“Los errores políticos pueden convertir una victoria en una derrota.
No obstante, si no se ha perdido la brújula, si se interpretan correctamente
los signos de la historia, esas dos fases del proceso, victoria y derrota,
pueden transformarse en sólidos pasos de avance en la
capacidad organizativa de la clase trabajadora.”
Félix Córdova Iturregui
(Prólogo: El recuerdo: donde la vida puede seguir viviendo)
Me corresponde el honor de presentarles esta tarde el más reciente libro de mi amigo y compueblano José Luis Colón González. Me honra también que el lugar donde me ha correspondido hacer esta presentación sea el Instituto de Relaciones del Trabajo de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Mi agradecimiento personal al compañero Dr. Eduardo Matos, Director del Programa de Educación Obrera de este Instituto y a la Dra. Elba Echevarría, Coordinadora Académica al ser los anfitriones de esta presentación.
Muy remotamente recuerdo a mi padre, siendo yo apenas un niño, comentar en casa que mi abuelo, quien fuera un obrero cortador de caña, había pertenecido al Partido Unionista. Cuando se hablaba de los unionistas en casa, se hacía usualmente en contraposición a los republicanos, que en aquellos tiempos de mi abuelo eran las fuerzas electorales de mayor pujanza. No se por qué, siempre pensaba en los unionistas como precursores del independentismo de comienzos del siglo 20 y de los republicanos, como la semilla del anexionismo en Puerto Rico.
Abuelo, me contaba papi, también fue parte del Partido Liberal. Por eso pensaba, no sé si correctamente, que en la familia siempre hubo independentistas. En el caso de mi padre, nacido en 1909, por razones que nunca llegué a tener claras, sé que en algún momento coqueteó con el Partido Socialista, aunque no creo que fuera por su tendencia anexionista. Como empleado de una tienda de mercancía seca propiedad de un gallego, papi más bien fue socialista por su programa social hacia los derechos de los trabajadores. Es posible, fuera esto lo que le impulsa más adelante, a vincularse sobriamente a raíz de su fundación con el Partido Popular Democrático. Digo sobriamente porque en casa nunca se hizo proselitismo político, salvo ya para las elecciones de 1960 y 1964, que por razones estrictamente religiosas y católicas, se colocó en el balcón la bandera amarilla de la campana e incluso se llegamos a participar de las caravanas convocadas por el “Partido Acción Cristiana” (PAC).
En mi casa, el tema de lo político y de la política no era tema de conversación, mucho menos de las luchas electorales de principios del Siglo 20. Ni siquiera se discutía por qué votar por un partido u otro, aunque cada 4 años algo muy superficial se comentaba sobre el estatus de cara a las elecciones. ¡Cuánto no hubiera dado yo por conocer en mis años más jóvenes el caudal de información que hoy, a través del libro que nos obsequia José Luis, llega a nuestras manos!
La investigación llevada a cabo por el autor se recoge en su texto a partir de una Introducción y cinco capítulos. Incluye la referencia a fuentes primarias, como son los manuscritos, impresos y prensa; como también fuentes secundarias donde figuran consultados 283 libros y tesis junto a 33 artículos reproducidos en diversos libros y revistas. No debo dejar de mencionar la inclusión de 148 Notas al Calce enriqueciendo el contenido de su redacción. El libro incluye también la reproducción de 24 trabajos incluidos como apéndices.
En la introducción del libro, José Luis sienta las bases para que entendamos el desarrollo de los partidos políticos en Puerto Rico a partir de la segunda mitad del Siglo XIX cuando se funda, en noviembre de 1870 el “Partido Liberal Conservador” y en marzo de 1871, el “Partido Liberal Reformista”. Indica el autor que al interior del Partido Liberal Reformista, coexistían dos tendencias; una que promovía reformas que llevaran a la autonomía regional; y otra que favorecía reformas pero desde una perspectiva asimilista con España. Los conservadores, por su parte, señala el autor, favorecían el estatus quo respecto a la condición colonial con España.
Si bien esto es correcto, valga aclarar que más allá de lo que denominamos “partidos políticos”, lo cierto es que en Puerto Rico ya antes de dicha década había tres corrientes políticas principales. Indica Don German Delgado Pasapera en su ensayo publicado en la Revista de Historia (1985) titulado Orígenes del independentismo puertorriqueño, que las primeras manifestaciones independentistas que se registran en Puerto Rico se encuentran 1795 cuando circulan monedas con inscripciones sediciosas y posteriormente en 1800 en un pasquín subversivo. Ya antes de la fundación de los partidos Liberal Conservador y Liberal Reformista se había desarrollado en Puerto Rico en 1868 el Grito de Lares. Este pronunciamiento armado independentista, si bien no alcanzó sus objetivos inmediatos de independencia, abriría el cause hacia la posterior abolición de la esclavitud en 1873, la fundación de partidos políticos en la década de 1880 y a la Carta Autonómica de 1897.
