El día 16 de octubre dará inicio el XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China. Desde Descifrando la Guerra vamos a escribir una serie de artículos para desgranar este acontecimiento político. Recientemente también hemos publicado un libro en relación con esta fecha –La nueva era de China. La gran estrategia para el sueño de Xi Jinping– en el que hacemos un repaso de la década de gobierno de Xi Jinping (2013 – presente), sus políticas internas y externas, así como qué debemos esperar de este cónclave.
¿Por qué es tan importante?
El Congreso Nacional es el órgano de mayor poder del Partido Comunista de China (PCCh), pues elige a los más altos cargos, establece las orientaciones ideológicas y políticas, se reforma la Constitución del Partido y reorganiza la estructura interna, con la creación y eliminación de comisiones, órganos o cargos. Al ser un país gobernado por el PCCh, aunque haya otras instituciones estatales como un parlamento, los congresos nacionales se presentan como el acontecimiento político de mayor importancia en la política china. Además, tienen un carácter de totalidad en la política del gigante asiático. Es decir, aunque se circunscriben a un solo acontecimiento, su preparación previa involucra a todas las instancias del PCCh en el país y después continuará teniendo una influencia profunda de largo recorrido con las sesiones plenarias.
El evento en sí mismo, que se celebra cada cinco años, durará una semana, hasta el 22 de octubre. Algunos hitos que podemos mencionar de los congresos nacionales son la campaña del Gran Salto Adelante en el VIII Congreso Nacional; el IX aprobó introducir en la Constitución del Partido la teoría de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado (继续革命论) como ideología rectora de la Revolución Cultural; el XIII terminó de revertir la política revolucionaria del maoísmo con el rechazo a la Revolución Cultural y poniendo a China por la vía de la reforma capitalista con la teoría del socialismo con características chinas; mientras el XIX introdujo el pensamiento Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas para una nueva era en la Constitución del Partido.
¿Cómo funciona?
El proceso comienza en con el sexto pleno del XIX Comité Central en noviembre de 2021, cuando se forma el Presidium del Congreso Nacional. Este organismo debe encargarse de organizar el evento y su autoridad viene dada porque es elegido por el último Comité Central. Entre los miembros que componen el presídium se encuentran el Secretario General, miembros del Politburó y otras figuras de importancia como antiguos miembros de alto rango retirados: en total unas 150 personas (el número no es fijo, varía según las circunstancias). El presídium se encarga de organizar el proceso electoral, su calendario, definir los requisitos para la elección de delegados y nominar a los candidatos para los órganos que debe elegir el Congreso Nacional. La elección de los delegados del cónclave se realiza en 38 unidades electorales que representan a distintas circunscripciones del PCCh, habiéndose elegido un total de 2.296 delegados que representan a los 95 millones de miembros. Cada circunscripción representa a unas organizaciones de base e intereses. Las hay para el Ejército Popular de Liberación, para instituciones financieras y bancos centrales o de nivel municipal y provincial.
La delegación de base territorial es la más grande pues es la que agrupa a más miembros del Partido y debe representar a todas las organizaciones de base de niveles inferiores al nacional, por lo aquí el proceso requiere que cada provincia realice su propio congreso provincial con la elección de su respectivo comité central provincial. Este proceso se reproduce en cada nivel administrativo del Partido. A continuación, los grupos de base deben animar a los miembros del partido a recomendar delegados, los comités del partido en pleno, a nivel de condado y municipal, deciden la lista de candidatos. Por último, los miembros de los comités permanentes hacen la selección final y preparan una lista que se presenta a un comité del partido de nivel superior para su posterior selección.
En suma, el proceso que arranca en noviembre de 2021 y termina en octubre de 2022 con el Congreso Nacional involucra a todos los miembros del Partido y es uno que supone una reorganización completa de abajo hacia arriba de todos los cargos del PCCh, con promociones, relecciones y jubilaciones.
Los casi tres mil delegados del Congreso Nacional se encargan de elegir a los miembros de la Comisión Central de Disciplina e Inspección y al Comité Central, que durante los siguientes cinco años es el máximo órgano de dirección del Partido con sus sesiones plenarias que deben aprobar las resoluciones, nombramientos y planes quinquenales del Politburó. El XX Comité Central será a su vez quién elija en su primera sesión plenaria tras el Congreso Nacional a los 25 miembros del Politburó, a los 7 del Politburó Permanente, al Secretario General del PCCh, a la Secretaria del Partido y a la Comisión Militar Central.
