La situación en Cuba es grave. Muy grave. Dramática. Desde las 11 de la mañana del viernes 18 de octubre se vive un apagón eléctrico general por la caída de la planta Guiteras, una de las dos mayores plantas termoeléctricas del país. A la hora de publicar esta nota, a primera hora del sábado 19, apenas se ha empezado a restablecer el servicio.
La presión sobre el sistema eléctrico venía aumentando desde hace días, semanas, con apagones de 3, 6, 12 horas en diferentes partes del país. El jueves 17 de octubre por la noche compareció el primer ministro Marrero para anunciar que solo se iba a poder cubrir el 50% de las necesidades de generación de energía del Sistema Eléctrico Nacional (un déficit de unos 1600 MW de los 3.300 MW que se requieren en hora pico).
Se declaró el cierre de todo el sistema educativo desde el viernes hasta el lunes, y en varias zonas del país se llamó a todos los trabajadores a quedarse en su casa. El 50% de la producción industrial está parada.
¿Los motivos? Hay causas inmediatas y motivos más de fondo. Entre las primeras, la falta de combustible, agravada ahora porque Venezuela ha decidido priorizar los envíos de combustible a Repsol y Chevron que pagan en efectivo. Por otra parte, la mayoría de centrales eléctricas tienen más de 40 años y requieren reparaciones urgentes.
El combustible Cuba lo tiene que pagar en divisas y las reparaciones también requieren fuertes inversiones.
Obviamente, detrás de esto está también la agresión imperialista contra Cuba que ha arreciado en los últimos años (desde la presidencia de Trump) y una serie de otros golpes externos a la economía cubana que han tenido un fuerte impacto negativo: el fin de la revolución venezolan; la llegada al poder de Bolsonaro que cortó el convenio con los médicos cubanos; la pandemia que cerró los ingresos por el turismo durante casi un año entero; el aumento general de los precios del combustible a nivel internacional.
La crisis económica provocada por esta concatenación de golpes externos, además, impide a Cuba tener acceso a las divisas necesarias para importar todo lo que necesita (alimentos, combustible, maquinaria, equipos, etc).
Pero es necesario decir con responsabilidad que las políticas emprendidas por la dirigencia cubana para lidiar con esta grave situación, lejos de resolverla, la han empeorado.
El intento de introducir una serie de medidas de mercado, el ordenamiento monetario que destruyo todavía más el poder adquisitivo del salario, la apertura de micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), lo único que han logrado ha sido aumentar la diferenciación social y la penetración de la lógica del capital que está minando a marchas forzadas la economía planificada cubana.
Eso afecta incluso a la cuestión del consumo eléctrico. Por ejemplo hay negocios privados, bares, hoteles, empresas de servicios de todo tipo, que consumen energía de manera exorbitada (en aire acondicionado, iluminación, neveras, etc), algunas con sus propias plantas generadoras, otras del propio SEN.
Es un agravio comparativo. Mientras los habitantes de los barrios populares soportan apagones eléctricos (por no hablar del corte del suministro de agua, en parte relacionado), los bares privados siguen funcionando con la temperatura interior gélida, para clientes que tienen el dinero para consumir.
Mientras los servicios estatales (incluyendo la sanidad, una de las joyas de la corona de la revolución) se deterioran (dejando en la práctica de ser gratuitos), vemos la existencia de hospitales para los sectores privilegiados de la burocracia y para los que se lo pueden pagar.
Desaparecen progresivamente los productos de los módulos, sin ninguna explicación, y lo mismo los productos de la canasta básica. Pero al mismo tiempo hay Mipymes privadas que gestionan la importación de contenedores de alimentos para venderlos en mercados a precios que solo unos cuantos se pueden permitir.
Peor que todo esto, hay una sensación generalizada que el avance desbocado del mercado, del capitalismo para llamar a las cosas por su nombre, beneficia también a personas que han acumulado capital o que tienen conexiones por la posición que ocupan en la burocracia estatal y en el partido.
Algunos denuncian abiertamente que hay un plan no declarado para restaurar el capitalismo por parte de sectores de la dirigencia, y hacen comparaciones con la caída de la URSS, cuando los dirigentes del PCUS se convirtieron de la noche a la mañana en capitalistas, mediante el expolio y el robo de la propiedad estatal.
Los últimos cinco años en que se han acelerado las medidas de concesiones al mercado han sido años en que las condiciones de vida de la mayoría se han deteriorado a una velocidad de vértigo, mientras unos cuantos se han beneficiado.
Se piden sacrificios a la mayoría, pero los que los piden no se los aplican.
Los métodos burocráticos del aparato del estado y el partido empeoran todo. En marzo de este año se «liberó de su cargo» al viceministro de economía (y arquitecto del fallido Ordenamiento) por «graves errores». Se prometió una «investigación a fondo». Nunca más se supo ni se informó.
La sensación que se crea es que fue usado como cabeza de turco del desastre económico. Si era un corrupto se debería informar de la naturaleza y los detalles de sus delitos y del castigo que se le impuso. Si se anuncian «graves errores» pero no se informa de cuales son ni que consecuencias tuvieron, la impresión que se da es más bien, que se están encubriendo.
No hay transparencia, ni rendición de cuentas. Cuando se informa, lo que se dice no da credibilidad porque no se corresponde con la realidad, o las promesas de mejoras no se cumplen y nadie explica el porqué.
