La crisis en Haití: la alborada de una guerra civil no declarada (parte 2)

La pasada semana nos referíamos a los sucesos en desarrollo en la hermana República de Haití destacando la crisis política en la cual se veía sumido dicho país. Al describir las condiciones materiales sobre las cuales descansa esta nación, señalábamos los siguientes aspectos:

“Haití es hoy uno de los países más pobres del mundo, con bajos índices de educación reflejados en un 85% de analfabetismo; pobre salud y baja expectativa de vida. Con una población estimada para el 2021 en más de 11.45 millones, el 90% vive en condiciones de pobreza sobreviviendo la mayor parte con un ingreso diario equivalente a $1.00 o menos. Se estima en 5.5 millones las personas que necesitan ayuda humanitaria en Haití. Es el país con la renta per capita más baja en las Américas y el país más pobre a nivel hemisférico. Conforme al Índice de Desarrollo de las Naciones Unidas, Haití tenía hace unos años la posición número 145 en pobreza, donde según los datos, el 50% de su población vive en pobreza extrema. 

La destrucción de su medio ambiente, donde la desforestación ha ocasionado que su suelo montañoso y sus llanuras sean hoy tierras estériles; la violencia entre pandillas de delincuentes; la falta de oportunidades de empleo; la destrucción de su estructura productiva; el narcotráfico; la falta de gobernabilidad y la corrupción gubernamental, hacen de Haití un país con serias deficiencias de viabilidad. De hecho, la situación haitiana empeoró como resultado del terremoto acaecido el 12 de enero de 2010 cobrando la vida de más de 300 mil personas y dejando un saldo de 350 mil heridos y 1.5 millones de damnificados. A este desastre natural se suma, además, la destrucción de la infraestructura urbana del país y del transporte; las consecuencias de constantes impactos de huracanes; y las graves inundaciones ocasionadas por fuertes lluvias que han desolado importantes áreas geográficas. 

Uno de los elementos que ha propiciado la corrupción en Haití ha sido la protección recibida por las potencias imperiales de gobernantes que a lo largo de décadas han consolidado un poder político, económico y militar precisamente al amparo de los propios estados imperialistas. Tal fue el caso de la Dictadura de François Duvalier, impuesta tras el derrocamiento del presidente Paul Eugène Magloire; y más adelante la prolongación de su dictadura a través de  su hijo Jean-Claude Duvalier entre 1957 y 1986. Ese ha sido también el período de fortalecimiento de los estamentos militares pro oligárquicos, educados en la Escuela de las Américas, todos ellos legados históricos a partir de la ocupación estadounidense de Haití por parte de Estados Unidos durante los años 1915 a 1934. 

Gran parte de la ayuda humanitaria enviada a Haití por organismos internacionales para atender las condiciones materiales de su población no llegan a sus manos en forma gratuita. Son interceptadas en algún punto por sectores corruptos dentro de una élite dedicada al comercio que los distribuye tanto en el mercado formal como en las calles a través de la economía informal para beneficio propio. Un mercado natural dada su condición geográfica como es la República Dominicana, está también marcado por serías asimetrías. Mientras cada vez más empresarios dominicanos invierten recursos en Haití sobre explotando su fuerza de trabajo en la producción de artesanías y producción manufacturera pagada a precios irrisibles y desarrollada esa producción en condiciones de semi esclavitud, en República Dominicana, a donde emigran miles de haitianos anualmente, se les discrimina racialmente y se les explota a niveles insospechados”. 

Advertíamos que la afrenta histórica de proclamar su independencia frente a las fuerzas imperiales le ha costado mucho al pueblo haitiano. Las potencias imperialistas, particularmente Francia, nunca perdonaron al pueblo haitiano la derrota infligida a la principal fuerza militar de entonces, las tropas napoleónicas, ni la eliminación por la vía revolucionaria del régimen esclavista. 

Sin embargo, los problemas de Haití van mucho más allá de estos datos históricos. Si, en Haití a la altura del Siglo XX se habían impuesto distintas dictaduras. En muchas ocasiones sino en todas, en tales regímenes estuvo presente la mano oculta del gobierno de los Estados Unidos y sus agencias de seguridad. Si en Haití a las alturas del Siglo XXI se exhiben gobiernos que no procuran atender los mejores intereses del pueblo haitiano, es también como resultado de la complicidad y en ocasiones gestión directa, de los Estados Unidos y su control sobre organismos regionales como es la Organización de Estados Americanos (OEA).

La crisis actual en Haití se remonta en un plazo inmediato al 7 de julio de 2021 cuando a eso de la 1:00 a.m. fue asesinado en su propia residencia por un grupo de mercenarios colombianos el entonces presidente de Haití, Jovenel Moïse. Nominado por el presidente renunciante Michel Martelly como candidato a la presidencia del país por el Partido Haitiano Tèt Kale (PHTK), en las elecciones efectuadas el 15 de octubre de 2015, en ella participó sólo el 21% de los electores. Moïse recibió apenas el 6% de los votos. A pesar de ser un por ciento tan bajo, de manera casi increíble, Moïse calificó para participar como candidato en una segunda vuelta. Ésta elección fue pospuesta en dos ocasiones provocando tal posposición grandes protestas. Tras un vacío de poder,  que se prolongó por poco más de un año, el 27 de noviembre de 2016 funcionarios electorales haitianos declararon ganador a Moïse por lo que asumió las riendas del país como presidente.

