Brasil: Nace la Organización Comunista Internacionalista

Estas palabras se hicieron famosas en el Manifiesto Comunista de 1848:

“Ya es hora de que los comunistas expongan abiertamente ante el mundo entero su forma de ver, sus objetivos, sus tendencias, y de contraponer a la leyenda del espectro del comunismo un Manifiesto del propio partido”.

Han pasado 175 años desde que se escribieron estas palabras y, en todo el mundo, con el ascenso de la “nueva derecha” (Bolsonaro, Trump, Milei, etc.) el mundo ha dado giros hacia atrás y todos los adversarios políticos de estos señores es ahora acusados de comunista. Pero el Manifiesto también explica esta situación y lo que hacen los acusados:

“¿Dónde está el partido de oposición que no había sido vilipendiado por sus oponentes en el gobierno como comunista, dónde está el partido de oposición que no había arrojado de vuelta, tanto contra los opositores más progresistas como contra sus oponentes reaccionarios, la recriminación estigmatizante del comunismo?”

Después de más de 175 años del Manifiesto y más de 100 años de la Revolución Rusa de 1917, la juventud de todo el mundo, desencantada con el capitalismo, busca un contrapunto radical al sistema que la oprime. Para entender este hecho, necesitamos aplicar lo que dice el Manifiesto: la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases. Hablemos un poco de la historia de las últimas décadas.

En resumen: la Revolución Rusa de 1917 llevó al poder, por primera vez, a un partido que representaba al proletariado y defendía los intereses de la mayoría explotada. En una negociación, acusado por un general alemán de que el gobierno bolchevique se mantenía por la fuerza de las armas, Trotsky respondió: “Sí, lo hacemos. Pero usamos la fuerza contra los patronos y no contra los trabajadores. ¡Eso es lo que te espanta! “.

De la revolución a la burocratización

Lenin analizó que Rusia era el eslabón más débil de la cadena imperialista y que la Revolución Rusa sería el comienzo de una serie de revoluciones que cambiarían el mundo. Pero las revoluciones que siguieron fueron derrotadas, particularmente en Alemania. Con esto, el estado obrero quedó aislado en el mundo, bajo el fuego de la burguesía.

Esta situación desembocó en una contrarrevolución que no llegó a completarse: uno de los antiguos bolcheviques, Stalin, asumió el poder y liquidó toda la vieja guardia bolchevique. Cientos de miles de comunistas fueron ejecutados por el régimen estalinista. En 1938, solo dos antiguos bolcheviques que eran del Comité Central de 1917 estaban vivos: Stalin y Trotsky, que se encontraba exiliado. En 1940, Stalin saldó la cuenta, asesinando a Trotsky.

La liquidación del Comité Central del 1917. Imagen: Socialist Appeal, octubre 1941

En la Segunda Guerra Mundial, la colectivización de los medios de producción mostró su fuerza y la URSS venció a Alemania. Y la única razón por la que no ocupó todo el territorio alemán fue porque Stalin llegó a un acuerdo con el imperialismo: los famosos acuerdos de Yalta y Potsdam, que dividieron el mundo en “zonas de influencia”. Con el fin de la guerra “caliente”, la antigua alianza entre la burguesía y la burocracia rusa se deshizo y comenzó la “guerra fría”.

¿Qué llevó a esto? Stalin había dejado de ser un revolucionario y se convirtió en un defensor del status quo, donde los intereses de la burocracia no eran realizar nuevas revoluciones sino, por el contrario, impedir nuevas revoluciones para preservar sus intereses como casta burocrática.

Así, los partidos comunistas y la Internacional Comunista (Tercera Internacional) traicionaron las diversas revoluciones a partir de 1927: huelga general inglesa, revolución china en 1927 y, lo peor de todo, entregó el poder sin lucha a Hitler en 1933, dividiendo a los proletariarios y llamando social-fascistas a los trabajadores social-demócratas, mientras buscaba aliarse abiertamente con los fascistas en Italia.

Trotsky, en el exilio, declara que la Tercera Internacional ha muerto para la revolución y comienza el trabajo de fundar la Cuarta Internacional. Stalin se dedicó a fusilar a todos los opositores comunistas dentro de la URSS y asesinar al resto en otros países del mundo. Más de 80 mil trabajadores partidarios de la Cuarta Internacional son fusilados en la URSS. También se fusila la oposición de derecha vinculada a Bukharin y los centristas vinculados a Kamenev y Zinoviev.

Del congreso del partido de 1934, en el que todos, absolutamente todos, eran estalinistas, dos tercios fueron fusilados. Así, se destruyó el partido revolucionario más grande que el mundo ha conocido y un río de sangre separó a los comunistas que no reverenciaban a Stalin de todas las demás facciones comunistas.

En los Partidos Comunistas (PC) de todo el mundo estaba inscrito en el estatuto la prohibición absoluta de “hablar con los trotskistas”. Un miembro del partido podría ser expulsado por dar los buenos días a un miembro de la Cuarta Internacional en una reunión.

La Cuarta Internacional, los bolcheviques-leninistas, eran, en palabras de Trotsky, “exiliados de su propia clase”. Pero la historia enseña y ella es una madrastra cruel.

