A los amigos y compañeros de Carlos Fortuño Candelas…

A todos los presentes nos une en el día de hoy el haber recorrido un tramo de nuestra vida con nuestro querido Carlos Fortuño Candelas y nuestro deseo de compartir esa experiencia para perpetuarlo en nuestra memoria. Todos nos resistimos a la idea de que Carlos pueda quedar fuera de nuestras vidas.

En esa dirección creo que les llevo una ventaja. Tengo la certeza de que la muerte es solo un punto de inflexión que nos lleva al encuentro con la pureza de nuestro origen. Al superarla,  vamos al encuentro de todo lo creado, vamos a la consciencia de sus causas, sus efectos y a la realización de la totalidad de la cual formamos parte y que un día abandonamos para hacernos cuerpo y espíritu y experimentar la etapa de purificación que denominamos vida.

Desde esta perspectiva, encontramos consuelo a nuestro pesar, porque formando parte de ese todo, en nuestra memoria y en nuestro espíritu Carlos marchará siempre en nosotros.

Podría estar un buen rato relatando las muchas alegrías,  los sustos, las preocupaciones, las batallas, las derrotas y las victorias que compartí con Carlos. En medio siglo de tiempo y espacio compartido pasan muchas cosas. Hechos que en su momento nos parecieron cotidianos,  al paso del tiempo nos han demostrado tener un significado valioso en los cambios experimentados en el escenario social de nuestras vidas. 

Baste con decir, a manera de resumen, que con Carlos compartimos, militancia política, una sólida relación de amistad, y la aspiración común de contribuir a la transformación de nuestro país bajo la dirección de la clase obrera. 

La lucidez de Carlos y su certero lenguaje  siempre nos hizo claro el largo tramo que nos queda por recorrer en este empeño. A la clase obrera a la que nos referimos ambos en nuestros sueños y aspiraciones,  es a esa clase que aún hoy, en su mayoría, no tiene conciencia de si misma, de su papel protagónico  en la producción y reproducción del sistema capitalista, a la que le asustan esos pelús  que llegan a la puerta de sus centros de trabajo con una resma de boletines, que no saben cómo se enteraron de los problemas de su taller que aparecen reseñadas en el mismo, que les espantan las palabras socialismo, piquete, protesta, marchas, huelga y aunque se saben jodidos, temen perder su empleo si se juntan con esos pelús.

El tramo más reciente compartido con Carlos  es el trabajo sindical. Como acostumbrado, reflexionamos largamente sobre el escenario en el cual nos desempeñamos, ahora en la capacidad de comunicadores. Se constituye en una preocupación común, y nos propusimos trabajar para superarla, la falta de una unidad estratégica entre los sindicatos para lograr enfrentar los retos de la política neoliberal, la imposición de una Junta Dictatorial y la evidente descomposición de nuestro andamiaje político y económico. 

Creo  que honraremos a Carlos, y avanzaremos un gran trecho, si en un tiempo relativamente corto logramos superar la estrecha visión de enlazarnos solamente para objetivos coyunturales muy puntuales y negarnos la posibilidad y el potencial que tendría un accionar unitario que trascienda la inmediatez y las necesidades particulares de mi gremio.

Nos dice Eugenio Maria de Hostos que, la muerte es el tránsito de una vida incompleta a una vida completa. Nuestro compañero Carlos ya alcanzó a completar su existencia. Nos dejó como legado una intensa jornada de trabajo realizado en la dirección de construir el mejor país al cual todos aspiramos. También nos dejó una agenda inconclusa. Guiados por su ejemplo,  hagamos el mayor esfuerzo porque la generación que nos suceda tenga menos tareas que asumir y nos acerque a la meta de tener el país para el cual Carlos trabajó incansablemente. 

18 de noviembre de 2021.

(Palabras pronunciadas en la actividad de la Federación de Maestros en celebración de la vida de Carlos Fortuño Candelas.)

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Author: Erasto Zayas Nuñez

Erasto Zayas Núñez nació en el pueblo de Santa Isabel, PR el 7 de septiembre de 1949. Realizó estudios en las escuelas públicas del país y los universitarios en la UPR Recinto de Río Piedras y la Universidad Católica de Ponce. Casado, tiene cinco hijos y es el feliz abuelo de cuatro nietos. Escribe cuentos, poesía y durante dos décadas publicó una columna de opinión en el semanario El Oriental. Ligado al movimiento obrero en su capacidad de comunicador por más de medio siglo, se desempeñó como administrador de la Unión General de Trabajadores. Es uno de los fundadores de la Casa de Estudios Sindicales e integrante de su Junta de Directores.