Apenas transcurridas algunas horas desde que se alcanzó un acuerdo entre la Unión y el patrono para poner fin a la huelga en la Suiza Dairy cuando ya comenzaron a escucharse opiniones y a emitirse juicios sobre el acuerdo alcanzado luego de los 42 días de huelga. Los analistas mañaneros no han tenido reparos en hablar negativamente sobre lo alcanzado en la mesa de negociación por la Unión y en hacer un llamado a los trabajadores en general a “no dejarse coger de tontejos por las uniones obreras” respondiendo a su llamado de luchar por sus derechos.
De igual manera hemos escuchado voces dentro del Movimiento Obrero pasando juicio sobre este proceso e igualmente, emitiendo opiniones sobre la conclusión del proceso. Aún reconociendo que en ambos sectores ha faltado fundamentación y análisis para explicar sus conclusiones, nos alegra sobremanera que se abra la discusión en un sector que casi siempre opta por el silencio.
Sobre los analistas valga decir que su libreto está escrito por anticipado. Sobre los integrantes del movimiento sindical el llamado es a no apresurar conclusiones. La adjudicación de victorias o derrotas de las luchas obreras siempre requiere de un mayor rigor en el análisis, si es que partimos de la responsabilidad de juzgar los procesos para avanzar sobre los aciertos y los errores.
Hay un conjunto de elementos que es necesario contextualizar para poder pasar juicio sobre el resultado de estas negociaciones. A riesgo de dejar fuera alguno de éstos, tanto por lo reciente de la conclusión del proceso como por el hecho de que dependemos de lo que se ha discutido en los medios, intentemos emprender nuestra reflexión.
El primer elemento que debe considerarse es el hecho de que un proceso de lucha que comenzó con un reclamo de aumento de $125.00 mensuales al plan médico y la validación de una cláusula de negociación prospectiva a un negocio en marcha, dos semanas más tarde, el 28 de junio de 2024, se transformó en una lucha por los derechos de 483 empleados que fueron despedidos ante el “cierre total temporero de la empresa”.
La mala fe y la apuesta patronal a la impunidad de tal acto es susceptible de ser discutida en el contexto de las políticas neoliberales prevalecientes. Sin embargo, no cambia en nada la nueva realidad objetiva que enfrentaron los trabajadores y su gremio. En igual contexto deben analizarse las tomaduras de pelo del patrono de llamar a negociar y no hacerlo. En el peor de estos casos llamar a negociar como estrategia de diversión para utilizar la fuerza bruta de la policía y forzar la entrada de rompehuelgas para limpiar una planta que ellos mismos habían dejado abandonada para crear, deliberadamente, un problema de salud ambiental.
El Grupo Gloria, propietarios de la Suiza Dairy, es una conocida multinacional en la industria de los productos lácteos en América Latina, donde se dedica exclusivamente a la producción de leche UHT y los quesos. Solo en Puerto Rico su planta procesaba leche fresca. Inicialmente Suiza tenía el 65% del mercado y según ha expresado uno de los ganaderos del país, dicho dominio del mercado de la leche fresca se ha redujo al 45% antes de la huelga. La pretensión del Grupo Gloria es la de solo servir la leche fresca en el área metro y vender leche UHT en el resto del país. De esta forma pretenden aumentar sus ganancias al reducir costos en las rutas más distantes.
En este mismo contexto neoliberal no debe escapar al análisis la colaboración del Gobierno con el patrono. Los funcionarios gubernamentales nunca expresaron repudio alguno a las destempladas actuaciones del patrono y sus representantes. Peor aún, el secretario de Salud se prestó a su juego y en forma alguna le reclamó responsabilidad por la crisis de salud ambiental que provocó. Tampoco lo hizo la judicatura al emitir la Orden para declarar en desacato a los que bloquearan la entrada a la fábrica. La supuesta polémica por la pérdida de $3 millones mensuales ante la inacción del Departamento de Agricultura y la Oficina para la Reglamentación de la Industria Lechera no ha sido tal ante la liviandad con la cual el Secretario de Agricultura ha respondido a la misma. De igual manera no se debe pasar por alto la declaración de este señor cuando expresó que la solicitud de aportación al Plan Médico hecha por la Unión era demasiado alta.
