La muñeca rota o la denuncia hecha mercancía

A Jeny Nilenie, puesta pal problema.

Detrás de cada manifestación, en este caso un dibujo de Arte Cardé, hay una ideología que la justifica de manera evidente e intencional o porque se le “chispotea” al autor. Su dibujo realizado en el piso de un parque del pueblo de Mayagüez sobre una mujer descuartizada puede considerarse como el cuadrito final de un comic de corte policíaco. De ninguna manera es una denuncia contra el feminicidio que a diario acaba con la vida de tantas mujeres sin importar su color de piel, su edad, status social ni su identidad de género. En todo caso, reproduce el discurso patriarcal que existe sobre la mujer en el Puerto Rico colonial y capitalista. En realidad, el dibujo no alude a un tema de feminicidio. Ni siquiera alude a un cuerpo sin vida. Más bien, presenta la noción cosificada y racista de un cuerpo de mujer estereotipado, totalmente sexualizado y repleto de mensajes subliminales. Lo decimos más crudamente: el centro de la imagen, de donde partimos para mirar el contexto, está ocupado por unas nalgas que figuran un escroto del que surge una cintura que insinúa la forma de un pene o, lo que es lo mismo, un pene disfrazado de cintura. La cara infantilizada de la figura humana parece más bien el blackface utilizado en el mundo de los comics y del espectáculo para crear una imagen falsa y ridícula de las personas negras. En realidad, la imagen de la cara infantil y abobada parece sacada de los comics racistas The Yellow Kid que circuló en EU desde finales del siglo XIX y, sobre todo, del comic Memín Pinguin que comenzó a circular en México en la década de los años ’40. El dibujo no define una boca sino unos labios rendondeados con un solo trazo, resaltados con color rojo y sin dientes, que asemejan las imágenes que colocaba la señora del pueblo de Canóvanas en el balcón de su casa para incomodar y ofender a sus nuevos vecinos afrodescendientes.  

El dibujo ha generado una ola de críticas que el autor se niega a recibir. Por el contrario, ha aprovechado su alegado mensaje contra el feminicidio para imprimir camisetas con su dibujo y convertir la denuncia en una mercancía que se vende a $ 49.99 cada una. Su marketing de la pre-venta alegadamente le funcionó y ya anunció que las camisetas estaban “sold out”. La verdad es que en la colonia siempre hay quienes se acomodan y que en el capitalismo todo es rentable.

Share:

Author: Luis A. Torres

Nació en el año 1959 en Río Piedras, Puerto Rico. En 1981, formó parte del grupo Carnaval, un colectivo de estudiantes del recinto universitario de Río Piedras que buscaba dar a conocer su incipiente producción literaria a la misma vez que establecía vínculos con la producción literaria de los sectores populares. Desde el año 2018, pertenece al colectivo Poetas en Marcha aportando su trabajo a la denuncia militante de las injusticias y cantándole a la lucha de los sectores más conscientes de su pueblo.