismos, o lo que es lo mismo, de su fuerza de trabajo que venden como su único medio para sobrevivir.

Existen trabajadores asalariados en todas las ramas de la economía, dividamos esta en industria, finanzas y comercio, o en extracción, transformación y servicios. Podemos mencionar que los obreros (asalariados de la industria, o de la extracción y la transformación) son los más importantes debido a que estos producen es crucial para la existencia (alimentos, vivienda, vestimenta…); pero también es necesario decir que con el desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo y con desarrollo social engendrado por las luchas obreras y de otros sectores subalternos, muchos trabajadores del sector de servicios cobran gran importancia, como lo demuestra la centralidad de los procesos de salud, educativos y artísticos-entretenimiento en la actualidad.

Ese un crecimiento del sector servicios fue organizado e institucionalizado con la reforma fordista/keynesiana de mediados de siglo 20. Esa reforma incrementó significativamente la proporción de asalariados del sector público, pues los servicios médicos y educativos a los que accedieron los sectores más pobres fueron provistos o financiados por el gobierno. A la vez, debemos notar que dicha reforma incluyó que el Estado proveyera una serie de servicios clave para la economía, como lo son el agua y la energía eléctrica, por lo que parte de la clase obrera labora en corporaciones públicas que producen y venden ese servicio como mercancía.

También es importante notar que, a partir del estancamiento de la economía capitalista iniciado en los años setenta (que encuentra su peor momento en la actual crisis, iniciada en 2006/2008)28, el sector informal ha mostrado crecimiento significativo. Esto es especialmente en cierto en la periferia.

Pero la clase trabajadora no se diferencia internamente solo por las ramas o sectores que la componen. Los párrafos anteriores implican la diferencia entre trabajadores manuales e intelectuales; también debemos notar que existen trabajadores con distintos niveles de preparación. La estratificación de la clase trabajadora puede conceptuarse en términos de profesionales, clericales, manuales cualificados, manuales no-cualificados, y trabajadores informales.

Los trabajadores profesionales llevan a cabo tareas intelectuales altamente cualificadas (por lo que requieren credenciales académicas universitarias), que es realizado por salario y sin autoridad gerencial29. Maestros, profesores, enfermeras, diseñadores de programas de computadora, médicos, abogados… que no son dueños de la empresa en la que laboran y que no son gerentes, son ejemplos de esto30. Si en su origen estos profesionales provenían de familias burguesas, durante las últimas décadas dicha procedencia ha menguado. Ciertamente, aún esta capa alta de la clase trabajadora opera fronterizamente con puestos gerenciales y con las pequeñas empresas. Pero el crecimiento de este sector de la clase trabajadora es producto del doble proceso de intelectualización del proletariado y de proletarización de los intelectuales propio de la reforma fordista/keynesiana necesaria para circular-vender la superproducción (superexplotación) inherente al capitalismo industrial y para producir los sujetos necesarios en este ordenamiento social31; dicho crecimiento también es producto del crecimiento del sector público, pues este requiere profesionales para proveer servicios médicos y educativos y en corporaciones públicas como las de agua y energía eléctrica. Notamos, desde la década de los años noventa, una pauperización de partes de esta capa debido a la degradación de condiciones laborales inherentes al neoliberalismo; esto ha facilitado la auto-identificación de estos sectores como parte de la clase trabajadora32

Los trabajadores clericales realizan trabajo intelectual rutinario-sencillo, a cambio de un salario. Algunos ejemplos de esto son cajeros en comercios y bancos, recepcionistas en empresas privadas, quienes atienden ventanillas en agencias de gobierno y quienes ofrecen servicio al cliente (muchas veces telefónicamente). Este sector de la clase trabajadora también ha crecido en la medida en que ha aumentado con la reforma keynesiana/fordista (necesario para proveer una serie de servicios públicos) y con la ampliación del sector de servicios (necesario para la circulación-venta de las mercancías en el capitalismo). Otros pensadores, como Poulantzas33, plantean que este sector social es parte de la pequeña burguesía, lo cual es equivocado, pues no son dueños de medios de producción. Ciertamente, la diferencia en condiciones laborales (realizar trabajo no-manual, aunque sea simple) lleva a muchos trabajadores clericales a no identificarse como clase trabajadora, lo cual en ocasiones es reafirmado por la formalidad en la apariencia y en la comunicación (“corporate culture”, cultura burguesa) que requieren muchas de estas tareas. Sin embargo, en la medida en que la clase capitalista ha impuesto su proyecto neoliberal, las condiciones laborales de los trabajadores clericales han empeorado y prolifera el desempleo, lo cual les va dejando claro la explotación a la que son sometidos y facilita que se reconozcan como clase trabajadora.

