La crisis laboral generada por la pandemia del Covid 19, como todas las crisis, ha sido muy bien aprovechada por la clase patronal para adelantar su proyecto de hacer del trabajo a distancia o teletrabajo una alternativa generalizada que le rinda los mayores beneficios.
No son pocos los trabajadores y trabajadoras que, en la encrucijada de ser altamente vulnerables al virus, no tener quien cuide a sus hijos o vele por las personas mayores a su cargo, han visto en el teletrabajo una alternativa que les permite continuar devengando sus ingresos y a la misma vez prevenir el contagio que agravaría sus condiciones de salud o atender las necesidades de los otros integrantes del núcleo familiar.
Visto desde la perspectiva que se describe, el trabajo a distancia pareciera una solución de compromiso que beneficia por igual tanto al empleador como al empleado. Sin embargo, una visión de conjunto, sostenida en la experiencia de trabajadores que llevan tiempo trabajando remotamente, nos permite ver un cuadro un tanto distinto de la visión equilibrada con la que ideológicamente se pretende establecer esta práctica en nuestro escenario laboral.
El teletrabajo conlleva la satisfacción de unas determinadas necesidades que, de ordinario, están resueltas en las oficinas o localidades del patrono y que ahora también se hace necesario establecer en el hogar. Se requiere entonces contar en nuestras casas con recursos tecnológicos tales como internet, teléfono, computadora, capacidad de almacenaje de datos, y equipo para fotocopiar o digitalizar documentos, entre otros.
Otros aspectos que se hace necesario cubrir desde el hogar es la organización del tiempo, la categorización de las tareas, el establecimiento de objetivos, elementos éstos que, normalmente, están claramente definidos en la oficina o centro de trabajo. Otro de los aspectos con el cual tendremos que lidiar ahora será el cómo integrarnos a trabajar con las otras personas que, al igual que nosotros, están trabajando a distancia y aquellos que siguen en el centro de trabajo.
Definitivamente ocurrirá un cambio en nuestros hábitos y costumbres que ahora comenzarán a estar determinadas por el trabajo en el hogar. ¿Qué tiempo vamos a dedicar al trabajo, a los hijos o las personas mayores que están bajo nuestra responsabilidad, cuáles serán nuestras horas de descanso, qué nueva organización de las tareas del hogar vamos a establecer para lograr lo que demanda el trabajo y mantener la normalidad de la vida hogareña?
También tendremos que adaptarnos para programar las salidas del hogar, tanto para los asuntos personales como para aquellas gestiones que demande el trabajo. Otros elementos que están presentes en el trabajo a distancia y que modificaran nuestra vida hogareña son la separación del espacio destinado al desarrollo de las tareas, la custodia y almacenamiento de los materiales y la información relativa a los asuntos particulares a la labor que realizamos, el acceso o control que se debe tener al área laboral designada por los otros integrantes de la familia y los invitados.
Es importante considerar el impacto que tendrá la nueva realidad en las actividades donde socializamos y compartimos con familiares y visitantes. Los elementos hasta aquí señalados casi nunca son considerados al momento de tomar la decisión de trabajar desde la casa. Es en la medida en que van pasando su factura, al alterar la cotidianidad, cuando caemos en la cuenta del costo real que se paga con el cambio de escenario laboral. Al suprimirse, en términos generales, la separación entre tiempo libre y tiempo de trabajo, se intensifica el trabajo y el grado de explotación del trabajador.
También hay un costo escondido en términos de los riesgos físicos que se asumen con la nueva modalidad. Al sedentarismo, que da lugar a la obesidad, y con la misma a la multiplicación de los riesgos para desarrollar diabetes y enfermedades cardiovasculares, también puede generar problemas del sistema digestivo. Igualmente, se han reportado casos de fatiga visual, falta de sueño, trastornos musculoesqueléticos y dolores de cabeza como efectos directos de la intensificación del trabajo cuando éste se realiza en el hogar.
Poco a poco, sin apenas darnos cuenta, vamos enfrentando un sinnúmero de riesgos psicosociales como el tecno estrés, la fatiga informática, la dependencia en una conectividad digital permanente, a la vez que experimentamos un mayor aislamiento laboral, perdemos conectividad con los compañeros de trabajo y la empresa, se debilita la relación sindical y de paso el mismo aislamiento en el cual trabajamos hace que disminuyan nuestras posibilidades de ser promocionado en la empresa o agencia gubernamental.
Si las dificultades anteriores no constituyeran motivos suficientes para levantar una bandera de alerta ante el teletrabajo, se ha encontrado que las personas que llevan mucho tiempo desempeñándose bajo esta modalidad encuentran una gran dificultad para separar el trabajo de la familia, pierden el sentido de la privacidad, tienden a trabajar en exceso y se hacen workalcólicos.
También se ha encontrado que el trabajo desde el hogar altera el ritmo biológico, genera irritabilidad, nos puede hacer adictos al café, al alcohol y al tabaco, incrementa la fatiga intelectual, altera la percepción del tiempo y produce alteraciones en nuestra conducta.
Mientras el trabajador o la trabajadora asume los riegos que hemos descrito, el patrono se beneficia significativamente del trabajo a distancia. En primer lugar, está comprobado que el mismo aumenta significativamente la productividad del empleado o empleada, reduce sus costos fijos de local, utilidades y mantenimiento de sus instalaciones, y se aprovecha de los dispositivos tecnológicos propiedad del trabajador quien, en muy contadas ocasiones negocia los términos económicos con los que se cubrirá su costo o renta.
Además, las economías generadas le permiten al patrono adquirir nuevas tecnologías relacionadas al teletrabajo lo que aumentará, todavía más, los niveles de superexplotación, reduce el costo de renta de espacio, reduce el absentismo y las tardanzas y lleva a cero los costos de reuniones del personal, entre otros beneficios directos.
Cuando recibas la propuesta de trabajar desde tu hogar y tengas que tomar una decisión en esa dirección, es necesario que consideres todos los elementos que están presentes en dicha modalidad de empleo y no limitarnos exclusivamente a lo que momentánea o circunstancialmente pueda significarte asumir dicha responsabilidad.