Nos dice el autor que con el cambio de soberanía en 1898, a través de un Decreto emitido por George Davis como gobernador militar, se llevan a cabo “las primeras y únicas elecciones generales para elegir funcionarios municipales bajo el nuevo régimen.” Estas elecciones fueron conocidas y aún hoy se conocen como las “elecciones de los cien días”, esto debido al tiempo que tomaron. En ellas, los dos nuevos partidos políticos bajo el gobierno militar, el “Partido Federal Americano” y el “Partido Republicano Puertorriqueño”, se enfrentaron saliendo ganador el primero. En ese año, indica el autor, Santiago Iglesias Pantín junto a otros dirigentes obreros fundan el “Partido Obrero Socialista” (POS).
Discrepancias al interior de los partidos provocaron a nivel municipal el surgimiento de partidos políticos municipales como fue el caso del Partido Federal de Izquierda en Corozal. Nos habla también de un movimiento denominado “Izquierda”, producto de una disidencia en el “Partido Unión”, que concurre en 1902 a las elecciones y obtiene votos en Ponce (incluyendo Peñuelas y Guayanilla), Manatí, Juana Díaz y Coamo; como también en las elecciones de 1904, de cuatro partidos municipales: “Partido Republicano Regional”, “Partido Republicano Puro”, “Partido Demócrata” y “Partido Obrero”. Los primeros dos según el autor, eran “disidencias insignificantes” dentro del Partido Unionista; el tercero en el Partido Republicano; y el cuarto partido, “endosado por la Federación Libre de Trabajadores”.
La primera Ley Electoral en Puerto Rico la ubica Colón González en 1906. Ni en las elecciones de 1902 ni en las de 1904 el Partido Obrero Socialista, fundado en 1899, participó. En las elecciones de 1906 participó como partido municipal, denominado “Partido Federación Libre”, en San Juan, Arecibo, Ponce, Mayagüez, Juncos y Vega Alta. En Utuado, producto de una disidencia en el “Partido Unión de Puerto Rico”, concurrió el “Partido Izquierda Unionista”; y en Lajas, el “Partido Republicano Lajeño”. En Río Grande concurrió el “Partido Unionista Puro” y en Yauco, el “Partido Republicano Puro”.
En las elecciones de 1908, producto de una división en el “Partido Unión de Puerto Rico”, concurrió a las elecciones como partido regional en los pueblos de Aibonito, Barranquitas, Cayey, Cidra, Guayama, Patillas, Salinas y Santa Isabel, el “Partido Liberal Autonomista”.
Para las elecciones de 1910, los unionistas ganaron 51 de los 67 municipios y controlaron la Cámara de Delegados. En ellas participaron siete diferentes partidos locales. En San Juan se registraron votos para el “Partido Socialista”, mientras que en Arecibo, se organizó el “Partido Obrero” y una disidencia unionista denominada “Partido Demócrata”. En Gurabo surgió otra disidencia denominada Izquierda Unionista y otra denominada “Lopiztas de la Unión”, la cual acumuló votos en 29 municipios. También en Bayamón concurrió el “Partido Republicano Puro” y en Yauco, una coalición disidente entre republicanos puros y unionistas concurrió como “Partido Yaucano”.
Las elecciones de 1912 y 1914 las gana nuevamente el “Partido Unión de Puerto Rico”. Sin embargo, en Gurabo, el candidato del “Partido Izquierda Unida” gana la alcaldía. En Utuado, el “Partido Cuetistas Utuadeños”, en referencia a su dirigente fallecido antes de las elecciones, prevaleció sobre el “Partido Unión de Puerto Rico” y el “Partido Republicano”. En Arecibo, el “Partido Obrero”, ahora denominado “Partido Obrero Insular”, postulando a Santiago Iglesias Pantín al cargo de Comisionado Residente, eligió también al candidato a alcalde y al Consejo Municipal.
El recorrido histórico introductorio hecho por el autor, nos permite replantearnos la pertinencia actual de, no sólo impulsar desde la clase obrera opciones regionales y municipales electorales, como podría ser también candidaturas independientes, para empujar así, más allá de las tradicionales opciones en torno al estatus, candidaturas municipales y regionales bajo un programa reivindicativo obrero.