Los trabajadores manuales cualificados surgen durante el siglo 20, con la sofisticación de las tecnologías implantadas por los capitalistas en la producción para intensificar la productividad. Dichas tecnologías exigen trabajadores altamente diestros, como mecánicos, choferes de vehículos pesados, operadores de maquinaria en la construcción y operarios de producción de medicamentos y de equipos electrónicos en las fábricas. Por el tecnocentrismo de los procesos de producción del capitalismo, esta capa de la clase trabajadora es importantísima. Usualmente estos trabajadores reciben salarios superiores al salario mínimo, lo que propende a cierto conformismo. Sin embargo, el estancamiento en los salarios, la amenaza del desempleo debido a las crisis económicas (que en Puerto Rico fue acentuado por la eliminación de la sección 936)34 y el achicamiento del Estado benefactor resultante de las políticas neoliberales, incrementa el malestar de estos trabajadores y facilitar la proliferación de posturas críticas de estos obreros ante las relaciones socioeconómicas vigentes35.

Los trabajadores manuales nocualificados son la clase obrera clásica que surgió con el capitalismo industrial en el siglo 19 y que Marx conceptualizó en su obra. Su existencia surge de, y se fundamenta en, la mecanización del trabajo.36 Esta comprende obreros construcción no especializados (“general labor”), operarios de línea de ensamblaje en fábricas de productos de baja sofisticación tecnológica, jornaleros agrícolas, trabajadores de almacenes, gondoleros, empacadores, conserjes y recolectores de basura, entre otros. La importancia de esta clase radica en que es la que realiza el grueso de la producción; la ubicación de esta capa de la clase trabajadora dentro las relaciones de producción le facilita captar las relaciones de poder capitalistas; su participación de los procesos de producción de mercancías que son objetos tangibles le facilita entender el movimiento del valor en el este sistema socioeconómico. Debido a que estos trabajadores son fundamentales para la producción de mercancías y ganancias, si estos obreros deciden no trabajar, pueden asestar importantes golpes a la clase capitalista. A pesar de las grandes magnitudes de valor económico producido por este sector obrera, estos trabajadores suelen tener salarios tan bajos como el mínimo legalmente establecido. Esto sucede por su descualificación y a las bajas tasas de empleo37, factores que facilitan que los patronos paguen bajos salarios. Este intenso nivel de explotación y de precariedad se ha acentuado con la crisis económica mundial iniciada en 2008, pero que en Puerto Rico inició en 2006 debido a la reducción del empleo industrial generado por la eliminación de la sección 93638. Esta degradación de las condiciones laborales y de vida incrementa la propensión a moverse a posturas políticas cónsonas con los intereses de la clase trabajadora, al menos en su versión progresista-reformista; pero dicha radicalización ha sido atenuada por la más grande migración hacia Estados Unidos desde la década de los años cincuenta del siglo 20. Por su importancia y número, esta capa de la clase trabajadora es clave.

Los trabajadores informales son un sector grande en las economías de los países subdesarrollados, y la crisis actual ha incrementado este tamaño. Estas son personas que trabajan para empresas no registradas institucionalmente, mayormente de pequeño tamaño y ubicadas en el sector de servicios. Ejemplos de estos son quienes recogen escombros, recortan grama, hacen mudanzas o pintan casas y no son quien tiene el contrato con el dueño de la casa o del negocio al que dan el servicio. Sus ingresos tienden a provenir de procesos inestables y a ser inferiores al nivel salarial establecido legalmente. Reconocemos la existencia de un sector de la economía que realiza actividad ilegal, dentro del cual destaca el narcotráfico, (eso lo discutiremos cuando hablemos del Lumpenproletariado). Esta es la capa más baja de la clase trabajadora y existe fronterizamente con la Pequeña Burguesía (pues en algunos de estos negocios la distancia social entre dueños y asalariados es pequeña) y con el Lumpenproletariado (porque la desesperación de la pobreza lleva a muchos a arriesgarse a realizar actividades problemáticas).

