Etiopía es un país localizado en la porción este del continente africano. Se encuentra en la región conocida como el “cuerno de África”. Tiene una extensión territorial de 1,104,300 kilómetros cuadrados; es decir, Etiopía es aproximadamente 121.29 veces el tamaño de Puerto Rico. Se considera el vigésimo séptimo país más extenso del mundo y el segundo más poblado de África. Su superficie es similar a la que cubre el Estado Plurinacional de Bolivia.
Etiopía es un Estado que formó parte de la Sociedad de Naciones surgida tras el Tratado de Versalles en 1919; suscribió la Declaración de las Naciones Unidas en 1942; fue fundador de la sede de las Naciones Unidas en África y fue también miembro fundador de la Organización para la Unidad Africana (OUA). Actualmente es miembro de la Unión Africana (UA).
La región de Eritrea, que formó parte de Etiopía como Estado político, proclamó su independencia en 1993 tras la realización de un referéndum. Las demarcaciones fronterizas entre Etiopía y Eritrea fueron de inmediato una fuente de conflictos entre ambos Estados. Con la división geográfica resultante de dicha independencia, Etiopía perdió su acceso al Mar Rojo. Como resultado de las discrepancias entre los dos Estados, luego de Eritrea anexarse el 6 de mayo de 1998 la ciudad y la región de Badme, surgió la guerra de secesión por parte de Eritrea. La guerra se desarrolló entre 1998 y 2000. Se estima que las muertes en el conflicto para ambas partes ascendieron a entre 53 mil y 300 mil personas. Cerca de 650 mil personas fueron desplazadas de sus hogares.
El 12 de diciembre de 2000, las partes en el conflicto, como parte del proceso de paz, acordaron en Argel someterse a un arbitraje internacional vinculante para dilucidar cuál de las dos partes tendría la soberanía sobre la ciudad de Badme y sus inmediaciones. El dictamen resultó favorable a Eritrea. Si bien existe en la frontera una zona desmilitarizada bajo la supervisión de los llamados “cascos azules” de la ONU, cada país mantiene cerca de dicha zona cuantiosas tropas de combate. Se estimaba para el año 2007, en el caso de Etiopía, la ubicación de 100 mil efectivos y en el caso de Eritrea 120 mil.
Actualmente Etiopía mantiene sus fronteras, al norte con Eritrea y Yibuti; al sur con Kenia, Uganda y Somalia; al este con Eritrea y Somalia; y al oeste, con Sudán y Sudán del Sur. De acuerdo con el censo efectuado en el año 2007, el país contaba con 73,750,932 habitantes, estimándose sin embargo, al presente, en 98,665,000 habitantes.
Su producción principal es agrícola teniendo como principal producto el café. Sin embargo, Etiopía cuenta con importantes recursos minerales que incluyen oro, tantalio, mármol, potasa, hierro y gas natural. Para tener acceso al Mar Rojo, dadas las pésimas relaciones que mantiene con Eritrea, el país tiene que utilizar los puertos de su vecino Yibuti.
Antiguamente lo que antes fue Etiopía y Eritrea, se conoció como “reino de Abisinia”. Su referencia como reino en la antigüedad se remonta a crónicas escritas por Homero, el autor de la Ilíada y la Odisea, cuando le llamó “Memnon” o “el que se mantiene firme”. También la región es mencionada en el Antiguo Testamento, ello en referencia a la Reina de Saba y al Rey Salomón. Hacia el Siglo IV de nuestra era, en el año 333 d.C., se introdujo en el país el cristianismo. Se considera a Etiopía como la segunda nación en adoptar esta religión después de Armenia que lo había hecho en el 301 d. C. Actualmente las denominaciones cristianas (católicas, ortodoxas y protestantes) se estima representan el 65% de la población, mientras los musulmanes representan el 32%. El restante por ciento lo comparten diferentes creencias religiosas ancestrales.
En el año 1895 Etiopía fue invadida por tropas provenientes de la región de Eritrea, entonces ocupada por los italianos. En el año 1931 Tafari Makonnen, conocido más adelante como Haile Selassie, se proclamó emperador de Etiopía. En el año 1935, sin embargo, fue destronado tras una nueva invasión desde el territorio de Eritrea por parte de Italia, el que ya se encontraba bajo el mandato de Benito Mussolini. A raíz de lo anterior, Etiopía y la región de Eritrea, pasó a llamarse Abisinia.
