En fechas recientes, los medios de comunicación informan de preocupaciones por parte de políticos y ciudadanos estadounidenses en torno a la adquisición por parte de ciudadanos de la República Popular China de terrenos localizados en los Estados Unidos. Los comentarios vinculan tal adquisición de tierras a aspectos relacionados con el espionaje por parte de sus compradores y empleados de instalaciones militares o infraestructura crítica de dicho país cercana a los terrenos adquiridos. Por ejemplo, en el estado de Texas se aprueba en julio del año pasado legislación para proteger la “infraestructura crítica” del estado por parte de naciones que el gobierno estatal cataloga como “hostiles a los Estados Unidos”. Específicamente se hace referencia a la República Popular Democrática de Corea, la República Islámica de Irán, la República Popular China y la Federación Rusa.
La ley prohíbe el acceso a ciudadanos de dichos países a infraestructuras del estado relacionadas con los servicios de agua, energía eléctrica y ciberseguridad. La motivación para la aprobación de esta legislación tiene su origen en la adquisición en 2016 por parte de un inversionista chino de nombre Sun Guangxin de 140 mil hectáreas de terreno para instalar allí de un parque eólico. El valor de la transacción fue por el precio de $110 millones. Una hectárea de terreno corresponde a 10 mil metros cuadrados, o bajo nuestras medidas, a cerca de dos cuerdas y media de terreno.
Se indica que los terrenos adquiridos por Sun Guangxin están localizados cercanos a la Base de la Fuerza Aérea Loughlin, donde entrenan pilotos de combate. Se alega, además, que la instalación en la infraestructura a construir de tecnológica china podría afectar la “Red Ecort” en Texas. Esta Red, cuyo nombre responde al “Consejo de Confiabilidad Eléctrica de Texas”, es la organización que administra la transmisión y distribución de la energía eléctrica, así como el pago de electricidad para el 90% del consumo de electricidad en dicho estado.
Un segundo caso que se menciona en las redes sociales es el de la compra de 1,400 acres de terreno en el estado de Florida por parte de la firma “JOINN Laboratories CA Inc.”, subsidiaria de una empresa de biotecnología localizada en Beijing para ser dedicada a la crianza de monos utilizados para experimentos.
En el caso del inversionista chino Sun Guangxin, se indica que se trata de un ex militar que participó en 1979 de la guerra entre China y Vietnam, el cual según la Revista Forbes, actualmente cuenta con un capital de más de $1,200 millones, hace el número 1,750 entre las personas más ricas a nivel global y el número 293 entre los multimillonarios chinos. En el caso de la empresa JOINN, se señala que sus dos principales dueños son graduados de la Academia de Ciencias Militares de China, entidad que ha sido colocada en una lista especial comercial negativa por suministrar biotecnología al Ejército Popular de Liberación. De hecho, el gobernador de la Florida ha promovido legislación para prohibir la venta de terrenos cercanos a instalaciones militares a empresas chinas.
También se hace referencia a la empresa agrícola china Fufeng Group, por haber adquirido una finca de 370 acres de terreno cercana a la Base de la Fuerza Aérea de Grand Forks en Dakota del Norte para la construcción de un molino de maíz. Se indica que en esta instalación militar ubica un centro de redes espaciales que interviene con las comunicaciones militares de Estados Unidos a escala global.
Es importante precisar el dato de que conforme a información suministrada por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, al 31 de diciembre de 2019, 14.2 millones de hectáreas de tierras agrícolas estadounidenses eran propiedad de extranjeros; lo que corresponde a 2.7% del total de tierra agrícola privada y al 1.5% del total del territorio de los Estados Unidos.
Se ha discutido también las preocupaciones de las agencias de seguridad de Estados Unidos respecto a la compra de equipos Hawei y las preocupaciones con la instalación de tales tecnologías y su potencial amenaza para los misiles balísticos estadounidenses, como también la posibilidad de China recopilar inteligencia sobre las comunicaciones militares de Estados Unidos. A tales fines se señala la intención que tuvo el gobierno chino de construir un jardín ornamentado en Washington, D. C., que incluía templos, pabellones y una pagoda de más de 20 metros de altura en un área cercana al Capitolio (3 kilómetros), que hubiera sido perfecta para recopilar información de inteligencia y señales. Recomendaciones del FBI llevaron a cancelar la obra.
En conjunto con esta información, también se mencionan casos de ciudadanos chinos acusados en Estados Unidos de espionaje que en años recientes han sido condenados a prisión, así como el cierre de un consulado desde el cual Estados Unidos alega se desarrollaban actividades de espionaje y reclutamiento de personas para espiar para China.
