Con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, recibimos con entusiasmo la invitación de realizar un “mapeo” de organizaciones feministas existentes en Puerto Rico. Tomamos la invitación como una puerta para conocer más directamente los diferentes trabajos que se hacen en el país desde una perspectiva antipatriarcal. Como feministas militantes en Puerto Rico, conocemos algunos de esos trabajos y proyectos. Sin embargo, somos conscientes de que no hemos coincidido con muchos de ellos, por lo que compartíamos el interés de escuchar las historias y experiencias que podrían dar a conocer les gestores de estos esfuerzos desde su perspectiva única. Así decidimos diseñar un breve mapeo feminista para rastrear los significados, valores y prácticas que atañen actualmente a los movimientos en Puerto Rico.
Cuando embarcamos en este proyecto, entre nosotras ya irrumpían algunas ideas que sentaron la base para lo que fuimos articulando. Por un lado, teníamos la noción de que hoy en día en Puerto Rico encontraríamos un feminismo profundamente influenciado por el pensamiento interseccional, y nutrido por las discusiones y movilizaciones antirracistas suscitadas recientemente en los Estados Unidos. En ese sentido, pensábamos que si salíamos a la calle a preguntarle a los movimientos nos toparíamos con un feminismo transformado, ya no focalizando tanto el tema de la opresión de las mujeres y del género, sino el de la violencia estructural.
Por otro, conversábamos sobre la emergencia de organizaciones feministas en Puerto Rico en el período entre 2016 y 2017, y su anclaje práctico en las movilizaciones organizadas por el Movimiento #NiUnaMenos, el Women’s March y por motivo de la resistencia en contra de la Junta de Control Fiscal en Puerto Rico. Además, nos interesaba saber más sobre el trabajo feminista organizado fuera del área de San Juan.
Con estas cuestiones en mente, diseñamos una breve encuesta que circulamos entre contactos de organizaciones e individues que han participado previamente en actividades feministas. A la vez que circulamos la encuesta, peticionamos a nuestres contactes que reenviaran el formulario a otres que pensaran que podrían completarlo por su vínculo con ideologías y prácticas feministas tomando forma en Puerto Rico.
La encuesta contenía siete preguntas que tenían como objetivo captar concepciones feministas, motivaciones atadas a las prácticas feministas, zonas de impacto en el país (región o municipio donde se concentran los esfuerzos de la organización), áreas de focalización del trabajo feminista (centros de trabajo, medios de comunicación, organizaciones no gubernamentales [ONG], comunidades) y modalidades de trabajo (servicio, movilización, educación). Recibimos 29 respuestas, en su gran mayoría de organizaciones, y otras pocas de individues que también denominaron su trabajo como feminista. De esas 29 devoluciones, hemos trabajado sobre 26. De las tres que quedaron fuera, dos las descartamos porque estaban repetidas y una no consideramos vinculante porque en las respuestas nunca se definieron las concepciones y valores feministas de la organización.
Una vez revisamos el material que las organizaciones nos compartieron, nos detuvimos a pensar sobre dos asuntos principalmente, que más o menos seguían nuestras intuiciones originales. Uno: la pluralidad de concepciones feministas en Puerto Rico y, dos: la pluralidad de prácticas feministas articulándose alrededor del país. Pensando sobre estas pluralidades, entre nosotras surgieron discusiones que consideramos relevantes, por ejemplo, cómo dar cuenta de los matices entre teorías y praxis feministas, y qué otros contenidos o aportes quedaban menos visibles tras toda esa variabilidad que identificamos. En la medida en que reflexionábamos sobre estos temas, nos surgió también una tensión: cómo posicionarnos críticamente ante la pluralidad de concepciones y prácticas feministas en Puerto Rico, tal y como quedaba evidenciada en las encuestas. Específicamente, nos preguntamos si en nuestro ejercicio analítico debíamos aplicar un lente panóptico que nos invitaría a observar un solo feminismo, pero repleto de matices, o si aplicar un lente con perspectiva ontológica que colapsaría la idea misma de feminismo-en-singular o en tanto palabra clave y, alternativamente, posicionaría la idea de feminismos-en-plural o en tanto categoría de la práctica al epicentro de nuestra reflexión. En las próximas secciones de esta columna sintetizaremos las direcciones por las que optamos y las respuestas a las que arribamos frente a estas interrogantes, a la misma vez que describimos los diferentes trabajos sobre los que aprendimos por medio de la encuesta.
