La crisis del Nuevo Partido Anticapitalista en Francia

NOTA EDITORIAL: Durante los pasados meses el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) de Francia se ha involucrado en un agrio debate entre facciones sobre el futuro de dicho partido. El NPA fue creado en el año 2009 por la Liga Comunista Revolucionaria, y al momento de su fundación contaba con unos 10,000 militantes. Luego de decepcionantes resultados en varias elecciones regionales y nacionales, la cantidad de militantes bajó a 1,500 en el 2018. Se estima que el NPA cuenta en la actualidad con unos 1,000 militantes.

Al centro del debate se encuentran consideraciones estratégicas de gran importancia. El liderato del NPA ha desarrollado una alianza electoral con el partido “La Francia Insumisa” dirigida por Jean-Luc Melenchon. De otro lado, la tendencia “Revolución Permanente” acusa al liderato del NPA de un giro hacia la derecha y de excluir a la disidencia de cara a una conferencia nacional a celebrarse el sábado 25 y domingo 26 de junio.

Para beneficio de nuestros lectores RUMBO ALTERNO publica dos artículos sobre esta controversia política. El primer artículo, “Francia: casi 300 militantes excluidos del NPA llaman a construir una nueva organización revolucionaria” resume la controversia desde la perspectiva de la tendencia “Revolución Permanente”. El segundo artículo “Nadie ha sido excluido del NPA, que tomará sus decisiones sobre la elección presidencial a finales de junio” resume la contestación oficial del liderato del NPA.

Estaremos pendientes del desarrollo de estos acontecimientos.  


Francia: casi 300 militantes excluidos del NPA llaman a construir una nueva organización revolucionaria

En este comunicado, firmado por 296 militantes de 34 comités del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), hacemos un balance de nuestra expulsión de la organización. Esta abre a los militantes de Révolution Permanente una nueva etapa en la batalla por la construcción de un Partido revolucionario de las y los trabajadores en Francia.

A unos días de la conferencia nacional destinada a definir la orientación y el candidato del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) para las próximas elecciones presidenciales, nos vemos obligados a asumir nuestra expulsión de facto de esta organización que hemos construido, algunos de nosotros, a lo largo de más de 12 años. Como a menudo en la historia de las exclusiones políticas, quienes las llevan a cabo no las reconocen y usan eufemismos del estilo “separación” (en vez de expulsión) o incluso afirman “ellos solos se han colocado fuera del partido”. La realidad sin embargo es que se ha producido un largo proceso de exclusión orquestado paso a paso por el núcleo central de la mayoría de la dirección desde hace más de un año, sobre el que existen decenas de pruebas escritas (mociones de expulsión, declaraciones internas firmadas por miembros de dicha dirección, decisiones de la comisión de garantías incumplidas…) que podemos suministrar voluntariamente si se nos solicitan.

Lejos del falso relato y las calumnias lanzadas por la mayoría de la dirección del NPA, nuestra expulsión responde a dos problemas políticos concretos : 1) la dirección histórica del NPA, heredera de lo que queda de la dirección de la antigua Liga Comunista Revolucionaria (LCR) era cada vez más minoritaria en el seno de la organización y corría el riesgo, en el próximo congreso, de perder totalmente el control; 2) esta misma dirección se ha comprometido en un giro a la derecha, hacia una política de compromiso con la izquierda institucional, en las que las listas para las regionales en Nouvelle-Aquitaine y en Occitanie son una muestra. Giro para el que la existencia de un ala izquierda fuerte, opuesta a que el NPA se convierta en una especie de satélite de la Francia Insumisa, era un obstáculo. Son las dos razones que han llevado a la dirección, en primer lugar, a retrasar indefinidamente el congreso, después a usar la conferencia nacional sobre las presidenciales como instrumento de escisión, a través de la privación de derechos políticos a casi el 25% de los militantes de la organización.

Si es ridículo afirmar que no somos miembros del NPA mientras tenemos una representación en todas las instancias de la dirección nacional y que intervenimos en nombre del NPA en reuniones e incluso en el clásico debate NPA-Lutte Ouvrière en la última Feria de Lutte Ouvrière; está claro que teníamos importantes desacuerdos sobre el balance del proyecto inicial del NPA y sobre la manera de superar la crisis en la que la organización se encuentra inmersa desde hace una década. No era inevitable que el NPA perdiese militancia, con cada congreso, al punto de no representar apenas el 10% del número de adherentes a su fundación, y tres veces menos que la fuerza de la LCR en el momento de su disolución. O que la organización, sociológicamente, reagrupe básicamente a profesores y funcionarios, más que a obreros y personas provenientes de barrios obreros e inmigrantes.

Sobre todo, en un contexto donde, desde 2016, hemos asistido a una importante oleada de la lucha de clases y al surgimiento de una nueva generación militante, que desbordada radicalidad y buscaba una alternativa política que abanderase dicha radicalidad, de la que el movimiento de los Chalecos Amarillos y sus cantos sobre la revolución o incluso la huelga contra la reforma de las pensiones de invierno de 2019-2020 fueron perfectos ejemplos. Durante estos años hemos defendido en el NPA, y hemos tratado a una escala de demostrar, que alrededor de un perfil revolucionario asumido y con una intervención audaz en los principales fenómenos de la lucha de clases, es posible atraer hacia la extrema izquierda a una parte de estos nuevos militantes y que eso era la clave para solucionar la crisis de la organización, más que las políticas “unitarias” en hacia una supuesta “izquierda de la izquierda” cada vez más alejada de los intereses de las trabajadoras y las clases populares.

