El Imperialismo fase superior del capitalismo de Lenin: comprender la realidad para transformarla

El estallido de la Primera Guerra Mundial en agosto de 1914 dejó a Lenin prácticamente aislado políticamente y en el exilio, con muy pocos contactos con el partido en Rusia. La Segunda Internacional había votado solemnemente en varios congresos oponerse a la guerra imperialista y, en caso de que estallara, utilizar todos los medios a su disposición para acelerar el derrocamiento revolucionario del capitalismo. Por el contrario, todos los partidos socialistas más importantes colapsaron en el socialchovinismo, defendiendo cada uno los intereses de su propia clase dominante en la guerra.

Esto supuso un gran shock, incluso para Lenin, quien inicialmente pensó que la edición del periódico socialdemócrata alemán Vorwärts que anunciaba el apoyo a los créditos de guerra era una falsificación del estado mayor del ejército alemán. Sólo una pequeña minoría de internacionalistas permaneció firmemente opuesta a la masacre imperialista.

Es en ese contexto que Lenin escribió su famosa obra El imperialismo, fase superior del capitalismo. Habiendo huido de la Galitzia ocupada por Austria hacia la Suiza neutral, inició una batalla por restablecer una posición internacionalista contra la guerra. Mantuvo correspondencia con socialistas anti guerra, analizó la resistencia que se estaba desarrollando contra la traición de la Segunda Internacional y luchó para fertilizarla con una posición marxista revolucionaria clara e intransigente. No fue una batalla fácil, pero al final se vio coronada por el éxito y, a través de las conferencias socialistas de Zimmerwald y Kienthal, condujo finalmente a la formación de la Tercera Internacional (Comunista) en 1919, tras la victoria de la Revolución Rusa. .

Y, sin embargo, al mismo tiempo que Lenin estaba comprometido en esta lucha contra la corriente, volvió a la teoría para agudizar su comprensión del marxismo y la comprensión marxista del imperialismo, que había conducido a la guerra.

El papel de la teoría

Puede que a algunos les sorprenda que una de las primeras cosas que hizo cuando llegó a Berna fue pasar largas horas en la biblioteca… ¡estudiando a Hegel! El resultado de este estudio está contenido en ocho Cuadernos sobre Filosofía, que escribió entre 1914 y 1916 y ocupan más de 300 páginas. Ya en 1902, Lenin había declarado que “sin teoría revolucionaria tampoco puede haber movimiento revolucionario”, y eso incluía una comprensión seria de la lógica dialéctica del marxismo.

Inmediatamente después de su estudio en profundidad sobre Hegel, Lenin pasó a la cuestión de la naturaleza del imperialismo. Una vez más, abordó la cuestión de forma científica. El marxismo no es un conjunto de fórmulas que puedan aplicarse mecánicamente a la realidad, sino que comienza con un estudio profundo y multifacético de los hechos en cuestión, sus conexiones internas y contradicciones, y su evolución a lo largo del tiempo. De todo esto se derivan generalizaciones que luego es necesario cotejar una vez más con la realidad.

Así es precisamente como procedió Lenin al estudiar lo que, en aquel momento, era un fenómeno relativamente nuevo. Ahora en Zurich, comenzó acumulando una montaña de datos y cifras que cubrían todos los diferentes aspectos de la economía capitalista en su época imperialista. También leyó y estudió las obras más importantes que se habían escrito sobre el tema, tanto desde un punto de vista capitalista como desde una perspectiva marxista o socialista.

Por ejemplo, llevó a cabo un estudio detallado del libro Imperialismo: un estudio de John Atkinson Hobson, escrito en 1902. También leyó y comentó el libro de Hilferding Capital financiero, escrito en 1912. Hilferding era un destacado socialdemócrata alemán y ciertamente no marxista, pero su libro jugó un papel positivo en el estudio de Lenin sobre el imperialismo.

Los Cuadernos sobre el imperialismo, el trabajo preparatorio para el libro, abarca más de 800 páginas y está contenido en el volumen 28 de su Obras completas en la edición de la editorial Progreso. Según el prefacio de los editores, los Cuadernos “contienen extractos de 148 libros (106 en alemán 23 en francés, 17 en inglés y 2 traducidos al ruso) y de 232 artículos (206 en alemán, 13 en francés y 13 en inglés) de 49 publicaciones periódicas (34 en alemán, 7 en francés y 8 en inglés)”. Estas cifras por sí solas deberían indicar la seriedad con la que Lenin abordó el estudio de este tema crucial.