Les debemos una acotación final importante antes de adentrarnos en el tema. Y es, sobre todo, articulamos esta reflexión sobre el panorama de los movimientos feministas en Puerto Rico desde una perspectiva decolonial, situándonos en tiempo y espacio en el Puerto Rico-post huracanes, terremotos y en plena pandemia del siglo XXI. Reconocemos también que no se trata de una lectura o interpretación objetiva sobre concepciones y prácticas feministas en Puerto Rico, sino que nuestros sesgos en tanto activistas y otros condicionamientos vinculados a nuestras identidades hacen de nuestras observaciones una humilde propuesta-en-disputa que esperamos encuentre alguna pertinencia en los diferentes espacios de lucha con el fin de seguir tejiendo redes de apoyo y fortalecer las luchas feministas en el país. No pretendemos, pues, sentar ninguna pauta y/o acción particular, sino traer algunas ideas y comentarios para seguir fortaleciendo estos movimientos que en los últimos años han sido muy importantes tanto para la vida de muchas sobrevivientes de violencia machista como para la militancia en el país.
Concepciones feministas en Puerto Rico
El feminismo en Puerto Rico se caracteriza por ser objeto de una profunda variabilidad conceptual o analítica. Las organizaciones interpretan o definen el feminismo de maneras diversas y, desde nuestra perspectiva, los matices que emergen son profundamente valiosos para rastrear tradiciones epistemológicas dentro de las prácticas feministas y las diversas direcciones políticas que ha tomado y puede tomar el movimiento, o los movimientos, en Puerto Rico.
Dentro de esta variabilidad, hay también predominancias significativas. En las encuestas, por ejemplo, la mayoría de las organizaciones definieron feminismo en tanto ideología o práctica articulada en contra de las violencias de género o dirigidas hacia las mujeres. Más que un consenso, se trata de una locución expresada más consistentemente por las organizaciones para describir las maneras en las que los grupos se vinculan al trabajo feminista. Es decir, las organizaciones correlacionaron mayoritariamente el trabajo feminista con un posicionamiento crítico y militante frente a las violencias de género y hacia las mujeres.
Otra de las maneras que predominó entre enunciaciones sobre el feminismo fue la de una ideología o práctica de denuncia en contra de la cultura del patriarcado. No se proveyeron definiciones sobre el concepto patriarcado propiamente, más allá de representarse como un fenómeno cultural y sistémico. Otras definiciones que emergieron con consistencia significativa fueron aquellas que correlacionaron el feminismo con derechos humanos, equidad de género, perspectiva de género, lucha contra la pobreza, una forma de cambio social, una práctica de empoderamiento de las mujeres y las niñas, y el respeto a la diversidad.
Identificamos también definiciones menos recurrentes, pero igualmente significativas. Por ejemplo, aquellas concepciones de feminismo atadas a las perspectivas interseccionales contemporáneas. Hacemos la salvedad de que lo interseccional nunca se definió de maneras equivalentes. Aunque hay superposición de contenidos, también notamos y valorizamos la divergencia en las maneras de conceptualizar el feminismo en tanto “lucha contra el colonialismo, la supremacía blanca y el patriarcado”; “lucha contra el colonialismo, el patriarcado y el capitalismo”; y “lucha contra la hegemonía patriarcal, cis blanca y heteronormativa”. Probablemente influenciadas por estas corrientes, otras organizaciones definieron feminismo en relación a la lucha cuir, la justicia climática, la seguridad alimentaria, la voz de las mujeres y las mujeres trans, la democracia plena y la plena satisfacción de necesidades, la problematización del constructo de mujer atado a la menstruación, y la enseñanza del manejo de armas de fuego para la autodefensa de las mujeres.
