Trilogía a Palestina

En Rumbo Alterno nos honramos en publicar esta trilogía poética solidaria con Palestina, del poeta puertorriqueño Luis A. Torres Muler.


Palestina, mi voz en ti

               A Ahed Tamimi, nuevo sol de su pueblo.

Porque tu cuerpo lacera mi conciencia

si no libero este grito de aliento 

por tus niños  derramados,

por esos hombres y mujeres

que dejan la sangre en la puerta de su casa

como una ofrenda en el camino,

como una promesa de regreso

que late bajo la tierra.

Todo tu pueblo llega hasta mi pecho

con paso firme

y a esta noche ceremoniosa

llegan poetas en marcha

y una brigada de ojos brujos con sonrisa franca,

todos reunidos bajo la luna, 

todos convocados por tu bandera de lucha palestina

y por el despojo de la tierra,

conmovidos hasta el hueso por el arrojo de tu pueblo,

por esa honda legendaria que da vueltas  y resiste. 

Como un sacerdote ancestral

recojo tu llanto y el fruto del olivo, 

y hoy depósito mis versos en el fondo de tus manos 

ocupadas por el peso de los soles muertos.

Quiero entregarte  el fuego de los rayos y todos los truenos del Mar Caribe,

que mis versos vuelen en cada piedra que burla la franja,

que se detengan las bocas con dientes de hierro que comen de tu cuerpo

y que las marionetas compradas al precio de la muerte

caigan de rodillas como la guerra que se apaga.

¡Palestina!, compañera, 

quiero que toda la mañana, la tierra y sus mártires

vuelvan al calor de tus manos y a la mesa de tu casa.

¡Viva Palestina Libre!

Imperialistas y sionistas

               Al heroico pueblo palestino

Siempre han sido ellos,

los que despojan nuestra tierra

con decretos y pompa en sus proclamas,

los que arrancan nuestra piel

al calor de los años

o al calor de un tirón genocida

con su racimo de bombas

cayendo en picada,

sembrando la muerte,

tirando la sangre a borbotones,

derramando sangre y más sangre 

como si rompieran una vena, 

como si abrieran un pozo sin fondo 

en el llanto del pueblo,

en cada niño derrumbado,

en cada hombre amanecido en el combate, 

en cada mujer que se desvanece

con el fósforo blanco quemando su cuerpo

y con su entrega a los brazos de la tierra.

Dijeron que fueran a las escuelas 

y bombardearon las escuelas,

dijeron que se fueran hasta el sur y bombardearon el sur,

dijeron que se fueran a los hospitales y allí cubrieron el Al Shifa 

con su sombra de muerte.

Quiero decir,

que golpearon la vergüenza

y a esta bandada de palomas 

que cruzó todos los mares, 

y ahora llega hasta nosotros

con una bandera de rabia saliendo de sus ojos

y una sed de aliento que se reparte

como el grito más hondo sobre la tierra.

Ese grito que lacera mi pecho

y lo rompe,

y se agranda en multitudes,

ese grito que se escapa de mis manos, 

que convoca las palabras 

y el bullicio de la conciencia.

Ya son demasiados muertos 

como para que se muera el día 

ausente de presagios.

Por eso yo enciendo las palabras

y las comparto en cada marcha,

y en cada sospecha que se denuncia

las dejo salir a viva voz,

para que vuelen

como palomas de vidrio con rabos de fuego.

Les digo que Palestina anda entre nosotros

y que con sus muertos que son nuestros muertos,

no hay silencio

ni miedo que los oculte. 

Paciencia inquietante

                           Al heroico pueblo palestino en resistencia

Desde esta paciencia inquietante

que se adelanta a mis pasos,

desde este lado del mar

que el imperio se traga

en la mesa de nuestro llanto

y donde acecha con sus ojos de rapiña.

Desde aquí enrojecemos

con el estruendo de tus días

y de tus mártires,

de esos hijos que guardas en tu pecho

y que se salen por tus ojos de cristal encendido

y ese aleteo de infantes que golpean la conciencia

y esas mujeres que extienden su manto

cerrando el puño en el surco de la tierra.

¡Como se escucha

el chasquido de la muerte

que come de tu carne!,

¡como conmueve el eco de tus manos crispadas

escarbando el polvo y el grito desmembrado

para alcanzar un apretón de manos

como un roce de esperanza!,

buscando un cuerpo salvado

o  quizás un aliento de fruto prohibido

en tu huerta de olivos,

o un pedazo de pan

a la vuelta de tu casa

y al encuentro del mañana.

Y desde esta orilla

una colectiva de poetas conjuran versos,

recogen tormentas, rayos y centellas del mar caribe

para que se alimente la resistencia

hasta que se borre el sionismo,

hasta que se abra el día

con una lluvia de madrugada.

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Author: Luis A. Torres

Nació en el año 1959 en Río Piedras, Puerto Rico. En 1981, formó parte del grupo Carnaval, un colectivo de estudiantes del recinto universitario de Río Piedras que buscaba dar a conocer su incipiente producción literaria a la misma vez que establecía vínculos con la producción literaria de los sectores populares. Desde el año 2018, pertenece al colectivo Poetas en Marcha aportando su trabajo a la denuncia militante de las injusticias y cantándole a la lucha de los sectores más conscientes de su pueblo.