Muchos hemos asumido durante este periodo las ideas revolucionarias defendidas por los camaradas de Révolution Permanente y , una vez hemos entrado al NPA, desgraciadamente no encontramos la acogida que esperábamos: han tratado de impedirnos votar en el congreso, y después en la conferencia nacional; nos han dicho que no éramos verdaderos militantes del NPA; han denigrado internamente la coordinación RATP-SNCF; después huelgas como la de Grandpuits; han lanzado una campaña tratando la propuesta de candidatura para las presidenciales de un camarada obrero, proveniente de la inmigración, reconocido por su rol en la lucha de clases como es Anasse, como un “ataque al NPA”.

Llegados a este punto, no vemos posible que el NPA pueda recomponerse en tanto que herramienta útil al servicio de los intereses de nuestra clase. Hemos tratado hasta el final de transformarlo, lo que no se podía sino sobre la base de un balance serio sobre el fracaso del proyecto inicial, de la inmensa dificultad que ha tenido esta organización a ser otra cosa que un comentarista de los grandes procesos de la lucha de clases, para desembocar en una refundación revolucionaria. Esta posibilidad no es actualmente vedada por nuestra expulsión, no renunciamos en ningún caso al objetivo de reconstruir una izquierda revolucionaria a la altura de las experiencias de la lucha de clases de los últimos años y sobre todo de los desafíos futuros en esta nueva fase de la crisis capitalista internacional.

Es por lo que, estando expulsados hoy en día del NPA, nos lanzamos inmediatamente al proceso de constitución de una nueva organización, en la perspectiva de la construcción de un partido revolucionario de las y los trabajadores, así como a la búsqueda de los 500 avales necesarios para que Anasse pueda ser candidato a las elecciones presidenciales de 2022.

Llamamos a todas y todos los camaradas que compartan estas conclusiones a que se nos unan en la batalla que comienza.

Publicado en La Izquierda Diario.


Nadie ha sido excluido del NPA, que tomará sus decisiones sobre la elección presidencial a finales de junio

En un texto hecho público el jueves 10 de junio, el grupo CCR-Révolution permanente anunció su salida del NPA. El NPA toma nota de esta decisión, y no renuncia a su proyecto de dirigirse a todos aquellos que sufren un orden social cada vez más violento e injusto, y quieren unirse para actuar, colectivamente, para derrocarlo. 

En cuanto a la salida de CCR-Révolution permanente, son necesarias algunas aclaraciones. Contrariamente a lo que se afirma en su texto, nadie ha sido excluido del NPA, ni individual ni colectivamente. Se trata en realidad de una slaida: hasta la publicación de este texto de ruptura, los miembros del CCR-Revolución Permanente que pagan cuotas al NPA tenían el mismo estatus que los demás activistas del NPA, podían participar en el proceso democrático en curso para decidir nuestra dirección en las elecciones presidenciales, y sus representantes en los órganos de dirección nacional podían unirse a todas las reuniones y participar en la toma de decisiones.

La salida del CCR-Révolution permanente es, en realidad, la consecuencia del fracaso de este grupo al intentar imponer al NPA la candidatura presidencial de Anasse Kazib. Esta “precandidatura”, anunciada públicamente el 4 de abril en redes sociales y en algunos artículos, se hizo en ruptura con el funcionamiento del NPA y nuestros procedimientos de decisión sobre las candidaturas presidenciales. Éstas han sido siempre el resultado de debates democráticos en el seno del NPA, organizados en torno a cuestiones de orientación y perfil político, y no de “precampañas” personalizadas, menos aún realizadas fuera de la organización. 

Esta “precandidatura”, articulada con el proyecto de lanzar un “Partido revolucionario de los trabajadores”, no ha convencido a nadie en el NPA, con la excepción de los miembros del CCR-Révolution permanente. Al escenificar hoy su supuesta “exclusión”, pretenden sembrar la sospecha sobre el NPA y deslegitimar preventivamente sus opciones para 2022.

Consciente de su aislamiento interno y de su incapacidad para imponer su proyecto de partido y su candidato, CCR-Révolution permanente ha optado por retirarse del NPA incluso antes de que se celebre la consulta democrática interna. 

Como estaba previsto, el NPA tomará su decisión sobre las elecciones presidenciales en una conferencia nacional los días 26 y 27 de junio. De aquí a entonces, todos sus miembros están invitados a expresar su opinión, mediante debates y votaciones democráticas, sobre la orientación y el perfil de nuestra organización para 2022.

Al final de este proceso de debate/decisión, el NPA anunciará, después del fin de semana del 26 y 27 de junio, sus opciones para las elecciones presidenciales, en las cuales nos proponemos defender un programa de urgencia social, ecológico y democrático, y llevar la perspectiva de una ruptura revolucionaria con el sistema capitalista.

Publicado en Cuarta Internacional.

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