Para avanzar sindicalmente…

Siempre ha resultado preocupante el énfasis que se hace de “el otro sindicato” como nuestro adversario más peligroso. Muchas veces se da la impresión de que es más probable llegar a acuerdos con el patrono que concertar acciones con otro gremio. Hemos construido un silente discurso donde ese otro sindicato termina por convertirse en nuestro enemigo. Un enemigo que amenaza con invadir nuestras unidades apropiadas y nuestra esfera de crecimiento. En una actitud defensiva nos dedicamos entonces a levantar barreras entre uno y otro gremio con el legítimo fin de protegernos para no ser intervenidos.

Los choques de personalidad entre el liderato, las diferencias de criterio y de enfoque y las diversas interpretaciones de la realidad social y política se van sumando a la actitud defensiva ya descrita y sistemáticamente vamos añadiendo elementos para explicar el distanciamiento entre unos y otros. Así vemos el desarrollo y fortalecimiento de la división. Tenemos sindicatos nacionales y extranjeros, gremios de Ley 45 y los de corporaciones públicas, los que representan empleados públicos y los que hacen lo propio en el sector privado, los pro administración gubernamental y los anti administración gubernamental, los sindicatos clasistas y los sindicatos corporativos. Cada cual enquistado en su burbuja.

Las crisis, que siempre impactan con mayor fuerza a los trabajadores y a sus organizaciones, acentúan esas diferencias en la medida en que cada gremio, individualmente, trata de sobrevivir al naufragio que enfrentan valiéndose exclusiva o primordialmente de los usos y costumbres en que han venido desarrollando su quehacer diario.

Así, concentrarán todas sus energías en intentar preservar su integridad numérica, brindándole atención exclusiva a los asuntos que les afectan directamente, desprendiéndose de la necesidad de estudiar y considerar las acciones concertadas con otros sindicatos para frenar, precisamente, las acciones que la clase social dirigente ha desarrollado contra el conjunto de la clase trabajadora.

Mientras la clase social dirigente aprovecha la división y ausencia de coordinación de los organismos representativos de los trabajadores para continuar fortaleciendo su proyecto neoliberal, el movimiento obrero va perdiendo la homogeneidad que le es necesaria para hacer avanzar sus intereses. 

El discurso que se vierte a través de todos los medios de comunicación, que controla y domina la clase patronal, inducen a creer y adoptar una realidad uniforme donde se comparten los mismos intereses y aspiraciones, donde hay un proceso democrático que hace igual el voto de cada ciudadano y donde los sindicatos supuestamente tienen plenas garantías para desarrollar su función social. 

Mientras esta formalidad democrática domina la mentalidad de las grandes mayorías, la realidad objetiva es la puesta en práctica de todo un proyecto sólidamente estructurado dirigido a desarticular las organizaciones de los trabajadores y sobretodo de sus instrumentos de lucha. La misma se va articulando a través de la proyección de un discurso de odio contra los sindicatos, la derogación progresiva de la legislación protectora del trabajador y la puesta en práctica de medidas concretas que hacen parecer como incapaces a los sindicatos, negándoles su pertinencia en el mundo dominado por el pensamiento neoliberal.

Este acondicionamiento ideológico, desarrollado sistemáticamente mediante el uso de las modernas tecnologías de comunicación, parece haber quedado fuera de la discusión y reflexión de la gran mayoría de los integrantes del presente liderato sindical y mucho menos de las instancias de educación de la base de los gremios. 

La enorme cantidad de medidas puestas en práctica contra la organización sindical, la velocidad con la cual se adoptan y se ponen en vigor, el impacto de los despidos masivos en el sector público, la suspensión de los convenios, la paralización de la negociación colectiva en el gobierno y la dilación de las negociaciones en la empresa privada, el incremento de las medidas que afectan la organización de nuevos talleres, en conjunto con la imposición de las directrices austericidas de la Junta Dictatorial, todo hecho con la mayor deliberación, ha llevado, una vez más, a concentrar los esfuerzos en “salvar” lo que va quedando en manos de las uniones, sin que haya tenido lugar un esfuerzo unitario para pensar y desarrollar una respuesta efectiva. 

Las luchas que, aisladamente, ha desarrollado una minoría de los sindicatos han sido ponderadas y respondidas muy astutamente por la clase dirigente. Para unos, la respuesta adecuada a sus demandas como es el caso del magisterio. Para otros, el sometimiento a las más humillantes acciones anti sindicales, tal como se ha venido haciendo con la UTIER y su grupo de trabajadores dispersados en todas las agencias de gobierno. Este juego en el ejercicio del poder ha reforzado los elementos de división que prevalecen en el sector.

La necesaria superación de las divisiones artificiales señaladas, demanda el ejercicio de un juicio crítico que comience por establecer la diferencia entre los agravios reales y las percepciones equívocas: dejar a un lado la resistencia a discutir francamente dichas percepciones erradas, con el ánimo de encontrar puntos en común, mientras se construye simultáneamente una instancia organizativa que haga posible este objetivo.. 

También es incuestionable la necesidad de racionalizar la pertinencia de la unidad de clase, como elemento central de una supervivencia organizada para enfrentar y vencer a la clase social dirigente. Ningún proyecto que pretenda excluir de la agenda este punto central tendrá posibilidades reales de resultar exitoso. La experiencia señala que las alianzas coyunturales, aún con las victorias alcanzadas, no han logrado cuajar la oposición masiva, sistemática y capaz de hacer posible una oposición contundente y de peso a la clase patronal y los intereses foráneos que hoy controlan nuestro país.

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Author: Erasto Zayas Nuñez

Erasto Zayas Núñez nació en el pueblo de Santa Isabel, PR el 7 de septiembre de 1949. Realizó estudios en las escuelas públicas del país y los universitarios en la UPR Recinto de Río Piedras y la Universidad Católica de Ponce. Casado, tiene cinco hijos y es el feliz abuelo de cuatro nietos. Escribe cuentos, poesía y durante dos décadas publicó una columna de opinión en el semanario El Oriental. Ligado al movimiento obrero en su capacidad de comunicador por más de medio siglo, se desempeñó como administrador de la Unión General de Trabajadores. Es uno de los fundadores de la Casa de Estudios Sindicales e integrante de su Junta de Directores.