El pasado 1 de marzo de 2022, Joseph Biden, en su calidad de Presidente de Estados Unidos de América, presentó su Informe sobre el estado de la Unión al pueblo estadounidense. De acuerdo con la Constitución de dicho país, en su Artículo II, Sección 3, el presidente de Estados Unidos, “de tiempo en tiempo dará al Congreso información del Estado de la Unión y recomendará para su consideración medidas que juzgue necesarias y convenientes.” Esta tradición, iniciada bajo la presidencia de George Washington el 8 de enero de 1790, se ha venido desarrollando en Estados Unidos, pesar de que no todo el tiempo haya sido mediante una comparecencia oral del Presidente ante el Congreso. De hecho, entre el 1801, cuando Thomas Jefferson optó por someter su Informe por escrito y hasta la presidencia de Woodrow Wilson en 1913, los presidentes no solían comparecer a dar su discurso ante el Congreso. La práctica reiniciada de así hacerlo por parte de Wilson, sin embargo, se ha mantenido por los pasados 109 años.
Quienes han tenido la oportunidad de observar el proceso que precede la lectura de un discurso por parte del Presidente, habrán notado que éste no se encuentra presente en el salón interior del Congreso hasta tanto no es invitado a comparecer por el Presidente(a) de dicho cuerpo. Igual ocurre en Puerto Rico con el Mensaje sobre el Estado del país que ofrece el gobernador anualmente. Se trata, en ambos casos de un discurso en el cual el presidente debe hacer alguna descripción de los asuntos más urgentes de la Unión, a la vez que poner en conocimiento a la Rama Legislativa y al país de las medidas o pasos que se propone tomar para el año siguiente. Este año, varios factores bordean el contexto en el cual se ofrece el mensaje: la recientes operaciones militares en vías de desarrollo como resultado de la intervención de la Federación Rusa en suelo ucraniano; la inflación; la lucha contra la pandemia de la COVID-19 y las próximas elecciones de medio término en el mes de noviembre.
Al examinar su mensaje sobre el estado de la Unión, no debemos dejar de tener presente las palabras de Biden en su escrito publicado en la Revista Foreign Affairs en abril-marzo de 2020, titulado Why America must lead again. En él, con relación a Vladimir Putin y a su gobierno, indicó lo siguiente:
“As president, I will do more than just restore our partnerships; I will lead the effort to reimagine them for the world we face today. The Kremlin fears a strong NATO, the most effective political alliance in modern history. To counter Russian aggression, we must keep the alliance’s military capabilities sharp while also expanding its capacity to take on nontraditional threats, such as weaponized corruption, disinformation, and cybertheft. We must impose real cost on Russia for its violations of international norms and stand with Russia civil society, which has bravely stood up time and again against President Vladimir Putin’s kleptocratic authoritarian system.”
Como puede verse, desde antes del actual conflicto militar en Ucrania, ya el gobierno ruso y su presidente se encontraban dentro del radar del hoy presidente Biden. Al final de su escrito Biden proclamaba que en esa lucha, le correspondía a los Estados Unidos liderar el camino a recorrer de las demás naciones de cara al futuro.
Su mensaje sobre el estado de la Unión fue aprovechado por el presidente para reafirmar dicha senda tomando como punto de partida la intervención rusa en Ucrania. Sus premisas vale la pena mencionarlas: (a) Putin calculó erradamente la respuesta; (b) la OTAN, compuesta por los Estados Unidos y 29 naciones adicionales fue creada para asegurar la paz y la estabilidad de Europa luego de la Segunda Guerra Mundial; (c) Estados Unidos “invirtió meses en la construcción de una coalición”con naciones de Europa y América para enfrentar a Putin en los continentes de Asia y África, compartiendo de manera anticipada los planes de presidente ruso para justificar una agresión; (d) diseñar un conjunto de sanciones económicas (sacar los principales bancos rusos del sistema financiero internacional) convirtiendo $630 mil millones de fondos rusos en nada; (e) afectando las capacidades tecnológicas de Rusia; (f) la adopción de medidas para confiscar bienes rusos personales invertidos en aviones privados, yates y apartamentos de lujo; (g) el cierre al espacio aéreo estadounidense a los aviones rusos; (h) provocando la caída del rublo en un 30% de su valor anterior y la pérdida del 40% del valor en los mercados internacionales; (i) proveyendo a Ucrania $1 billón en ayuda militar, económica y humanitaria. Todo esto se plantea bajo la premisa de que no habrá intervención de personal militar estadounidense dentro del conflicto ucraniano, pero fortaleciendo la presencia militar de los Estados Unidos en países de Europa del Este que, cercanos a Rusia, que hoy forman parte de la OTAN. Tal es el caso de Polonia, Rumanía, Letonia, Lituania y Estonia.