¿Cuáles son los intereses de la clase trabajadora? En lo inmediato, abrir puestos de empleo y mejorar condiciones laborales. En última instancia, abolir las clases sociales; dicho de otro modo, establecer una economía socialista, lo que requiere eliminar la propiedad privada de los medios de producción e implantar la propiedad colectiva de esos medios y el control democrático de los medios por parte de los trabajadores. Dado que existen otras dimensiones sociales que se basan en la dominación (de género, de orientación e identidad sexual, étnicas, raciales…) abolir todas las opresiones también es interés de la clase trabajadora, pues no es posible su liberación sin erradicar todas esas opresiones.

¿Qué tendencias de pensamiento político predominan en la clase trabajadora? Los trabajadores van asumiendo posturas anti-neoliberales en la medida en que han visto que los despidos, la degradación de sus condiciones laborales y eliminación de asistencia social han empeorado sus condiciones de existencia y enriquecido a sus patronos, y en la medida en que han notado que las privatizaciones son vía de saqueo de la riqueza pública por parte de la oligarquía burguesa. Ante la crisis económica, política y social engendrada por el neoliberalismo, asumen crecientemente posturas reformistas-progresistas: tienden apoyar las propuestas de mejorar las condiciones de trabajo, a expandir el Estado benefactor y a implantar impuestos progresivos para financiar esos servicios gubernamentales. Sobre adoptar una postura socialista, suele pensarse que es una tendencia minoritaria. Sin embargo, en investigaciones empíricas cuantitativas que hemos realizado pudimos observar que poco más del 40 por ciento de las personas de clase trabajadora prefirieron un sistema socioeconómico basado en propiedad colectiva de las empresas por sobre otros basados en propiedad privada de las mismas, aún si estos últimos incluyen un Estado benefactor significativo39. Sin embargo, la aversión ante las palabras “socialismo” y “comunismo” es predominante. Lo anterior indica un triunfo parcial de la ideología burguesa, pues esta ha logrado la demonización de los significantes que representan los intereses de clase de los trabajadores; pero plantea la intuición de clase de esta clase. Dicho de otro modo, son inconscientemente socialistas. Asumir el socialismo conscientemente es más frecuente entre sectores intelectuales y en el liderato de trabajadores organizados y en proceso de lucha. El reto político es el reclutamiento de trabajadores para este tipo de organizaciones, sean de corte progresista o socialista; estimamos que en Puerto Rico esto resulta difícil porque, debido a su condición colonial, el asunto de la relación con Estados Unidos es central en la discusión política40. Según nos informan nuestras investigaciones empíricas cuantitativas sobre la relación entre clase social y subjetividad política, los trabajadores apoyan en intensidad similar a modelos económicos socialistas y reformistas, a la vez que están más cerca de la moral tradicional (esto último es más fuerte en las capas de la clase trabajadora que cuentan con menos educación formal)41.

La clase trabajadora cuenta con varios instrumentos para luchar por sus intereses. Los sindicatos son la principal herramienta para mejorar las condiciones laborales. Las organizaciones políticas orgánicas a la clase trabajadora (partidos laboristas, socialdemócratas, socialistas, comunistas, federaciones anarquistas…) sirven para desarrollar proyectos de sociedad cónsonos con los intereses de las clases trabajadoras. Otras organizaciones, como asociaciones de ayuda mutua, cooperativas de ahorro y crédito y de vivienda, tienen como función el apoyo económico. Las empresas de trabajadores-dueños son interesantes experimentos en propiedad colectiva y dirección democrática de empresas que proveen aprendizaje de otros modos de relación social, aunque a la vez puede llevar a sus participantes a no desear cambio social significativo. Los prensa escrita y los programas radiales orgánicos a las organizaciones de clase trabajadora son cruciales en el desarrollo de la conciencia de clase que permita su empoderaramiento. El número puede ser un elemento crucial para los trabajadores en la arena electoral y en las movilizaciones sociales, pues esta clase es usualmente la más grande en las sociedades burguesas; en el caso de un nivel significativo de organización política y/o sindical, el carácter mayoritario puede tornar a esta clase en imparable. Incluso la misma estructura política que llamamos democracia (aún con lo superficial que es la democracia burguesa-liberal) es concordante con los intereses de la clase trabajadora, pues en caso de una dictadura militar o fascista los capitalistas ni siquiera tienen que acudir a la ideología42 como instrumento de reproducción de la dominación y provee el espacio para la organización y expresión sindical, política y  de los diversos movimientos sociales (feminista, ambiental, antirracista…)43. En casos de represión política extrema, de las clases trabajadoras suelen surgir organizaciones armadas revolucionarias para combatir la violencia del Estado burgués.

