Los cambios en el escenario electoral y las tareas de la clase trabajadora

Buenas noches compañeras y compañeros. Lo sucedido en las elecciones recientes nos permite hablar de un contexto de transición hacia una nueva situación política y económica en Puerto Rico. Desde las elecciones de 2016, la crisis económica que se hizo evidente en marzo de 2006, dejó ver sus efectos en el interior del bipartidismo. Nos toca analizar cómo esa crisis se profundizó en las pasadas elecciones y qué actitud debe adoptar el movimiento obrero ante la nueva situación.

Después de las monumentales movilizaciones del verano de 2019, con fuerza suficiente para destituir a un gobernador electo, podría pensarse que la victoria de Pedro Pierluisi, representa un retroceso. Sé que hay muchos jóvenes disgustados o desmoralizados ante esta situación. Hago, entonces, una sugerencia: no consideremos la victoria de Pierluisi como un hecho aislado. Coloquemos ese dato en el interior de un proceso. Así podremos aquilatar la tendencia de deterioro de ambos partidos. 

Desde que comenzó la política neoliberal, hace ya tres décadas, el binomio PNP-PPD logró acaparar entre 94 y 95 por ciento de los votos emitidos. Si la población sentía disgusto ante las privatizaciones, las reformas laborales, los actos de corrupción, u otras medidas, votaba por uno de estos dos partidos para sacar al otro del gobierno. El resultado era que la política fundada en el mercado y en la ganancia privada cambiaba de color, pero continuaba bajo la sombra del voto de castigo. No podemos olvidar, sin embargo, que fuera del ámbito electoral, algo nuevo surgió ante la política neoliberal. Cuando el Partido Popular Democrático (PPD) propuso privatizar la Telefónica, desencadenó una masiva movilización el 28 de marzo de 1989. Lo mismo sucedió cuando Pedro Rosselló decidió venderla y se dio el paro nacional del 1 de octubre de 1997, seguido por la Huelga del Pueblo en el verano de 1998. Otras dos grandes movilizaciones se repitieron en 2009, después que el gobierno de Fortuño aprobó la Ley 7: una el primero de mayo de mayo y otra el 15 de octubre.

La política neoliberal con sus privatizaciones y ataques al empleo y al nivel de vida de la clase trabajadora, puso en marcha grandes movilizaciones sociales de forma periódica. Tales movilizaciones sociales tuvieron una primera fase caracterizada por conducir al gobierno de turno a la derrota electoral. Esta fase duró hasta las elecciones de 2016. A partir de ese momento se abrió paso otra tendencia electoral que debemos analizar. Desde que comenzó la política neoliberal en Puerto Rico, solamente en dos ocasiones el partido ganador en las elecciones sobrepasó el 50% de los votos. En ambos casos fue el PNP y en ambos casos superó la cifra de un millón de votos. En 1996, Pedro Rosselló obtuvo el 51.1% de los votos emitidos, con 1,006,331 votos, y en 2008, Luis Fortuño obtuvo el 52.8%, con 1,025,965 votos. Sin embargo, después de victorias contundentes, lejos de poder establecer un largo período de dominación política, los dos gobiernos fueron derrotados en las elecciones siguientes, después de enfrentar grandes protestas en la calle. 

Por consiguiente, durante las tres décadas de política neoliberal en Puerto Rico, hemos vistos que se han registrado, por lo menos, cuatro ciclos de enormes movilizaciones sociales. Han ocurrido principalmente contra el PNP, debido a que es el partido más enérgico en la implantación de la política neoliberal. Las movilizaciones, a su vez, tuvieron un efecto decisivo: a pesar estar antecedidas por contundentes victorias electorales, las grandes ventajas en votos del PNP desaparecieron como espuma. El PPD, por su parte, ha sido incapaz de formular una política alterna al neoliberalismo y con el desmantelamiento del Estado Libre Asociado por las autoridades federales, se ha quedado sin proyecto político.

La política neoliberal, lejos de resolver el agotamiento del proyecto económico histórico del PPD, conocido como Operación Manos a la Obra, ha acelerado la caída económica de Puerto Rico y nos ha traído hasta la crisis actual. Los que pensaron que el mercado y la empresa privada lo resolvería todo, mientras atacaron violentamente al sector público, han desembocado en un fracaso, coronado hoy con la Junta de Control Fiscal.

