Desde el Comité del Festival Antonia repudiamos la carta circular R-2425-17 emitida por el Presidente de la Universidad de Puerto Rico donde se ordena el cese de admisiones a 64 programas académicos en 10 de los 11 Recintos del sistema universitario. Esto se hace justo en el momento en que se ha confeccionado una Guía para la moratoria, reinicio y cierre de programas académicos de la UPR, documento no circulado aún, pero al que hemos tenido acceso. La situación nos impone el deber de hacer un llamado a defender la permanencia de estos programas académicos, así como los empleos que ellos generan, pues esto supone otra claudicación de la institución ante los dictados del mercado y el abandono de su deber ministerial como institución pública: proveer una educación universal a la población más allá del cálculo de dólares y centavos. También nos vemos en la obligación de plantear el contexto en el que se enmarca esta decisión de la administración universitaria, pues no se trata de un caso aislado.
Desde hace algunos años se viene gestando la transformación del proyecto universitario tal y como lo conocemos para darle paso a la universidad neoliberal: una universidad administrada como una empresa privada, medida por el racero de su “rentabilidad” y de la demanda de sus “clientes”, que sólo responde a los intereses del mercado y no a su deber de educar las futuras generaciones del país. Las medidas que se vienen tomando en la UPR bajo las presiones de la Junta de Control Fiscal y las pasadas administraciones PNP han sido pasos en esa dirección: los constantes aumentos en el costo de matrícula, las privatizaciones parciales, el cierre de bibliotecas y seminarios, la consolidación de servicios administrativos, la congelación de plazas y la precarización de los trabajadores (tanto docentes como no docentes) son algunos ejemplos de ello. El problema básico de este proyecto universitario es que la educación será tan costosa que sólo servirá a las élites pudientes del país y del extranjero; mientras el resto del pueblo, especialmente sus clases trabajadoras, sus sectores racializados y marginados, verán cerrado su acceso a una educación universitaria.
Todo este proyecto viene materializándose a través de la administración universitaria, por eso planteamos que existe un problema de fondo que tiene que ver con la gobernanza de la institución. Pues las decisiones de cómo funciona el sistema UPR no las tomamos los que diariamente nos educamos y trabajamos en ella; sino agentes externos a la misma, que responden a intereses empresariales y político-partidistas.
Desde el Comité del Festival Antonia creemos firmemente que si los sectores adinerados y poderosos empujan su proyecto universitario, nosotros también debemos empujar nuestro proyecto universitario. Creemos en una universidad cuyo fin inclaudicable sea proveer un servicio esencial a la sociedad: una educación gratuita, universal y de excelencia a las futuras generaciones del país, sin importar clase social, raza, orientación sexual o credo, porque la educación es un derecho, no un privilegio. Por eso queremos dejar de la manera más clara y meridianamente posible cómo vemos lo que aquí está pasando: de un lado de la barricada estánlos que quieren arrebatarnos la universidad y del otro estamos los que debemos resistir y empujar nuestra transformación universitaria.
Por todo lo anterior, nos reiteramos en la posición que venimos sosteniendo desde agosto: urge la conformación de un Frente Universitario que abarque los distintos sectores que componen la comunidad universitaria (estudiantes, profesores y trabajadores) para resistir y luchar contra las políticas neoliberales. La convergencia en un frente tendría la capacidad de masificar la lucha y encauzar nuestros reclamos unidos y con mayor contundencia, pues juntos somos más fuertes. Definitivamente habrá diferencias como al interior de todo Frente constituido, pero el contexto es urgente y amerita que podamos sobrepasar los impases y avanzar en las luchas que nos unen. Debemos también estrechar lazos con los otros recintos y encauzar un Frente Universitario Nacional donde todos tengan participación: ese fue uno de los grandes aciertos de la huelga del 2010. Por último, creemos que debemos insistir en una Reforma Universitaria que deposite las decisiones de la institución exclusivamente en la comunidad universitaria, pues al fin y al cabo la universidad somos nosotros, los que día a día nos educamos y laboramos en ella, no los escogidos a dedo por intereses politico-partidistas y empresariales para que la administren como una empresa privada.
Hacemos un llamado a toda la comunidad universitaria a conformar este Frente, a participar de los plenos, reuniones, asambleas, piquetes, que se llevarán a cabo en los siguientes días. ¡A luchar, que la universidad somos nosotros!