4.5. Lumpenproletariado

Esta clase es definida como el conjunto de personas que no son dueños de medios de producción, que no trabajan ni buscan trabajo, y que acuden a alternativas como la mendicidad y a una multiplicidad de actividades ilegales y éticamente problemáticas (narcotráfico, robo, usura, contrabando, prostitución-proxenetismo, extorsión, asesinato a sueldo…). El que hayan muchas personas permanentemente excluidas del proceso laboral es normal en el capitalismo, se masifica con la industrialización, es mayor en la periferia y aumenta con el neoliberalismo. 

Previo al surgimiento del Estado benefactor, este grupo de personas estaba en la miseria, por lo cual vestía harapos, que en alemán significa lumpen. Con el advenimiento de la asistencia social estatal (provisión de alimentos, vivienda, salud y educación) la miseria de este grupo se modera. En tiempos de crisis prolongada, personas de varias clases sociales terminan añadiéndose al lumpenproletariado. En el caso del narcotráfico, esto tiende a desarrollarse hasta el punto en que este se estructura en empresas capitalistas de alcance internacional, con redes de cultivo, transporte, transformación química, empaque, distribución, ventas, lavado de dinero, asalariados, dirección centralizada y sus propias fuerzas armadas.

Por su desposesión económica, los intereses del Lumpenproletariado suelen estar ligados al Estado benefactor, ya sea a mantenerlo o a expandirlo. En eso coincide con parte de la clase trabajadora, por lo que pueden ser aliados en la lucha contra medidas neoliberales que reduzcan la asistencia social. Pero a la vez tienden a preferir la reproducción de la sociedad capitalista, pues la actividad económica de muchos depende de la descomposición de ese orden social e incluso está organizada en términos capitalistas, como es el caso del narcotráfico, la prostitución-proxenetismo y la usura.

¿Cómo tiende a posicionarse políticamente esta clase? La ausencia de experiencia en trabajo socialmente organizado que tiene la clase trabajadora, junto con la alternativa de microempresa, construye para esta clase un fuerte individualismo que los lleva a coincidir con la pequeña burguesía y a ser difícilmente reclutable para procesos de cambio social radical. Además, su desvinculación con los procesos de trabajo los lleva a no estar en posición de transformar ni de conocer el carácter clave de dicha dimensión social. Incluso su precariedad económica y su escasa educación formal facilitan que las clases dominantes les manipulen para sus proyectos. 

El aumento en bienestar material provisto por la asistencia social estatal domestica a esta clase. Pero aún con ese incremento en condiciones de vida, por sus condiciones económicas y educativas, y por su ausencia de enfrentamiento diario al patrono capitalista, el Lumpenproletariado es manipulable por los líderes de proyectos de extrema derecha (como el fascismo) para emprender ofensivas contra las clases trabajadoras. Ante la crisis contemporánea (que incluye crisis económica que genera gran desempleo, crisis educativa que redunda en mucha deserción escolar, crisis de la razón y de la ciencia como fundamento del saber de las grandes mayorías, una generalización de la criminalidad y crisis política por la incapacidad de generar alternativas a esta crisis) el fundamentalismo religioso ha proliferado en esta clase social y en las capas más bajas de la clase trabajadora.44 Esas iglesias han provisto comunidades de apoyo mutuo que, a partir del avance de la clase capitalista desde la década de los años setenta, la clase trabajadora no ha podido mantener45. En la visión de mundo de estas iglesias el dogmatismo es fundamental, al igual que al autoritarismo como forma de relación social; esto explica el apoyo de miembros de este tipo de organizaciones religiosas e importantes movimientos políticos neofascistas contemporáneos, como los dirigidos por Trump en EEUU, por Bolsonaro en Brasil y, en Puerto Rico (aunque con menor intensidad) las últimas décadas del PNP y más recientemente el Proyecto Dignidad46. A la vez, estos proyectos neofascistas encuentran en la pobreza de estos feligreses una limitación al desmantelamiento de la asistencia social.