La “guerra fría” y el fin de la URSS: la mayor derrota que sufrió la clase obrera

Al final de la Segunda Guerra Mundial, la URSS parecía invencible. En los países ocupados por las tropas soviéticas, por la presión de las masas de un lado y del imperialismo del otro, el capital fue expropiado y se constituyeron estados burocratizados. La Revolución China llevó al Partido Comunista Chino al poder. La Revolución Cubana mostró que el comunismo estaba a las puertas de “Tío Sam”. Y todo esto a pesar de todo el esfuerzo contrarrevolucionario de la burocracia soviética, con Stalin y sus sucesores haciendo lo posible y lo imposible para detener la revolución.

En 1944, las tropas soviéticas se detuvieron en la frontera de Grecia y observaron impasibles mientras los ingleses masacraban al PC griego que había expulsado a los nazis. Las revoluciones políticas en Polonia, Berlín Oriental y otros países de “Europa del Este” fueron aplastadas por las tropas soviéticas, culminando con la invasión de Checoslovaquia en 1968.

Pero la fuerza de la revolución brotó por todos los poros y el imperialismo norteamericano es derrotado y expulsado de Vietnam. ¡Kissinger, más que rápidamente, cosió un acuerdo con China, culminando con la visita del reaccionario Nixon a China! Sí, todas las burocracias hicieron todo lo posible para preservar el status quo.

Las revoluciones coloniales habían arrancado las colonias del control directo del imperialismo, manteniendo sus condiciones de países semicoloniales, en los que la economía y el mercado interno y externo están controlados por el capital financiero internacional.

Y pesó mucho el retraso en el desarrollo de los países donde el capital fue expropiado. La productividad de la economía soviética en los años 60 era casi seis veces menor que en los países imperialistas. Y esto, en un momento dado, cuando la perspectiva de revolución internacional fue reemplazada por la construcción del socialismo en un solo país (o en cada país en particular, en los países donde se expropió el capital) condujo a un estrangulamiento económico. La salida política, las revoluciones políticas que giraron la revolución hacia la lucha por el socialismo a nivel internacional, fueron ahogadas en sangre. Y el peso de la economía hizo que la URSS colapsara.

Un último intento fue hecho por Gorbachov, el Glasnost, la apertura. Pero esto solo llevó a que los últimos restos de la burocracia volaran por el aire, con cada burócrata saqueando la propiedad estatal en su propio nombre. China restableció la propiedad privada de los medios de producción, cayó el muro de Berlín, cayó la URSS y lo que quedó fue una economía mafiosa que se extendía por todos los antiguos países de Europa del Este.

La revolución política fue aplastada por los tanques en la Plaza Celestial de Beijing y se consolidó el camino hacia la restauración capitalista al estilo chino, lenta y gradual.

Leon Trotsky

Trotsky en 1935 advitó que la URSS podría tener dos destinos: la revolución política y la reanudación de la lucha de la clase obrera o la restauración del capitalismo y, en este caso, sería la mayor derrota que sufriría el proletariado. La segunda hipótesis se concretó y el mundo retrocedió en términos sociales.

Las conquistas de la clase obrera fueron atacadas en todo el mundo por la llamada “globalización”. Las “reformas” no fueron más que la destrucción de las antiguas reformas del capitalismo de las que tanto se enorgullecía la socialdemocracia. Los antiguos PC desaparecieron en el polvo de los tiempos o se transformaron en partidos socialdemócratas o directamente capitalistas (como el PC italiano). Quedaron algunos grupos que intentaron avanzar hacia la revolución o simplemente adoptaron una política centrista. La Internacional Socialista ha perdido cualquier política internacional y toda su actividad se ha convertido en la mejor forma de aplicar los planes del capitalismo. Los nuevos partidos y los nuevos líderes, como en Grecia (Syriza), España (Podemos), Francia (Francia Insumisa) e Inglaterra (Corbin en el Partido Laborista) traicionaron más rápido que cualquier nuevo partido desde entonces.

Los restos de la Cuarta Internacional que quedaron de la destrucción de 1948/52 se adaptaron a una política sindicalista o se convirtieron en identitarios, sin relación con la clase obrera.

Los marxistas, organizados en la Corriente Marxista Internacional (CMI), hicieron un balance correcto de la derrota de los años 89/90 y comenzaron a allanar el camino para la reconstrucción de una Internacional Comunista y de partidos comunistas en todos los países del mundo. En este camino, encontramos varios grupos que se han salvado de la debacle de los PC y buscan una vía revolucionaria. Este es el camino que tomamos ahora.

En Brasil, decidimos dejar el PSOL. Este fue uno de los nuevos partidos construidos a partir del giro a la derecha del PT a principios de la década de 2000. Creció mucho en la década de 2010, pero pasó y asumió una política cada vez más identitaria y oficialista, que se completó con la participación en el gobierno de Lula/Alckmim de unidad nacional.

Los comunistas tienen otro lugar. Junto a la clase obrera, no tenemos nada que perder, excepto la opresión y la represión que cae sobre el proletariado. Por eso, cambiamos nuestro nombre, ahora somos la Organización Comunista Internacionalista (OCI), y caminamos con orgullo hacia la reconstrucción de un verdadero Partido Comunista, de una verdadera Internacional Comunista.

¡Viva la clase obrera!
¡Viva la Internacional!
¡La emancipación de los trabajadores será obra de ellos mismos!

Fuente: marxismo.org.br

Author: Organización Comunista Internacionalista

Sección brasileña de la Corriente Marxista Internacional (CMI) antes conocida por Esquerda Marxista.