En la medida en que la clase patronal se hizo consciente de que las fuerzas del cambio podrían tener una expresión contundente en los resultados de las elecciones generales celebradas recientemente, como ciertamente se ha hecho evidente, no vacilaron en reforzar las medidas para continuar asegurándose el control sobre el Gobierno que les permite adelantar sus particulares intereses de clase.
En conjunto con los tradicionales donativos a candidatos y partidos que las empresas hacen individualmente, en esta ocasión se lanzaron a una ofensiva mediática mucho más notable y agresiva. El Súper Pac de Empresarios denominado Democracia es Prosperidad, que agrupa a unas 100 empresas, hizo campaña directa, no coordinada, para candidatos de los partidos Popular Democrático, Nuevo Progresista y el Proyecto Dignidad a la Cámara de Representantes y al Senado de Puerto Rico. Además produjo y emitió mensajes de ataque directo a la Alianza integrada por el Partido Independentista Puertorriqueño y la formación política Victoria Ciudadana.
Propaganda del Super PAC patronal Democracia es Prosperidad
Con un presupuesto de unos $2.4 millones, su exposición mediática comparó favorablemente con los niveles de saturación de la campaña desarrollada por la eventual ganadora de la candidatura a la posición de Gobernador, Jennifer González. Hasta el momento de la redacción de esta nota la inversión hecha por la clase patronal logró garantizarse 12 representantes directos de sus particulares intereses de los 18 que respaldó.
Esta representación le asegura, tanto en la Cámara de Representantes, como en el Senado, la consideración favorable de las medidas anti obreras que pretendan impulsar durante el presente cuatrienio, así como una oposición articulada a los esfuerzos que pueda impulsar la clase trabajadora en su lucha por recuperar los derechos y conquistas que le han sido arrebatados y en la búsqueda de mayor justicia social y económica.
La lección para la clase trabajadora, tanto la organizada sindicalmente como el amplio sector en el sector privado de la economía que espera por la acción efectiva de las Uniones, es la necesidad de actuar concertadamente y con los recursos económicos necesarios, para contrarrestar la avasalladora fuerza del capital con la efectividad que tiene la mayoritaria clase trabajadora cuando actúa de forma consciente y organizada. Se hace imperativo trabajar desde el primer día para poder oponer una fuerza y una organización superior a la que hoy proyecta la clase patronal si de verdad queremos ver cambios significativos en el desarrollo de nuestro país y en la calidad y las condiciones de vida de la familia trabajadora puertorriqueña.
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Es fundamental, en la presente coyuntura, analizar serenamente las oportunidades que nos brindan los pasos de avance que los trabajadores hemos alcanzado en el reciente proceso electoral. Hay que reconocer el valor de la unidad de propósitos expresado en las urnas por un pueblo cansado de ser abusado. Tenemos que hacer efectivo y profundizar los altos niveles de madurez política alcanzada por amplios sectores del país al romper líneas partidistas, el reconocimiento que se ha hecho de la necesidad de cambios estructurales profundos, la clara identificación de un nuevo liderato, y la superación de los miedos inculcados y explotados por los enemigos del verdadero progreso.
Hay que reconocer y calibrar adecuadamente la contradicción que representa la continuidad en la administración colonial de uno de los extremos del bipartidismo que ha prevalecido por décadas en el país. Tampoco podemos cerrar los ojos al respaldo obtenido por el candidato a Comisionado Residente, un apoyo mayor que el recibido por la candidata a Gobernadora, perteneciente al otro extremo del bipartidismo. Tampoco podemos dejar fuera de ese análisis el segundo lugar ocupado por el candidato de la Alianza. En la medida que avance el análisis del proceso electoral, cuando se tengan todos los resultados finales, la nueva realidad política que prevalece en el país se hará más que evidente.
Es fundamental que empeñemos nuestro tiempo y nuestros recursos en el estudio y la comprensión de los obstáculos que hacen pertinente la formulación y explicación detallada de nuevas estrategias para corregir viejas deficiencias dirigidas a superar la visión pesimista que solo nos permite ver el vaso medio vacío y magnificar las diferencias circunstanciales que nos dividen en beneficio de nuestros adversarios.
La realidad y la oportunidad llaman con urgencia a la formulación y puesta en práctica de un programa educativo y organizativo que, por los próximos cuatro años, ocupe el eje central de nuestro quehacer social para poder dar continuidad a lo que, por encima de toda la fuerza que ha empleado la clase patronal y sus partidos políticos, conduzca a la mayoritaria clase trabajadora a ser la protagonista del futuro de Puerto Rico.