El título completo de la obra de Lenin es El imperialismo, fase superior del capitalismo (esbozo popular), y fue escrito en la primera mitad de 1916. El libro estaba destinado a la publicación legal en Rusia, ya que quería darle a su obra la mayor audiencia posible, pero como explica Lenin en su prefacio a la primera edición:

“Además de verme obligado a limitarme estrictamente a un análisis exclusivamente teórico, a un análisis específicamente económico de los hechos, también tuve que formular con la mayor de las prudencias las pocas e indispensables observaciones políticas, para lo cual me valgo de alusiones y utilizo un lenguaje alegórico, ese maldito lenguaje esópico C al que el zarismo obligaba a recurrir a todos los revolucionarios cuando tomaban la pluma para escribir una publicación ‘legal’”

Además de eludir las cuestiones políticas, también tuvo que tener cuidado con lo que decía sobre la propia Rusia. En el mismo prefacio explica que “el lector atento sustituirá fácilmente Japón por Rusia, y Corea por Finlandia, Polonia, Curlandia, Ucrania, Jiva, Bujara, Estonia y otros territorios de población no rusa”.

En el libro, Lenin procede de lo concreto a lo general, describiendo cómo el desarrollo del capitalismo, que originalmente se basaba en el libre comercio, dio lugar al monopolio; cómo los monopolios llegaron a dominar toda la economía; cómo éstos se fusionaron con los bancos y el Estado; y, finalmente, cómo son estos factores económicos los que sustentan las tendencias anexionistas agresivas del imperialismo.

El imperialismo capitalista que describe Lenin es, por tanto, diferente de formas anteriores de “imperialismo” y también de la concepción de Kautsky del imperialismo como una mera política exterior agresiva.

¿Qué es el imperialismo?

Los lectores deberían estudiar el libro en detalle, pero aquí podemos adelantarnos a la conclusión de Lenin. ¿A qué definición de imperialismo llega? Primero advierte que las definiciones per se son limitadas, y que no se debe olvidar “el valor condicional y relativo de las definiciones generales, que jamás pueden abarcar todas las facetas y relaciones de un fenómeno en su desarrollo completo”. Dicho esto, procede a describir las cinco características básicas del imperialismo:

“1) la concentración de la producción y del capital ha alcanzado un punto tan elevado de desarrollo, que ha creado los monopolios, decisivos en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la formación, sobre la base de este “capital financiero”, de la oligarquía financiera; 3) la exportación de capital, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia excepcional; 4) la formación de asociaciones capitalistas monopolistas internacionales, que se reparten el mundo; y 5) la culminación del reparto territorial del mundo entre las grandes potencias capitalistas.” (énfasis mío)

De esta descripción del imperialismo, que implica también la dominación de las colonias y la división del mundo entre un puñado de potencias imperialistas, también se desprende la conclusión de que el imperialismo conduce inevitablemente a la guerra por la redistribución, ya que el equilibrio relativo de poder entre los países imperialistas inevitablemente cambia.

El libro también es una polémica contra las ideas de Kautsky, quien había sido uno de los principales teóricos de la Segunda Internacional pero no se opuso a la guerra. Kautsky argumentó que la concentración y monopolización del capital y la tendencia de estos cárteles a internacionalizarse conducirían a una dominación pacífica del mundo en lo que describió como “ultraimperialismo”. Lenin rechaza esta idea, que abordó de frente:

“(…) bajo el capitalismo es inconcebible un reparto de las esferas de influencia, de los intereses, de las colonias, etc., que no sea por la fuerza de quienes participan en él, la fuerza económica, financiera, militar, etc. Y la fuerza de los que participan en el reparto cambia de forma desigual, ya que el desarrollo armónico de las distintas empresas, trusts, ramas industriales y países es imposible bajo el capitalismo

 (…) Las alianzas pacíficas nacen de las guerras y a la vez preparan nuevas guerras, condicionándose mutuamente, engendrando una sucesión de formas de lucha pacífica y no pacífica sobre una sola y misma base de lazos imperialistas y relaciones recíprocas entre la economía y la política mundiales”. 

Vale la pena señalar que Lenin no concebía al imperialismo como algo estático y fijo para siempre, sino más bien como el resultado de la lucha dinámica entre diferentes potencias imperialistas por la división y redivisión del mundo entre ellas. El ascenso y caída de distintas potencias fue precisamente la causa de la Primera Guerra Mundial:

“Hace medio siglo, Alemania era una insignificancia comparando su fuerza capitalista con la de Gran Bretaña; lo mismo puede decirse al comparar Japón con Rusia. ¿Es “concebible” que en diez o veinte años la correlación de fuerzas entre las potencias imperialistas permanezca invariable? Es absolutamente inconcebible.”

Lenin también explica que en la época del imperialismo, el desarrollo capitalista se produce de forma extremadamente desigual y por lo tanto todavía existen diferencias importantes entre las principales potencias:

“(…)  y entre los seis países mencionados encontramos, por una parte, países capitalistas jóvenes (Estados Unidos, Alemania y Japón) que han progresado con una rapidez extraordinaria; por otra parte, países capitalistas viejos (Francia e Gran Bretaña), cuyo progreso en los últimos años fue mucho más lento que el de los tres anteriores; y en tercer lugar, el país más atrasado desde el punto de vista económico (Rusia), donde el imperialismo capitalista moderno está enmarañado, por así decirlo, en una red particularmente densa de relaciones precapitalistas”.