Recientemente, presenciamos la discusión en torno a un globo que a gran altura sobrevoló diversos estados de los Estados Unidos que finalmente fue derribado sobre aguas del Atlántico por la Fuerza Aérea conforme a instrucciones impartidas por el presidente Joseph Biden. De acuerdo con el gobierno de los Estados Unidos, el Globo llevaba a cabo actividades de espionaje en favor de la República Popular China, mientras el gobierno chino señaló que se trataba de un instrumento desviado de su ruta hacia Estados Unidos cuya función era la recopilación de información meteorológica. Esto sin embargo, fue aprovechado por Biden en su mensaje sobre el Estado de la Unión indicando que si China actuaba contra la seguridad de los Estados Unidos, su país respondería.
La información que circula por las redes a través de medios noticiosos como CNN señalan que ya para el 28 de enero la Agencia de Inteligencia del Departamento de la Defensa había enviado un informe de que un objeto extraño se aproximaba al territorio de los Estados Unidos, particularmente desde Alaska. En ese momento no se tomó en consideración que pudiera constituir una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos. Sencillamente se procedió a enviar medios aéreos para observar el objeto, investigarlo y recopilar inteligencia en torno al mismo. Este dato lo confirma el Senador republicano Marco Rubio, el senador republicano de mayor rango en el Comité de Inteligencia del Senado. Para el 31 de enero el objeto se había desplazado sobre Canadá, entrando desde allí nuevamente a territorio de los Estados Unidos, siendo detectado sobre el estado de Montana. El globo en cuestión fue derribado por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos adscrita al Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte, NORAD por sus siglas en inglés.
En la publicación hecha por Edward Wong el 9 de febrero de 2023 en el periódico The New York Times, bajo el título Chinese Balloon Had Tools to Collect Communications Signals, U. S. Says, señala que el Departamento de Estado indica que globos como éste se han desplazado previamente sobre más de 40 países, destacando que son operados por el Ejército Popular de Liberación de China (EPL).
Todo este montaje, sin embargo, no podemos analizarlo al margen de seguirle los pasos a lo que ha venido ocurriendo entre los Estados Unidos y la República Popular China en años recientes.
El 15 de septiembre de 2021 se anunció la alianza estratégica entre Australia, el Reino Unido y los Estados Unidos para la región Indo-Pacífico mediante el acuerdo conocido por sus siglas AUKUS. En conformidad con lo dispuesto en éste, los Estados Unidos y el Reino Unido abrirían las puertas para que Australia adquiera submarinos construidos por dichos países, con la más reciente tecnología, para enfrentar la influencia de la República Popular China en la región. Se trata de un acuerdo que se añade al ya existente entre Estados Unidos, Nueva Zelanda y Canadá para el intercambio de inteligencia. El acuerdo incluye, además, la cooperación en áreas relacionadas con las capacidades cibernéticas, inteligencia artificial, tecnologías cuánticas y claro está, capacidades submarinas adicionales. El propósito perseguido es que a partir de este acuerdo, se comience a construir en la región un dispositivo militar de seguridad similar al de la OTAN en Europa, esta vez dirigido preventivamente contra la República Popular China.
El 29 de junio de 2022 se hizo pública la llamada “Declaración de Madrid”, aprobada por los distintos dignatarios y gobiernos participantes de la reunión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en esta ciudad europea. Como parte de los documentos aprobados en la Cumbre de Jefes de Estado, se aprobó el documento titulado en inglés NATO 2022 Strategic Concept.
Los Estados signatarios de la Declaración identifican a la Federación Rusa como la amenaza más significativa y directa contra la seguridad de los países que forman parte de la OTAN, la paz y la estabilidad de la región euroatlántica. En el caso de la República Popular China, la Declaración cataloga este país como un desafío a sus intereses y seguridad en lo relacionado con el uso de nuevas tecnologías, amenazas en los planos cibernéticos y espacio, así como otro tipo de amenazas, híbridas o asimétricas.
En cuanto a la República Popular China, el documento señala que “sus ambiciones y desafíos a sus políticas coercitivas”, presentan un reto a “los intereses, valores y seguridad” de la OTAN. Al referirse a China, la describe como un país que procura el control clave tecnológico e industrial de otros países; de sus infraestructuras críticas; del suplido de materiales estratégicos y cadenas de distribución para crear en estos dependencia y de esta manera aumentar su control sobre ellos. Se trata precisamente de denunciar lo que por años han venido haciendo las potencias europeas y los Estados Unidos sobre sus colonias y países en desarrollo.