El movimiento obrero no puede esperar un nuevo proyecto económico de un sector empresarial históricamente agotado. Existen hoy las condiciones para un cambio importante de actitud. Pasar de una posición laboral defensiva a una más dinámica y ofensiva, con la tarea de elaborar un proyecto propio como una propuesta de pueblo. Para hacer palpable esta urgencia nos falta observar cómo el fracaso neoliberal se ha manifestado en la segunda fase del impacto de las movilizaciones sociales en el proceso electoral. 

Si bien en las elecciones de 2004, 2008, y 2012 aparecieron nuevos partidos en el escenario electoral, no pudieron hacer mella en el control bipartidista. Los dos partidos acapararon el 95% de los votos. El escenario no estaba maduro todavía. El control electoral bipartita pareció fortalecerse ante la incapacidad del PIP de quedar inscrito en esos tres procesos electorales. Sin embargo, la situación cambió en las elecciones de 2016, cuando aparecieron dos candidaturas independientes para la gobernación: Alexandra Lúgaro y Manuel Cidre. Entre ambos sumaron 266,325 votos. Si sumamos los votos del PIP y del PPT, el total alcanzó 305,484 votos. Es decir, se quebrantó el monopolio casi absoluto de los votos acaparados por el bipartidismo. Del 95% de los votos obtenidos en 2012, hubo un descenso a 80.65% en 2016. Los votos para la gobernación, fuera del bipartidismo, alcanzaron 19.35%. Se dio el primer descenso sustancial de casi 15 puntos porcentuales. Además, hubo una reducción notable en el porciento de participación electoral. Pero esto no fue lo único excepcional en las elecciones de 2016. Por primera vez en la historia, desde que en Puerto Rico se elige un gobernador, el candidato victorioso, Ricardo Rosselló, apenas obtuvo el 41.8% de los votos. 

Faltaba, entonces, observar si se trataba de un fenómeno pasajero, con candidaturas independientes efímeras y sin consecuencia posterior. Para las elecciones de 2020, uno de los candidatos, Manuel Cidre, desapareció del escenario, pero la otra candidata, Alexandra Lúgaro, se presentó otra vez, ahora como candidata de una organización: Movimiento Victoria Ciudadana. Ocurrió, además, la inscripción del Proyecto Dignidad, un movimiento religioso conservador. Y siguiendo la trayectoria iniciada en 2016, surgió otro candidato independiente: Eliezer Molina. En el nuevo contexto electoral, se puso a prueba la capacidad de los nuevos partidos de retar la hegemonía del bipartidismo. El resultado fue sorprendente. La candidatura de Alexandra Lúgaro aumentó los votos obtenidos en 2016, superando el 14%. César Vázquez, del Proyecto Dignidad, obtuvo casi 7% y Juan Dalmau, como candidato de un partido que no pudo retener su franquicia en cuatro elecciones corridas, se acercó también al 14% de los votos. Era evidente que la semilla surgida en 2016 había crecido y echado ramas en diferentes direcciones.

Aunque no tenemos números finales todavía, más de 440,000 votos se dieron fuera del bipartidismo, superando la cantidad de votos obtenida por el candidato ganador. Nunca había pasado algo así en el proceso electoral de Puerto Rico. Además, los votos por Pedro Pierluisi rondarán en el 33%, mientras los de Carlos Delgado Altieri no llegarán al 32%. Entre ambos, apenas obtendrán el 65% de los votos, un segundo escalón de gran descenso, con la pérdida de otros 15 puntos porcentuales. A este descalabro se le puede añadir algo también completamente nuevo: la posibilidad, cuando termine el escrutinio, de que ninguno de los dos partidos tenga mayoría absoluta en los cuerpos legislativos, mientras los partidos alternos al bipartidismo tendrá cinco senadores, incluyendo al candidato independiente, Vargas Vidot, y cuatro representantes.