Lenin es cuidadoso al describir cómo existen todo tipo de formas transicionales entre las grandes potencias y las colonias. Describe pequeños estados que tienen sus propias colonias (en ese momento, Bélgica, Holanda, etc.); países semicoloniales, es decir, países que son políticamente independientes pero que, sin embargo, siguen dominados por el capital financiero de las principales potencias. Incluso hay otros tipos de países como Portugal, que tienen sus propias colonias y son políticamente independientes, pero en la práctica son protectorados de una de las grandes potencias imperialistas, en este caso Gran Bretaña.

Como señaló Lenin, los aspectos políticos de la cuestión están poco desarrollados en un texto escrito “con un ojo puesto en la censura zarista”. Estos son principalmente dos.

El primero es el hecho de que el imperialismo es la fase superior del capitalismo, cuando ha alcanzado los límites de su propio desarrollo y se vuelve parasitario, decadente y moribundo. Esto no excluye el crecimiento del capitalismo, dice Lenin, pero significa que este es más desigual, crea más contradicciones y conduce a la «la decadencia de los países más ricos en capital». Esto significa que el imperialismo, con sus fuertes elementos de fusión entre el capital financiero y el Estado, y la internacionalización de trusts y cárteles, lleva implicita una fuerte tendencia hacia la socialización y planificación de la producción, que sólo puede lograrse realizarse plenamente mediante la revolución socialista. Como dice Lenin “el imperialismo es la antesala de la revolución social del proletariado”.

El segundo es la conexión que existe entre el imperialismo y el ascenso del oportunismo en el movimiento obrero. Esto se insinúa en el texto, pero se explica claramente en el prefacio de 1920 a las ediciones francesa y alemana. Lenin explica que con las superganancias que las potencias imperialistas obtienen de sus colonias “permite corromper a los dirigentes obreros y a la capa superior de la aristocracia obrera”. Describe a esta capa como “verdaderos agentes de la burguesía en el seno del movimiento obrero, los lugartenientes obreros de la clase capitalista”. Fue esta capa de líderes, políticos, parlamentarios, etc. socialdemócratas la que respaldó a su propia clase dominante imperialista en la Primera Guerra Mundial.

Relevancia actual

Finalmente, vale la pena preguntarse si el análisis de Lenin sobre el imperialismo ha resistido la prueba del tiempo. Aquí no hay discusión. Las características que Lenin describió al analizar el imperialismo hace más de 100 años son más evidentes hoy que entonces. En todos los sectores de la economía (alimentos y bebidas, medios de comunicación, acero, petróleo y gas, vehículos eléctricos, paneles solares, logística, aeroespacial, armas, textiles) un puñado de poderosas multinacionales dominan el mundo. A su vez, todas ellas están enredadas en una red de participaciones accionarias e inversiones controladas por poderosos fondos de inversión, bancos y compañías de seguros, es decir, por el capital financiero. Todos ellos, gigantes multinacionales y capital financiero, están estrechamente vinculados al estado capitalista de los principales países imperialistas.

El mundo actual, como lo fue en la época de Lenin, es testigo de la lucha entre diferentes potencias imperialistas: una vieja y decadente, Estados Unidos; y una joven, dinámica y en ascenso, China, por la dominación del mundo. Se trata de una lucha por el control de los mercados, terrenos de inversión, fuentes de materias primas y energía que se libra en todo el mundo. Esta lucha conduce inevitablemente a guerras. Hay una diferencia con la época de Lenin: la existencia de armas nucleares excluye una guerra mundial total. Sin embargo, el conflicto entre las potencias se expresa en innumerables conflictos, guerras comerciales, sanciones y también guerras regionales, en las que decenas de miles de personas mueren y millones son desplazadas.

Para analizar el imperialismo actual, sus tendencias y contradicciones subyacentes, debemos adoptar el mismo enfoque marxista, científico y serio que Lenin. Debemos comenzar con un estudio detallado y exhaustivo de los hechos para poder sacar conclusiones generales. Al hacerlo, el libro de Lenin y su método serán una herramienta invaluable. La única conclusión posible a la que podemos llegar es que las características que Lenin describió se han vuelto aún más extremas hoy.

Como en la época de Lenin, el objetivo del estudio del imperialismo hoy es sacar las conclusiones revolucionarias necesarias. El imperialismo es capitalismo moribundo y en decadencia. Es la causa de las guerras depredadoras y debe ser derrocado mediante la revolución socialista, cuyas condiciones ya están maduras desde hace más de un siglo.

Fuente: Organización Comunista Revolucionaria

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Author: Jorge Martín

Editor de «América Socialista», revista política en lengua española de la Internacional Comunista Internacional (ICR), antes Corriente Marxista Internacional (CMI).