Juegos Olímpicos de París: explotación brutal y ganancias enormes

Los Juegos Olímpicos de París se celebrarán del 26 de julio al 11 de agosto de 2024. No será una “fiesta popular”, para celebrar “el amor por el deporte” o para defender la “paz mundial”, como se escucha a menudo en la televisión. Estos juegos son un intento de mejorar la imagen de la clase dominante francesa en el escenario internacional y, sobre todo, de no perder la oportunidad de llenar los bolsillos de los empresarios franceses.

De hecho, desde la construcción de los estadios hasta el desarrollo de los Juegos, los intereses de la clase dirigente francesa han sido cuidadosamente defendidos, en detrimento de los deportistas y los trabajadores.

Explotación brutal

Más alto, más rápido, más fuerte”. Este lema, que con el tiempo se ha convertido en el de los Juegos Olímpicos, se impone ahora a cada “país organizador” o, para ser exactos, a sus trabajadores. Los empresarios han explotado más rápidamente y con más fuerza a los trabajadores de la construcción para que los estadios estuvieran listos a tiempo para la competencia.

En nombre de los “valores deportivos”, el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos (COJOP) recurrirá a 45,000 voluntarios – que, por lo tanto, trabajarán de forma gratuita. En la seguridad, donde se habrán de cubrir 25 000 puestos vacantes, las remuneraciones rara vez superan el salario mínimo.

“Trabajas dos meses, pero solo te pagan uno”, dijo a BFM TV un trabajador de la Villa Olímpica en Saint-Denis. Para estar a tiempo, las empresas de la construcción han explotado duramente una mano de obra que ya era muy precaria.

Las obras de los Juegos Olímpicos emplearon a más de 5000 trabajadores, la inmensa mayoría de los cuales eran inmigrantes. En la construcción de la Villa Olímpica en Saint-Denis, por ejemplo, trabajaron principalmente africanos occidentales, pero también turcos, portugueses y trabajadores del norte de África.

La empresas gigantes de la construcción – Bouygues, Icade, Eiffage, Nexity, Legendre Immobilier, etc. – se beneficiaron alegremente de los 700.000 trabajadores indocumentados del país, que constituyen una mano de obra barata y a la que se puede obligar a trabajar a voluntad. Sin ellos, los Juegos Olímpicos no serían posibles, como subraya la consigna de los colectivos de inmigrantes indocumentados: «¡Sin papeles no hay Juegos Olímpicos!».

Miembro de la Coordinación de los Sin Papeles en París (CSP75), Mamadou Sow también ha denunciado las escandalosas condiciones en las que trabajaron sus compañeros: «Sea para los Juegos Olímpicos o en cualquier otro lugar de Francia, cuando los jefes saben que no tienes tus papeles, eres como un esclavo

Al no tener que preocuparse por el Código del Trabajo, los empleadores imponen a los trabajadores condiciones extremadamente duras: poco o ningún equipo de protección, salarios muy inferiores al salario mínimo y jornadas laborales que a menudo superan las 10 horas, todo sin seguridad social, sin vacaciones pagadas y sin acceso a la atención médica.

Esta gestión ha sido fatal para un número significativo de trabajadores. Por ejemplo, la Société du Grand Paris, que tuvo la responsabilidad de renovar el transporte público parisino, ha informado hasta la fecha 5 muertos y 30 heridos graves.

Solidéo: medalla de oro de la hipocresía

El uso sistemático de la subcontratación permitió a los gigantes del sector aumentar esta explotación sin tener que asumir directamente las consecuencias.

La Solidéo, institución organizadora de los Juegos Olímpicos de 2024, ha rechazado toda responsabilidad en la explotación de los indocumentados. Peor aún, asegura haber realizado un “control sistemático” de las empresas en las obras para luchar “contra el trabajo ilegal”.

Pero entonces, ¿cómo explicar la notoria y masiva ineficacia de estos controles? «Siempre hay agujeros en la raqueta», explicó un directivo de Solidéo. Para asegurarse de que entendemos bien la imagen, insiste: algunas empresas pasan «entre las redes».

En realidad, Solidéo funciona como suele hacerlo el sector de la construcción: recurre a subcontratistas que explotan sin rodeos a los trabajadores, y más particularmente a los indocumentados.

Y durante los controles de la Inspección de Trabajo, son los trabajadores sin contrato legal los que pagan: pierden su empleo. Daouda Tounkara, por ejemplo, trabajó hasta el 18 de octubre en las obras de los Juegos Olímpicos, y luego se encontró sin trabajo y sin recursos tras una inspección.

Así, Solidéo desecha a los subcontratistas, como ocurrió en octubre de 2023 cuando nueve empresas subcontratistas de las obras de los Juegos Olímpicos fueron puestas en liquidación judicial.

Pero esto no resuelve ningún problema: aparecen nuevos subcontratistas para ocupar el “mercado”. Al margen de los gigantes de la construcción, existe una nebulosa de microempresas cuya especialidad es el reclutamiento y la explotación de inmigrantes indocumentados.

Para retomar la metáfora del líder de Solidéo, «las mallas de la red» están calibradas con precisión para permitir el paso del mayor número posible de peces. Es todo un «sistema» hipócrita del que los principales actores de los Juegos Olímpicos son cómplices, empezando por Solidéo, el Estado y los grandes grupos de la construcción.