La solidaridad expresada por múltiples sindicatos y sectores organizados de la sociedad civil es un paso en la dirección correcta.
Una lección para los trabajadores de todo este proceso es poder ver cómo todo el ordenamiento jurídico se ha venido reestructurando para hacer cada día más difícil la lucha por mejorar las condiciones de vida y trabajo de los obreros y cómo, por encima de diferencias que puedan tener circunstancialmente patronos y gobierno, éstos se unen para hacer más cuesta arriba sus justos reclamos. Ante el ejercicio de la acción represiva del estado se hace pertinente la solidaridad de toda la clase trabajadora.
Hoy se hace evidente, ante los acuerdos alcanzados por la Unión, que aportar $125.00 al Plan Médico de los trabajadores no constituye un costo oneroso para la Suiza Dairy. Han demostrado que están dispuestos a pagar un precio más alto para buscar eliminar la organización sindical de los trabajadores. Visto desde la perspectiva de los elementos que hemos considerado, los acuerdos alcanzados adquieren una nueva dimensión.
El 15% en beneficios bajo la Ley 80 a los empleados cesanteados y una compensación a los empleados de reclutamiento más reciente compara favorablemente con la medida adoptada recientemente por el periódico El Nuevo Día de pagar la liquidación de los 200 periodistas despedidos en las pasadas semanas en el término de un año.
Se mantiene la vigencia del Convenio Colectivo. Esto posibilita la continuidad de la lucha por hacer valer lo que ha sido negociado hasta el presente y mejoras de cara al futuro. Obviamente si Suiza da continuidad a sus operaciones.
Lograr $50.00 mensuales de aportación adicional al Plan Médico y su vigencia por dos meses adicionales es un poco más de lo que ofrece la Ley Erisa.
Si los canallas de Suiza Dairy deciden continuar sus operaciones, tragándose sus mentiras, el acuerdo permite la contratación de los obreros desplazados en orden de antigüedad. También queda condicionada dicha reapertura si van a reabrir para producir leche fresca o van a priorizar en la producción de la leche UHT y la reducción de su entrega de leche a las rutas más remotas del país.
El sindicato ha hecho pública su determinación de brindar asistencia a cada trabajador en la búsqueda de nuevas oportunidades de empleo. Compromiso que resulta novel y fundamental ante la realidad que hoy enfrenta la clase trabajadora.
Se puede argumentar que 42 días de huelga y 17 arrestos es un precio demasiado alto para lo que se ha logrado. Habría que preguntarse y responder con la mayor honestidad intelectual la siguiente pregunta: ¿Bajo la presente realidad neoliberal que prevalece en el país qué han logrado los trabajadores que han optado por no confrontar al patrono en un proceso huelgario? Ofrezco dos puntos de referencia: los trabajadores de la AEE y los trabajadores que han logrado negociar en las Corporaciones Públicas y bajo la Ley 45. También se hace pertinente considerar, al evaluar la extensión de la huelga, si todo ese tiempo (42 días) fue necesario para negociar las cesantías.
No podemos concluir esta reflexión sin resaltar la consistencia, determinación de lucha y unidad de los trabajadores de este taller con el ejercicio de un liderato siempre presente. Así mismo la solidaridad expresada por múltiples sindicatos y sectores organizados de la sociedad civil es, definitivamente, un paso en la dirección correcta. Finalmente, pero no menos importante, el haber roto con el paradigma de no huelga que prevalece en el movimiento sindical es un tema sobre el cual debemos reflexionar.
Abierto a su juicio crítico.