El capitalismo mundial tiene graves dificultades. Pasados 16 años y algunos meses desde la crisis de 2008, aún persisten los problemas estructurales. La situación mundial está dominada por una enorme inestabilidad económica, política, social y militar. La desaceleración de China, la crisis en Europa, la enorme montaña de deuda pública, la inflación, el proteccionismo económico, las guerras imperialistas y el cambio climático son algunos de los factores que exponen los límites del capitalismo y la tendencia hacia una nueva recesión mundial.
La clase obrera está llevando adelante una lucha internacional ya que el peso de la crisis capitalista está siendo descargado en mayor medida sobre la clase trabajadora en todos los países. Esto se traduce en ajuste para los trabajadores y ganancias para unos pocos.
Una realidad que se agrava en países de capitalismo atrasado como Argentina, ya que los países imperialistas están imponiendo medidas draconianas de ajuste a través de la trampa de la deuda, como ocurre con el FMI. Para 2025, Argentina, entre bonos, deuda en moneda extranjera de las provincias y pagos a organismos internacionales, debe afrontar vencimientos por aproximadamente USD 21.506 millones. Los organismos internacionales probablemente refinanciarán sus créditos, como dejó entrever Kristalina Georgieva, siempre a costa de más endeudamiento y ajuste que garanticen su dominación política y sus negociados.
El acuerdo de Argentina con el FMI, junto a más dólares que Milei pretende obtener gracias al apoyo político del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, podrá evitar el default momentáneamente, a costa preparar un default más grande en el futuro, exacerbando la tendencia a una explosión social.
El gobierno de Javier Milei viene realizando un brutal ajuste fiscal y económico, además de representar una fenomenal transferencia de ingresos de los bolsillos de los asalariados y jubilados hacia las arcas de las grandes empresas, que ven acrecentar sus fortunas. Este dinero también es utilizado para el pago de la deuda pública y la timba financiera. No en vano, el sector de la intermediación financiera ha experimentado un jugoso incremento en su facturación, que se multiplicó por siete.
El “equilibrio fiscal” del que habla el gobierno no solo se logró a base de un aumento colosal de la deuda pública, sino también a partir del recorte a las jubilaciones y pensiones, la obra pública, las prestaciones sociales, los subsidios, el ajuste de las transferencias a las provincias y el gasto en universidades. Un gobierno que, por decreto y gracias al apoyo del conjunto del régimen político que sostiene la gobernabilidad, avanza en la destrucción de la salud, el empleo y la educación.
El sentimiento de triunfalismo que invade a Milei tiene pies de barro, ya que no solo se basa en la destrucción de las fuerzas productivas, sino en una vieja política que pone al gobierno a caminar al borde de un precipicio con los ojos vendados: La bicicleta financiera.
La producción industrial acumuló una caída del 12,7% en los primeros nueve meses de 2024 respecto al mismo período de 2023. Mientras que, la construcción registró una disminución interanual del 24,8% en septiembre de 2024. El comercio, durante el primer semestre de 2024, tuvo una caída interanual del 15,7%. Todo esto intenta ser compensado por Luis Caputo, al igual que en 2018, cuando fue funcionario de Macri, a través del Carry Trade. El “Messi de la timba” lo está haciendo de nuevo.
La apuesta a esta vieja receta aplicada ya por Martínez de Hoz bajo la dictadura, Menem y Macri, se basa en cambiar dólares por pesos, obtener altos rendimientos en moneda local con un tipo de cambio estable y luego volver a dólares para recoger las ganancias. Este esquema económico depende en gran medida del contexto internacional, que como señalamos es extremadamente volátil. Esto hace que el carry trade tenga una sostenibilidad precaria a largo plazo. Sin dólares no hay paraíso liberal.
La política “libertaria” consiste en apostar todo a los mercados financieros, generando una enorme burbuja especulativa en torno a los bonos argentinos.
