La situación económica y política en Haití está cada día más difícil para las grandes mayorías del Pueblo. La economía del país se contrae continuamente, la inflación sigue en aumento y prácticamente hay un estado de paralización ante el poder que han adquirido las gangas de delincuentes a través del territorio, sobre todo en las principales ciudades, particularmente en la capital, Puerto Príncipe. Han ocupado el espacio dejado por un gobierno totalmente incapaz de dirigir la nación y poner orden. Según informes que se han emitido, durante los primeros tres meses de 2023 fueron asesinadas en Haití un total de 807 personas, 746 resultaron heridas y 627 secuestradas. Se estima que unas 200 pandillas controlan el 80% de Puerto Príncipe. La actividad criminal y violenta acompaña el sufrimiento de la población por la extrema pobreza y graves problemas de salud, incluyendo el cólera que ha vuelto por sus fueros. Según el Programa Mundial de Alimentos, actualmente sobre 4.5 millones de personas (más del 40% de la población) pasan hambre. Los costos de los alimentos han aumentado en extremo durante los últimos dos años.
Los gobiernos de los pasados presidentes, Michel Martelly y Jovenel Moise, estuvieron enmarcados en serias acusaciones de fraude electoral. Sin embargo, recibieron el apoyo de los principales países imperiales que intervienen en Haití, a saber, Estados Unidos, Francia y Canadá. Desde julio de 2018 hubo un fortalecimiento en la resistencia popular ante intentos del gobierno para duplicar los costos de la gasolina, siguiendo directrices del Fondo Monetario Internacional. Se han desarrollado enormes movilizaciones de sectores del Pueblo contra el gobierno corrupto e inoperante y contra sus políticas neoliberales que pretenden seguir oprimiendo aún más a la gente. Las protestas incluyeron también el fraude de los fondos de Petro Caribe, proyecto a través del cual Venezuela proveía gasolina a diversos países del Caribe, entre ellos Haití, por precios bajos. Desafortunadamente, el descontrol y la impunidad existente ante los asesinatos, secuestros, violaciones, tráfico de drogas y otros desmanes cometidos por las gangas, han opacado la respuesta popular que tiene que protegerse también de los crímenes que se cometen en las calles y de la respuesta también violenta de otros sectores que intentan cuidar sus vecindarios de la oleada delictiva.
Es imprescindible que reforcemos los esfuerzos de solidaridad con el hermano país caribeño que lucha contra fuerzas internas y externas que agotan sus posibilidades de salir de la crisis. La cancelación de la deuda externa de Haití es cada día más justa y necesaria. Además, hay que exigir la repatriación de las fortunas que los pasados dirigentes políticos se apropiaron y sacaron del país. Esto incluyó el saqueo que hicieron de los fondos de Petro Caribe. Igualmente, tenemos que requerir a nuestros gobiernos que cesen las deportaciones masivas de hermanos y hermanas haitianas que han tenido que huir por la situación caótica que existe en su natal Haití.
Comité de Solidaridad con el Pueblo de Haití
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