Quiero tratar de manera sencilla, o dicho en puertorriqueño, en arroz y habichuelas, que es eso del neoliberalismo. El neoliberalismo tiene dos campos donde opera; uno el campo político y otro el campo económico. Trataré de enfocar en el segundo, pero es inevitable tocar el primero. El neoliberalismo económico es una escuela económica nacida allá para los años cuarenta del siglo pasado en Europa y es acuñada la palabra como termino teórico por la llamada escuela austriaca y por el economista Frederick Hayek, uno de sus principales progenitores. Dicho de forma sencilla, pero precisa, es la escuela económica que propone la defensa del libre mercado y la limitación del papel del estado.
Existe otra definición que para mí es más descriptiva y es del economista Michael Hudson. “El neoliberalismo es una dinámica financiera en expansión exponencial que busca concentrar los recursos más lucrativos y rentables del mundo, en manos de administradores financieros, principalmente en los Estados Unidos y sus oligarquías clientes que actúan como procónsules de las economías extranjeras.” Véase The Vocabulary of Neoliberal Diplomacy in Today’s New Cold War, By Michael, Tuesday, September 14, 2021.Esa definición casi describe la situación de Puerto Rico al dedillo si uno mira lo que hacen la Junta De Control Fiscal (ley Promesa) y los banqueros de Wall Street.
Esta dinámica financiera pretende convertir al sector privado en el proveedor de todos los servicios que ofrece el gobierno regularmente como lo son el servicio de luz, agua, salud, transporte, comunicación y educación. En todos los casos se vale del gobierno para crear los activos sin costos para el sector privado y pagados con fondos públicos para luego ellos explotarle de forma privada. Ejemplos de esto son los peajes de carreteras, hospitales, seguros y escuelas entre otras estructuras de servicio susceptibles de privatización.
Mientras el costo de vida para el trabajador promedio se hace insoportable y los pueblos revientan por incidentes pequeños que colman la copa y sacuden toda la sociedad. En Chile el costo del boleto en el metro para los estudiantes, en Ecuador un aumento en el costo del combustible y en Puerto Rico un chat entre el gobernador y sus asesores que utilizan un vocabulario despectivo hacia la mujer y las víctimas del Huracán María.
Para estos gobiernos que defienden ese capitalismo financiero, que satura de pagos de rentas a las grandes masas de pobres y sobremanera a las clases medias, se necesita un chivo expiatorio. Principalmente porque no pueden crecer como el capital industrial. De ahí nace la estigmatización de otros factores como los culpables de la desgracia de las masas tales como; el discrimen racial, los migrantes ilegales, los rusos que interfieren en las elecciones, los chinos que son autocráticos y que roban empleos y las tecnologías de otros países. El populismo y el comunismo son los fantasmas que recorren occidente.
Todo este negocio de lucrarse mediante rentas que destrozan el bolsillo del trabajador y asfixian al pequeño y mediano empresario, requiere de una red de medios informativos que le sirvan para propagar sus ideas y las mentiras necesarias para desviar la atención de los efectos negativos de su sistema de rentas y explotación.
Veámoslo en detalle en nuestras vidas cotidianas. Yo recuerdo cuando era muy joven que todavía flotaba aquella idea de que uno trabaja duro para poder ahorrar unos pesitos para comprar un cantito de terreno y hacer una casita poco a poco y no debérsela a nadie. Luego se fue colando la idea de que uno debía embrollarse para llegar a tener algo. De alguna manera regreso la idea del endeudamiento como algo inevitable, pero a la vez moderno e incluso, como señalaba Allan Greenspan (nombrado director de la Reserva Federal bajo Reagan), que esa casa obtenida con préstamo hipotecario le haría conseguir fortuna porque al final esa propiedad iba tener un valor mayor al precio de compra y se llamaba el “equity”. De pronto se desvaneció esa idea en el 2008 y lo que parecía que no perdería valor se demostró que si perdía con el desplome de la bolsa.