Como mencionamos, Argentina, desde 1976 hasta la actualidad, ha atravesado varios períodos en los que su economía quedó a merced de la bicicleta financiera. Todos ellos culminaron en crisis abruptas con consecuencias devastadoras para la clase trabajadora.
Caputo y Milei han logrado generar un clima de euforia, ofreciendo ganancias fáciles para los ricos a fuerza de acumular contradicciones explosivas. La desaceleración de la inflación, el dólar pisado y el riesgo país a la baja no anuncian una recuperación económica, sino que presagian una calma engañosa, atada con alambre.
La calma que ofrece Milei a los trabajadores es la calma de los cementerios. En diciembre del año pasado, según números oficiales, una familia con dos hijos necesitó más de 1 millón de pesos para no ser pobre, mientras que el salario promedio fue de $640.470. El 40% que menos gana percibe, en promedio, $233.428. Un obrero metalúrgico recibe un salario inicial de $727.823.
En el “país de la carne”, el consumo de carne vacuna por habitante, hasta octubre de 2024, se encuentra en el peor nivel en 28 años. El consumo de leche cayó un 17,6% en el primer cuatrimestre de 2024. Hay 6.996.384 menores de 14 años que no logran cubrir sus necesidades básicas, según un informe del Indec correspondiente al primer semestre del año pasado.
La “baja de la inflación”, que cerró el año en 117,8 por ciento, se explica por una combinación de políticas de ajuste fiscal y monetario, controles cambiarios que mantienen el dólar pisado y una disminución en la demanda de consumo en el marco de la recesión económica precipitada por el ajuste brutal.
El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional hablan de una muy optimista “perspectiva de recuperación” del 5% del PBI para 2025, sin preocuparse, por supuesto, de hacer una distinción entre lo que va a los trabajadores como salarios y lo que se queda el capital como ganancias. Así, ocultan las desigualdades y cómo el sistema favorece a los de arriba. Tampoco distinguen entre los sectores ganadores, ligados al imperialismo, y los sectores perdedores relacionados con la producción nacional orientada al mercado interno o vinculados al Estado como proveedores en el sector de la construcción. Si hubiera una recuperación parcial y frágil tras la recesión de 2024, que implicó una caída del 3,5%, esta podría empujar a los trabajadores a la lucha para recuperar lo perdido sobre la base del respiro que significaría una pequeña recuperación económica.
A su vez, la reciente e incipiente crisis agraria, desatada por la declaración parcial de cesación de pagos de los capitalistas del agronegocio, como Agrofina y Los Grobo, abre un escenario de quiebras en el sector que representa “el alma de la economía nacional”, según el propio Milei. Los “héroes” del campo reclaman una reducción significativa y permanente de las retenciones a la exportación y una devaluación de la moneda para compensar la caída internacional del precio de la soja. Sin embargo, las consecuencias inflacionarias de ceder ante las exigencias de los agroempresarios atentaría directamente contra el programa oficialista, organizado fundamentalmente en torno al capital político que le ha otorgado la desaceleración de la inflación en un contexto de descrédito de los partidos mayoritarios. Este capital político, que ha generado un apoyo expectante de un sector de la clase trabajadora, pretende ser utilizado por Milei para obtener un triunfo en las lejanas elecciones de octubre de este año.
Caputo rápidamente anunció que recibirá a los referentes del sector agropecuario al regresar de la gira del presidente Javier Milei y, luego de reunirse con los gobernadores Pullaro, Frigerio y Llaryora, cedió a las presiones y anunció una baja de las retenciones para las patronales del agro, de manera “temporal” hasta junio. En el caso de la soja pasarán de 33% a 26%. Ante la promesa del propio presidente en la Rural de avanzar con la eliminación de las retenciones, aclaró: “No podemos hacerlo ahora de manera permanente porque no tenemos los recursos”. Esto no representa tanto una “muestra de solidaridad” con la oligarquía terrateniente y las empresas transnacionales agroexportadoras, cómo dijo el Ministro de Economía, sino una concesión ante la desesperación por parte del gobierno para que el “campo” liquide la cosecha y libere los dólares que tanto necesitan Milei y Caputo.
