Los primeros meses de Dina Boluarte en la presidencia estuvieron marcados por el rechazo del pueblo trabajador y la demanda de nuevas elecciones generales, entre otros; sin embargo, lejos de hacer un llamado a la calma, el Gobierno optó por el uso de la fuerza.
Se reportó que 49 manifestantes y transeúntes fueron asesinados en el marco de las protestas ocurridas en las distintas regiones del Perú entre diciembre de 2022 y febrero de 2023. Esto debido a la dura respuesta de la Policía y las Fuerzas Armadas a las movilizaciones en contra de la asunción al poder de Dina Boluarte.
En el día central del aniversario de la independencia del Perú, el 28 de julio, la mandataria brindó su segundo mensaje oficial a la nación, y como respuesta, distintas delegaciones se movilizaron exigiendo su renuncia en rechazo de las muertes ocurridas durante las protestas pasadas. Pero la manifestación no solo se desarrolló el día 28, sucedieron desde el 27 hasta el 29 de julio.
Los manifestantes, autoconvocados, partieron desde distintas regiones hacia la capital, principalmente desde Ayacucho y Puno (donde se registró la mayor cantidad de asesinados en las protestas) y de Arequipa (donde se planea empezar el proyecto minero “Tía María”, a pesar del rechazo de la población de la zona).
Mientras tanto, en la capital, se sintió el desgano de participar en estas manifestaciones. A pesar de que la mayoría está en desacuerdo con el Gobierno (la desaprobación alcanza el 95% según las últimas encuestas), no acude al llamado de los manifestantes de provincia por distintos motivos:
- El cansancio de ver tantas marchas y que la situación siga igual.
- La división en los objetivos de la lucha: unos solicitando la liberación de Pedro Castillo, otros pidiendo sólo la renuncia de Boluarte, otros demandando un adelanto de las elecciones y, por el otro lado, organizaciones pidiendo una Asamblea constituyente.
- El sentimiento de engaño y traición de militantes y ex militantes por sus partidos políticos.
- El miedo a la represión policial y a ser arrestado (el Congreso sigue sacando leyes buscando maximizar las penalizaciones por manifestarse).
- Los flujos masivos de movilidad interna en el país que suceden al mismo tiempo. En estas fechas los limeños acostumbran a viajar masivamente al interior del país, ya sea como turistas o para visitar a la familia (alrededor del 30% de habitantes de Lima han nacido en alguna provincia y el 40% es hijo de migrantes).
A todo esto, hay que añadir que la CGTP (Confederación General de Trabajadores) convocó a un paro y salir a marchar, pero su presencia no se sintió. En parte se debió a que convocaron al paro en días festivos, lo cual no es muy conveniente. Definitivamente se siente la ausencia de una dirección en la clase obrera. La CGTP solo vive de recuerdos, los sindicatos no defienden los derechos de los trabajadores y las organizaciones estudiantiles de índole político se han prohibido en numerosas universidades privadas.
¿Y el Partido Comunista? Solo saca comunicados, no renueva su cúpula directiva y no atrae a los jóvenes porque solo se dedican a realizar largas tertulias y no se enfocan en la educación, concienciación de las masas ni mucho menos en plantear un programa de lucha.
A falta de una verdadera dirección revolucionaria obrera en la capital y principales ciudades, la revolución se está cocinando en su interior y el destino del país se decidirá lejos de la capital. Es por eso que en Perú se necesita construir un nuevo Partido Comunista Revolucionario: obreros, estudiantes y trabajadores luchando codo a codo como militantes conscientes por la verdadera revolución en contra el enemigo común: el Capital.