Tras la derrota italiana en la Segunda Guerra Mundial, Haile Selassie regresa al trono. Más tarde, en 1952, las Naciones Unidas aprobaron la federación entre Etiopía y Eritrea en un Estado político unificado. En 1974 Selassie fue derrocado por oficiales militares de baja gradación dentro de las fuerzas armadas. Asumió el poder en 1977 Derg Mengistu Haile Mariam, de orientación socialista, fundándose la República Democrática Popular de Etiopía. Tras otra guerra civil, en mayo de 1991 Meles Zenawi, jefe del Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (FDRPE), toma el poder. Eventualmente bajo su gobierno Etiopía abandona la vía socialista.
El 23 de agosto de 1995 entró en vigor un texto constitucional, ratificado mediante consulta electoral el mes anterior. Bajo el sistema de gobierno vigente en Etiopía, el Poder Legislativo lo configura una “Cámara de Representantes Populares”, integrada por 547 diputados electos por términos de cinco años y una “Cámara de la Federación” compuesta por 153 miembros, elegidos por votación universal indirecta por los representantes de las regiones; un Poder Ejecutivo, donde figura un presidente elegido por ambas Cámaras por un término de 6 años, aunque quien realmente dirige el país es el Primer Ministro, escogido por el partido mayoritario en la Cámara de Representantes Populares. Este gobierna el país con un mandato de cinco años. Finalmente, el Poder Judicial lo ejerce la Corte Suprema Federal, un Tribunal Superior y Tribunales de Primera Instancia.
Zenawi falleció estando en el poder el 20 de agosto de 2012. El Frente de Liberación Popular de Tigray (conocido por sus siglas en inglés como FLPT), formó parte de la estructura federal de gobierno de Etiopía hasta el año 2019. En ese momento se intensificaron sus diferencias con el gobierno central, las que adquirieron eventualmente la confrontación armada. Para entonces, el FDRPE junto al Partido Democrático Oromo, el Movimiento Democrático Nacional Amhara y el Movimiento Demócrata Popular del Sur de Etiopía, fundaron bajo el liderato de Abiy Ahmed Ali el Partido de la Prosperidad.
El 4 de noviembre de 2020 las fuerzas armadas de Etiopía lanzaron una ofensiva militar contra el FPLT. La orden fue emitida por el Primer Ministro, Abiy Ahmed Ali luego de que dicha organización atacara una instalación militar del gobierno central. Ali ocupa la posición de Primer Ministro desde el 2 de abril de 2018. El 11 de octubre de 2019 el mandatario etíope recibió la distinción de “Premio Nobel de la Paz” bajo la premisa de su alegada reconciliación como dirigente de Etiopía con Eritrea.
El día 7 de noviembre de 2020 el parlamento del gobierno central federal aprobó la creación de un gobierno interino para Tigray, declarando ilegal al gobierno provincial secesionista y procediendo a destituir varios de sus integrantes.
Los combates en la región de Tigray continuaron desarrollándose en los días siguientes e incluso hasta el presente tanto por vía aérea como terrestre. Decenas de órdenes de arresto fueron emitidas por el gobierno central contra mandos militares provinciales acusados de traición. Miles de personas han fallecido al presente en el conflicto donde se denuncian actos atroces perpetrados por ambos bando en el curso de la lucha.
Tigray es una provincia de Etiopía, como lo fue antes Eritrea, localizada en la porción norte del país. A raíz de las tensiones no superadas por los acuerdos de paz de 2000 entre Etiopía y Eritrea, la primera mantiene en las zonas fronterizas con la segunda, incluyendo la presencia por parte de ambas de gran cantidad de efectivos militares en la provincia o región de Tigray. Se indica que en la región de Tigray, las fuerzas armadas del gobierno central federal han llevado a cabo matanzas por consideraciones étnicas contra residentes de la etnia tigray. Esto ha reforzado el sentimiento independentista entre los pobladores de la región de Tigray que impulsaron, como antes ocurrió con Eritrea, la secesión de la región proclamando su independencia.
