Si le preguntamos a un grupo de sindicalistas que significa “educación obrera” con toda probabilidad se nos contestará que es aquella educación necesaria para que los trabajadores puedan desempeñarse efectivamente en el campo de las relaciones del trabajo.
Así pues, en muchas ocasiones, cuando se habla sobre la necesidad de la “educación obrera” generalmente ésta se circunscribe a la educación sobre aspectos que están directa o indirectamente relacionados con los sindicatos así como la administración y negociación de convenios colectivos. De esta manera, muchas veces la “educación obrera”se limita a aspectos tales como Procedimiento Parlamentario, Leyes Laborales, Negociación de Convenios, Procedimiento de Quejas y Agravios, etc. Sin menospreciar estos temas fundamentales, la educación obrera así concebida se limita a sólo un aspecto práctico e instrumental. De igual manera el alcance de la “educación obrera”resulta ser extremadamente limitado ya que, como sabemos, la densidad sindical[1] en Puerto Rico es sumamente baja. ¿O es que pretendemos limitar la “educación obrera” a las personas afiliadas a un sindicato?
En lo que a nosotros respecta, cuando hablamos de “educación obrera” debemos partir de una visión social mucho más amplia, una visión que surja del hecho mismo de lo que significa ser trabajador en una sociedad capitalista. Esto es esencial ya que muchas veces encontramos trabajadores que, por tener un grado universitario o recibir un salario superior al promedio, no se consideran trabajadores sino que se definen como “profesionales” o, más comúnmente, como “clase media”.
Así pues, cuando hablamos de educación obrera, debemos partir de la necesidad de que los trabajadores cobren conciencia de lo que son como trabajadores, y cual es su posición relativa en la sociedad. Esta visión sobre lo que es la “educación obrera” le brinda un apellido indispensable: “educación obrera clasista”.
¿Por qué clasista? Porque partimos del reconocimiento de que la sociedad capitalista en que vivimos está dividida en clases sociales. De un lado (en la parte de arriba) están los patronos, dueños de los medios de producción y distribución de la riqueza producida socialmente, tales como las fábricas, los bancos y el comercio. Por otro (en la rueda de abajo) estamos los trabajadores, que sólo somos dueños de nuestra fuerza de trabajo, la cual vendemos a los patronos a cambio de un salario.
Partiendo de esta perspectiva de clase es que debemos promover una visión mucho más amplia de lo que debe ser la educación obrera. En primer lugar, debemos reconocer que el conflicto fundamental entre la clase patronal y la clase obrera surge de la posición antagónica que ocupa cada cual en el proceso de producción. O sea, que el fundamento del antagonismo entre los intereses de los patronos y los trabajadores tiene su origen en el campo de las relaciones económicas de producción. Este reconocimiento tiene profundas implicaciones para la educación obrera.
A nivel inmediato significa que la educación obrera no puede limitarse a lo que tradicionalmente se considera como “educación sindical”. Además de los temas propios de la organización de sindicatos así como la negociación y administración de convenios colectivos, la educación obrera tiene que incluir un componente de formación en cuanto al funcionamiento de la economía capitalista en nuestra sociedad. Sólo de esta manera pueden los trabajadores iniciar el proceso de desarrollar su conciencia de clase: comprendiendo las razones de su explotación y la forma en que los patronos ejercen su dominio, tanto dentro como fuera del centro de trabajo.
Por esta razón, en los cursos de educación obrera clasista, es común que se analicen temas que muchos considerarían propios de una universidad. Entendemos que conceptos tales como relaciones de producción, plusvalía, deuda pública o inflación deben ser manejados por los cuadros obreros y sindicales con la misma naturalidad que se maneja una querella de arbitraje o se negocia un convenio colectivo. Partiendo de esta visión podemos analizar como a través de la historia la clase obrera ha desarrollado diversos instrumentos organizativos para enfrentar la voracidad del capital: asociaciones de ayuda mutua, cooperativas y sindicatos.
Pero la economía no es el único campo en que chocan los intereses de la clase patronal y la clase obrera. Si examinamos el campo de la política veremos que los intereses dominantes en nuestra sociedad son los intereses de los patronos. Y en este respecto no nos referimos a la politiquería partidista que corroe nuestro país. Nos referimos a la forma y manera en que se ejerce el poder político a favor de una clase en detrimento de otra. Si examinamos la legislación que regularmente se aprueba en nuestro país veremos que la misma está orientada a garantizar las ganancias de los patronos a la vez que se le arrebata a la clase obrera las pocas protecciones de la legislación laboral. De igual manera es necesario para el estudio de los asuntos políticos identificar la forma en que se interpretan las leyes a través de los tribunales y precisar el rol de las fuerzas represivas del estado para defender los intereses patronales.
Por esta razón consideramos que el estudio de los problemas y retos políticos de la clase obrera tiene que ser parte integral de la educación obrera clasista. Naturalmente, cuando se discute con algún grado de profundidad estos temas los trabajadores presentan interrogantes que resulta necesario abordar. Por ejemplo… ¿Debemos los trabajadores involucrarnos en la lucha política? ¿Qué posición debemos asumir frente a los partidos políticos que representan los intereses de los patronos? ¿Debemos limitarnos a apoyar a unos contra los otros o hay otras alternativas? ¿Es necesaria la acción política independiente de los trabajadores? ¿Es necesario un partido de trabajadores en Puerto Rico?
Por último, los intereses de la clase patronal y los intereses de la clase obrera también chocan a nivel de las ideas y valores, lo que llamamos el campo ideológico. Mientras los patronos predican el individualismo y el “sálvese quien pueda” los trabajadores fomentamos los valores de la solidaridad y el compañerismo. Y mientras los patronos reivindican la validez de la explotación y de la apropiación individual de la riqueza, los trabajadores tenemos una visión muy distinta sobre como se debe distribuir la riqueza y alcanzar la justicia social. Por tal razón es importante estudiar como es que a través de la historia la clase obrera ha desarrollado diversos instrumentos ideológicos para promover sus intereses de clase frente a los intereses del capital: teatro obrero, grupos de estudio, periódicos obreros y escuelas sindicales son sólo algunos. De igual manera, y por esta razón, el estudio de las concepciones filosóficas e ideológicas siempre debe ser parte fundamental del currículo de la educación obrera clasista.
En resumen la educación obrera clasista requiere – por necesidad – abordar tres áreas de estudio que son, ni más ni menos, los tres campos de batalla en la lucha de clases que enfrenta a diario los intereses de la clase patronal y los intereses de la clase obrera: en la economía, la política y la ideología.
[1] La densidad sindical o índice/tasa de sindicación/sindicalización es un indicador tradicional sobre la importancia de la organización de los trabajadores en un país. Según las más últimas estadísticas (2014) en Puerto Rico menos del 6% de los trabajadores está organizado en un sindicato con un convenio colectivo. Estimamos que hoy día la cantidad debe ser menor.