Durante su gobierno anti democrático, Moïse suspendió por dos años las elecciones parlamentarias. En enero de 2020 disolvió el parlamento. Más adelante, atacó la Cámara de Cuentas y al Tribunal Supremo encarcelando uno de sus jueces aun cuando en Haití, los jueces del Tribunal Supremo gozan de inmunidad. Desde 2019 en Haití no se han celebrado elecciones parlamentarias ni generales. Luego del asesinato de Moïse el país ha sido gobernado por el Primer Ministro Ariel Henry.

El 24 de septiembre de 2022 el Ministro de Asuntos Exteriores de Haití, Jean Víctor Genaus, reconoció la grave crisis que vivía su país indicando que tal crisis sólo podía resolverse “con el apoyo efectivo de nuestros socios.” ¿Quiénes podían ser tales socios a los cuales se refería Genaus? Dos días antes el periódico Washington Post clamaba en un editorial por “una acción contundente por parte de actores externos”; mientras el 15 de octubre Estados Unidos y Canadá anunciaban en un comunicado conjunto el envío de aviones militares para entregar armamento a los servicios de seguridad haitianos. Ese mismo día los Estados Unidos presentaba ante el Consejo de Seguridad de la ONU una propuesta para el  envío a Haití de una “fuerza multinacional de acción rápida.” 

Mediante un acuerdo suscrito por el presidente de Kenya y el Primer Ministro de Haití Ariel Henry con el aval del Consejo de Seguridad de la ONU, este país africano ofreció el envío a Haití de mil agentes de sus fuerzas policiacas para contribuir a la pacificación de Haití. El acuerdo, sin embargo, fue anulado por el Tribunal Superior de Kenya al determinar  dicho foro judicial que el Consejo de Seguridad de la ONU carecía de autoridad legal para enviar fuerzas policiacas de Kenya fuera del país.

Ariel Henry. Imagen: Prensa Latina

En medio de esta crisis de gobernanza, la Comunidad del Caribe (CARICOM), en una reunión reciente de la cual participaba en Primer Ministro Ariel Henry, procuró forzar un acuerdo mediante el cual Henry se comprometiera a abandonar el poder y convocar a elecciones, hecho éste que no resultó de su agrado. Mientras tanto, Haití se sumía en una crisis más profunda, bajo el control de pandillas de delincuentes que al presente asolan al país y amenazan a su población

 Las pandillas, según datos de la ONU, mantienen el control de un 80% de la capital, Puerto Príncipe. Se estima en 200 el número de pandillas en Haití de las cuales 95 tienen sede en la capital. En días recientes, alrededor de 3,800 delincuentes en varias prisiones fueron liberados precisamente por las pandillas. El gobierno del Ariel Henry, a quien muchos acusan de ceder el terreno a las pandillas, declaró un estado de emergencia, mientras cada día más voces solicitaban su dimisión. 

De acuerdo con Ulrika Richardson, representante especial adjunta de la ONU en Haití, el “sentimiento sobre el terreno es que el país no puede seguir así. El nivel de violencia al que está expuesta la gente es inhumano.” El pandillero Jimmy Chérizier, conocido como “Barbecue”, dirige una de las más poderosas pandillas, conocida como la G-9 y Familia (G-9 an fanni). Barbecue es uno de los principales voceros pandilleros que reclama la renuncia del Primer Ministro Ariel Henry, presentándose a la vez como una opción para sustituir a la cabeza del gobierno a Henry. Barbecue solicita su arresto por parte de la policía y las fuerzas armadas. Se estima que Haití cuenta sólo 9 mil policías en servicio activo, cuando conforme a estimados de la ONU, necesitaría alrededor de 26 mil efectivos.

Luego de asistir a la reunión de CARICOM donde se planteó su dimisión, el Primer Ministro haitiano viajó a Kenya procurando restablecer un compromiso de gobierno a gobierno con su presidente para el envío de ayuda a su país. En su viaje de regreso desde Nairobi, Kenya, el avión en que viajaba Ariel Henry por razones de seguridad no se le permitió aterrizar en Puerto Príncipe. El aeropuerto de la capital haitiana había sido atacado por las pandillas y permanecía cerrado. No se permitían vuelos de salida o llegada al país. 

La República Dominicana tampoco autorizó el aterrizaje de la aeronave en la cual viajaba el presidente haitiano en suelo dominicano. Voceros del gobierno dominicano alegaron como razón la inexistencia de un plan de viaje de la aeronave. Previamente República Dominicana había suspendido, con efecto inmediato, las operaciones aéreas de pasajeros y carga desde y hacia Haití. La República Dominicana también había hecho un significativo movimiento de tropas hacia la frontera de su país con Haití.  