Varias ciudades en Tigray, luego de intensos combates, fueron capturadas por el gobierno central federal. Para finales del 2020 el gobierno de Etiopía ya había ocupado el 60% del territorio de la provincia de Tigray. Sin embargo, el FLPT y su aliado el Frente de Liberación Oromo (OLA por sus siglas en inglés), reivindicaron la ocupación de varias ciudades, señalando que sus efectivos se encontraban a 400 kilómetros de Addis Abeba, la capital de Etiopía. Junto con la ofensiva militar contra el FLPT, el gobierno central federal impuso por seis meses en la provincia de Tigray el estado de emergencia.
Dentro de toda la situación provocada por el conflicto, Eritrea aprovechó el proceso armado interno de Etiopía para adelantar la ocupación de porciones del territorio de Tigray, es decir de suelo etíope.
Se indica también que en medio de la situación, el gobierno de Sudán del Sur había provisto albergue a dirigentes del FLPT. Esto provocó una respuesta militar por parte de Etiopía, desplazando grandes contingentes de soldados hacia la frontera de Sudán del Sur, lo que a su vez también hizo este país respecto a Etiopía. Recordemos que hace apenas una década, Sudán también fue objeto de un conflicto interno secesionista respaldado por los Estados Unidos que culminó en la creación de Sudán del Sur. Los orígenes del conflicto estuvieron allanados por el control de recursos naturales, principalmente el petróleo, ubicado en lo que hoy es Sudán del Sur, así como divisiones religiosas.
En el marco de este conflicto, tropas somalíes entrenadas por Eritrea en su territorio, combatieron en Tigray respaldando al FLPT en contra del gobierno central de Etiopía. A la participación de efectivos militares de Eritrea en el conflicto, se sumó también incidentes que involucran a efectivos militares de Sudán del Sur en suelo etíope.
Funcionarios de la Unión Africana intentaron inicialmente mediar sin resultados en el conflicto armado. Por su parte, la ONU llegó a acuerdos con el gobierno de Etiopía para proveer ayuda humanitaria a miles de personas desplazadas por el conflicto, que se estima en varios millones procurando romper el bloqueo impuesto por Etiopía sobre Tigray.
En Etiopía abundan diferentes grupos étnicos. Se estiman en 11 los grupos principales entre los cuales se encuentran los “tigray”. El país se divide en 10 regiones (provincias) y dos ciudades. Estas gozan de gran autonomía, incluyendo la capacidad para sostener sus propias milicias y policía. En estas regiones el componente étnico provincial presenta serios problemas con el gobierno central federal. Históricamente hablando, tales diferencias han llevado a guerras civiles donde el gobierno central federal se enfrenta a agrupaciones armadas, como es el caso de Frente de Liberación del Pueblo de Tigray.
Cuando las autoridades regionales de Tigray, con la oposición del gobierno central federal de Etiopía, celebraron en septiembre de 2020 elecciones generales regionales, el gobierno central federal no reconoció su resultado poniendo así fin a sus relaciones con el gobierno regional. Desde entonces el conflicto entre el gobierno central y las autoridades regionales en Tigray degeneró en un conflicto armado cada vez de mayor proporción. Para entonces, el conflicto ya había provocado el desplazamiento de 1.6 millones de personas, incluyendo cerca de 60 mil personas que optaron por buscar refugio en el vecino Sudán. Se estimaba en 5.5 millones de personas, más del 90% de la población total de Tigray, el número de aquellos que padecían desnutrición o inseguridad alimentaria. Se consideraba que de dicha cantidad, al menos 2 millones de personas, están al borde de una hambruna.
En medio de estos sucesos las periodistas Ann Garrison y Ann Fitz-Gerald, bajo el título Biden Deploys National Guard: It’s’Dejà Vu All Over Again’ as Goverment Hawks and Corporate Media Play Up Ethiopian Atrocities in Tigray, indicaban en la página electrónica CoverAction Magazine, edición del 9 de diciembre de 2021, que 12 días después de que apareciera un titular de Bloomberg el 11 de noviembre indicando “La guerra civil en Etiopía es un problema que las tropas de E.U. pueden ayudar a resolver”, el presidente Joe Biden anunció la movilización de mil efectivos de las Guardias Nacionales de Virginia y Kentucky hacia Fort Bliss en Texas, para entrenamiento previo a su próximo desplazamiento a la frontera etíope.
