El gobierno ucraniano y sus partidarios dicen que asistimos al comienzo de la Tercera Guerra Mundial. En parte, esto es solo un intento de convencer a occidente para participar en una confrontación aún más peligrosa con Rusia. Pero también ignora el hecho de que gran parte del mundo no participa en el choque entre la Rusia de Putin y una Ucrania patrocinada por la OTAN, Estados Unidos y la Unión Europea.
El ejemplo más importante es China. El presidente Xi Jinping y Vladimir Putin firmaron una asociación “sin límites” justo antes de la invasión rusa de Ucrania. Pero, aunque los medios de comunicación chinos han sido muy críticos con EEUU y la OTAN, está claro que a Pekín le preocupa sufrir las mismas formidables sanciones económicas que occidente ha aplicado a Rusia.
Esta actitud es un síntoma de las complejidades de la competencia a tres bandas entre las mayores potencias imperialistas: Estados Unidos, China y Rusia. Pero cabe señalar que gran parte del Sur global se niega a tomar partido.
Miremos el debate sobre la invasión en la Asamblea General de las Naciones Unidas a fines de febrero. Unos 141 estados miembros votaron a favor de la resolución que condena a Rusia. Solo cuatro (Bielorrusia, Eritrea, Siria y Corea del Norte) se unieron a Rusia para votar en contra.
Pero otros 35 Estados se abstuvieron en la votación. Éstos incluyen a China, Cuba, India, Irán, Irak, Pakistán y Sudáfrica. Una gran cantidad de países africanos se abstuvieron o no votaron en absoluto.
Además, sugiere David Adler en el periódico liberal británico, The Guardian, deberíamos comparar el mapa de los Estados que votan para condenar a Rusia con “un mapa del mundo muy diferente: el mapa de participación global en las sanciones impuestas a Rusia por Estados Unidos y sus aliados. El contraste entre estos mapas no podría ser más llamativo. EEUU, Reino Unido, Canadá, Corea del Sur, Suiza, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Taiwán, Singapur, la UE: más allá de esta coalición fortificada, muy pocas naciones han optado por participar en la guerra económica entablada contra el gobierno de Putin.”
“Por el contrario, muchas de las naciones más grandes del mundo, incluidas China, India, Brasil, Bangladesh, Pakistán, Indonesia e incluso Turquía, aliado de la OTAN, se han negado a unirse”.
Adler cree que esto podría marcar el comienzo de un nuevo Movimiento de Países No Alineados como el que se desarrolló en la década de 1950 entre los estados poscoloniales que se negaron a tomar partido en la Guerra Fría. Creo que eso es poco probable, dado que los motivos de cada Estado para no alinearse son muy diversos. Pero lo que está pasando ilustra el declive de la hegemonía estadounidense.
Así, India está maniobrando en relación con la lucha global a tres bandas. Está estrechamente alineado con EEUU contra China, pero Nueva Delhi y Moscú han sido aliados desde la década de 1950, y Rusia sigue siendo el principal proveedor de armas de India.
El Financial Times informa: “El banco central de la India está en consultas iniciales sobre un acuerdo comercial de rupias-rublos con Moscú que permitiría continuar las exportaciones a Rusia después de que las sanciones occidentales restringieran los mecanismos de pago internacional”.
El Golfo es otro ejemplo interesante. Históricamente, estados como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos han dependido del Pentágono para su seguridad. Pero la situación está cambiando.
En primer lugar, las autocracias del Golfo se sienten agraviadas con Washington. No han recibido el apoyo que querían contra los levantamientos árabes e Irán. En segundo lugar, Rusia se ha convertido en una potencia importante en oriente medio desde que, aprovechando la retirada parcial de Estados Unidos en la región, intervino en la guerra civil siria. Esto ha hecho que incluso Israel no quiera ofender a Moscú. En tercer lugar, Rusia es un socio importante en el bloque de productores de energía OPEP+.
Así que los Estados del Golfo han ignorado los llamados de Joe Biden para aumentar la producción de petróleo y así bajar el precio. Y, según Bloomberg, Arabia Saudita está considerando aceptar el renminbi chino por una parte del petróleo que exporta a China.
Esto destaca una de las razones por las que muchos gobiernos están recelosos de ponerse del lado de occidente.
Estados Unidos, junto con sus aliados europeos, ha utilizado su dominio del sistema financiero mundial para golpear duramente a Rusia. Esto ciertamente asusta a muchos estados. Pero también los alienta a buscar alternativas al dólar para financiar su comercio. Así que la falta de unanimidad real detrás de occidente es simultáneamente una consecuencia tanto del declive económico estadounidense como de la supremacía financiera estadounidense.
Fuente: Marx21.net (traducción)
Fuente original: Socialist Worker