Mentira sobre mentira

Para las personas que de alguna manera nos dedicamos a las comunicaciones, se hace necesario el repaso diario de la mayoría de los medios informativos a nuestro alcance. Esta mañana me tropecé con dos textos que me impactaron. El primero daba cuenta de las muchas personas que se ganan la vida realizando labores muy distantes de aquellas para las cuales se prepararon en sus estudios. El segundo texto se refería a la puesta en vigor de un impuesto a la gasolina que nos permitiría contar con nuevas y mejores vías públicas. Como la lectura de ambos escritos fue consecutiva, tuve que hacer una larga pausa para recuperarme de la indignación.

Sobre los que estudian una cosa y están trabajando en otra tengo cinco ejemplos bien cercanos de muchachos y muchachas que completaron, con altos honores, sus estudios universitarios y ninguno de ellos trabaja en lo que estudió. Para muchos de mis compañeros de generación, de los cuales la mayoría ya se retiró de trabajar en lo que no estudiaron, la situación no fue distinta a lo que es hoy. 

Aunque debo admitir que en el área periférica donde resido se han mejorado algunas carreteras, cada día que recorro el tramo de la Autopista Luis A. Ferré, de Caguas a San Juan, tengo que hacerme dos preguntas. ¿Por qué tengo que pagar por usar la misma si continúo pagando el impuesto a la gasolina que cubrió su costo de construcción?¿Por qué está tan deteriorada si una parte del impuesto debe ser utilizado en su mantenimiento y conservación?

Como un relámpago pasaron por mi mente unos cuantos ejemplos más de esas grandes mentiras que van acumulándose, unas sobre las otras, mediante las cuales se nos manipula para que no nos rebelemos contra los intereses de quienes nos las imponen. Comparto algunas para invitarlos luego a una reflexión sobre las dos grandes mentiras que hoy nos están atosigando.

Los invito a traer a su memoria cuando nos dijeron que, con la venta de la Telefónica, se crearía un fideicomiso de $1,000 millones para acabar con la pobreza. Hoy ya nadie se acuerda del fideicomiso y mucho menos se informó del destino final de los dineros que produjo la venta de este bien público. La pobreza ya alcanza al 60% de nuestra población.

Unos servicios de salud de primer orden era lo que tendríamos con el traspaso a la empresa privada del Sistema de Salud. Nos entregaron una tarjetita y con la misma, un pasaporte directo a la precariedad de los servicios de las aseguradoras y a uno de los factores principales para la quiebra económica del país. Salga usted a buscar hoy un referido para un especialista. Con buena suerte y la ayuda de alguna pala, lo podrá ver en un mes.  Después, hágame el cuento de cómo le fue al buscar los medicamentos que éste le recetó.

¿Recuerdan el impuesto de un chavito para la limpieza y ornato de nuestros municipios que ideó William Miranda Marín? Todavía lo están cobrando en todos los municipios y la belleza y el ornato sigue siendo una actividad secundaria en nuestros pueblos y barrios. 

Se me quedaba en el tintero la privatización de nuestras navieras. La eficiencia del sector privado las tornaba innecesarias, nos dijeron entonces. Hoy pagamos los productos hasta 30% más caros por razón de su costo por el transporte marítimo.

En otro orden,  también  hemos sufrido un refrescazo y un arbitrio reductor. Sobre este último pienso que es la construcción semántica más hija de puta que mente alguna ha podido concebir en materia publicitaria para hacer tragable un impuesto. 

Sin embargo, no todas estas tomaduras de pelo las han hecho en contra de nuestra voluntad e insultando nuestra inteligencia. No podemos olvidar que aquí hubo gente que marchó para que nos impusieran el IVU. El mismo que ahora la Junta Dictatorial nos obliga a pagar por los próximos 40 años.

Luego de este recuento de las realidades que hemos vivido en los pasados años, todo para mejorar nuestras vidas según sus promotores, te invito a que pienses en las dos grandes mentiras que hoy quieren hacernos creer. La Junta Dictatorial y el Gobierno pretenden que tu aceptes pagar una deuda que nadie ha auditado y que permitas que ellos le entreguen la Autoridad de Energía Eléctrica a la empresa privada, una vez más, para supuestamente reconstruirla. 

Uno dolorosamente acepta no trabajar o no haber trabajado en aquello para lo que estudió. Sin embargo, los conocimientos adquiridos y las experiencias vividas deben servirnos para tomar mejores decisiones a nivel personal y colectivo. ¿Vamos a permitir que nos engañen otra vez? Recuerda, que lo que se decida sobre la deuda y la Autoridad de Energía Eléctrica, nos compromete por los próximos 40 años.

Author: Erasto Zayas Nuñez

Erasto Zayas Núñez nació en el pueblo de Santa Isabel, PR el 7 de septiembre de 1949. Realizó estudios en las escuelas públicas del país y los universitarios en la UPR Recinto de Río Piedras y la Universidad Católica de Ponce. Casado, tiene cinco hijos y es el feliz abuelo de cuatro nietos. Escribe cuentos, poesía y durante dos décadas publicó una columna de opinión en el semanario El Oriental. Ligado al movimiento obrero en su capacidad de comunicador por más de medio siglo, se desempeñó como administrador de la Unión General de Trabajadores. Es uno de los fundadores de la Casa de Estudios Sindicales e integrante de su Junta de Directores.