El capítulo I del libro se titula La política puertorriqueña del entre siglos y la clase obrera. Comienza el autor ubicándonos en la división sufrida en el seno del “Partido Autonomista”, fundado en Ponce en 1887, entre aquellos que promovían la autonomía política y aquellos que promovían la autonomía administrativa del país respecto a España. Entre Luis Muñoz Rivera y José Celso Barbosa, líderes en aquel partido, la diferencia estribaba en el rechazo del segundo a una relación autonómica con España vinculando el destino de Puerto Rico a los partidos políticos españoles, “y menos a monárquicos”. Muñoz Rivera, era favorecedor de un pacto con el “Partido Liberal Fusionista”, dirigido en España por Práxedes Mateo Sagasta. Muñoz Rivera logró en 1896 que el “Partido Autonomista” acordara realizar gestiones o alianzas con dicho partido peninsular, lo que se consuma luego de la visita de una delegación autonomista a España para sostener negociaciones con el “Partido Liberal Fusionista”.
El acuerdo entre los dos partidos fue suscrito el 12 de enero de 1897 y ratificado en Puerto Rico por una amplia mayoría de votos en asamblea llevada a cabo durante los días 12 y 13 de febrero de 1897. Tras la decisión, Barbosa abandonó la asamblea señalando que era un “retroceso en el orden de las ideas.” El “Partido Autonomista” a partir de esta Asamblea pasó a llamarse “Partido Liberal Fusionista Puertorriqueño”. Barbosa organizaría el “Partido Autonomista Ortodoxo”, llamado también “Partido Puro y Radical”.
El gobierno establecido por la Carta Autonómica fue de breve duración. Sin embargo, la actitud del gabinete del gobierno autonómico hacia los esfuerzos llevados a cabo por Santiago Iglesias Pantín para la organización de los trabajadores, aspirando a tener representantes suyos en la Cámara de Delegados y los municipios, estableció una clara línea de colisión entre los intereses obreros y los del Gobierno Autonómico.
Nos indica el autor que mientras se llevaba a cabo la instalación del Gobierno Autonómico, se desarrolló una manifestación obrera bajo la consigna “Reivindicación de la clase obrera, Libertad y Justicia, Ensayo Obrero.” El 20 de octubre de 1898 quedaría constituida la Federación Regional de los Trabajadores de Puerto Rico, de la cual tras una división el 18 de junio de 1899, surgiría la Federación Libre de los Trabajadores de Puerto Rico y el “Partido Obrero Socialista”. Muy pronto se iniciarían los acercamientos orgánicos entre la Federación Libre de los Trabajadores de Puerto Rico y la American Federation of Labor (AFL).
Para las elecciones de 1902, el “Partido Obrero Socialista” (POS) llegó a un entendido con el “Partido Federal” dirigido por Muñoz Rivera cuyo propósito fue enfrentar al “Partido Republicano”. El acuerdo posibilitaba la inclusión de al menos dos dirigentes del POS a la Cámara de Delegados.
En 1904 se produjo la visita del presidente de la American Federation of Labor (AFL) de los Estados Unidos, Samuel Gompers, a Puerto Rico. En ocasión de la visita se da una reunión con el liderato del “Partido Unión de Puerto Rico” y la Federación Libre de los Trabajadores de donde surge un entendido entre ambas organizaciones, que lleva a seis candidatos socialistas en las elecciones siguientes a la Cámara de Delegados.
El desarrollo de importantes huelgas entre 1905 y 1906 colocan, por consideraciones de clase, en línea de colisión, a José de Diego y Santiago Iglesias Pantín, dirigente de la Federación Libre de los Trabajadores. Esto trajo como resultado la negativa del “Partido Unión de Puerto Rico” a admitir en su boleta electoral para las elecciones de 1906 a tres candidatos provenientes de las filas de la Federación Libre de los Trabajadores. Lo anterior dio paso a que, en lugar de inscribir al Partido Obrero Socialista, “lo hicieron bajo la denominación de Federación Libre”, violentando así una determinación tomada previamente durante el Tercer Congreso de la Federación Libre en junio de 1905. Esta decisión desató al interior de la Federación Libre de Trabajadores un intenso debate.