Hay un elemento de esta variabilidad que consideramos muy relevante. Se trata de las instancias donde un tipo de lente analítico nos hacía ver consenso entre las concepciones feministas planteadas por las organizaciones, pero otro lente nos hacía ver la diversidad. Un buen ejemplo de esta dualidad la encontramos en la correlación entre feminismo y derecho que se estableció en varias de las respuestas que recibimos. Distintas organizaciones hicieron referencia al feminismo como un asunto de derecho, predominantemente de derechos humanos, pero atada a esta concepción, emergieron referencias explícitas a la defensa de los derechos de las mujeres, por ejemplo; o al feminismo como defensa de los derechos de todos los seres vivos; de los derechos sexuales, reproductivos y aborto; y a la defensa de nuestros cuerpos/territorios. Una vez más, si bien hay superposición de significados, tras bastidores quedan valores ligados a la lucha feminista que por momentos focaliza la opresión de las mujeres, mientas que otros focaliza la opresión de las mujeres a la vez que las de todos los seres vivos (incluida la explotación de los animales); que piensa de maneras antiesencialistas y antiespecistas el cuerpo y, por lo tanto, lucha por derechos sexuales, reproductivos y abortos sin vincularlos al género, y que es capaz también de significar el cuerpo como territorio, quiérase decir, de articular un acto político en contra de todas las formas de expropiación, acumulación y enajenación del ser y de la tierra, simultáneamente. Para nosotras, en todas estas definiciones, desde las que fueron más frecuentes hasta las que aún queda por ver su reproducción en el movimiento/los movimientos, hay un gran valor, y de entre todas ellas emerge un gran potencial para radicalizar las concepciones y prácticas feministas en el futuro.
Prácticas feministas en Puerto Rico
En términos de prácticas feministas, es decir, las formas en las que se materializan o se ejercen las distintas concepciones sobre el feminismo que comentamos en la sección anterior, identificamos cuatro ejes de trabajo principales entre las 26 organizaciones que respondieron la encuesta: el enfoque educativo, los servicios directos a las mujeres, el trabajo de agitación y de demanda política, y la transformación cultural. Significamos estos cuatro ejes a partir de las respuestas dadas por las mismas organizaciones. Por ejemplo, cuando hablamos de un enfoque educativo nos referimos a la práctica consciente de deconstruir los esquemas de la sociedad patriarcal e impulsar otras formas de pensamiento y análisis. Todo esto partiendo desde la investigación, visibilización y prevención de la violencia machista. El enfoque en servicios lo entendemos como el ofrecimiento de acompañamiento y apoyo legal, emocional y psicológico a sobrevivientes de la violencia machista desde una perspectiva feminista, así como la atención de las necesidades que tengan las comunidades afectadas por el COVID-19, la pobreza y la violencia gubernamental desde una perspectiva feminista y de derechos humanos.
El enfoque de agitación y demanda política lo definimos como aquel que impulsa nuevas formas de organización social y política desde una perspectiva feminista, cuir y no binaria que haga frente a las violencias machistas, la heteronormatividad, el capitalismo y el imperialismo racista. Romper con la cultura del patriarcado y promover la transformación social desde una perspectiva interseccional basada en la solidaridad, el cuidado colectivo, la seguridad alimentaria, la justicia climática y la sana convivencia con nuestro entorno natural, y los derechos sexuales y reproductivos. Por último, definimos la transformación cultural como aquella que identifica y ocupa espacios donde se reproducen los valores sociales patriarcales y allí impulsa cambios en las tradiciones y prácticas sociales para romper con los roles de género impuestos en la cultura y el sistema patriarcal, capitalista y el binarismo heteronormado. Respecto de estos cuatro ejes, es importante señalar que salvo algunas excepciones, la mayoría de las organizaciones que participaron de la encuesta demostraron hacer trabajo en más de uno de ellos, lo que demuestra el valor que se da a la cualidad interdisciplinaria como mecanismo efectivo para confrontar el machismo y la cultura patriarcal.