Pedro Pierluisi será un gobernador mucho más débil que Ricardo Rosselló, además de no contar con el control legislativo de su partido. Por tanto, no debe verse su victoria con desaliento, como si las movilizaciones del verano de 2019 no hubiesen tenido efecto. Por el contrario, la victoria de Pierluisi significa que algo decisivo se rompió. El verano de 2019 quebrantó el dique de los votos bipartitas. No se dio la victoria del PPD como garantía de la continuidad neoliberal. El verano de 2019 creo una nueva discontinuidad que debemos entender. Nuestra juventud, que ha sufrido la expropiación de su futuro, a la cabeza de grandes sectores de nuestro pueblo, rompió con la vieja costumbre del voto útil, del voto como castigo. Quebró la continuidad de sacar del gobierno a un partido neoliberal corrupto con otro partido neoliberal corrupto. El PNP que retuvo la gobernación es un partido roto por dentro, desmoralizado, desesperado, sin proyecto político de futuro para el pueblo de Puerto Rico. Aun gobierna porque su descenso histórico no ha coincidido todavía con la maduración plena de las alternativas que podrán barrerlo del panorama histórico. 

Tengamos presente su gran descenso histórico: en 2008, Luis Fortuño obtuvo 1,025,965 votos, mientras en 2020, Pedro Pierluisi oscila cerca de 410,000 votos. Entre 2008 y 2020, el PNP ha perdido más de 600,000 votos. Si consideramos que el PPD también ha perdido una cantidad semejante, la emigración no puede explicar un descenso de esta magnitud. Todo indica que la bancarrota del bipartidismo desfila hoy de forma paralela a la bancarrota del país, fabricada por ellos. La crisis neoliberal se les ha metido por dentro. Caminan bajo la sombra de la muerte.

La crisis ha pulverizado la vida interna de dos partidos que ya no pueden separarse de la corrupción. Porque la corrupción no acompaña la crisis, no, la corrupción es inherente a la crisis. Es un componente importante de la forma en que se acumula el capital en la época del neoliberalismo. Y un aspecto principal de la crisis económica actual tiene la siguiente característica: intensifica la desigualdad económica, siembra inequidad por todos los poros de la sociedad, destruye y re-estructura los empleos, acentuando la precariedad, intenta abolir las relaciones de solidaridad, al mismo tiempo que fomenta un individualismo feroz. Por consiguiente, el descenso del bipartidismo es una manifestación política de la crisis económica neoliberal, un proceso que implica también la subordinación de ambos a la Junta de Control Fiscal. La Junta agrede lo que ya los dos partidos han dinamitado: las pensiones, la estabilidad en el empleo, las condiciones laborales ya precarias, los seguros de salud, los costos de la educación pública, la misma existencia de la escuela pública y la universidad pública, entre otras cosas. La expresión más cruel de la crisis se manifiesta en la pobreza que arropa a nuestra niños y niñas, y en la violencia creciente contra las mujeres.

El movimiento obrero no puede esperar nada de este gobierno. Hoy la esperanza se consigue con la acción. ¿Cuál debe ser entonces nuestra tarea? Hay un aspecto a corto plazo que debe ser atendido con prioridad, precisamente porque estamos ante un gobierno débil y muy frágil: fortalecer el servicio público.  El servicio público ha sido debilitado y desmoralizado como consecuencia de las privatizaciones, las reformas laborales y la eliminación sistemática de empleos. Pues ahora es el momento de lanzar una campaña contra estas tendencias que podría tener un eco amplio, centrada en una consigna que responde a una urgencia: restablecer el servicio público en tiempos de terremotos y pandemia para garantizar la efectividad en la provisión de los servicios esenciales. Debido a la pandemia la campaña debe tener un componente importante: reconstruir el sistema de salud como sistema público para atender una crisis de salud que también es pública. Además, poner fin a la contratación privada en las agencias del gobierno, fortalecer la educación pública, perseguir la corrupción como un mal social que atenta contra el pueblo, y aumentar los salarios de los servidores públicos con el propósito de garantizar los servicios esenciales. 

