La Inteligencia Artificial (IA) en la agenda de la clase trabajadora en Puerto Rico

En nuestro escenario sindical muy pocos ven la pertinencia y la necesidad de añadir el tema de la Inteligencia Artificial (IA) y su aplicación al mundo del trabajo en la cargada agenda de la clase trabajadora puertorriqueña. En una nota publicada por Luis Pedraza Leduc, cuando daba la alerta sobre el tema, éste señalaba que la aplicación de la IA tiene el potencial de restar 300 millones de puestos de trabajo a nivel global. Sin pretender ser conocedor experto del apasionante tema, cuyos trabajos de investigación y desarrollo ya alcanzan medio siglo, aporto algunas notas que hemos estado recopilando de publicaciones diversas y que muy bien pudieran servir para iniciar una conversación que nos parece urgentemente necesaria.

Desde siempre las innovaciones tecnológicas tienen impacto en la vida de los trabajadores. Las máquinas, hasta el presente, han reemplazado o mejorado nuestras habilidades físicas. Ahora se nos impondrá adaptarnos a nuevas formas de trabajar o ser sustituidos en nuestro desempeño mediante la inteligencia artificial (IA) en lo que venimos haciendo con nuestra inteligencia biológica. 

Más pronto de lo que imaginamos la naturaleza de nuestros trabajos experimentarán cambios radicales. La integración de la IA y los robots estarán junto a nosotros o por nosotros, en las oficinas, en las fábricas y en todos los trabajos. La preparación y la adaptación ante esta nueva realidad del mercado laboral determinará nuestra vulnerabilidad o permanencia como trabajadores.

Para que se tenga una idea de las áreas de trabajo que ya pueden ser ejecutadas mediante el uso de IA a continuación presentamos algunas aplicaciones que ya están en uso.

1. Optimizar los procesos de producción.

2. Incrementar los flujos de trabajo.

3. Evaluar entrevistas de trabajo.

4. Permite evaluar información sobre el rendimiento, salarios y costos de la fuerza de trabajo en relación con la estrategia del negocio.

5. Aseguramiento de las medidas de salud y seguridad.

6. Organizar el trabajo entre la computadora, un robot y un ser humano.( co working).

7. Resolver consultas básicas a través de texto, generalmente aplicables a servicios de atención a clientes, para que los humanos se dediquen a situaciones más complejas.  

8. Supervisión de trabajos.

La IA no es totalmente ajena a nuestra realidad cotidiana. Cuando hacemos uso de Siri o Alexa, del reconocimiento facial para activar el teléfono y en nuestras búsquedas en la Internet, entramos en contacto directo con la aplicación y uso de la IA.  En el área de la salud conocemos de su uso en la cirugía robótica y somos un pequeño grupo los que no logramos un momento de diversión con los juegos electrónicos en la computadora.

De igual manera, en nuestros trabajos, somos también muy pocos los que no estamos expuestos a su utilización en el campo de la robótica y la automatización de procesos. Es claro que, en la medida en que se logra perfeccionar la ejecución de cada destreza humana realizada por una máquina,  aumenta el interés por seguir investigando y avanzando. Aumentando también los riesgos de desplazamiento de nuestros puestos de trabajo.

Es natural que sintamos incomodidad y preocupación ante el reto que nos implica la IA y su integración a la robótica. En la primera Revolución Industrial las máquinas de vapor sacaron del mercado a los artesanos. La reacción los llevó a formar todo un movimiento para romper las máquinas. Sin embargo, terminamos por adaptarnos a la nueva forma de producción, tal y como ha ocurrido con la integración de la energía eléctrica a la producción, la automatización que generalizó el uso de computadoras y el internet, en la tercera revolución industrial.

Cuando hablamos de inteligencia artificial nos referimos a aquellos sistemas informáticos capaces de detectar su entorno, pensar, aprender y tomar decisiones en función de los datos que se le proveen y los objetivos que se le establecen. Por medio de la inteligencia artificial las máquinas pueden aprender experiencias, adaptarse y tener conductas similares a las que tendría un ser humano, a través de la capacidad de procesamiento ilimitado y crecimiento de macro datos para alimentar los sistemas.