El avión en el cual viajaba el Primer Ministro haitiano, que había despegado desde el aeropuerto Teterboro de Nueva Jersey, tuvo como destino final su aterrizaje en el Aeropuerto Luis Muñoz Marín de Puerto Rico. De acuerdo con el gobierno de los Estados Unidos, que es la entidad que controla el espacio aéreo y determina quién entra a Puerto Rico, dicho país no brindaría asistencia militar al Primer Ministro para su regreso a Haití, aunque aclaró que sí brindaría apoyo a la Policía Nacional de Haití para la restauración de la seguridad, agilizar el desplazamiento de una Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití y la transición de poder de manera pacífica.

En sus expresiones recientes Henry ha indicado que su gobierno no puede permanecer insensible hacia lo que ocurre en su país. Su Asesor Jean Junior Joseph ha indicado que el Artículo 149 de la Constitución de Haití “es claro” al indicar que “cuando el presidente no está disponible el gabinete ministerial es quien toma las decisiones e involucra al Estado”, para significar con ello que Henry como Primer Ministro puede iniciar un proceso de conformación de un nuevo gobierno en su país. Según expresa, el establecimiento de un Consejo de Transición le confiere la capacidad de nombrar un Primer Ministro Interino. Lo que no dice es que el Artículo 149 de la Constitución de Haití lo que contempla es la “vacancia de la Presidencia de la República por renuncia, destitución, o incapacidad física o mental permanente debidamente constatada” por el Consejo de Ministros, presidido por el Primer Ministro. Si ha de aplicarse dicho artículo, situación que en el texto no se menciona, la vacancia de la presidencia ocurrió desde el mes de julio de 2021 cuando Moïse fue asesinado y no ahora.

El Artículo 165 indica que “en caso de renuncia del Primer Ministro, el Gobierno sigue desempeñando sus funciones con el propósito de despachar los asuntos corrientes  hasta el nombramiento de su sucesor.” El detalle es en la actual situación, a qué Gobierno podemos referirnos y cuáles son los “asuntos corrientes” que tal Gobierno atenderá, si es que aún puede hablarse de tal “Gobierno”, puede atender en este contexto.

Este Consejo de Transición es una figura que no corresponde a la Constitución haitiana. Se compondría de siete personas con voz y voto y dos personas adicionales con voz pero sin voto. Se ha mencionado en su composición a personas representativas de partidos políticos e instituciones privadas. Se indica que ya antes se utilizó el mecanismo para la selección como Primer Ministro de Henry. El Consejo de Transición asumiría algunas de las funciones delegadas a la presidencia del país, convocaría a elecciones y en el interín designaría un nuevo Primer Ministro, el cual conforme al Artículo 155 de la Constitución, “es el jefe del Gobierno”. Se trataría de otro acto contrario a la Constitución.

Algunos de los partidos mencionados ya se ha manifestado a los efectos de no participar en tal Consejo de Transición, lo que deja la situación en una peor situación de ausencia de gobernabilidad y mucho menos de legitimidad de cualquier gobierno que se pretenda establecer amparándose en el Artículo 149 de la Constitución, abonando más a la condición de “Estado fallido” la actual situación en este país.

Se habla de una asignación de $300 millones para una misión multinacional auspiciada por la ONU para Haití. Ya antes, una misión militar denominada MINUSTAH fracasó luego de varios años, señalada como transmisora del cólera en el país que cobró la vida de 9 mil haitianos y señalados sus componentes por actos de violencia sexual y violaciones contra mujeres haitianas durante su permanencia en el país. Anthony Blinken, Secretario de Estado de los Estados Unidos ha estado promoviendo el desplazamiento de una fuerza multinacional bajo auspicio de las Naciones Unidas a Haití a la vez que Estados Unidos ha desplazado un “Equipo de Seguridad Antiterrorista de la Flota” (FAST), para reforzar el personal de Infantería de Marina a cargo de la protección de su Embajada en Haití y el ofrecimiento de $33 millones adicionales en ayuda humanitaria.

Como indicamos hace apenas una semana, “todavía es incierto el destino final del Primer Ministro haitiano, como incierto es el futuro inmediato de Haití en el marco del desarrollo de esta nueva etapa de crisis. Un posible escenario es que en medio del desarrollo de la lucha entre las pandillas y lo que queda de gobierno, y entre las propias pandillas por el control del país; todo termine en una guerra civil.” Ojalá este hermano país y este hermano pueblo este a tiempo de evitar un nuevo conflicto y derramamiento de sangre.

Imagen de portada: Prensa Latina

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Author: Alejandro Torres Rivera

Nacido en Vega Baja, es un reconocido abogado laboral en San Juan, además de ser un prolífico escritor sobre asuntos políticos, laborales e históricos. Durante los años 2016-2018 fue Presidente del Colegio de Abogadas y Abogados de Puerto Rico. Actualmente es miembro de la Dirección del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH).