Inflación: un fantasma que recorre el mundo

Luego de muchas décadas bajo control, la inflación, iniciada en la pospandemia y generalizada por la guerra, es el nuevo fenómeno que afecta a la economía mundial. Hay riesgos de una recesión planetaria duradera.

La guerra entre Rusia y Ucrania está concentrada en un rincón de Europa pero sus efectos se han globalizado rápidamente. Una muestra de esta globalización es el proceso inflacionario que hoy recorre el mundo. La recuperación pospandemia; la ruptura de las cadenas globales de valor; la guerra Rusia-Ucrania: las sanciones económicas y la utilización del suministro de energía como mecanismo de presión política contra esas sanciones; el nuevo confinamiento en China… todo contribuye a este alza generalizada de los precios que recorre el planeta.

En muchos países y regiones el alza de los precios es el más alto en cuatro o cinco décadas. EEUU (8,6%), UE (8,1%), América Latina (8,1%), Rusia (17%); Ucrania (8,1%) y parte del continente asiático son las regiones más afectadas**.

Energía y alimentos

El alza inflacionaria y la carestía de la vida están traccionadas por los precios de la energía y los alimentos. Más de 20 millones de toneladas de granos (trigo, maíz y otros) están acumulados en los silos de Ucrania por el bloqueo ruso sobre los puertos del Mar Negro. No es solo eso, la red ferroviaria tiene una capacidad de transporte muy limitada, mientras que la infraestructura carretera está muy deteriorada por los bombardeos, por lo que una salida terrestre de los granos es bastante inviable. Según la OCDE el valor interanual de los alimentos creció un 12,6% mientras que los precios de la energía lo hicieron un 35,4%. Es que la utilización por parte de Rusia de los suministros de petróleo y gas -suspensión de envíos a distintos países- para presionar el levantamiento de las sanciones impacta también sobre los precios. Es posible que si la situación se agudiza aún más varios países europeos tengan que racionar el uso del gas en el próximo invierno, mientras que diversos organismos internacionales como la FAO y otros han advertido sobre una futura crisis alimentaria de grandes proporciones. Incluso la reciente Cumbre de la Eurozona concluyó con que las tensiones por la presión inflacionaria podrían poner en peligro la unidad de ese espacio.

Adicionalmente la ruptura de las cadenas de valor implica fracturas en el sistema global y ciertas formas de desintegración de la economía mundial, ya sea por problemas logísticos, de distribución y aprovisionamiento, que a su vez elevan los costos de producción y transporte.

Fin de la plata dulce

La evolución de los índices inflacionarios ha llevado a los Bancos Centrales de numerosos países a subir las tasas de interés como forma de esterilizar parte de la fuerte expansión monetaria del período anterior. Para contrarrestar esta expansión, la Reserva Federal (FED) subió la tasa de referencia 0,75% (el alza más alta en casi tres décadas) y anunció subas sucesivas similares hasta llegar a 3,5% para fin de año y alrededor de 6% el próximo. El BCE anunció que luego de 11 años de tasas casi cero (o negativas) este mes de julio subiría la tasa en 0,25% al mismo tiempo (y contradictoriamente) que pondrá en marcha «un procedimiento antifragmentación». Forma elegante para decir que volverá a comprar deuda de países que tenga problemas para conseguir financiarse en los mercados voluntarios de crédito (Italia, Portugal, Grecia…).

La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, reconoció que «se había equivocado sobre el rumbo de la inflación», mientras que Jerome Powel, presidente de la FED, confesó que el alza de los precios los sorprendió y afirmó que mantendrá la suba de la tasa de interés aún a riesgo de una recesión. Se busca un «aterrizaje suave» dijo pero es un escenario cada vez más difícil. Mientras que el presidente del grupo Banco Mundial, David Malpass agregó que «para muchos países será difícil evitar la recesión.»

Puede afirmarse que la larga etapa de expansión monetaria, de bajas tasas de interés y de un dólar barato llegó a su fin. Estamos en los comienzo de una nueva etapa, tal vez también duradera, de contracción monetaria, de altas tasas y de un dólar fuerte (como contrapartida el euro ha caído a su nivel más bajo en 20 años). A nivel mundial se debate si la economía sufrirá una desaceleración o bien se entrará en recesión.

Perspectivas

El último informe del Banco Mundial «Perspectivas Económicas Mundiales» estima que el crecimiento mundial descenderá al 2,9% este año -menor al 4,1% anticipado en enero- y que se mantendrá en ese nivel en 2023. Y señala que el contexto de la guerra «aumenta el riesgo de estanflación lo que será perjudicial para las economía de ingresos medios y bajos».

Hay una dinámica que tiende a contraponer por un lado los bloques militares, conformados en el marco de la guerra y la actual situación geopolítica, con los bloques comerciales, por el otro a las tendencias a la mundialización capitalista con las que impulsan la fragmentación de la globalización

Mientras tanto la desaceleración de la economía mundial está entrando en lo que podría convertirse en un período prolongado de escaso crecimiento y elevada inflación. Los riesgos de la recesión y sus efectos están peligrosamente cerca.

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**EEUU 8,6%; UE 8,1%; España 10,2%; Alemania 7,9%; Reino Unido 9,1%; Países Bálticos entre 15 y 20%; América latina 8,1%; Brasil 10,5%; Uruguay 9,4%; Colombia 9,2%; Chile 10,5%; Argentina está fuera de concurso con un estimado a junio de 5,4% y un anualizado de más de 75% (se supone que unos 15 puntos son por la guerra). Rusia entre 14 y 17%; Ucrania 8,1%; China 2,1%.

Fuente: ANRed

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Author: Eduardo Lucita

Economista argentino integrante del colectivo Economistas de Izquierda (EDI)