Ciertamente, la participación de efectivos de la Guardia Nacional en conflictos armados de los cuales los Estados Unidos es parte interesada no es nueva. De hecho, tanto en Iraq como en Afganistán, y antes durante la Guerra del Golfo en 1991 y luego en Iraq en 1993, muchas unidades de la Guardia Nacional y de la Reserva fueron activadas y movilizadas. Sin embargo, uno se pregunta si los Estados Unidos no debería aprender de sus propias experiencias. Está históricamente establecido que pequeñas intervenciones llevan a grandes intervenciones.
Indican las autoras que si bien medios occidentales estuvieron señalando cuatro meses antes que la capital de Etiopía, Addis Ababa, podría caer pronto en manos de Frente de Liberación del Pueblo de Tigray respaldado por los Estados Unidos, también señalan que en el terreno de combate, dentro de la región Tigray, las tropas del gobierno habían tenido algún avance, infligiendo fuertes bajas a las tropas del Frente de Liberación del Pueblo de Tigray y recuperando territorio. Mientras el parlamento etíope calificaba a principios de 2021 al Frente de “organización terrorista”, algunos funcionarios estadounidenses mostraban su simpatía con el FLPT, calificando al gobierno de Etiopía de ser un Estado que ha incurrido en el delito de genocidio hacia la población Tigray.
Es un secreto a voces que desde hace ya tiempo el Comando de África de los Estados Unidos ha venido desarrollando distintos niveles de participación en esfuerzos militares conjuntos con las fuerzas armadas de países africanos afines a la política exterior de los Estados Unidos. Lo anterior incluye las llamadas “operaciones especiales”. Conflictos actuales como los de Yemen, el Norte de Siria en la región curda, y operaciones adicionales por parte de fuerzas de los Estados Unidos estacionadas en Kuwait, Qatar, Jordania y otras localidades en la región del Medio Oriente y África, nos dicen que la visión global militar de los Estados Unidos no ha perdido su razón de ser luego de la toma de Afganistán por el Talibán, o la salida de su personal de combate de Iraq.
El imperialismo estadounidense, como un pulpo, se mueve a través de sus diferentes tentáculos. Lo que ocurre en Etiopía es sólo el reflejo de esta realidad.
Es dentro del marco anterior que se anuncia el pasado 4 de noviembre, tras nueve días de negociaciones en Pretoria, capital de África del Sur, los acuerdos de paz entre el gobierno de Etiopía y el Frente Popular de Liberación de Tigray. Con la mediación de un representante de la Organización para el Cuerno de África, el nigeriano Olusegun Obasanjo y bajo los auspicios de la Organización de la Unidad Africana (OUA); y con la participación de Redwan Hussein, viceministro de Asuntos Exteriores de Etiopía; Abiy Ahmed, Asesor de Seguridad Nacional del primer ministro de Etiopía; y Getachew Reda, representante del Frente Popular de Liberación de Tigray, un “acuerdo de paz” en el conflicto.
Entre los principales puntos del acuerdo negociado se encuentra la desmovilización y desarme de los combatientes del FPLT; su reintegración a la vida civil; la restauración de la autoridad del gobierno central federal sobre Mekele, capital de Tigray; la anulación de la denominación como “organización terrorista” por parte del gobierno central federal al FPLT; y el cese al fuego por parte de las autoridades del gobierno central federal contra la región de Tigray. Ciertamente, se trata de asuntos que llevan a pensar claramente que se trata de una importante victoria del gobierno central federal sobre las fuerzas secesionistas de Tigray.
A pesar de ello, no puede hablarse de que los acuerdos de pasa por sí mismos lleven a la suspensión de la guerra en Tigray toda vez que uno de los actores en el conflicto armado, Eritrea, no formó parte de las negociaciones ni de los acuerdos de paz, cuando la realidad es que dicho país también ha intervenido en Tigray ocupando parte de su territorio. En ese sentido, la expresión hecha por los signatarios del acuerdo suscrito en Pretoria a los fines de indicar “hemos acordado silenciar permanentemente las armas y acabar con dos años de conflicto en el norte de Etiopía”, expresión que reafirma la integración de Tigray como parte de Etiopía, está en veremos en lo que respecta a su conflicto con Eritrea, que al presente sigue siendo un tema inconcluso.
Si bien la Organización de la Unión Africana es la responsable por monitorear el cumplimiento de los acuerdos, está por ver cuál ha de ser su rol en la permanencia del conflicto no resuelto entre Etiopía y Eritrea, o la intervención de Somalia, cuando se tratan estos de países que también forman parte de dicha instancia de unidad continental.