El argumento de que criticar, sacar los trapos sucios al aire, explicar las cosas tal y como son por dura que sea la realidad «da armas al enemigo» es ridículo. El enemigo sabe muy bien cuál es la situación real (ellos son en gran medida responsables de la misma, la crean deliberadamente y miden al detalle el impacto de sus medidas). En realidad, la falta de transparencia es lo que da «armas al enemigo», ya que destruye la legitimidad de las instituciones y de la dirigencia y de rebote mina el apoyo a la revolución.
Esto ha llevado a una situación de creciente hastío entre la población, de profunda pérdida de legitimidad de la dirigencia.
Después de cinco años de retrocesos y sin ninguna expectativa de que las cosas vayan a mejorar, cientos de miles emigran en busca de una vida mejor. Según datos oficiales han llegado a EEUU en dos años 850.000 cubanos. La cantidad de los que han salido del país es obviamente mucho mayor.
Las protestas del 11J del 2021 fueron un aviso. En los últimos días y en los últimos meses han salido también a protestar los habitantes de las zonas más humildes al grito de «queremos corriente» «queremos agua».
Desde hace años, particularmente desde que empezaron las discusiones sobre la apertura al mercado, con un sector de la dirigencia cubana claramente deslumbrado por la vía China o Vietnamita, nosotros advertimos de los peligros (véase por ejemplo este artículo de 2009: 50 Años después ¿Hacia donde va la Revolución Cubana? o este de 2010¿A dónde va Cuba? ¿Hacia el capitalismo o el socialismo? ).
La introducción de medidas de mercado, en una situación de extrema debilidad de la economía planificada, y en un país pequeño, a cien millas de una potencia imperialista agresiva, rodeado de un mar de capitalismo, es algo que crea su propia dinámica de bola de nieve.
Pero ¿había alternativa? ¿Se podía haber hecho otra cosa?
En primer lugar, en lugar de presentar las medidas de mercado como la panacea que iba a «liberar las fuerzas productivas», hubiera sido necesario hablar claro. Algunos comparan estas medidas, para justificarlas, con la NEP de Lenin. Pero Lenin advirtió de los peligros, describió la NEP como un «retroceso necesario» y llamó a fortalecer el sector estatal de la economía y el control obrero. Justo lo contrario de lo que se hizo en Cuba.
Las dificultades a las que se enfrenta la revolución cubana se derivan de dos factores principales.
Uno, el aislamiento de la revolución. No hace falta explicar esto. El que tenga ojos que vea. Los dos períodos más boyantes para la economía de la revolución cubana fueron cuando existía la URSS (una relación económica que benefició enormemente a Cuba, aunque también introdujo importantes distorsiones políticas y de desarrollo económico), y en el auge de la revolución bolivariana (que aunque nunca llegó a abolir el capitalismo, proporcionó sin duda un balón de oxígeno, político y económico a la revolución cubana).
Una revolución victoriosa en cualquier país de América Latina serviría para reforzar la línea de flotación de la revolución cubana.
El segundo factor es interno: la existencia de una burocracia en el estado y el partido. O dicho de otra manera, la ausencia de la democracia obrera. El orígen de esta forma de gestión burocrática se puede trazar a la forma como triunfó la revolución, mediante una guerra de guerrillas dirigida por un pequeño grupo de hombres y mujeres. Las masas de trabajadores y campesinos apoyaron la revolución de manera entusiasta, pero no existieron organismos amplios a través de los cuales ejercieran el poder.
Por otra parte la influencia de la URSS estalinista, particularmente fuerte a partir de 1967-71, cuando se cierra el intento de extender la revolución internacionalmente y la dirigencia cubana decide echar su suerte con Moscú.
En Cuba hay muchas consultas, referendos y elecciones. Pero no existen mecanismo genuinos de participación con poder decisorio por parte de la clase obrera y el pueblo en la gestión de la economía ni el estado.
En Cuba la situación es grave. Muy grave. Dramática. No solo por la profundidad de la crisis económica, sino porque esta, combinada con la gestión burocrática del estado, ha llevado a una situación muy profunda de pérdida de esperanza y por lo tanto a la destrucción muy avanzada de la legitimidad de los mismos conceptos de la revolución y el socialismo.
Una derrota de la revolución cubana, la restauración del capitalismo en la isla después de décadas sería un desastre. Un desastre generalizado para las condiciones de vida de la mayoría y desde el punto de vista de la soberanía nacional. El capitalismo no sería el de un país capitalista avanzado como Suecia, sino el de una isla atrasada y dominada como Haití, o la República Dominicana. O como Puerto Rico donde la privatización eléctrica también ha llevado a apagones eléctricos y que es una colonia del vecino del norte. Sería también un desastre desde el punto de vista de la revolución internacional, un regalo a la propaganda contrarrevolucionaria imperialista y un factor de desmoralización de la lucha de los oprimidos de todo el mundo por su liberación.
El futuro de la revolución cubana se decidirá en la arena de la lucha de clases internacional. La tarea de los comunistas revolucionarios fuera de Cuba es la defender de manera incondicional (pero no acrítica) a la revolución cubana, denunciar las medidas tomadas por las potencias imperialistas para asfixiarla y sobretodo apresurar la construcción de una dirección revolucionaria que garantice el derrocamiento de las clases dominantes en nuestros propios paises.
La tarea de los comunistas revolucionarios en Cuba, y haberlos haylos y más de los que algunos pudieran pensar, es organizar la lucha por la defensa de la revolución, amenazada tanto por la contrarrevolución imperialista, como por la contrarrevolución que representa la burocracia y las medidas de mercado..
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Para hacerse una idea aproximada de la situación, las discusiones y el estado de ánimo en Cuba hoy, recomiento la visualización de este documental-entrevista a jóvenes revolucionarios cubanos:
Fuente: América Socialista