A la hora de entender los diferentes trabajos feministas que se llevan a cabo en el país es importante resaltar que durante mucho tiempo, muchas organizaciones priorizaron el trabajo de servicio y acompañamiento a las sobrevivientes de violencia doméstica y sus hijes. Es decir, había una estrategia clara: cuidar y cuidarnos; asegurarse de que, como el gobierno no estaba haciendo su trabajo, salvar la vida y garantizar la seguridad de las mujeres era el comienzo de cualquier proyecto político. Hoy en día, si bien se continúan impulsado esfuerzos como estos, este trabajo esencial en torno a la seguridad se nutre y se ha nutrido de otras prácticas políticas. Un ejemplo de este trabajo de servicios directos a las mujeres lo hacen, entre otras, las compañeras de Casa Pensamiento de Mujer del Centro, quienes llevan 32 años trabajando con sobrevivientes de violencia machista desde la intervención en crisis, acompañamientos, referidos a albergues y fueron las primeras que, gracias a las aportaciones de la compañera Aida Iris Cruz, impulsaron el programa de intercesoras legales, entre otros trabajos. Fundación Alas a la Mujer, organización que sitúa su trabajo en Utuado, Lares, Jayuya, Adjuntas y San Juan, también se enfoca en el acompañamiento a sobrevivientes de violencia machista a través del empoderamiento y la deconstrucción de los roles sociales. Les compañeres del Proyecto Matria, quienes también brindan servicios de acompañamiento desde una perspectiva de género y de derechos humanos, desarrollan trabajo educativo y político, y han impulsando frentes de acción colectiva como el Movimiento Amplio de Mujeres de Puerto Rico y CABE, entre otros.
En la misma línea de servicio directo a las mujeres encontramos al Proyecto Orquídea a través del adiestramiento del uso de armas de fuego a sobrevivientes de violencia doméstica y acecho. Por último, la clínica bePResent ofrece servicios de salud mental y emocional a través de terapias feministas.
El paso de los huracanes Irma y María en el 2017, los terremotos entre 2019 y 2020, y la pandemia del COVID-19, impulsaron trabajos de autogestión colectiva y muchos han permanecido activos y han pasado a formarse como organizaciones. Les compañeres de Nos Queremos Vivas se organizaron a partir de la emergencia del COVID-19 en el sur del país y se han mantenido como una organización transfeminista que trabaja tanto desde el acompañamiento como desde el enfoque educativo. A su vez, la Alacena Feminista de Mayagüez, otro espacio transfeminista, además de antirracista y decolonial, se organizó como un proyecto comunitario “que busca combatir la inaccesibilidad a la comida y artículos de primera necesidad, partiendo desde prácticas de intercambio solidario y apoyo en colectivo”.
Como mencionamos, la mayoría de las organizaciones que contestaron la encuesta desarrollan su trabajo político desde diferentes ángulos, sin embargo, podemos ver que hay un énfasis tanto en el servicio directo como en el trabajo educativo.
Entre las organizaciones que se enfocan más en el trabajo educativo nos encontramos con La Clara, quienes como defensoras de los derechos y las libertades civiles apuestan a la educación para impulsar el activismo. Inter-Mujeres Puerto Rico promueve la investigación sobre los derechos de las niñas y mujeres, e impulsa cambios en las diversas manifestaciones del discrimen por motivos de sexo, género y de derechos humanos. Por su parte, Somos Dign@s promueven y defienden los derechos humanos y la perspectiva de género a través de campañas educativas alrededor del país. El objetivo principal del Centro Interdisciplinario de Investigación y Estudios del Género es conseguir la igualdad de género a través del reconocimiento de la orientación sexual y la identidad de género de las personas y el derecho a un trato igualitario a la vez que impulsa el derecho a una vida digna de todos los seres vivos. La Red Feminista de Investigación y Educación de Género se enfoca en visibilizar, prevenir y combatir la violencia de género desde la academia, aunque mantienen redes de solidaridad con otras organizaciones no académicas. De manera similar, Wet Justice se organizó para impulsar y promover la educación sexual integral en Puerto Rico. Por otro lado, Seguimiento de Casos es un observatorio creado a partir de 2011 para recopilar información en torno a los feminicidios y desapariciones de mujeres y adolescentes menores. La información recopilada desde esta plataforma ha sido crucial para el trabajo de otras organizaciones feministas. Dentro de las organizaciones que enfocan su trabajo en el aspecto educativo nos encontramos con dos que parten desde la espiritualidad: la Pastoral de Mujeres y Justica de Género, cuyo propósito es sensibilizar sobre la justicia de género tanto a las comunidades de fe como a la sociedad en general, y el Colectivo Interreligioso de Mujeres de Puerto Rico que, además de trabajar temas de justicia social y de género desde la diversidad de las espiritualidades, impulsa el liderato de las mujeres dentro de las comunidades religiosas.
