Las tres contradicciones de la «gran depresión»

«Todo indica que potencias económicas como Rusia y China deben ser domesticadas o aplastadas para que las principales economías capitalistas pueden tener una nueva oportunidad de vida. Esta es una perspectiva aterradora


Una de mis tesis básicas sobre el capitalismo moderno es que desde 2008, las principales economías capitalistas han estado en lo que yo llamo una Gran Depresión. En mi libro del 2016, distingo entre lo que los economistas llaman recesiones o desplomes en la producción, la inversión y el empleo; y depresiones.

Bajo el modo de producción capitalista (es decir, producción con fines de lucro con apropiación del trabajo humano (poder) por un pequeño grupo de propietarios de los medios de producción), ha habido depresiones regulares y recurrentes cada 8-10 años desde principios del siglo XIX.

Después de cada recesión, la producción capitalista revive y se expande durante varios años, hasta volver a caer en una nueva recesión. Sin embargo, las depresiones son diferentes. En lugar de salir de una recesión, las economías capitalistas permanecen deprimidas con un menor crecimiento de la producción, la inversión y el empleo que antes durante un período bastante largo.

De la introducción al libro «The Long Depression»

Ha habido tres depresiones de este tipo en el capitalismo: la primera fue a fines del siglo XIX en los EEUU y Europa, y duró más o menos entre 1873 y 1897, dependiendo del país. Durante esa larga depresión, hubo breves períodos de auge, pero también una sucesión de recesiones. En general, el crecimiento de la producción y la inversión se mantuvo mucho más débil que en el período de expansión anterior de 1850-73.

La segunda depresión fue la llamada Gran Depresión que duró desde 1929-1941 (hasta la Segunda Guerra Mundial) principalmente en los EEUU y Europa, pero también en Asia y América del Sur.

La tercera depresión comenzó después del colapso financiero global de 2007-8 y la subsiguiente Gran Recesión de 2008-9. Esta depresión (así se definió) duró una década hasta 2019. Entonces, parecía que las principales economías no solo estaban creciendo mucho más lentamente que antes de 2007, sino que se dirigían a una caída total.

Luego llegó la caída con la pandemia de COVID y la economía mundial sufrió una severa contracción.

Ahora, justo cuando las principales economías estaban saliendo, tambaleándose, de la pandemia, el mundo ha sido golpeado nuevamente por el conflicto entre Rusia y Ucrania y sus ramificaciones en el crecimiento económico, el comercio, la inflación y el medio ambiente.

Las contradicciones en el modo de producción capitalista se han intensificado en el siglo XXI. Ahora hay tres componentes. Está lo económico: con una crisis financiera mundial de proporciones sin precedentes (que se produjo en 2007-8) seguida de la Gran Recesión de 2008-9 (la mayor recesión económica desde la década de 1930).

Luego está el ambiental, con la pandemia de COVID. Tal como han explicado los científicos esta es la resultante del rapaz impulso del capitalismo por ganancias que condujo a una urbanización descontrolada, la explotación de energía y minerales, junto con la agricultura industrial. Esto finalmente produjo la liberación de patógenos peligrosos que antes estaban encerrados en animales que habitaban regiones remotas durante miles de años.

Estos patógenos ahora se han instalados en los animales de granja y posiblemente laboratorios con resultados devastadores.

Tampoco hay que olvidar la inminente pesadilla del calentamiento global que ya cae sobre los pobres y vulnerables a nivel mundial.

En tercer lugar, existe la contradicción geopolítica como consecuencia de la lucha por las ganancias entre los capitalistas en este período económico deprimido. Se ha intensificado la competencia entre las potencias imperialistas (G7 plus) y algunas economías que han resistido las pujas del bloque imperialista, como Rusia y China.

Entonces, en el siglo XXI; desde Irak hasta Afganistán, hasta Yemen y Ucrania, los conflictos geopolíticos se conducen cada vez más a través de la guerra. Y la gran batalla entre EEUU y China/Taiwán se acerca.

La Larga Depresión del siglo XXI puede haber comenzado en 2009, pero las fuerzas económicas que la causaron ya estaban en marcha desde 1997 en adelante. Fue entonces cuando la tasa promedio de ganancia sobre el capital en las principales economías capitalistas comenzó a caer y, a pesar de algunos pequeños estallidos de recuperación (principalmente impulsados por recesiones económicas y enormes inyecciones de crédito), la rentabilidad del capital permanece cerca de mínimos históricos.

Las ganancias impulsan la inversión en el capitalismo; por lo que la caída y la baja rentabilidad ha llevado a un lento crecimiento de la inversión productiva. En cambio, las instituciones capitalistas han especulado cada vez más con activos financieros en el mundo de fantasía de los mercados de acciones, bonos y criptomonedas. Y el bloque imperialista busca cada vez más compensar la debilidad del ‘norte global’ explotando aún más el ‘sur global’.

Hasta ahora, hay pocas señales que el capitalismo pueda salir de esta Larga Depresión, incluso si se resuelve el actual desastre en Ucrania. Para poner fin a la depresión se requeriría una limpieza del sistema económico a través de una recesión que liquide a las empresas zombis que reducen la rentabilidad y el crecimiento de la productividad y aumentan la carga de la deuda.

Además, todo indica que potencias económicas como Rusia y China deben ser domesticadas o aplastadas para que las principales economías capitalistas pueden tener una nueva oportunidad de vida. Esta es una perspectiva aterradora.

La única esperanza de escapar del impacto de la Larga Depresión, y de más guerras, es la llegada al poder de gobiernos socialistas democráticos cimentados en el pueblo trabajador, que puedan poner fin a las crisis económicas; revertir los desastres ambientales; y lograr un desarrollo pacífico de la sociedad humana.

Fuente: Observatorio de la Crisis

Author: Michael Roberts

Reconocido economista marxista británico, ha trabajado como analista económico en la universidad City de Londres durante más de 40 años y fue activista en el movimiento sindical por décadas. Ha escrito varios libros entre los cuales se encuentran “The Great Recession – a Marxist view” (2009); “The Long Depression” (2016); “Marx 200: a review of Marx’s economics” (2018) Es editor del blog The Next Recession.