República Dominicana y el racista y xenófobo muro de la vergüenza

Luis Abinader, el empresario-presidente de República Dominicana, anunció que expropiará los terrenos situados junto a la frontera con Haití para facilitar la construcción de un muro, con la excusa de frenar la inmigración desde el país vecino y el contrabando.

La construcción de la «verja perimetral inteligente» que separará República Dominicana de Haití y que en la frontera todos llaman «muro” como solución a la presión migratoria, esconde un sentimiento de racismo y xenofobia, en un nuevo episodio en la conflictiva relación histórica que mantienen los dos países que comparten la isla de La Española y una porosa frontera de más de 390 kilómetros, uno de los corredores terrestres más importantes de América Latina y el Caribe.

El color de la piel no es ajeno a este asunto. La retórica antihaitiana en República Dominicana antecede al presidente Abinader, que asumió la presidencia en 2020. Ya en 2013, la corte dominicana ordenó retirar la ciudadanía a miles de personas de origen haitiano nacidas en la República Dominicana.

Al año siguiente, el parlamento dominicano aprobó una ley migratoria que revisaría la ciudadanía de personas nacidas en República Dominicana de padres haitianos con estatus irregular en el país. En ese momento, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos expresó preocupación sobre la ley, que podría «privar a decenas de miles de personas de nacionalidad, casi todos ellos de origen haitiano, y tener un impacto muy negativo en el resto de sus derechos.”

Para justificar la medida, el presidente dominicano tuitea continuamente desde febrero: “Regular los flujos migratorios para combatir así las mafias que trafican con personas; hacer frente al narcotráfico y a la venta ilegal de armas, y proteger las reses y los sembrados de los ganaderos y los productores agrícolas», señaló en uno de sus mensajes.

“La construcción de esta verja inteligente en la frontera, beneficiará a ambos países, ya que permitirá controlar de forma mucho más eficiente el comercio bilateral”. «La República Dominicana no puede hacerse cargo de la crisis política y económica de ese país (Haití) ni resolver el resto de sus problemas»,” escribió en otros tuits.

Para facilitar las expropiaciones, declaró de utilidad pública una franja de tierra a lo largo de toda la frontera con Haití. En las zonas pobladas, la franja de terrenos a expropiar será de 30 metros partiendo desde la frontera y en zonas deshabitadas se llegará hasta los 200 metros. Incluirá también por lo menos 170 torres de vigilancia y control y 71 puertas de acceso.

Abinader ordenó que, en caso de no llegarse a un acuerdo amigable con el propietario del inmueble afectado para su traspaso al Estado dominicano, el Ministerio de Defensa realizará “todos los actos, procedimientos y recursos”, tanto ordinarios como extraordinarios, de acuerdo con las leyes, para obtener la expropiación.

En varias oportunidades, vecinos de la provincia de Dajabón (noroeste) han paralizado los trabajos en la verja para denunciar que el gobierno, no les ha resarcido como lo prometió por la utilización de terrenos de los que son propietarios. “Las porciones de terreno declarados de utilidad pública mediante el presente decreto serán pagadas con fondos provenientes del Ministerio de Defensa”, dispuso Abinader.   

En febrero pasado, Abinader dio el inicio simbólico de los trabajos de construcción de la verja fronteriza, que contará con 160 kilómetros de extensión, cerca de la mitad del total de la frontera, y contará con un amplio dispositivo tecnológico.

La primera etapa, de 54 kilómetros de hormigón armado, supondrá una inversión de 30 millones de dólares, sin contar con los dispositivos tecnológicos, que aún no han sido licitados. La verja constará de un muro de hormigón en la base y de una valla metálica de 4 metros de altura.

Paralelamente, Abinader lanzó un operativo conjunto entre la Policía Nacional y los miembros de las Fuerzas Armadas que iniciará esta tarde para el combate a la delincuencia y los instruyó actuar “con respeto a los derechos humanos, pero con firmeza”. Dijo que los golpes que al narcotráfico durante su gestión también han incrementado el microtráfico y los hechos delictivos en los barrios.

El mandatario reconoció que en las últimas tres semanas ha habido un aumento significativo en los robos y asaltos en el país lo que atribuyó a los efectos de la reapertura luego de la pandemia. Sobre el operativo, cuya cantidad de miembros a desplegar no especificó, dijo que se utilizará alta tecnología e inteligencia delictiva que ya se tiene levantada y se continuará compilando.

En un discurso elitista y discriminatorio señaló que “los primeros derechos humanos que tenemos que respetar son los de nuestra gente seria y honesta que necesitan caminar tranquilos por nuestras calles y estar seguros en nuestras casas. Seguiremos esta operación hasta que sea necesario y si tenemos que incrementar la vamos a incrementar”, sostuvo.

Como es siempre el caso en flujos migratorios alrededor del mundo, los inmigrantes haitianos representan un importante factor económico en la República Dominicana, puesto que proporcionan mano de obra barata en la producción agraria del país. De hecho, durante gran parte del siglo XX, los haitianos fueron coaccionados y hasta capturados para trabajar en condiciones de semiesclavos en plantaciones de caña de azúcar del otro lado de la frontera.

Bridget Wooding y Richard Moseley-Williams argumentan en su libro de 2004 que los haitianos son “necesarios pero no deseados”, lo que genera un círculo vicioso que estigmatiza al inmigrante. “Una interrupción abrupta de la disponibilidad de trabajadores de Haití llevaría a la bancarrota a parte del sector agrícola y crearía una crisis en la floreciente industria de la construcción, lo que tendría efectos colaterales en el crecimiento económico nacional a corto y mediano plazo,” escriben los autores.

Frente a esa compleja realidad, los muros logran transformar una historia de explotación económica y violación de derechos humanos en una narrativa sobre seguridad nacional. La retórica de Abinader poniendo el foco en el crimen y en la soberanía nacional, viene siendo construida desde hace décadas.

Pero en especial desde que los haitianos empezaron a migrar en mayores número a partir de los 2000 impulsados por el deterioro imparable de sus condiciones de vida, fruto de una profunda corrupción política, injerencia francesa y estadounidense, violencia sin límite –que llevó hasta el asesinato del presidente Jovenal Moïse, y catástrofes naturales.

El muro de Abinader no contendrá la migración haitiana o el flujo de drogas y mercancías ilegales hacia la República Dominicana. Pero sí dará a los dominicanos legitimidad en su racismo, justificativo de la explotación de sus vecinos, a los que no dan tregua los ni desastres naturales ni las catástrofes engendradas por humanos.

Fuente: Estrategia.la

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Author: Victoria Korn

Periodista venezolana, analista de temas de Centroamérica y el Caribe, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).