La financiación de los Juegos: gastos públicos y ganancias privadas, 

Para ofrecer un evento desmesurado, los organizadores de los Juegos Olímpicos se basaron en tres fuentes esenciales de financiación: el gasto público, incluidas las autoridades locales; los ingresos de los televidentes, que tendrán que soportar una publicidad excesiva; y los de espectadores que puedan pagar asientos carísimos.

Si bien las grandes empresas de la construcción se han llenado los bolsillos, la factura para las autoridades públicas es cada vez mayor. Como es habitual para este tipo de evento, las oficinas de diseño anuncian proyectos de financiación económicos para presentar los proyectos de construcción. El presupuesto previsto de los Juegos Olímpicos, en el momento de la candidatura, fue de 3,3 mil millones de euros.

Hoy, según lo anunciado por el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos (COJOP) el costo asciende más de 7 mil millones de euros y finalmente podría ascender a 8,8 mil millones de euros. ¿De dónde salen estas colosales sumas de dinero que son tan difíciles de conseguir cuando se trata de financiar nuestras pensiones y servicios públicos?

En primer lugar, 2,4 mil millones de euros salieron directamente de las arcas del Estado. Los empresarios de la construcción son los principales beneficiarios: de los 3,3 mil millones de euros dedicados a las infraestructuras duraderas, dos tercios provienen del Estado, de la Región Île-de-France y del ayuntamiento de París. A esto se suman los ingresos por patrocinio (1.000 millones de euros), los derechos de televisión (750 millones) y la venta de taquillas (1,4 mil millones), que constituyen los principales ingresos de estos juegos.

Para las multinacionales, una gran oportunidad para limpiar su imagen

Para costear los Juegos Olímpicos en exceso, el COJOP y el COI [Comité Olímpico Internacional] -los organizadores de los Juegos Olímpicos- han constituido un verdadero ejército de patrocinadores. Para optimizar al máximo los ingresos, los organizadores las colocan en tres grandes categorías:

1° Los socios «TOP», que se comprometen directamente con el COI. Estos últimos – Coca-Cola, Airbnb, Samsung, etc. – tienen la mayor visibilidad entre los espectadores, antes, durante y después del evento; 2 ° Los socios «Premium», donde encontramos a las mayores empresas francesas: Carrefour, LVMH, Orange, Sanofi, EDF… Estas marcas tienen sobre todo una visibilidad nacional; 3 ° Los «socios oficiales» y los «aficionados oficiales», que casi no tendrán visibilidad en los estadios. Sin embargo, su contrato de patrocinio les da derecho a realizar eventos en sus tiendas.

¿De qué sirve todo este gasto? Si bien la publicidad no responde a las necesidades ni de los deportistas ni de la población, permite a los organizadores hacer que el evento sea lo más rentable posible. A cambio, las empresas asociadas mejoran su imagen, como explica Michel Desbordes, especialista en marketing deportivo: «este programa ofrece la máxima visibilidad a las marcas. Las multinacionales que tienen una mala imagen porque son, por ejemplo, grandes contaminadoras, pueden redimir su notoriedad».

Por ejemplo, Coca-Cola, uno de los socios más fieles del movimiento olímpico, es el mayor contaminador de plástico del mundo. Anne Hidalgo [alcaldesa “socialista” de París], que presenta estos juegos como ecológicos, no tiene nada que decir al respecto. Alibaba, otro socio, es conocido por la explotación brutal de sus empleados con jornadas de trabajo de más de 12 horas. Esto no impide que el presidente Macron presente estos Juegos como populares

Lo importante no es participar, sino pagar

El último pilar de la financiación de los juegos son los ingresos por la venta de entradas. ¡Una vez más, los líderes del COJOP se mantienen fieles al lema olímpico! De hecho, las tarifas de las taquillas alcanzaron rápidamente nuevos máximos: 36 220 euros por persona para el paquete de lujo. ¡A este precio, el evento es sin duda inolvidable! Y solo para la inauguración de los Juegos Olímpicos, hay que pagar entre 90 y 2700 euros para asistir a la ceremonia «popular», ¡Por supuesto!

Según una encuesta, el 82% de los franceses considera que los precios de las taquillas son demasiado altos. Y con razón: ¡en la mayoría de los casos hay que pagar varios cientos de euros para conseguir la preciada entrada!

El número de taquillas de bajo precio ha disminuido enormemente en comparación con los anteriores JO. Por ejemplo, los de Londres, en 2012, ofrecían 2,5 millones de taquillas a 23 euros. Los Juegos Olímpicos de París ofrecen apenas 1 millón a una tarifa equivalente.

Además, las entradas se vendieron por primera vez en un «paquete» de tres deportes. Por ejemplo, al comprar un boleto para asistir a un partido de baloncesto, se estaba obligado a comprar boletos para otros dos eventos. Obviamente, esto aumenta la factura final. Para las pruebas de atletismo, los precios suelen superar los 600 euros.

Además, en materia de alojamiento, los empresarios del sector turístico se frotaron las manos ante el aumento de los precios de una habitación sencilla. Así, Airbnb predijo un aumento del 85% en los precios de la vivienda en la plataforma durante el evento. Al mismo tiempo, el CROUS [residenicas públicas subsidiadas por el Estado] ha expulsado a los jóvenes de sus viviendas como parte de la organización de los Juegos, mientras gran parte de los parisinos luchan por alojarse… Está claro que frente a esta organización injusta en todos los sentidos, las masas «populares» no están invitadas a la «fiesta».

Fuente: Révolution
Traducción: Rumbo Alterno

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Author: Andréas C.

Militante de la Internacional Comunista Revolucionaria (ICR) en Francia.