5. Límites y siguientes pasos

Reconocemos que el asunto aquí tratado es un fenómeno complejo y que, por lo tanto, admite otras teorizaciones aún desde la concepción materialista de la historia. Esa complejidad incluye que el asunto es cambiante: falta calibrar los efectos de fenómenos como el huracán María (capitalismo del desastre, emigración masiva…), el encierro-COVID (incremento del teletrabajo aún luego de superar la pandemia) y los efectos que pueda tener el crecimiento de la tendencia progresista en Puerto Rico (PIP y MVC sumaron el 28% de los votos en las elecciones de 2020). Todo esto es dificultado por el hecho de que las estadísticas oficiales son escasas e imprecisas y que están hechas desde la superficialidad de la perspectiva burguesa.

El carácter variable y múltiple de las situaciones individuales complejiza más aún el asunto. Existen casos de polilocalidad, personas que simultáneamente están en más de una clase social, como, por ejemplo, un maestro de música en una escuela que semanalmente canta y se acompaña con su guitarra en restaurantes y pubs; este es simultáneamente trabajador profesional y pequeño burgués. Similarmente, la complejidad de las clases sociales incluye el carácter cambiante de la trayectoria individual, pues el origen de clase no siempre es igual al lugar actual de clase: a veces la gente llega a la clase trabajadora desde arriba y mantiene identidad burguesa y posturas políticas conservadoras, o llega desde el lumpenproletariado y la mejoría en bienestar material les lleva a interpretar como innecesaria cualquier lucha clasista, sea sindical o política. Ambos fenómenos, por cuanto plantean porosidad de la frontera entre clases, dificultan el desarrollo de la identidad de clase trabajadora y por lo tanto y la conciencia de clases y la organización sindical o política anti-capitalista.

Lo conceptualizado aquí es solo un paso inicial para un estudio profundo de las clases sociales y su relación con la política en Puerto Rico. Esto requiere indagar sistemáticamente en el capitalismo contemporáneo y sus transformaciones tecno-laborales y socioeconómicas, pero también desarrollar investigación empírica sobre la relación entre clases sociales, preferencias de modelos socioeconómicos, postura ante el gobierno federal (y su asistencia social) y la motivación del voto; también exige examinar críticamente estudios realizados en la década de los años setenta sobre las clases sociales en Puerto Rico.47 Esto es crucial para entender las condiciones socioeconómicas y las posturas políticas de las distintas clases sociales de modo que el activismo político se lleva a cabo del modo más informado posible. Esperamos realizar eso próximamente.

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NOTAS

1 La concepción materialista de la historia plantea que la economía-política es el fundamento de la organización social y de los cambios sociales. Dado que la economía consiste en las relaciones sociales de producción, distribución y consumo de lo necesario para la existencia, asume que estos procesos son tan importantes que infunden el carácter general a la organización social. Esta perspectiva capta que la economía es un asunto en el cual siempre están presentes las relaciones de poder (sean equitativas u opresivas); por lo tanto, habla de economía-política y se posiciona críticamente frente a las relaciones de dominación.

Para esta postura es crucial el carácter histórico de esos sistemas. Parte de la premisa de que los cambios tecnológico-laborales engendran nuevos sistemas económicos, los que suelen exigir cambios políticos y de los cuales resultan transformaciones en la organización social. Dicho de otro modo, esas transformaciones tecnológico-laborales establecen el contexto dentro del cual suceden los conflictos de los cuales resultan los cambios sociales y la organización social.

De lo anterior no se deriva un apoyo a los socialismos burocrático-autoritarios generalizados durante el siglo 20. Coincidimos con muchas de las críticas realizadas por marxistas como Leon Trotsky, Rosa Luxemburgo y por anarquistas como Mikhail Bakunin y Murray Bookchin a dicho estatalismo.

2 Así lo definió Marx en 1852 en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte.

3 Lenin (1919/1986) provee esas ideas en “Una gran iniciativa”.

4 Hemos resumido brevemente lo que Engels desarrolla en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.

5 Ver El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, de Engels.

6 Conocemos los argumentos que Gerda Lerner presenta en La creación del patriarcado; allí expone que la dominación de género surgió antes que la de clase. No tenemos criterios para establecer cuál opresión surgió primero. Entendemos que las dominaciones de clase y de género se refuerzan mutuamente, y que el emerger de una de esas dominaciones promueve el surgimiento de la otra. 

