En el libro Radio, guerra y censura del doctor Héctor Rafael Piñero Cádiz, se reseña el libreto de una edición del programa radial La voz de la Confederación General de Trabajadores del año 1941. En el mismo se resumen las condiciones de vida y empleo de los trabajadores de la caña en Puerto Rico.
“… el almuerzo de los cortadores de caña consiste en casi toda la isla de un pedazo de pan con un pedacito de bacalao, eso cuando había bacalao, y cuando no pan con agua, agua de la misma que beben los animales en muchos casos. Trabajadores que tienen que caminar desde temprano en la madrugada para llegar al trabajo a tiempo, trabajar medio día para ganar 66 centavos y regresar a su casa sin comer, con ese ingreso de 66 centavos por medio día de trabajo tenían que mantenerse miles de trabajadores de la industria azucarera durante la azada zafra.”
La descripción de las condiciones de trabajo y de vida de los obreros de la poderosa industria azucarera es clara y precisa. La denuncia es contundente. El libretista no endulza su mensaje, no se limita en la descripción que hace de la miserable vida del trabajador, tampoco pretende adecuar su relato al medio desde donde hace las expresiones. Gráficamente describe a su audiencia la realidad de la explotación inmisericorde a la que se somete a la clase trabajadora en la que constituía, para esa época, la principal actividad económica de la Isla. Habla con la voz del trabajador.
En Puerto Rico, ni entonces ni ahora, los medios masivos de comunicación — los tradicionales y los denominados medios sociales — le han pertenecido a la clase trabajadora. El control de los mismos siempre ha estado en manos de la extranjera Comisión Federal de Comunicaciones y su operación se lleva a cabo a través de los empresarios dueños de las licencias que otorga el mencionado organismo. Para todos es transparente su desempeño como empresas comerciales, su tendencia general a favorecer los intereses del gobierno (local y extranjero) y el predominio de la ideología capitalista dominante.
La exposición de la actividad de la clase obrera en los medios de comunicación se da, fundamentalmente, a través de la reseña de nuestras acciones concertadas (noticias), la compra de tiempo y la puesta en práctica de algunos elementos de las Relaciones Públicas. También resulta igualmente transparente la censura que se aplica en los señalados medios a la actividad y a la exposición de la ideología y las luchas de la clase trabajadora puertorriqueña.
Reconociendo las realidades arriba descritas, los que escribimos desde la perspectiva de la clase trabajadora debemos hacernos conscientes de la necesidad y la pertinencia, al expresar nuestras ideas en los medios de comunicación comerciales, de hacerlo en forma directa, clara , sencilla y con todos los nombres y adjetivos que correspondan a la descripción de nuestra realidad. Igualmente, al escribir o producir contenido para dichos medios, no podemos voluntariamente abstraernos de la lucha de clases que prevalece y la ideología política dominante en nuestra sociedad y en los medios de comunicación que aquí operan.
Por su naturaleza, los medios comerciales habrán de censurar, mediatizar o diluir todo aquel contenido que cuestione el orden establecido y su intención de perpetuarlo. ¿Por qué entonces debemos los trabajadores auto censurarnos o aguar nuestro mensaje? Somos una colonia, prevalece un orden capitalista de producción, el modelo neoliberal nos asfixia, la corrupción es rampante, el país es gobernado por una dictadura, la explotación brutal de la clase trabajadora es la orden del día y nuestra lucha por ponerle fin a tal desorden social es parte fundamental de nuestra agenda. ¿Por qué deben quedar fuera de nuestro discurso elementos como éstos al comparecer ante los medios de comunicación del país?
Los trabajadores tenemos la responsabilidad de llevar nuestro mensaje con la extensión y la claridad que lo haga comprensible y posibilite el desarrollo de la conciencia social que alumbre la transformación necesaria de nuestra realidad social, económica y política. Los medios de comunicación nunca han sido tímidos a la hora de silenciar nuestra voz, pero no pueden sustraerse totalmente a la verdad que debe acompañar siempre a nuestras expresiones públicas. No hacerles el trabajo fácil, mediante la autocensura o el acomodo a sus reglas de juego, es parte de la necesaria construcción de un nuevo quehacer en la comunicación social en Puerto Rico.
La intencionalidad es primordial en todo proceso de comunicación. “El ser humano, siempre que se comunica (independientemente del nivel de comunicación en que se encuentre), lo hace con algún propósito, bien sea este consciente o inconsciente” nos dice Maximiliano Dueñas Guzmán en su libro Pistas para el estudio de la comunicación. La intención de los medios de comunicación de la clase patronal está meridianamente definida, la de aquellos que producimos contenido desde la clase trabajadora no debe ser otra que la de seguir el ejemplo del guionista del programa radial La voz de la Confederación General de Trabajadores en el pasado siglo.