De entrada es necesario establecer que la aplicación de la inteligencia artificial al mundo del trabajo no está determinada por nuestras necesidades particulares como trabajadores.  Su inserción en los centros de producción solo toma en cuenta los objetivos de aumento de los niveles de eficiencia, reducción de costos de operación e incremento de los niveles de ganancia que obtenga la clase patronal que hoy invierte enormes recursos financieros en la investigación y desarrollo de la IA. 

Ante la reducción del número de trabajadores que la adopción de la IA pueda dar lugar ya los patronos argumentan que los desplazados podrán tener oportunidades de empleo en el nuevo mercado laboral que se creará como resultado de la proliferación y uso de equipos y tecnologías de IA. Los que han trabajado en la industria farmacéutica tienen una idea clara de lo que esta expresión significa.

Igualmente, los trabajadores tenemos que tener muy claro que la clase patronal, como clase dominante, habrá de utilizar la IA y los frutos de su inversión en tecnología,  para perpetuar su existencia y su control, no tan sólo sobre la producción de mercancías y el ofrecimiento de servicios, sino sobre todos los aspectos esenciales de la sociedad. 

Desafortunadamente,  los trabajadores nos hemos malacostumbrado a reaccionar y a no tomar la ofensiva ante hechos que, eventualmente, van diezmando nuestras posibilidades de ampliar los derechos que nos cobijan, mejorar significativamente nuestras condiciones de trabajo, asegurar una mayor equidad económica en la sociedad,  así como garantizar nuestra calidad de vida y el desarrollo de nuestras familias. 

Se ha estimado que la introducción intensiva de la IA en el mundo del trabajo tendrá como resultado la desaparición o la transformación de hasta la mitad de los empleos tal y como hoy los conocemos. Pensemos, a modo de ejemplo, en dos actividades que van tornándose parte de nuestra cotidianidad. Ahora usted puede hacer su compra y pagar la misma en el supermercado sin la intervención de personal alguno. La segunda, los taxistas saben el resultado de la aplicación Uber en su realidad laboral.

Flippy, un robot que voltea hamburguesas

La propuesta del Plan de Clasificación y Retribución que han impuesto la Junta Dictatorial y el Gobierno a los empleados en el servicio público añade, interesantemente, un componente de educación permanente de la clase trabajadora que, necesariamente,  forma parte imprescindible de los métodos adaptativos que requiere la IA y la Robótica.

Habiendo establecido la  preocupación ante los avances de la IA y su aplicación en el escenario laboral debemos considerar, por esta ocasión, tomar la ofensiva y comenzar a contestarnos la siguiente pregunta. ¿Qué nos corresponde hacer ante la ineludible presencia de la misma en nuestros talleres de trabajo?  Ya sabemos que la destrucción de las máquinas fracasó en el pasado y adoptar la política del avestruz como alternativa no resuelve nada.

Tampoco podemos quedarnos cruzados de brazos confiando en la promesa de la clase patronal de que las innovaciones vendrán a hacer más llevadero el trabajo que hoy realizamos.  Todos sabemos muy bien las consecuencias de creer en los mensajes y los cantos de sirena que entona la clase patronal para, en la primera oportunidad que se le presenta, hacer uso de los avances de todo tipo para desplazarnos y dejarnos en la calle sin que le se les altere una sola célula. 

No nos cabe la menor duda de que no faltará el patrono que nos diga que ahora, por fin, ha llegado el momento en la historia humana en que las máquinas trabajarán para nosotros y habremos de vivir la maravilla de contar con un gran lapso de tiempo para el ocio creativo.

Tenemos que comenzar por entender plenamente el reto que tenemos de frente y no meter nuestras cabezas en la arena. La IA está ya en nuestras vidas y estamos obligados a diseñar una estrategia de lucha que impacte directamente a los patronos, al gobierno y sus asesores, y primordialmente a los centros de enseñanza y sus directivos para que nos preparen y preparen a nuestros hijos para  obtener el mayor provecho de los avances tecnológicos.