Es urgente que el dialogo entre sindicatos se convierta en un imán poderoso que detenga el proceso más nefasto del neoliberalismo: el traslado masivo de riqueza de los bolsillos asalariados, los bolsillos de la mayoría, hacia los bolsillos rapaces de una minoría inescrupulosa que se ha enriquecido a medida que el país se empobrece. Ese diálogo inter-sindical debe incluir los elementos nuevos en el escenario electoral: los representantes de los partidos alternos al bipartidismo en la legislatura. En este escenario de transición política, el diálogo con legisladores que pertenecen o tienen gran simpatía con la clase trabajadora es posible articular proyectos legislativos para derrotar la política neoliberal combinados con movilizaciones en la calle. Una nueva manera de dialogar y actuar sobre el futuro se puede estar perfilando en Puerto Rico. No perdamos la oportunidad de fortalecer una nueva cultura de cambio democrático.

Además, el movimiento obrero, como parte organizada de nuestro pueblo, podría hacer insertarse en dos procesos importantes: 1) convertirse en una fuerza creativa al proponer activamente la elaboración de un nuevo proyecto económicocapaz de poner en marcha grandes cambios sociales; 2) impulsar la fiscalización del uso de los fondos federales para la reconstrucción y recuperación de Puerto Rico y asegurar que sirvan para atender las necesidades de los más vulnerables. 

Pensar en otro Puerto Rico exige superar los límites de la estructura sindical tal como la conocemos. Pero sólo se superan los límites sindicales fortaleciéndolos, haciéndolos más ágiles y efectivos, con una mayor capacidad de inclusión. ¿Por qué es importante, hoy más que nunca, fortalecerlos? Porque la vida sindical se nutre de una visión colectiva que es diferente al individualismo promovido por el mercado. La sociedad de consumo, hoy en crisis, acentúa nuestra individualidad, mientras la vida sindical auténtica fortalece la solidaridad. Un nuevo proyecto debe propiciar la solidaridad a nivel nacional. Por esta razón, el movimiento obrero debe tener la capacidad de propiciar e iniciar una amplia reflexión sobre un nuevo proyecto económico-político para Puerto Rico. 

Sugiero varios aspectos claves como punto de partida: 1)  apoyar las propuestas de las organizaciones feministas  en sus luchas contra la violencia de género, con su reclamo de equidad y respeto en las relaciones humanas; 2) la urgencia de una nueva agricultura como un sector vibrante de la futura sociedad, capaz de atender nuestra seguridad alimentaria; 3) establecer un diálogo con el sector cooperativista encaminado a ampliar la base productiva del país, principalmente en función de las necesidades de nuestra sociedad; 4) participar de la discusión sobre los efectos de la producción y el consumo en la conservación de los recursos naturales, atendiendo los efectos del cambio climático; 5) propiciar o insertarse en los debates sobre la necesidad de restablecer el sistema público de salud ; 6) impulsar la transformación democrática de los sistemas públicos de educación, haciéndolos más efectivos, al servicio de la población empobrecida de nuestra sociedad. Sobre todo, el movimiento obrero organizado debe propiciar un diálogo con un sector muy golpeado: los jóvenes. Esas mujeres y hombres llenos de vida que han visto cómo se les ha expropiado el futuro. Es urgente colaborar en la apertura de espacios para darle curso a su enorme creatividad.

Lo importante es dar los primeros pasos y ver cada acción, por humilde que sea, como la pieza de un gran proyecto. Lo pequeño es muy importante, lo que hay que evitar es la actitud pequeña, incapaz de colocar el esfuerzo de cada pieza en la imagen del proyecto necesario. Hostos afirmó que la hormiga es más poderosa que la avispa. Seamos, entonces, incansables como la hormiga.

Ponencia presentada el pasado 3 de diciembre de 2020 en el foro auspiciado por la Casa de Estudios Sindicales titulado “Retos Sindicales ante los Resultados Electorales”. Si desea ver el video del foro visite la página de facebook de la Casa de Estudios Sindicales.

Author: Félix Córdova Iturregui

Félix Córdova Iturregui es profesor jubilado de literatura en el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico. Ha cultivado la poesía, la novela, el cuento, el ensayo y la literatura infantil. Además ha realizado múltiples investigaciones históricas y económicas. Félix tampoco es extraño a las luchas políticas. En las elecciones del año 2012 fue candidato a Comisionado Residente por el Partido del Pueblo Trabajador y en las elecciones del 2016 fue candidato a Representante por Acumulación por dicho partido.