1ro de Mayo 2022 – Una evaluación necesaria

Nota Editorial – A raíz de la conmemoración del Primero de Mayo se han realizado varias evaluaciones, algunas verbales y otras por escrito. Algunas individuales y otras colectivas, mientras que unas han sido públicas y otras muy privadas. Para continuar con esta necesaria evaluación – que nos debe llevar al aprendizaje y al desarrollo de nuevas alternativas – Rumbo Alterno abre sus páginas para compartir las evaluaciones recibidas.


“Una disminuida manifestación” y “el llamado que hicieron los gremios se quedó corto, en comparación con las manifestaciones de los últimos años”, frases citadas del artículo que publica el diario Primera Hora, bajo la firma de la periodista Celimar Adames, describen con meridiana exactitud la visión que, desde afuera, proyectó la marcha celebrada en el día de ayer.  

Con esta  actividad se rompió un hilo de avances, en términos de la masividad,  en la celebración del Día Internacional de los Trabajadores y Trabajadoras que inició en el año 2017.  Hilo que ni siquiera la Pandemia del Covid-19 logró desarticular puesto que las diferentes caravanas que permitieron la conmemoración del pasado año superó por mucho la movilización realizada este año.

Si de verdad queremos hacer una evaluación critica de la actividad celebrada en el día de ayer (1 de mayo de 2022), considero que debemos comenzar por hacer un repaso de los elementos que se exponen a continuación.

En agosto del 2001, el compañero Alejandro Torres Rivera señalaba la existencia de  un conjunto de “factores internos vinculados a la realidad del movimiento obrero en Puerto Rico que era necesario tener presentes en cualquier intento de análisis de su realidad”.  Creo que se hace pertinente volver sobre los elementos expuestos hace ya un cuarto de siglo.

1. Las limitaciones organizativas o controles de las diferentes leyes que reglamentan la actividad sindical le imponen a las organizaciones obreras existentes y a aquellos trabajadores que aspiran a desarrollar tales instrumentos de lucha en sus respectivos centros de trabajo.

2. La dispersión organizativa y el fraccionamiento existente entre los sindicatos, lo cual afecta al desarrollo de nuevas instancias de unidad sindical que posibiliten la acción concertada de éstos  desde una perspectiva de lucha común frente a los proyectos de la clase patronal y sus organizaciones clasistas.

3. El pragmatismo inconsecuente, que lleva a diversos sindicatos y a sus dirigentes a proyectar sus luchas desde un punto de vista inmediatista y conciliador, estando ausente en su trabajo organizativo una visión clasista de mediano y largo plazo  desde la perspectiva del conjunto de la clase trabajadora.

4. La cooptación por parte del Estado de algunos dirigentes sindicales en la formulación de las iniciativas que deben corresponder a los sindicatos convirtiéndoles en una oposición leal en lugar de una oposición real.

Lo anterior lleva a tales dirigentes a actuar, no en beneficio de la clase trabajadora, sino de sus propios intereses. Al hacerlo, reducen de paso el marco de su actividad a la mera representación formal de sus afiliados, limitando su actividad a aceptar lo que el gobierno y la clase patronal les propone sin dar ninguna lucha,  todo ello en aras de una supervivencia frágil. Al hacerlo, terminan sirviendo de instrumentos de domesticación de las capacidades de lucha y militancia de la propia clase trabajadora.

5. La aceptación del falso discurso patronal de promover una “paz laboral en las relaciones obrero-patronales”, donde no se fomenta el desarrollo de sus capacidades e iniciativas de los trabajadores para impulsar y adelantar sus luchas por las conquistas de nuevas y mejores reivindicaciones. Esto se traduce en la falta de fe en sus posibilidades y en la certeza de que dichos objetivos son susceptibles de ser realizados sin que necesariamente los trabajadores pongan en riesgo las conquistas ya alcanzadas.

6. La burocratización de sus cuadros dirigentes, lo que les lleva a desarrollar los mismos estilos de vida y los mismos estilos y de dirección en sus organizaciones sindicales que aquellos que sufren diariamente los trabajadores en sus áreas de trabajo.