7 Ver Formación de la sociedad humana y primeras civilizaciones, de Harman.

8 Conceptualizando las relaciones socioeconómicas como fundamento de la organización social, Marx (1859/1980) planteó esto: “en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social.” El grado de desarrollo histórico de las fuerzas productivas establece los procesos de trabajo que existirán en dicho momento histórico, lo cual implica unas formas de apropiación de los productos, todo lo cual conforma un sistema socioeconómico; dicho de otro modo, las clases sociales están determinadas por el sistema socioeconómico.

9 Ver Las luchas de clase en Francia de 1848 a 1850 y El dieciocho brumario de Luis Bonaparte.

10 Ver Class Counts (Wright, 1997).

11 La baja tasa de desempleo en Wisconsin indica una presencia del lumpenproletariado menor en Wisconsin que en el resto de los EEUU.

12 Ver Portes & Hoffman (2003).

13 Wallerstein (2005) habla de sistema-mundo.

14 Engels (1880/2006) explica esto en al tercera parte de Del socialismo utópico al socialismo científico

15 En El capital, Marx plantea que la mecanización del trabajo es una “subsunción real del trabajo al capital”; es un modo de producción específicamente capitalista, creado por ese sistema económico. Esto es distinto a la subsunción formal del trabajo al capital, en la cual viejos procesos de trabajo pasan a organizarse bajo la autoridad de los capitalistas. En la subsunción formal del trabajo al capital el incremento de la explotación se da mediante la extensión de la jornada laboral; en la subsunción real del trabajo al capital, los capitalistas aumentan la explotación mediante la intensificación de la productividad de la jornada laboral, lo que equivale a la reducción del tiempo de trabajo necesario para producir los mismos bienes. Notemos que esa mecanización, apropiada colectivamente, puede traducirse en la eliminación del desempleo y en una disminución significativa de la jornada laboral.

16 Los teóricos decoloniales, como Aníbal Quijano (2014), Walter Mignolo y Enrique Dussel han planteado que el orden social vigente en América Latina fue impuesto durante la época colonial. El grueso de esos países se independizaron, pero las relaciones sociales implantadas por la colonización permanecen y la posición de Latinoamérica en la economía mundial sigue siendo una de subordinación.

17 En Imperialismo: fase superior de el capitalismo, Lenin expone que capitalismo extinguió su fase histórica de libre mercado a finales del siglo 19. En ese momento inicia su fase imperialista, que se fundamenta en la concentración de capitales, el capital financiero (la fusión de la banca y la industria), la exportación de capitales. el reparto de las regiones geográficas por parte de los gobiernos imperialistas.

18 André Gunder Frank (1966) plantea que el desarrollo de los países imperialistas se yergue sobre la dominación y explotación de la periferia. Por lo tanto, debemos hablar de subdesarrollo, pues en la periferia se desarrolló la subordinación. Ruy Mauro desarrolla esta y otras ideas clave en Dialéctica de la dependencia.

19 Ayala y Bernabe (2011) hablan de desarrollo colonial. Similarmente, Irizarry Mora (2011), Curet Cuevas (2003) y Dietz (1989) evalúan la economía de Puerto Rico como una sometida al capital extranjero, la cual está en crisis desde la década de los años setenta del siglo veinte.

20 En Puerto Rico esto aparece en las cifras oficiales del gobierno como una tasa de participación de alrededor del 40 por ciento. Según Enchautegui (2007), diversos estudios estiman que en Puerto Rico la economía informal de comprende el 2.5, 6.4, 14 y 23 por ciento del Producto Interno Bruto.

21 Por la condición de mendicidad y servilismo de las clases capitalistas latinoamericanas ante el capital trasnacional, André Gunder Frank acuñó el término “lumpenburguesía”.

22 Ver “Liberalismo clásico: propiedad y libertades individuales” (Rosario, 2021).

23 Ver “Conservadurismo: estabilidad y privilegios”, (Rosario, 2020).

24 Ver “Fascismo: exacerbación de las opresiones”, (Rosario, 2020).

25 Ver “Liberalismo clásico: propiedad y libertad individuales”, en Rosario (2021).

26 “Clase social y subjetividad política en Puerto Rico” (Rosario, 2010).

27 “Democracia cristiana: moral tradicional y paternalismo económico” (Rosario, 2021).

28 Ayala y Bernabe (2011), siguiendo la teoría de las ondas largas del desarrollo capitalista propuesta por Mandel, plantean que la economía de Puerto Rico entró en una fase de estancamiento en la década iniciada en 1970 y que aún no ha salido de esa fase.