La amplia brecha de desigualdad económica y social que vivimos en el presente, producto de la avaricia de la clase que dirige la logística de la producción y el poder gubernamental, podría transformarse en un precipicio infinito por el cual descendamos los que hoy hemos creado las riquezas que se invierten en la IA. La desigualdad puede generar condiciones catastróficas si, desde ahora, no tomamos las medidas necesarias para establecer los mecanismos que nos permitan participar efectivamente de los avances científicos y su aplicación en el mundo del trabajo, mejorando significativamente nuestras condiciones de trabajo y no quedándonos en la calle.

Adquirir conocimientos sobre la IA sobreponiéndonos rápidamente a la resistencia a los cambios que se introduzcan en nuestro trabajo, exigir la formación pertinente para nuestro desempeño y estabilidad laboral  bajo las innovaciones adoptadas por la empresa, establecer salvaguardas en los Convenios Colectivos para los casos de desplazamiento involuntario, promover legislación que garantice el sostén social básico de la familia (la renta básica familiar) ante el uso de las noveles aplicaciones que van desarrollándose y la exigencia al gobierno de que supere la estrechez de miras y el rezago por el cual hoy se conduce nuestro Sistema Educativo, es parte de la estrategia que se hace necesario adoptar por la clase trabajadora puertorriqueña de cara a la realidad que ya estamos viviendo. Lo anterior, sin abandonar uno solo de los urgentes reclamos que las condiciones presentes nos imponen.

La clase patronal, experta en ofrecer propuestas que conducen a los trabajadores a callejones sin salida, apuesta a la solución de los conflictos que ciertamente generará la adopción de la IA mediante el dialogo social entre los trabajadores, los patronos y el gobierno, borrando de paso de nuestras mentes la lucha de clases que se genera ante la imposición de sus intereses frente a los de los trabajadores.

Como paliativo a los avances de la IA se señala que, al presente, ésta carece de creatividad, compasión y también de la capacidad de comunicarse con los seres humanos y ganarse su confianza. Por lo tanto, cuanto más necesarias  sean la compasión o la creatividad en un trabajo, menos probable será que la IA sustituya a los seres humanos en esas labores. Sin embargo, hay que tomar con mucha suspicacia esta afirmación. En el área de la salud, que tanto requiere de la compasión y la capacidad de comunicación de sus profesionales, la IA ya puede generar, asistentes robóticos para cirugías y enfermeras virtuales. Lo anterior sin mencionar las aplicaciones que sustituyen muchas de las funciones que actualmente realizan los profesionales de la salud y los trabajadores clericales de los centros hospitalarios.

Es fundamental a la clase trabajadora puertorriqueña comenzar temprano a prepararse ante los retos que trae consigo la IA. La respuesta de los trabajadores ante los cambios que ciertamente habrán de experimentarse no puede ser de reacción posterior a la adopción de la misma. Tenemos que mirarnos en la experiencia de los trabajadores de la industria automotriz y el alto precio que han estado pagando ante su reacción tardía a la robotización de sus plantas de producción. Comencemos, pues, con la inserción de la IA en la agenda de discusión en los asuntos para el día de hoy. Dejarlo para mañana será demasiado tarde.

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Author: Erasto Zayas Nuñez

Erasto Zayas Núñez nació en el pueblo de Santa Isabel, PR el 7 de septiembre de 1949. Realizó estudios en las escuelas públicas del país y los universitarios en la UPR Recinto de Río Piedras y la Universidad Católica de Ponce. Casado, tiene cinco hijos y es el feliz abuelo de cuatro nietos. Escribe cuentos, poesía y durante dos décadas publicó una columna de opinión en el semanario El Oriental. Ligado al movimiento obrero en su capacidad de comunicador por más de medio siglo, se desempeñó como administrador de la Unión General de Trabajadores. Es uno de los fundadores de la Casa de Estudios Sindicales e integrante de su Junta de Directores.