El Capítulo II lo titula el autor Obrerismo y política obrera en Arecibo. En él se describe el desarrollo económico alcanzado por el municipio, y junto con éste, colocar la industria azucarera como el rubro de mayor producción municipal. Desde finales de 1898, ya se daban diversos esfuerzos organizativos por parte de la Federación Regional de Trabajadores de Puerto Rico hacia los trabajadores de este sector y de otros oficios. En Arecibo en particular, se había organizado el Capítulo de la “Villa del Capitán Correa”, formado por 10 uniones de distintos oficios. La Federación Libre de Trabajadores propiamente, quedó organizada en Arecibo el 8 de junio de 1899.
Sobre el particular el autor indica lo siguiente:
“Con la determinación de organizar los obreros agrícolas rurales, según acordado en el Segundo Congreso Obrero, celebrado en 1903 en Ponce, y la elección de seis delegados socialistas a la Cámara en 1904, la Federación Libre entró al cañaveral buscando aumentar su fuerza. Esta acción encontró terreno fértil en Arecibo—donde a mediados del mes de enero de 1905—comenzaron a brotar los primeros descontentos en la industria azucarera. Ello motivó a la FLT a organizar una serie de reuniones por los distintos barrios del pueblo para comenzar una campaña de reorganización obrera.”
Concluidas exitosamente las huelgas en el sector cañero entre 1906 y 1913, se desarrollaron también las huelgas del sector de los tabaqueros. Las del sector azucarero, sin embargo, “llevó a los socialistas al convencimiento de que la actividad política no podía reducirse a alianzas y búsqueda de amigos o enemigos en los partidos burgueses, sino que la defensa de los trabajadores tenía que ser llevada por ellos mismos mediante un partido de clase.”
Fue allí, en el municipio de Arecibo, donde surgiría el “Comité de Representación Obrera no Partidista”, que es lo que llevará a la Federación Libre de Trabajadores a participar en las elecciones de 1906 como “Partido Federación Libre.” Sería Arecibo, indica el autor, “la incubadora de la militancia obrera”, dado que fue en este municipio donde mayor número de votos obtuvo el “Partido Federación Libre”.
En el marco de lo que fue su Sexto Congreso Obrero, la Federación Libre de los Trabajadores adoptó una resolución para retirar su participación en la papeleta electoral a nivel isla, aunque permitía la participación electoral a nivel local. Existiendo condiciones para un esfuerzo electoral local, el “Partido Obrero” asume tal derrotero en el municipio de Arecibo.
El Capítulo III el autor lo llama La política municipal arecibeña y el Partido Obrero, 1910-1912. Parte de este capítulo gira en torno a la persona de Manuel Pérez Avilés, político unionista de gran raigambre en Arecibo, amigo y colaborador desde antes de 1898 de Luis Muñoz Rivera. A partir de 1905, Pérez Avilés gana la alcaldía de Arecibo y su reelección subsiguiente. Para las elecciones de 1910 en Arecibo se había organizado el “Partido Obrero de Arecibo”. En el municipio existía también como partido local, el “Partido Demócrata”, una disidencia local del “Partido Unión de Puerto Rico”.
Nos indica el autor que “desde el mes de agosto el ‘Partido Obrero’ había manifestado públicamente que iría a las urnas con candidatura propia”; sin embargo, más tarde, el periódico republicano El Tiempo, anunció un acuerdo entre el “Partido Obrero de Arecibo” y el “Partido Demócrata” para candidaturas conjuntas en las elecciones. Una semana antes de las elecciones, se anunció que también el “Partido Republicano” estaría votando por tales candidaturas a cambio de que los afiliados a estos dos partidos locales votaran por su candidato a Comisionado Residente. Si bien los unionistas con Pérez Avilés volvieron a ganar las elecciones, el “Partido Obrero de Arecibo” llegó en segundo lugar.
Para las elecciones de 1912 se enmendó la Ley Electoral estableciendo un mecanismo para proveer la representación de minorías en cada distrito electoral. Así las cosas, cada partido, ante la posibilidad de elegir cinco delegados por distrito, sólo podía nominar un máximo de cuatro candidatos.
En estas elecciones, el Partido Obrero, con el respaldo de la Federación Libre de los Trabajadores, se proyectó como partido político dentro del “distrito electoral” de Arecibo; es decir, más allá de la demarcación territorial municipal. No obstante, una vez más los unionistas ganaron nuevamente las elecciones.