En el contexto de referirse a los efectos del conflicto militar sobre los Estados Unidos y otros países, Biden anunció la colaboración con 30 países para liberar 60 millones de barriles de petróleo adicionales y 30 millones de la Reserva Estratégica de Petróleo de los Estados Unidos para amortiguar el impacto en el precio del combustible.
Un segundo tema tratado por Biden en su mensaje fue la pandemia de la COVID-19. Indicó que próximamente se emitirían nuevas guías para dejar atrás el uso de mascarillas; incrementar el uso de las vacunas y tratamientos; el desarrollo de tratamientos anti virales; una nueva entrega de pruebas sobre la COVID-19 a los ciudadanos; preparar al país para enfrentar las nuevas variantes del virus; dejar sin efecto los cierres de las escuelas y negocios; y finalmente, poner a disposición de otros países 475 millones de dosis de vacunas.
En propuestas de impacto económico propuso un plan que tituló “Plan de Rescate a América” que comienza con la aprobación de legislación bipartita denominada “Bipartisan Infrastructure Law”, con la cual se proyecta una década de desarrollo en la infraestructura; la creación de millones de empleos, la modernización de carreteras (65 mil nuevas millas), puentes (1,500), aeropuertos, canales, 500 mil estaciones de recarga eléctrica para vehículos, seguridad (con una inversión de $600 billones) y enfrentar a competidores como China, invirtiendo en el desarrollo en Estados Unidos, de áreas tales como teléfonos inteligentes, internet, y tecnologías aún por inventar. Indicó que sería la mayor inversión en la manufactura en la historia de los Estados Unidos. Para ello, señaló, hay que atender el tema de la inflación, no reduciendo los costos de los productos, sino mediante el incremento en los salarios. A tales fines insistió en su propuesta de campaña de elevar el salario mínimo a $15/hora.
Otras medidas propuestas se relacionan con: (a) reducción en el costo de los medicamentos; (b) reducción en el costo de la energía y combatir el cambio climático; (c) reducir los costos de cuido de niños donde nadie gaste anualmente más de 7% de sus ingresos en el cuidado de los niños; (d) atender la evasión contributiva; (e) combatir el fraude en las ayudas contra la pandemia; (f) mayores estándares para el Medicare y las casas de cuido; (g) incremento en la becas PELL y (h) liberalizar la sindicación de empleados cuando la mayoría de los empleados así lo quiera.
El presidente también incluyó en su mensaje propuestas relacionadas con la seguridad personal de los ciudadanos. Entre las propuestas está el uso de cámaras de seguridad en los agentes, aumentar fondos para la policía; controles en la adquisición de armas de asalto y verificaciones de antecedentes en los solicitantes de armas. Propuso también enfrentar leyes aprobadas por los estados restringiendo el derecho al voto en lo que se conocerá como “Freedom to Vote Act”; hacer público quiénes están subvencionando las campañas electorales; acuerdos de patrullaje conjunto con México y Guatemala para enfrentar el tráfico humano; una nueva reforma migratoria; la defensa del derecho constitucional al aborto, establecido mediante el caso Roe v. Wade (derecho a decidir); el cuidado de la salud de las madres durante el embarazo; una ley bipartita de Igualdad para atender los reclamos de la comunidad LGBT+ en los Estados Unidos; reforzar la lucha contra la violencia a la mujer mediante la “Violence Against Women Act”.
Finalmente, en el mensaje, Biden se dirigió a adelantar medidas para la prevención, tratamiento, reducción de daños y recuperación de los adictos a los opioides; la salud mental de los niños/as; la asignación de fondos para la alfabetización de los niños y combatir el hostigamiento (bullying), violencia y daños hacia ellos; el apoyo a los veteranos; a la lucha contra el cáncer; y el llamado a la unidad del pueblo estadounidense y sus partidos políticos.
Se trata de un mensaje en el cual el presidente procura aglutinar bajo su bandera al pueblo estadounidense, particularmente de cara al proceso electoral que habrá de enfrentar en las elecciones de medio término en los Estados Unidos donde sus electores votarán por un nuevo Congreso y donde una tercera parte de sus senadores también irá a elecciones. El resultado de éstas puede alterar las relaciones de poder dentro de los Estados Unidos en función de las visiones de republicanos y demócratas como también el camino hacia las próximas elecciones presidenciales en los Estados Unidos de noviembre de 2024.
Antes que esto, esperamos se haya superado el actual conflicto militar entre Ucrania y la Federación Rusa en la mesa de negociaciones que actualmente apenas comienza a desarrollarse en Belarús.