“La defensa es siempre el principio de la derrota.”
General Vo Nguyen Giap
En la Física, la fuerza es cualquier acción, esfuerzo o influencia que puede alterar el estado de movimiento o de reposo de cualquier cuerpo. En el diccionario de la Real Academia Española la fuerza se describe como el poder o la habilidad para sacar o desplazar de lugar algo o a alguien que ejerza resistencia.
Tomando como referencia la definición científica o la definición académica, debe ser la fuerza del número lo que determine la capacidad de un sindicato para lograr aquello que se proponga para lograr mover al patrono a mejorar sus condiciones de empleo y si hacemos extensiva la definición de fuerza a nivel de la sociedad, será entonces la unidad de las organizaciones de la clase trabajadora la que habrá de lograr el cambio de rumbo necesario para hacer prevalecer los intereses del mayor grupo social.
Para hacer efectiva la fuerza del número es necesario, en el caso del sindicalismo puertorriqueño, transformar dos premisas que acompañan el quehacer regular de nuestras organizaciones obreras en este momento coyuntural. En la actualidad en muy contadas ocasiones los sindicatos actúan a la ofensiva frente a los problemas y la realidad de la clase trabajadora, sea a nivel de los centros de trabajo o en el escenario social. La segunda premisa que debe asumirse es la de ser sujetos activos en la definición de la agenda del país.
No siempre ha sido así en las luchas de nuestra clase trabajadora organizada. Históricamente nuestros gremios se han organizado con el fin de aunar sus fuerzas y tomar la iniciativa frente a las propuestas y la agenda social de la minoritaria clase patronal. La Federación Libre de Trabajadores de principios del Siglo XX, la Confederación General de Trabajadores para la década del 40 del mismo siglo y el Movimiento Obrero Unido, en el tramo final, han constituido ejemplos de genuinos intentos por tomar la ofensiva y procurar insertarnos con voz propia y fuerte en la definición de la agenda del país.
De los fracasos y los éxitos de estas experiencias debemos obtener valiosas lecciones que podemos aplicar a la realidad presente. Los vínculos con los gremios estadounidenses, la participación en o la formación de partidos políticos, el desarrollo de huelgas y protestas, son instancias que nos brindan un caudal nada despreciable de experiencias, unas para repetirlas, otras para no incurrir en las mismas y en todas para superarlas y marchar un paso adelante.
El pensamiento de Sun Tzu nos guía sobre la necesidad de tomar la ofensiva. “Quien sabe resolver las dificultades las resuelve antes de que surjan. El que se destaca en derrotar a sus enemigos triunfa antes de que se materialicen sus amenazas.” Hacer la lectura necesaria de lo que se propone desarrollar el patrono en el taller y en la sociedad, anticipando la respuesta necesaria, es lo que entendemos por actuar a la ofensiva.
La clase patronal tiene la capacidad para definir y proponer la agenda social a través del control que ejerce sobre la esfera gubernamental. Su actuación de conjunto, sin dejar de insistir en sus intereses particulares en cada una de sus empresas y negocios, le permite construir y hacer efectiva la agenda de sus intereses comunes e imponerla a toda la sociedad. Nuestros gremios tendrán el mismo potencial si actúan en conjunto, estableciendo sus prioridades comunes y remitiendo a su particular esfera de acción los asuntos que solo competen a sus particularidades en cada taller.
La conciencia sobre la fuerza del número y su poder para transformar la realidad es algo que parece escapar de la consideración de nuestros sindicatos a la hora de desarrollar su acción. En ocasiones tenemos un sindicato que tiene varios talleres organizados y surge un conflicto en uno de ellos. Con diligencia se prepara la acción de respuesta y se ejecutan la denuncia, la protesta y la negociación con la sola participación de los integrantes de ese particular taller. Mientras tanto, la totalidad de la matrícula de ese sindicato no es informada, excepto por lo que divulguen los medios de comunicación, no es movilizada y mucho menos integrada, como elemento de presión, al proceso de lucha que se desarrolla en el taller afectado.
De igual manera ocurre cuando la clase patronal hace avanzar a través de la estructura gubernamental uno de sus proyectos que atentan contra el bienestar y el progreso de la clase trabajadora. Actuando con previsión e inteligencia, los patronos -a manera de ejemplo- aprobaron dos deformas laborales. Primero en el sector público y luego en el sector privado de la economía. Así se aseguraron de fragmentar el poder del número y el efecto multiplicador que genera la unidad en la lucha de la clase obrera.
Sin la menor duda puede afirmarse que nuestros dirigentes sindicales y las bases de nuestros gremios conocen y valoran el poder y la fuerza del número. Tampoco tenemos dudas sobre el el reconocimiento por éstos de que hay una expresión organizativa que le permitiría a nuestros sindicatos obtener el mayor provecho de la misma. Poco o mucho, la mayoría conoce la historia de nuestro movimiento obrero y el importante papel que han jugado las Centrales Obreras.
También creemos que no es necesario llover sobre mojado para intentar una explicación adicional sobre la presente realidad y los elementos que gravitan para anular los esfuerzos hacia la creación del imprescindible organismo.
La pregunta que todos debemos formularnos y contestar afirmativamente es muy sencilla. ¿Cuándo vamos a poner toda la buena voluntad y el esfuerzo que es necesario para crear el imprescindible organismo para superar la miopía que nos impide en este momento ver con meridiana claridad la necesidad de organizar y dirigir con efectividad la fuerza del número?