Ucrania es un país con una superficie de terrero equivalente a España y Portugal juntas. Formó parte de la Unión Soviética hasta el 24 de agosto de 1991 cuando a raíz de su disolución, proclamó su independencia. En el pasado siglo la parte occidental de su territorio formó parte del Imperio Austro-Húngaro, mientras la parte oriental formó parte del Imperio Ruso. Tras la Revolución Rusa y el fin de la Guerra Civil, Ucrania pasó a formar parte como una de las repúblicas de la Unión Soviética.
Luego de la disolución de la URSS, varias de sus ex repúblicas y países que antes formaron parte de la alianza militar conocida como Pacto de Varsovia, fueron proclamando su independencia, modificando sus gobiernos y eventual haciendo su ingreso en la alianza militar de la OTAN. Entre ellas se encuentran Polonia (1999), República Checa (1999), Hungría (1999), Eslovaquia (2004), Estonia (2004), Letonia (2004), Lituania (2004), Rumanía (2004), Bulgaria (2004), Eslovenia (2004). En el caso de Montenegro (2007), Albania (2009) y Croacia (2009), que no pertenecieron al Pacto de Varsovia, tampoco formaron parte de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN).
Como puede verse, desde la disolución de la Unión Soviética y la caída de los gobiernos que hasta entonces prevalecían en múltiples países de la Europa del Este, las zonas de influencia de la OTAN se ampliaron y acercaron a lo que son hoy las fronteras de la Federación Rusa. Las experiencias de las intervenciones militares de los Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN en países como Yugoeslavia, Iraq, Afganistán, Libia y Siria dejan claro el propósito guerrerista y expansionista de dicha alianza militar. De otro modo no puede entenderse la participación de la OTAN y la Unión Europea en intervenciones armadas como las de Iraq, la República Árabe Siria y Afganistán, mucho menos la destrucción del Estado de Libia.
La política de la OTAN impulsada por Estados Unidos y la Unión Europea incluye también la promoción de conflictos regionales en otras ex repúblicas o regiones de la antigua Unión Soviética. Tales han sido los casos de Georgia, Abjasia del Sur y Osetia del Sur en la década de 1990; y más recientemente en Ucrania en 2014 o Kazajistán hace apenas menos de un año. Todo ello ha ido dirigido a ir crear un acercamiento a las fronteras de la Federación Rusa por parte de la alianza militar atlántica; a la vez que continuar su política de integración de dichas ex repúblicas o regiones autónomas de lo que fue la Unión Soviética dentro de la alianza militar de la OTAN. Es esta situación lo que ha provocado la actual reacción de la Federación Rusa en aras de lo que consideran es una clara amenaza a su seguridad nacional.
En algunas de las zonas de conflicto, un elemento presente ha sido la presencia mayoritaria de nacionales rusos o nacidos en los territorios que antes conformaron la Unión Soviética, los cuales mantienen vínculos familiares con personas que residen en la Federación Rusa. Éstos se consideran a sí mismos como rusos. Utilizando como base unificadora de la población este componente étnico y lingüístico, Rusia ha promovido movimientos secesionistas que han llevado en Osetia del Sur, Abjasia del Sur, Crimea y más recientemente en la región ucraniana de Dombass, a la proclamación de la independencia de estas regiones; y en algunas, más adelante, su integración dentro de la Federación Rusa.
En el caso de la Península de Crimea, este territorio fue cedido a Ucrania en 1954, un año luego de la muerte de José Stalin, por el presídium soviético encabezado entonces por el presidente de origen ucraniano Nikita Jhrushchov. Allí, primero en tiempos del Imperio Zarista; luego por la propia Unión Soviética; y más reciente tras su disolución por la Federación Rusa, ubica la sede de la Flota del Mar Negro. Tras un referéndum entre su población, la cual es mayoritariamente rusa, los residentes en Crimea optaron por separarse de Ucrania y constituirse como Estado independiente. La Federación Rusa reconoció de inmediato su formación como Estado independiente. Ucrania, sin embargo, ha rechazado el reconocimiento de la independencia de Crimea. Más adelante, en virtud de otra consulta, la población en la nueva república de Crimea solicitó su integración a la Federación Rusa.
En el caso de la región del Dombass, localizada en la parte oriental de Ucrania, desde el 2014 Rusia venía apoyado abiertamente, al igual que ocurrió en Crimea, el reclamo de su población mayoritariamente de origen ruso de secesión e independencia con respecto a Ucrania. Desde entonces se desató en la región un conflicto armado, promovido y provocado por Ucrania, que se extendió por espacio de poco más de un año y que culminó en el año 2015 con un acuerdo de un alto al fuego denominado “Acuerdos de Minsk”. Los incidentes armados, sin embargo, continuaron en una escala menor. Previo a los recientes incidentes que llevan a la intervención rusa en Ucrania, el conflicto en esta región ya había cobrado la vida de más de 14 mil ciudadanos rusos.
En los días previos a la intervención militar rusa en Ucrania, los residentes en la región del Dombass proclamaron la independencia del territorio creando allí dos repúblicas independientes: Donetsk y Lugansk. De inmediato, tal como ocurrió en Crimea, la Federación Rusa procedió a reconocer la independencia estas nuevas repúblicas. Respondiendo a un llamado de sus gobiernos el gobierno ruso a través de sus fuerzas armadas procedió a lanzar una ofensiva militar contra Ucrania. Los combates comenzaron en el territorio del Dombass y luego, mediante un desplazamiento militar en mayor escala, tanto en la frontera norte de Ucrania con Belarús y Rusia, así como desde Crimea en la zona costera de Ucrania en el Mar Negro.