En el Capítulo IV, titulado De la ruptura unionista al Partido Obrero Insular: las elecciones de 1914, Colón González señala las nuevas circunstancias prevalecientes a nivel nacional en seno unionista:
“…A nivel insular, el Partido Unión de Puerto Rico también enfrentaba sus dificultades. Por un lado, había perdido a parte de sus fundadores, quienes, ante la frustración de la Ley Foraker y la resistencia del partido en reclamar la independencia para la isla, firmaron y publicaron un manifiesto a principios del mes de febrero de 1912. A través de este, exigían al Congreso de Estados Unidos definir la condición política del país entre fórmulas no coloniales. La iniciativa tuvo como resultado la fundación de un nuevo partido: el Partido de la Independencia de Puerto Rico ‘para defender y propagar dichos fines.’ Por otro lado, comenzaba a experimentar un debilitamiento político,–interno y externo—producto de las disidencias y de la decepción de la clase trabajadora ante el incumplimiento de sus promesas de justicia social.”
Un año antes, también habían surgido diferencias entre la Federación Regional y la Federación Libre de los Trabajadores, éstas producto del apego de los dirigentes de la Federación Regional con el “Partido Unión de Puerto Rico” bajo el liderato de José de Diego. A lo anterior se suma en Arecibo una nueva fisura por la alcaldía de este municipio entre el incumbente Pérez Avilés y del Dr. Francisco M. Susoni. En el proceso de primarias llevado a cabo, este último derrota en primarias al primero. Posteriormente los seguidores de Pérez Avilés se organizarían de cara a las elecciones como “Mayoría Unionista” para disputar la alcaldía, aunque posteriormente se registraron para también para designar candidatos a Comisionado Residente y candidatos a la Cámara de Delegados.
El proceso electoral en el país coincidió también con una huelga de tabaqueros. Esta huelga se prolongó por varios meses. Tras una segunda visita a Puerto Rico por parte de Samuel Gompers, según indica Colón González, “un grupo de ciudadanos, militantes del ‘Partido Obrero de Arecibo’ inscribieron en la Secretaría de Puerto Rico el “Partido Obrero Insular (POI)”. El POI compareció en las elecciones de 1914 postulando candidatos para Comisionado Residente, delegados a la Cámara de Delegados en Arecibo, Utuado, Manatí y Jayuya; para alcalde de Arecibo; para miembros del Consejo Municipal; y para miembros de la Junta Escolar.
En estas elecciones surge la figura política de Enrique Landrón Otero, quien provenía del “Partido Demócrata”, como candidato a alcaldía de Arecibo. Landrón Otero había sido el administrador de la Central Cambalache de Arecibo, sin embargo compite como candidato del Partido Obrero Insular en dicho municipio. Las pugnas y divisiones entre las facciones unionistas facilitaron, con el apoyo republicano, el triunfo del Partido Obrero Insular (POI) en Arecibo. Como indica el autor, sería la primera vez en nuestra historia que a partir de enero de 1915, “un municipio sería administrado por los socialistas”.
En el Capítulo V, titulado La administración de los obreros socialistas y el ‘despojo’ político y administrativo, José Luis comienza su narrativa haciendo referencia al “estilo de gobierno” que Landrón Otero introduce como experiencia de gobernanza. Indica que siendo esta “la primera administración socialista en Arecibo y en la Isla, el tema de las clase trabajadora estaba presente en la formulación de la política pública local. Una de las primeras acciones fue la radicación de una ordenanza para regular los salarios de los que trabajaban en obras municipales—por administración o por contrato–. Aún así, también enfrentó huelgas de parte de los trabajadores azucareros a nivel nacional y la represión por parte del gobierno”.
Haciendo un juicio valorativo de sus ejecutorias como alcalde, José Luis indica que las gestiones de Landrón Otero “ganaron adeptos en materia administrativa y política con sus correligionarios y con los trabajadores. Aún así, lamentablemente, cedió a la trampa del patronazgo político y de politiquería, uno de los factores más detrimentales del servicio público puertorriqueño.”
En 1915 se efectuó el Octavo Congreso de la Federación Libre de los Trabajadores y la Convención del Partido Obrero Insular. Ambos eventos, aunque separados, fueron llevados a cabo en Cayey. Allí salieron a relucir importantes discrepancias entre Santiago Iglesias Pantín y otro de los más importantes dirigentes obreros de Arecibo, quien se desempeñaba como Secretario Municipal, Esteban Padilla. La visión de Padilla, al igual que la de Manuel F. Rojas, Secretario General del POI, era desarrollar y organizar en todos los municipios el Partido Obrero Insular. Rojas propuso, además, que el POI se afiliara al Partido Socialista de los Estados Unidos y el cambio del nombre de la organización política por “Partido Socialista”, algo con lo que Padilla tenía sus reservas. Rojas criticó que el POI en Arecibo se hubiera unido electoralmente con los republicanos. Ambos aspectos de la propuesta de Rojas, sin embargo, fueron aprobados. Se acordó también que el Partido Socialista sería el brazo político de la Federación Libre de los Trabajadores.