Sí, la solución de todo era el endeudamiento y aparecieron las hijas predilectas del capital financiero, las tarjetas de crédito y ya todos podían tener acceso a ellas si trabajaban y tenían algún ingreso. Llegaron los préstamos fraudulentos y los de depredación que incluso atrapan a países enteros y más fáciles aún las colonias como Puerto Rico. Luego las quiebras personales, corporativas y gubernamentales no tardaron en llegar.
Primero aparecieron las tarjetas de banco y luego las de las grandes tiendas y otros proveedores copiaron el mismo esquema y venden todo tipo de productos que se convierten en una renta como las de dieta o seudo-medicinales naturales, gimnasios, internet, entretenimiento, seguridad y comunicación inalámbrica etcétera. Todos, paradójicamente conforman lo necesario para vivir y a la vez asfixiar. La lista de pagos mensuales, a modo de rentas, define el estilo de vida bajo el sistema neoliberal. Como vivir se aprende en el entretenimiento que es la industria más importante de la sociedad neoliberal. Hasta las noticias son parte del entretenimiento y Hollywood el mayor productor del mundo de cómo se debe pensar y gozar.
Volvamos al endeudamiento. Fue durante mucho tiempo, la servidumbre involuntaria, el carimbo que azotó la humanidad. No hay mucha historia que narre la vida del hombre durante esos milenios de explotación vil y no bien pasa un siglo cuando ya está de nuevo bajo el yugo de ese flagelo. Esta vez no ha sido necesario forzarlo al endeudamiento por sus amos sino seducirlo con los artilugios de Melquiades el gitano. El endeudado vive bajo la amenaza de perder lo que se tiene. Hemos vuelto al feudalismo gracias al neoliberalismo que convirtió al Señor Feudal en banquero. El 80 por ciento de los negocios de la banca norteamericana e inglesa son préstamos hipotecarios. Volvieron a ser los dueños de la tierra mediante préstamos garantizados con la propiedad. Miles de individuos atados a préstamos de 30 años o más que son casi una vida. Autos, enseres, entretenimiento, alimentación, salud, educación y servicios básicos de energía y agua potable atados a pagos de renta mensual inescrupulosa. Sin añadir los indispensables gastos alegres.
Son varios los efectos de esta forma de vida que en lo individual comprometen al trabajador a mantener sus trabajos (pueden tener más de uno) aun cuando las condiciones sean onerosas porque él sabe que está a 30 días de no pagar alguna de sus rentas y se obliga a pagar recargos y tampoco puede solicitar aumentos sin que corra el mismo riesgo. De otro lado, cada vez es menos posible contratar por el mínimo salarial. El promedio salarial debe ser más alto y por ende la producción de manufactura se hace más costosa y menos competitiva. Los resultados son mayor pobreza, aumento en la emigración, más criminalidad, más suicidios y por ende mayores costos por el deterioro social para los gobiernos.
En la economía lo único que aumenta, por lo pronto, son los activos en la bolsa de valores porque hacia allá van los ahorros que producen los famosos créditos contributivos que se les hacen a las grandes empresas. Estas no invierten en industrias locales porque saben que no pueden producir productos competitivos ni hay quien los compre a esos precios porque los consumidores están sumamente endeudados con sus rentas. Se ha tornado la economía en una curva en forma de “K” donde la ascendente es de una parte pequeña que cada vez tiene más y la descendente que es la de una mayoría que cada vez tiene menos.
Es necesario manifestar contra la verdadera causa del estancamiento y la opresión que cobra en vidas truncas la nueva esclavitud generada por el neoliberalismo. Es necesario acabar con el capitalismo salvaje y más feroz, el rentismo financiero. Necesitamos un modelo que tenga un fundamento ético como el socialismo que pone al centro del modelo la protección de la vida humana y no las ganancias. Hacer que el mercado le sirva a la sociedad y no la sociedad al mercado. Patria libre y socialista. ¡Viviremos y venceremos!
Tomado de El Boletín del Movimiento Ñin Negrón.