29 Mandel (1975) plantea que esta capa de la clase trabajadora se desarrolla con las revoluciones científico-técnicas del siglo 20 (tecnologías de información, de comunicación, automatización, energía nuclear…).

30 Algunos marxistas se rehúsan a reconocer esta capa de la clase trabajadora. Les sería útil recordar que Marx, definiendo el plusvalor absoluto y el relativo, planteó que los trabajadores son productivos en la medida en que producen plusvalor; y que, por lo tanto, al capitalista no le importa la mercancía particular que produzcan sus asalariados. En el capítulo XIV de el Libro Primero de El capital, Marx dice:

“Sólo es productivo el trabajador que produce plusvalor para el capitalista o que sirve para la autovalorización del capital. Si se nos permite ofrecer un ejemplo al margen de la esfera de la producción material, digamos que un maestro de escuela, por ejemplo, es un trabajador productivo cuando, además de cultivar las cabezas infantiles, se mata trabajando para enriquecer al empresario. Que este último haya invertido su capital en una fábrica de enseñanza en vez de hacerlo en una fábrica de embutidos, no altera en nada la relación. El concepto de trabajador productivo, por ende, en modo alguno implica meramente una relación entre actividad y efecto útil, entre trabajador y producto del trabajo, sino además una relación de producción específicamente social, que pone en el trabajador la impronta de medio directo de valorización del capital.” El subrayado está en el original; las negritas son nuestras.

Los maestros, y otros profesionales, integran la clase trabajadora en la medida en que entran como asalariados (sin autoridad sobre otros) en una relación capital/trabajo. La clase trabajadora se define por una relación social más que por un tipo de tarea.

Sin embargo, diferimos de Marx en su concepción del término “material”. Este lo usa para hablar de producción de objetos, por oposición a producción de sujetos, que es lo que hacen los educadores. Sin embargo, los cerebros de los maestros, esos que manejen y organizan el conocimiento que comunican a los estudiantes, están hechos de materia orgánica; los maestros usan instrumentos (materiales) de trabajo para fomentar el desarrollo intelectual y social de los estudiantes; los estudiantes también son cuerpos hechos de materia orgánica y con un cerebro que les permite entender y aprender (de ahí que el mismo Marx habló de “cultivar las cabezas infantiles”). Esto no elimina la importancia de la clase obrera, la que produce objetos cruciales para la existencia; más bien expande el concepto de clase trabajadora adecuándolo al momento histórico que vivimos.

31 Ver el ensayo de Ernest Mandel (1975) “La proletarización del trabajo intelectual y la crisis del capitalismo”.

32 El ensayo “Las condiciones laborales de los profesores en la universidad contemporánea” explica esto detenidamente (Rosario, 2014).

33Ver Las clases sociales en el capitalismo actual, (Poulantzas, 1977).

34 En 1997 el número de empleos industriales en Puerto Rico era de 163 mil (US Census Bureau, 2000). José Caraballo Cueto plantea que dicha eliminación provocó que entre 1997 y 2012 se perdieran unos 80 mil empleos industriales: en ese periodo, estos descendieron a 83 mil (Agencia EFE, 2015). Según el Centro de Información Censal-UPR-Cayey (2017) en 2017 los empleos industriales se redujeron a 77 mil, lo que significa una reducción en 86 mil empleos entre 1997 y 2017.

35 En los Grundrisse, Marx (1857-1858/1971), como parte de la discusión sobre el “general intellect”, explora la idea de que quienes realizarían la revolución serían obreros cultos, críticos de que la jornada laboral sea tan extensa como 6 horas y con deseos de más tiempo libre para desarrollar una existencia multidimensional.

36 Marx (1883/1975) llamó a esto subsunción real del trabajo al capital, que consiste en una forma de trabajar creada por el capitalismo (por oposición a la subsunción formal del trabajo al capital, en la que antiguas formas de laborar se someten a relaciones capitalistas de producción). El principal objetivo de la subsunción real del trabajo al capital es la producción del plusvalor relativo, que se obtiene desarrollando las fuerzas productivas. Así el tiempo necesario para producir el equivalente en valor al salario es una proporción relativamente menor de la jornada laboral y el tiempo dedicado a producir plusvalor es una proporción creciente. El capitalista logra esto mediante el incremento de la productividad resultante de la incorporación de tecnologías en el trabajo.