Situaciones ajenas al debate electoral en el seno del ahora Partido Socialista en Arecibo, antes POI, debido a la renuncia del alcalde Landrón Otero y lo relacionado con la sucesión ante la vacante, dispararon otra lucha interna. Esta vez giró en torno a la sustitución del alcalde renunciante. Indica Colón González que los unionistas reclamaban “con la renuncia del alcalde Enrique Landrón, la disolución del pacto socialista-republicano” y que ante la transformación del “Partido Obrero Insular” en el “Partido Socialista”, el POI era inexistente y, por lo tanto, “le correspondía a la Unión cubrir la vacante por ser el partido activo que más votos obtuvo en la pasada elección.” Por otra parte, también existían diferencias en el interior del POI de quién debía ser el sucesor de Landrón.
Si creíamos que al presente los procesos electorales son objeto de manipulación política, lo sucedido tras la dimisión de Landrón Otero y el manejo para su sustitución no es muy ajeno a lo que al día de hoy es el manejo de las sucesiones en los partidos políticos tradicionales, en específico aquellos de la alternancia.
Resulta que un sector del POI impulsaba un consejal que había sido electo por los obreristas en 1914 pero que nunca tomó posesión del cargo; ante otro consejal apadrinado por Santiago Iglesias Pantín. Cuatro días después de la renuncia de Landrón Otero y al día siguiente del Secretario anunciar la renuncia de éste, el presidente del Consejo Municipal y alcalde interino, Manuel Viñas Caamaño, presentó también su renuncia al puesto de alcalde interno y consejal. El Consejo procedió a nombrar temporalmente otra persona. Luego de lo anterior, Viñas reconsidera su renuncia y deja en suspenso la misma por 15 días. En reunión efectuada el 29 de noviembre de 1915 el Consejo Municipal acepta la renuncia de Viñas como consejal y presidente del Consejo y eligen un nuevo presidente del cuerpo.
Sin embargo, el 16 de diciembre de 1915 el presidente del POI recibe una comunicación de parte del Sr. Martín Travieso, Secretario de Puerto Rico, indicándole que por instrucciones del gobernador ninguna de las personas consideradas para la posición de alcalde tenía las condiciones necesarias para ocupar el puesto. Más adelante el 10 de enero de 1916, el entonces Secretario de Puerto Rico, Rafael Siaca Pacheco le notifica al Consejo Municipal que precisamente Viñas Camacho, habiendo reingresado al “Partido Unión de Puerto Rico” luego de abandonar el POI, había sido designado por el Gobernador Yager alcalde de Arecibo. El 11 de enero de 1916 Viñas Camacho toma posesión de la alcaldía de Arecibo, marcando así el regreso unionista al poder municipal.
Indica José Luis que en un “período de seis meses la administración obrero-socialista, el “Partido Obrero Insular” y su máximo líder, Esteban Padilla, vivieron y sufrieron el despojo y desmantelamiento de un proyecto que, aunque tambaleante, abrió caminos, hizo historia y facilitó la consolidación de la lucha política de los trabajadores.”
Como indicamos al comienzo al citar al compañero Félix Córdova en su prólogo, los “errores políticos pueden convertir una victoria en una derrota. No obstante, si no se ha perdido la brújula, sí se interpretan correctamente los signos de la historia, esas dos fases del proceso, victoria y derrota, pueden transformarse en sólidos pasos de avance en la capacidad organizativa de la clase trabajadora.”
Nos dice José Luis Colón González que la semilla sembrada en Arecibo germinó en elecciones subsiguientes de 1917 y 1920 con el triunfo del Partido Socialista en una docena de municipios. Podríamos hablar también de los primeros años del Partido Popular Democrático, de la propuesta económica y social de los años 1972 y 1976 del Partido Independentista Puertorriqueño; o del programa socialista del Partido Socialista Puertorriqueño para estos años; o más adelante, del Partido del Pueblo Trabajador e incluso, hoy, del Movimiento Victoria Ciudadana.
Esto, sin embargo, tendrá que formar parte de otra agenda de investigación de la cual José Luis quizás en el futuro, tenga algo que decirnos.
Muchas gracias.