En cuanto a las organizaciones que trabajan el feminismo a través de la transformación cultural están les compañeres de Lluvia Roja, quienes problematizan la construcción social de “la mujer” apostando a la “resignificación menstrual”. Asimismo, nos encontramos con el proyecto de las Barrileras del #8M, quienes rompen con los roles de género de la bomba puertorriqueña no solo a través de las canciones, sino organizando un batey solo de mujeres.
Si bien todas estas organizaciones, de alguna forma u otra confrontan el sistema patriarcal e impulsan cambios políticos, las siguientes organizaciones realizan trabajo alrededor de la agitación y las demandas políticas más focalizadamente. SIEMPRE VIVAS Metro apuesta a la creación de espacios seguros y a las alianzas entre el activismo y la investigación como mecanismo para hacer frente a las violencias machistas en la comunidad universitaria. El Movimiento Amplio de Mujeres de Puerto Rico trabaja para fomentar el bienestar y los derechos de las mujeres, y para lograr la “aplicación transversal de la perspectiva de género que atañen a los asuntos gubernamentales y del resto de la sociedad”. Pólvora Colectiva Cuir, fundada por personas cuir, trans y no binarias, se enfoca en la “inserción de lo cuir en espacios políticos y mediáticos” como mecanismo para impulsar otras narrativas no heteronormativas, patriarcales, cis y blancas.
La Coalición 8 de marzo se propone juntar mujeres de diferentes sectores para conmemorar el 8 de marzo e impulsar una lucha por la equidad y contra el patriarcado. La organización ambientalista Amigxs del M.A.R. impulsa la justicia climática desde la interseccionalidad como factor integral para lograrla. Democracia Socialista impulsa un sistema económico socialista y democrático basado en la justicia social, la democracia real y la conservación del medio ambiente. Les compañeres de Aborto Libre Puerto Rico enfocan su lucha en la defensa de los derechos sexuales y reproductivos, y la autonomía de los cuerpos. Por último, las compañeras de Comuna Caribe luchan contra el colonialismo, la supremacía blanca y el patriarcado a través de la construcción de poder desde el cuerpo y la salud orgánica como parte de la lucha política.
Comentarios finales: hacia la radicalización de los feminismos en Puerto Rico
La exposición que hemos hecho hasta ahora sobre las maneras de pensar y poner en práctica los feminismos en Puerto Rico demuestra la clara intención de las organizaciones de transformar el mundo y de continuar transformándose ellas para responder cada vez más críticamente a todas las formas de desigualdad. Desde lo personal como desde lo colectivo, vemos individues y organizaciones feministas impulsar otras formas de convivencia no solo entre las personas, sino con el medio ambiente, y apostando a la destrucción del patriarcado, así como al sistema racista y colonial que lo sostiene.
Señalar el cuerpo como territorio-desde-donde-se-construye-poder, además de hacer valer la soberanía alimentaria, la justicia climática y la erradicación de la heternorma en tanto luchas feministas, demuestra una confrontación abierta al mundo que conocemos. Desde nuestra perspectiva, estos feminismos se piensan y se practican como lucha contra el sistema-mundo, lo que nos hace reconocer en ellos el potencial para ser la hoja de ruta hacia una radical transformación del Puerto Rico que hemos conocido hasta ahora.
Igual sentimos que estas concepciones y prácticas feministas-a-la-vez-que-decoloniales tienen un amplio terreno para cultivarse. Tal como expusimos, pero distinto a lo que anticipábamos al comenzar este esfuerzo, todavía una parte importante del trabajo político feminista que se realiza hoy en Puerto Rico se enfoca en el tema de la opresión de las mujeres y la violencia de género, y se concentra en el apoyo a las sobrevivientes de la violencia machista y la confrontación al patriarcado desde la educación, la cultura y el activismo de denuncia.