7. Unido a lo anterior, la democracia sindical, aquella que tanto mencionamos en nuestras exigencias frente a la clase patronal, se torna cada día más y más en un rostro caricaturesco a la hora de hacerla valer en los sindicatos en los cuales militamos.

8. La falta de solidaridad entre los propios trabajadores y posiblemente en un plano superior, la falta de solidaridad por parte de las organizaciones sindicales en la lucha frente a la clase patronal y el Gobierno.

9. La desvinculación orgánica entre los trabajadores del sector público y del sector privado, como también entre los sectores organizados y el pueblo en general producto de situaciones que nos imponen las leyes, la ideología, el partidismo político y nuestros propios errores.

10. La incapacidad para flexibilizar al interior de los propios sindicatos nuestras posiciones, lo que nos lleva en ocasiones a desarrollar una mayor incapacidad para la búsqueda de puntos de encuentro y consenso entre las diferentes tendencias al interior de nuestras organizaciones, que las que estamos dispuestos a consensuar entre nosotros y los sectores patronales.

11. La dispersión ideológica entre los propios trabajadores y sus dirigentes, donde se anteponen las políticas partidistas en materia de estatus al desarrollo político e ideológico de un fuerte y vigoroso movimiento sindical.

12. La ausencia de seguimiento en el trabajo de organización de otras instancias de lucha capaces de organizar a los trabajadores y otros sectores de la población en estructuras de lucha no menos importantes, susceptibles de enfrentar las políticas patronales y  neoliberales de privatización, y aquellas que promueven día a día incrementos en el costo de la vida; de falta de facilidades adecuadas de vivienda, salud, educación, recreación , etc.

13. La falta casi generalizada de institutos de educación para los trabajadores para su formación política y  sindical que les permita el desarrollo y fortalecimiento de sus instrumentos de lucha para enfrentar de manera adecuada, no solo la renovación permanente de sus cuadros de base e intermedios, sino eventualmente, la renovación de los actuales cuadros de dirección del movimiento obrero.

Tenemos la obligación de preguntarnos si nuestro interés de proyectar la detrimental realidad de los servicios de salud se logró cabalmente. Si de igual manera pudimos destacar la realidad de la educación pública y la realidad que hoy experimenta la Universidad de Puerto Rico. 

A juzgar por la proyección que han hecho los medios de comunicación masivos tenemos que concluir que nuestros esfuerzos se quedaron cortos. La nueva realidad ocupacional y la reducción de los trabajadores movilizados dominaron el escenario mediático. El tornado ocupó casi todo el espacio de los medios. 

En términos de la organización de la actividad, no alcancé a comprender qué juicio dictó el cambio de ruta.  Faltó disciplina en ajustar la extensión de los mensajes en la parada frente al Morro. Allí se perdió a la mitad de los manifestantes. Además, se le habló a los que ya conocían el mensaje. Otra cosa hubiese sido hablarle a los que estuvieran de paseo en el Viejo San Juan en la periferia frente a la Alcaldía. Todavía tenemos que aprender a cumplir con los horarios que se anuncian para el inicio de las actividades. 

Se dice que la lluvia ahuyenta siempre a una tercera parte de los asistentes a un evento. ¿Un día soleado, nos hubiera permitido movilizar a medio millar adicional de personas? ¿Hicimos el trabajo de movilización al interior de nuestras matrículas? Adelanto mi contestación a estas dos preguntas. NO es la respuesta para ambas.

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Author: Erasto Zayas Nuñez

Erasto Zayas Núñez nació en el pueblo de Santa Isabel, PR el 7 de septiembre de 1949. Realizó estudios en las escuelas públicas del país y los universitarios en la UPR Recinto de Río Piedras y la Universidad Católica de Ponce. Casado, tiene cinco hijos y es el feliz abuelo de cuatro nietos. Escribe cuentos, poesía y durante dos décadas publicó una columna de opinión en el semanario El Oriental. Ligado al movimiento obrero en su capacidad de comunicador por más de medio siglo, se desempeñó como administrador de la Unión General de Trabajadores. Es uno de los fundadores de la Casa de Estudios Sindicales e integrante de su Junta de Directores.