37 Los economistas no asumen el concepto “tasa de empleo”. Usan el término “tasa de desempleo”, definido como la proporción de personas que no tienen empleo y lo están buscando dividido por el grupo trabajador (empleados más desempleados). Dado el gran tamaño del sector informal, el término “tasa de desempleo”, oculta la existencia de una inmensa parte de la población que sobrevive precariamente participando en ese sector y proyecta la apariencia de que el problema del desempleo es pequeño. Más certero sería pensar la proporción entre empleos del sector formal y población adulta; eso sería la tasa de empleo. Según el Negociado de Estadísticas del Trabajo (2021), en abril de 2021 la tasa de desempleo en Puerto Rico fue 8.4 por ciento (88,00 entre 1,058,000); la tasa de empleo fue de 37 por ciento (959 empleos entre 2,588,000 personas de 16 años o más).

38 Ver nota 34.

39 “Clase social y subjetividad política en Puerto Rico” (Rosario, 2010).

40 Hipotetizamos que buena parte de la clase trabajadora en Puerto Rico vota por partidos burgueses neoliberales (PNP y PPD) porque estos promueven la continuidad de la presencia en PR del gobierno federal de EEUU ya que este es el principal responsable de la asistencia social. Esto es más fuerte entre los sectores más pobres de la clase trabajadora. 

Sin embargo, ante la profundización de la crisis, es evidente la decadencia de esos dos partidos: los votos por partidos neoliberales bajó de alrededor de 95 por ciento en 2012 a 65 por ciento en 2020; hasta 2012 el por ciento de votos del partido triunfante giraba alrededor del 50 por ciento, pero el PNP ganó las elecciones de 2016 ganó con el 42 de los votos y las del 2020 con solo el 33 por ciento de los votos. A la vez en las elecciones de 2020 los partidos progresistas (PIP y MVC) sumaron el 28 por ciento de los votos. Ver “Sobre las elecciones de 2020 en Puerto Rico: logros y límites” (Rosario, 2020).

Es necesario realizar investigación empírica sobre esta relación entre clases sociales, preferencias de modelos socioeconómicos, postura ante el gobierno federal (y su asistencia social) y la motivación del voto. Planificamos hacerlo.

41 “Clase social y subjetividad política en Puerto Rico” (Rosario, 2010).

42 Uso el término “ideología” con el significado que le atribuyó Althusser: sistema de ideas que reproduce la dominación de clase.

43 Valorar los derechos democráticos dentro del orden burgués-liberal no equivale a negar los límites de esos espacios; en última instancia, la burguesía respeta la democracia solo si la clase trabajadora no la usa para adelantar sus intereses (ver los ejemplos como los de España en 1936, de República Dominicana en 1963-1965, de Chile en 1973, Venezuela en 2002, Ecuador 2010, Paraguay en 2012 y Bolivia en 2020). Solo queremos reconocer que la democracia liberal burguesa es un avance relevante (aunque insuficiente) con respecto a las dictaduras militares y fascistas. Es relevante señalar que en Puerto Rico, por su condición colonial, los espacios democráticos son especialmente limitados; la presencia de la Junta de Supervisión Fiscal acentúa esa condición.

44 Sin embargo, Enchautegui (2007) informa de la relativa poca religiosidad de los trabajadores informales. Es posible que ambas tendencias existan simultáneamente: entre los más pobres prolifera tanto el fundamentalismo religioso como un distanciamiento de las instituciones religiosas. 

45 Ayala y Bernabe (2011) hablan de una crisis de la izquierda a partir de la década de los años ochenta.

46 Asumimos que en Puerto Rico el Proyecto Dignidad surge como escisión del PNP por dos vías: los pobres y los fundamentalistas. Gente pobre que votaba por el PNP deja de apoyarlo por sus imposiciones de medidas de austeridad. Fundamentalistas cristianos se distanciaron del PNP porque su gobernador Pedro Pierluisi está más cerca del liberalismo clásico que del moralismo religioso. Ver “Sobre las elecciones de 2020 en Puerto Rico: logros y límites”, Rosario 2020.

47 Reconocemos la existencia de importantes documentos como Alternativa Socialista: tesis política (Partido Socialista Puertorriqueño, 1974) y Declaración General (Movimiento Socialista Popular, 1975).

Author: Ramón Rosario Luna

Ramón Rosario Luna es profesor de sociología en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Investiga sobre música, epistemología de la ciencia, ecología social, economía política contemporánea y subjetividad política.