Valoramos este trabajo como indispensable. La violencia contra las mujeres es un problema serio y extenso en nuestro país. Proveer servicios a mujeres sobrevivientes es nada menos que urgente ante el alto número de feminicidios y agresiones a mujeres que ocurren en Puerto Rico. Asimismo, el trabajo de denuncia y educación en contra de las LGBTIQ+ fobias ha logrado estrechar estas luchas cuyo objetivo es el mismo: erradicar el patriarcado. Eso sin contar que en los últimos años han tenido que crear protocolos de emergencias con perspectiva de género para evitar que sigan ocurriendo ataques a mujeres en los refugios y que en plena pandemia los gobiernos impulsaron un lock down sin tomar en consideración que para muchas mujeres el hogar es uno de los lugares más peligrosos.
Pero mientras observamos esta frecuencia, pensamos también que los feminismos interseccionales, en tanto tendencia minoritaria, aportarían grandemente a la articulación de una resistencia antipatriarcal más radical y más amplia. De hecho, el ejercicio de dejar de nombrar la violencia “contra la mujer” para decir violencia “contra las mujeres” es un paso significativo, que aunque pueda parecer pequeño, señala la diversidad dentro de esa identidad política y, por lo tanto, la urgencia de trabajar el asunto desde un espectro mucho más amplio.
El trabajo que se hace en las universidades, por ejemplo, sería un gran lugar para incorporar estas perspectivas-otras, a la vez que se continúa impulsando el trabajo de visibilización de la violencia machista y la promoción de la justicia social desde una perspectiva de género y de derechos humanos. Aunque debemos reconocer que cada vez son más los espacios académicos que impulsan la descolonización de la academia y se incentivan aproximaciones más interdisciplinarias, a través de la encuesta nos dimos cuenta de que todavía hay espacio para impulsar la interseccionalidad en temas relacionados al género.
Por otro lado, contamos con organizaciones ambientalistas, antirracistas y cuir insertadas en las luchas feministas que fomentan, desde la práctica, la interseccionalidad. Pero igual nos parece que muchas propuestas valiosas provenientes de estas perspectivas-otras no han sido incorporadas de las maneras más óptimas en los distintos espacios educativos y gubernamentales oficiales.
Tomando en consideración este panorama, una propuesta política para seguir impulsando movimientos feministas que abracen la interseccionalidad y la decolonialidad es la creación de espacios de encuentro donde se puedan discutir las temáticas desde las diferentes prácticas políticas y teóricas, y donde se puedan articular agendas y proyectos que sigan retando desde todos los espacios el sistema moderno colonial. Por ejemplo, en la última década el debate sobre la perspectiva de género en la educación ha sido una constate para las diferentes organizaciones feministas. De ahí que se lograra su implementación a nivel institucional. Sin embargo, no podemos dejar de imaginar que la articulación de pensamientos consciente entre organizaciones feministas como las que hemos conocido a través de este mapeo hubiese podido impulsar una perspectiva de género que fuera a la vez decolonial y antirracista, y que se gestara no solo para confrontar y deconstruir el sistema patriarcal, sino para combatir todos los sistemas de opresión del sistema patriarcal, racista y colonial.
Así, pues, nuestra apuesta es por una lucha feminista pensada y gestada desde todos los espacios y estrategias críticos de la desigualdad, que incluyan la aspiración por el bienestar de las mujeres y las comunidades LGBTIQ+, además de la erradicación del racismo, el colonialismo, el capitalismo y la explotación de la naturaleza. En el Puerto Rico del siglo XXI, esperamos ser cada día más les convencides de que el estado moderno no representa otra cosa más que un obstáculo para acabar con las múltiples violencias y opresiones en el mundo y, por lo tanto, nos urge construir otras formas de vida y convivencia fuera de este que tomen en serio el valor de la vida -todas las vidas-, y el respeto a la diversidad.