El documento señala que con tal proceder, la República Popular China pretende extender su influencia, incluso hacia el espacio y los dominios cibernéticos y marítimos, llamando la atención, por cierto con gran preocupación, a los acercamientos entre la Federación Rusa y la República Popular China al margen de las normas por las cuales se rige la OTAN. El documento plantea la preocupación del uso por parte de China de “tácticas” que dividan a la Alianza Atlántica.
En sintonía con lo anterior, el pasado 12 de octubre, la Casa Blanca hizo público el documento titulado National Security Strategy. En él la administración Biden delinea la manera en que ésta adelantará lo que considera son los intereses de los Estados Unidos para la próxima década frente a sus competidores geopolíticos.
Con relación a la República Popular China el documento identifica como un peligro para los Estados Unidos los acercamientos hechos entre China y la Federación Rusa, por lo que postula enfocarse en cuanto a éste, en que los Estados Unidos desarrollen capacidades competitivas; mientras que en el caso de la Federación Rusa, plantea su peligrosidad. A la República Popular China la considera como el único competidor que al presente persigue posicionarse en el plano internacional promoviendo un nuevo orden y aumentando sus capacidades económicas, diplomáticas, militares y tecnológicas. Señala que China se propone incrementar su influencia en la zona Indo-Pacífico para convertirse en el polo dominante a nivel global en esa región, mientras promueve hacer al mundo más dependiente de ellos a la vez que reduce su propia dependencia respecto al resto del mundo.
A partir de lo anterior, el documento indica que la estrategia a seguir por parte de los Estados Unidos frente a China se basa en las siguientes premisas: (a) invertir en el desarrollo de la competitividad, innovación, democracia y resiliencia de los Estados Unidos; (b) alinear los esfuerzos de los socios de los Estados Unidos en una misma dirección y causas; (c) competir responsablemente con China defendiendo los intereses de los Estados Unidos y la visión en torno al futuro que este país promueva.
Señala el documento que al presente se ha incrementado la competencia de los Estados Unidos con China, no sólo en la región Indo-Pacífico sino en todo el planeta, por lo que los próximos diez años serán decisivos. Considera que los socios de los Estados Unidos en esta región enfrentan la coerción por parte de China, por lo que Estados Unidos debe promover y apoyar que estos países puedan tomar decisiones soberanas de acuerdo con sus propios intereses y valores libres de presiones externas. Plantea también que los Estados Unidos debe exigir de China rendimiento de cuentas por lo que indica son sus abusos (genocidios y crímenes) en Xinjiang y Tibet, así como las limitaciones de libertades y autonomía en Hong Kong.
Con relación al tema de Taiwan, la nueva Estrategia de Seguridad señala que Estados Unidos debe procurar la estabilidad y la paz en el estrecho de Taiwan; que el país se opondría a un cambio en el status quo entre cada parte, donde si bien por una parte los Estados Unidos no deben apoyar la independencia de Taiwan, por otra parte, China debe abstenerse políticamente hablando de no forzar cambios unilaterales. Finalmente señala que los Estados Unidos tienen profundas diferencias con el Partido Comunista de China y su gobierno, no así con el pueblo chino.
Todo apunta a que este desafío de los Estados Unidos frente a la República Popular China siga agudizándose a escala global en los próximos años; como también es de esperar que, desde el punto de vista chino, con la paciencia que siempre ha caracterizado su política exterior, dicho país continúe el desarrollo de sus capacidades productivas y sus avances en los planos técnico y militar, como ha venido ocurriendo en las pasadas décadas.
Después de todo, ya lo apuntó un artículo publicado en Military Times de fecha 29 de noviembre de 2022, titulado El Pentágono no ve una amenaza inminente para Taiwan por la acumulación china, dicho país es el único con la voluntad y la capacidad militar, “sin dejar de ponerse al día”, para ser un desafío a los Estados Unidos. Señala que la República Popular China ha establecido la fecha de 2049—fecha que marca el centenario de su fundación—con el objetivo de lograr “un ejército de clase mundial capaz de rivalizar con Estados Unidos.” Para ello China invierte hoy en la modernización de su armamento, la expansión de instalaciones militares fuera de su país y la preparación para lo que se considera es una “guerra de avanzada”, que incluye las operaciones informáticas. Esto último significa incorporar “avances ‘big data’ e inteligencia artificial para identificar rápidamente vulnerabilidades clave en el sistema operativo de EE UU y luego combinar fuerzas conjuntas en todos los dominios para lanzar ataques de precisión contra esas vulnerabilidades.”
Ya veremos de cara a la próxima década cuál ha de ser el desarrollo de las relaciones entre estos dos países en su inevitable forcejeo por asumir la primacía política, económica y militar a escala global.