Los intentos del actual gobierno ucraniano, heredero de un golpe de Estado efectuado en 2014, por procurar acercamientos con la Unión Europea y la OTAN; el apoyo desde otros países limítrofes con la Federación Rusa que antes formaron parte del Pacto de Varsovia pero al presente forman parte de la alianza atlántica promoviendo el ingreso de Ucrania en la OTAN; sumado a la instalación de sistemas militares ofensivos en varios de estos países limítrofes con la Federación Rusa y la posibilidad de que lo mismo ocurriera en Ucrania una vez formara parte de la OTAN, determinaron la intervención militar rusa en Ucrania.
La Federación Rusa Rusia ha indicado que esta operación militar contra Ucrania persigue la destrucción de aquella infraestructura del país que pueda servir al propósito militar de amenazar los intereses rusos en la región; la destrucción de sus instalaciones militares aéreas, de tierra y navales; la destrucción de su infraestructura de seguridad; anular la capacidad militar ofensiva futura de Ucrania; y la ocupación de zonas, ciudades y centros de producción desde donde Ucrania pueda desarrollar capacidades que pongan en riesgo los intereses rusos. Lo anterior incluye el desmantelamiento de unidades militares irregulares denominadas como neonazis por el gobierno ruso.
Como parte de las operaciones de apoyo a la causa ucraniana por parte de los Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN se encuentran un conjunto de severas medidas de naturaleza económica contra la Federación Rusa; el envío a Ucrania de ayuda militar en cientos o miles de millones de dólares; el cerco financiero en el exterior de Rusia; todo con miras a la búsqueda del aislamiento de Rusia ante la comunidad internacional.
No deja de sorprender la prepotencia del gobierno de los Estados Unidos demandando y exigiendo a la República Popular China no asuma una posición de neutralidad en el conflicto requiriendo de éste el apoyo a su cruzada anti rusa. En todo caso, China no necesita que Estados Unidos le diga cuál ha de ser su postura como país soberano en el marco del presente conflicto. La política exterior china no la dicta Washington.
La Federación Rusa por su parte también ha dado sus respuestas económicas hacia Occidente, que incluyen un mayor acercamiento hacia el coloso oriental de China, donde ha puesto a su disposición la alternativa de enviar a este país inmensas cantidades de petróleo y gas natural, recursos que hasta el inicio de las hostilidades iban a ir dirigidos mayormente a Europa. En el plano militar, Rusia ha enviado también un mensaje disuasivo a la OTAN de no involucrarse directamente en el conflicto enviando personal militar a Ucrania, al activar un nivel mayor de preparación en cuanto a una respuesta nuclear de ser atacada por algún país o por los países de la alianza atlántica.
La ofensiva militar rusa sobre Ucrania se continua desarrollando a la vez que las partes han mantenido conversaciones para la búsqueda de una salida negociada al conflicto. Estas conversaciones, sin embargo, han avanzado muy poco. Rusia ha mantenido su posición de que para alcanzar un acuerdo debe garantizarse: (a) la desmilitarización de Ucrania; (b) el compromiso de que Ucrania no solicitará ingreso en la OTAN; (c) la renuncia de Ucrania al uso de su territorio para el emplazamiento de misiles que puedan alcanzar a Rusia en su territorio, (d) el reconocimiento por parte de Ucrania de la soberanía rusa sobre Crimea; (e) el reconocimiento de Ucrania de las independencias de las repúblicas de Donetsk y Lugansk; y (f) la desnazificación de Ucrania. Al presente nada indica que las partes se encuentren cerca de un acuerdo que atienda las demandas rusas.
El desarrollo de los acontecimientos ha dejado sin embargo claro que el conflicto, si bien sigue siendo uno de naturaleza regional, donde prevalece el uso de armamento convencional, también su naturaleza plantea el enfrentamiento en el plano militar de una guerra que directa o indirectamente involucra países con capacidades nucleares. Esta realidad, mientras no se de una participación directa de la OTAN, nos presenta un escenario similar a lo que fueron los conflictos militares en los pasados 70 años donde no todos quienes libraron los combates tenían armamento nuclear.
Si bien es poco probable que el actual conflicto desemboque en una guerra nuclear que enfrente a la Federación Rusa, a la Unión Europea y a los Estados Unidos en ese plano, los arsenales de estos países contienen suficientes armas de destrucción masiva no nucleares que, puestas a disposición de las partes en el conflicto; es decir, de ser utilizadas en Ucrania, crearían consecuencias impredecibles para toda la región de Europa y la Federación Rusa. De ahí la importancia de que todas las partes, tomen la ruta de bajar la intensidad en el desarrollo del conflicto, a la vez que promuevan la búsqueda de soluciones a corto plazo en la mesa de negociación.
El desarrollo de una guerra es como un viaje oscuro a lo largo de un inmenso túnel donde en el plano bélico, mediante las armas, se persigue establecer las condiciones que permitan el avance eventual hacia salidas acordadas en la mesa de negociación. En su desarrollo cada parte procura dirigirse hacia la salida del túnel más conveniente procurando acercarse a lo que entienden es la luz que se observa al final del camino. Es por esto que en el desarrollo de los conflicto bélicos, su conclusión culmina en procesos de negociación exitosos. En ello es que está es la verdadera salida al túnel de la guerra.
Siempre, sin embargo, estará el peligro de que lo que pensamos es la luz lejana que observemos, no sea la salida al túnel sino la luz de la locomotora que en dirección contraria avanza para aplastarnos. Esperemos que pronto se alcance una solución negociada a este conflicto.