Pasaron cinco (5) años desde el devastador huracán María, categoría cinco, que destruyó y/o debilitó, prácticamente todo el sistema eléctrico de Puerto Rico y de su infra-estructura económica, pero nada ha cambiado.
El reciente golpe del huracán Fiona, otro desastre natural de menor categoría, con una cantidad de agua sin precedentes, constató que no se reconstruyó, ni se procedió a adelantar el indispensable cambio estratégico a la energía renovable. Más bien, Fiona volvió a dejar al descubierto la inoperancia e ineficiencia del gobierno, en la planificación y la transformación que necesita el país, pero sobretodo la podredumbre moral del actual gobierno colonial.
Doce (12) mil billones de dólares han sido asignados a la reconstrucción y reelictrificacion de la infra-estructura del país, incluyendo la energía renovable, por el poder imperial de USA, en particular la agencia FEMA. El gobierno federal está muy consciente del estado actual de empobrecimiento y sufrimiento humano, de la mayoría de la población de su colonia clásica.
Sin embargo, la burocracia y los obstáculos discriminatorios de las autoridades estadounidenses, han retardado la llegada de los fondos. También la magnitud de la corrupción pública de los gobiernos neoliberales del PNP-PPD se ha profundizado, con la privatización de la distribución de la energía eléctrica. La realidad es que muchas de esas ayudas han ido a parar a “los amigos del alma” del PNP, a través de contratos fraudulentos.
Solo en la ultima década, más de 500 funcionarios, vinculados a esas fuerzas retrógradas, salieron convictos y condenados por sus delitos de corrupción, en las propias cortes de justicia impuestas por USA en Puerto Rico. Estos incluyen a varios altos ejecutivos de la agencia FEMA de USA, encargada de distribuir los fondos, así como líderes políticos, legisladores y alcaldes de decenas de municipios.
Mientras tanto, la Junta Dictatorial de USA, impuesta por Obama en el 2016, mantiene su política de austeridad para todos los servicios públicos y se adueña de gran parte de los fondos federales, para que los bonistas de Wall Street cobren sus regalías. Se trata de “las cabras velando a las lechugas”, para beneficio del gran capital extranjero estadounidense.
El efecto inmediato ha sido el empobrecimiento de la clase trabajadora, especialmente de la juventud del país, que opta por emigrar en masa a USA, buscando mejores condiciones de vida. Allí se encuentran con una sociedad que los explota y discrimina, por tratarse de ciudadanos de segunda clase, que son excluidos de los empleos mejor remunerados.
Algunos terminan regresando a la patria puertorriqueña, con el compromiso de enfrentar al colonialismo y al gran capital, identificándolos por experiencia propia, como las raíces de sus problemas socio-económicos. La mayoría permanecen allá en USA, formando parte de la numerosa diáspora boricua, cada vez más comprometida con el proceso de descolonización.
Un ejemplo de esa radicalización política de nuestros emigrados a USA, es el caso de la destacada congresista Alexandria Ocasio Cortes, quien representa un baluarte de la izquierda más radical del Partido Demócrata. Ella junto a otros congresistas de origen puertorriqueño, como Nydia Velázquez, impulsan una Asamblea Constitucional por la Descolonización de Puerto Rico.
El proyecto ha sido boicoteado por la mayoría del Partido Republicano de USA, que se niega a ofrecer la alternativa de la anexión para Puerto Rico, que contradictoriamente cuenta con amplio apoyo de los sectores más empobrecidos de nuestro país. Esto se explica por la idílica promesa de más fondos federales y ayudas económicas, de parte del liderato asimilista y corrupto, que respalda la incorporación de Puerto Rico a USA.
Sin embargo, al calor de la más grave crisis económica, social y política en la historia moderna de Puerto Rico, crece de manera significativa un clamor general de unir las fuerzas anti-coloniales y por la justicia social, encabezado por el Movimiento Victoria Ciudadana, el Partido Independentista Puertorriqueño y los movimientos sociales. La unidad en la acción de estos sectores, representa la esperanza del país y de nuestra diáspora boricua.
Por eso, el llamado a construir una gran “Alianza de País”, de parte de Victoria Ciudadana, ha tenido gran resonancia y simpatías de la mayoría del pueblo. Ahora con este nuevo desastre político y humano, en el manejo de la grave crisis provocada por Fiona, se crean las condiciones para consolidar esa unidad en la acción, a través de la auto-gestión comunitaria y la mas amplia solidaridad ciudadana.
Sin duda, el primer paso estratégico, como pueblo unido con una sola voz, es lograr que no se renueve el contrato temporero de LUMA.