Las contradicciones entre el programa del gobierno y los intereses de distintos sectores de la clase dominante comienzan a agudizarse. El RIGI a su vez genera tensión con algunos sectores de la burguesía nacional, que ven en este programa de incentivo a los grandes capitales internacionales la intención de debilitar a las patronales argentinas, y avanzar en la reprimarización de la economía en beneficio del imperialismo. “A veces siento que hay un cierto menosprecio al capital nacional” se quejó el dueño de Aluar y presidente de Fate. El gobierno intenta contener este malestar ofreciéndoles a las patronales la tan ansiada reforma laboral. A pesar de que el capital se benefició como clase, ya que los dueños de un patrimonio en dólares, de una u otra forma, ganaron, dentro del bloque mileísta existen contradicciones que, en algún momento, podrían estallar. Aunque por ahora el bloque patronal se mantiene abroquelado detrás de Milei.
Frente a este escenario, las patronales han impulsado una serie masiva de despidos en la industria. En Villa Constitución, provincia de Santa Fe, la respuesta obrera no se hizo esperar, el paro total de la producción torció el brazo de la patronal Acindar, que tuvo que retrotraer las suspensiones y despidos.
En Buenos Aires los obreros del Frigorífico Regional General Las Heras, uno de los más importantes de la Argentina, tomaron recientemente su lugar de trabajo debido a la falta de pago de salarios desde noviembre, incluyendo el aguinaldo y las vacaciones. La planta está paralizada desde hace más de 35 días.
Por su parte los trabajadores y trabajadoras del Hospital Laura Bonaparte reanudaron, este 15 de enero, la lucha contra los despidos y el vaciamiento. Con la consigna “vaciar es cerrar” el personal del hospital convocó a una masiva movilización a las puertas del hospital.
Además, cientos de miles más luchan como pueden, lo que contrasta con la actitud de las direcciones de las centrales obreras. Por un lado, la cúpula de la CGT acompaña al gobierno para defender sus fabulosas cajas y privilegios. Por otro lado, la dirigencia de la CTA impulsa una política de conciliación de clases que la mantiene atada a la dirigencia del peronismo, atravesada por la disputa entre CFK y Kicillof, mostrando solo las elecciones de 2025 y 2027 como la única alternativa a la masacre social de Milei. Debemos explicar pacientemente, a la base, que justamente fué la política de conciliación de clases la que allanó el camino a la ultraderecha.
La crisis de dirección de la clase trabajadora, queda de manifiesto en la voluntad de lucha de los de abajo para rechazar al ajuste, y el papel de las burocracias sindicales y políticas que, por diferentes motivos, obturan la lucha.
Para los comunistas, la tarea actual consiste en luchar dentro de los sindicatos existentes contra la burocracia sindical mediante una oposición clasista y revolucionaria. Combinándolo con el trabajo fuera de los sindicatos, allí donde las masas de la clase obrera se movilicen y participen activamente en el surgimiento de asambleas autoconvocadas que salten por encima de sus direcciones burocráticas.
Nuestro objetivo es que gobierne la clase trabajadora. Para ello, debemos derrotar no solo a Milei, sino también a los capitalistas, sus partidos patronales y su Estado. De lo que se trata para la izquierda es conectar las luchas inmediatas de la clase trabajadora con una perspectiva de poder obrero, lo que implica derrocar al capitalismo. Fuera de este enfoque, la agitación por “un programa socialista” se vuelve abstracta.
Necesitamos construir un partido revolucionario capaz de llevar adelante estas tareas, que son las únicas que pueden poner fin al ajuste que la clase dominante pretende imponer. Mientras el poder económico, del que emana el poder político de los capitalistas, siga intacto, será utilizado en la guerra que la clase dominante ha desatado contra la clase obrera, los trabajadores y la juventud, para mantener sus ganancias.
¡No hay tiempo que perder!