Si bien es cierto que la elección del Comité Central por los delegados tiene un margen de competitividad, pues se nomina a más candidatos que escaños disponibles, este voto tiene un sentido principalmente de castigo: solo el 15% del total de candidatos se quedan fuera. Es en las nominaciones donde realmente se encuentra la competición dado que una vez nominado es bastante difícil no salir elegido. También es cierto que los delegados pueden nominar a sus propios candidatos, pero esto no ocurre porque está prohibido realizar campañas políticas. La elección que se lleva a cabo en el Congreso Nacional no es una carrera en la que compiten distintas propuestas políticas con programas y promesas de campaña, sino la sanción de una orientación que ha sido establecido por el anterior Comité Central. Si una facción interna en el Partido quisiera desafiar la política central tendrían que en primer lugar conseguir ganar la batalla en el anterior Comité Central, pues sino seguramente serían vetados como delegados del propio Congreso Nacional.
Las nominaciones son por lo tanto la clave. Por ejemplo, los cargos de más alto rango son consensuados previamente al congreso en una reunión que se hace en agosto entre los pesos pesados del Zhongnanhai en Beidaihe, una ciudad de retiro cercana a la capital. Esto no significa que no haya reglas para las nominaciones y que las mismas personas se perpetúen en sus cargos. De hecho, el ratio de renovación es considerablemente elevado: en el Comité Central cada quinquenio alrededor del 60% de los miembros elegidos son recién llegados. El PCCh y sus mecanismos internos han tendido una creciente institucionalización durante los últimos 30 años, por lo que hay toda una serie de normas a considerar. La más importante es la referida al criterio de edad que busca evitar la gerontocracia, de forma que siempre haya sangre nueva que renueve el Partido. La norma «siete abajo, ocho arriba» (七上八下) estipula que los dirigentes nacionales y subnacionales deben tener 67 años o menos en el momento de su nombramiento para un cargo superior, mientras que quienes alcanzan el umbral de los 68 años deben retirarse. Este requerimiento ha instituido otra norma informal y es la tendencia al cambio generacional. Si se cumple la norma de edad el 80% de los miembros del XX Comité Central habrán nacido después de 1960.
¿Qué hay en juego?
El XX Congreso Nacional del PCCh se espera que sea de especial importancia por los cambios que puede suponer a nivel ideológico, político y organizativo dentro del Partido. En la apertura del congreso Xi Jinping entregará el informe de trabajo político. Los delegados deberán deliberar sobre el documento y las enmiendas propuestas a la Constitución del Partido. El principal cambio que querrá introducir Xi y estará en juego será su propósito de modificar la formulación ideológica del «pensamiento Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas para una nueva era» a un término más conciso, «pensamiento Xi Jinping», colocándolo de esta forma al mismo nivel que a Mao Tse-tung en el panteón ideológico del PCCh. La propuesta de Xi sigue la estela de su resolución sobre la historia del Partido presentada en noviembre donde se presenta como el núcleo del liderazgo de la nueva era de China como gran potencia, tras los periodos de Mao –la revolución– y Deng Xiaoping –la reforma y apertura al exterior–.
A nivel político Xi Jinping busca además de elevarse ideológicamente, como la orientación teórica para la nueva era con su propio «pensamiento», situarse como la máxima autoridad política de China con un tercer mandato de cinco años. Rompiendo la norma no escrita de que «el máximo dirigente del partido no podrá ejercer más de dos mandatos de cinco años como secretario general del PCCh antes de ceder el puesto a un sucesor». Esto es, no solo ocupar el cargo más elevado, sino situarse dentro de la política de élites china (otros secretarios generales y veteranos se jubilan y pierden mucha influencia) y de la historia como el líder más importante de la nueva era. Para ello no solo necesita la relección, sino que su facción y aquellos cuadros del PCCh leales a él —mishu (机要秘书)— copen los cargos más importantes dentro del Estado, el Ejército y el Partido, especialmente la Comisión Disciplinaria. Algo que viene haciendo desde que ocupa el cargo de Secretario General, y gracias a lo cual ha amasado un enorme poder.
Por último, los cambios a nivel organizativo y normativo también están en juego pues Xi Jinping debe presentar la fórmula bajo la cual él pueda seguir como máximo líder del Partido y el país. En 2018 ya abolió el límite del mandato presidencial. Para el cargo de Secretario General se han producido varios rumores como el supuesto interés de Xi por recuperar la presidencia (Chairman) del partido de la era maoísta, que requeriría reintroducirla en la Constitución del Partido, una modificación importante dada su ausencia en ella desde 1982.
Otro problema es que bajo la actual norma de «siete abajo, ocho arriba» Xi, que tiene 69 años, no podría sentarse en el Politburó. Incluso para él sería difícil imaginar que se inventase una excepción puramente subjetiva que sólo se aplicase a su persona, pues esta ha sido una de las normas más sólidas y que más estabilidad, así como consistencia, ha dado a la política china. Otra consecuencia es los efectos que pudiera tener un cambio normativo de este tipo sobre la composición del Politburó y para su objetivo de promocionar a algunos de sus mishu. Evidentemente Xi Jinping tiene restricciones normativas a la hora de influenciar los resultados del XX Congreso Nacional y deberá llegar a compromisos con otras facciones. Las instituciones siguen siendo el factor clave que rige la política china.
Fuente: Descifrando la Guerra