La periodista Ana Alonso publicó el pasado 15 de abril para la pagina electrónica “elindependiente.com”, un artículo titulado La eterna guerra entre bambalinas de Irán e Israel, en un momento crítico. En él , llama la atención a varios sucesos que se han venido desarrollando en torno a estos países y que al presente, plantean una preocupación en torno a la cual la comunidad internacional debe echar una mirada.
La República Islámica de Irán e Israel mantienen, en el marco de sus profundas diferencias, una misma postura en el marco del cual se desenvuelven las tensiones entre ambos países: ninguna agresión queda sin respuesta; es decir, ante el estado de beligerancia entre ambos Estados, la consigna recíproca en sus relaciones es la de “ojo por ojo y diente por diente”. Para Israel, su principal enemigo es la República Islámica de Irán, a su juicio orientada a la liquidación del Estado de Israel; mientras para la República Islámica de Irán, el Estado de Israel es una cuña insertada en la comunidad musulmana, vinculado a los intereses imperiales de los Estados Unidos a quien consideran el eje del mal a escala global.
Esta posición también forma parte de cultura bélica en la cual se desarrollan estos dos países en sus relaciones como potencias subregionales en la zona del Mediano Oriente y Asia Central. En esta región también se ubican, además, otros actores no menos importantes a escala regional y global, Tal es el caso de Arabia Saudita en la península arábiga, el Golfo de Adén y el Estrecho de Ormúz; o de Turquía, ubicada en la zona de transición entre Europa y Asia, con sus accesos al Mar Negro y el Mar Mediterráneo. En un tercer escenario también se ubica Estados Unidos y la Unión Europea frente a la Federación Rusa.
En el caso de Israel y la República Islámica de Irán, se enfrentan también dos aproximaciones religiosas: el judaísmo y la fe musulmana.
Noticias recientes que nos llegan a Puerto Rico procedentes de esta región han girado básicamente en torno a la crisis creada como resultado de un buque encallado en el Canal de Suez y las consecuencias económicas de la paralización del tráfico marítimo a través de esta vía acuática; noticias relacionadas con la continuación del conflicto interno en Siria; noticias en torno a la catástrofe humanitaria creada por Arabia Saudita en su agresión a Yemen; o noticias en torno al desplazamiento de tropas de la coalición encabezada por los Estados Unidos en Afganistán e Iraq, mientras a su vez, se incrementa la presencia militar estadounidense en el norte de Siria. Allí ubican los principales depósitos de petróleo de este país. Su control es parte del botín de guerra para Estados Unidos.
Una noticia, sin embargo, que en nuestro caso ha pasado por debajo del radar en los recientes acontecimientos en esta región del Medio Oriente y Asia Central, es la guerra naval de bajo perfil no declarada que viene librándose entre Israel y la República Islámica de Irán. Entre las aguas aledañas a Irán y aquellas que conducen desde el Estrecho de Ormuz llevan eventualmente al Mar Rojo y desde allí al Mar Mediterráneo, se desplazan con diferentes propósitos tanto buques iraníes como buques israelíes.
De acuerdo con el Wall Street Journal, desde finales del año 2019 Israel ha venido colocando minas navales y otros medios militares en las aguas del Mar Rojo con el propósito de atacar buques iraníes que transportan diferentes tipos pertrechos destinados a la República Árabe Siria, en particular buques petroleros. Señala este medio noticioso que la justificación del Estado de Israel para tales ataques es que transportan mercancías, incluyendo petróleo, hacia Siria en abierta violación de las sanciones promovidas por los Estados Unidos y la Unión Europea impuestas a dicho país. La noticia indica, tomando como punto de partida el mes de marzo, que cerca de una docena de buques que se dirigían a Siria, como indicamos, la mayoría transportando petróleo, fueron atacados por Israel.
En la última semana del pasado mes de marzo, la agencia noticiosa rusa Sputnik informó también que un misil iraní había impactado en el Mar de Arabia un buque de carga propiedad de una empresa israelita. Este se encontraba en tránsito desde Tanzania hacia la India. El impacto del misil iraní sobre el buque ocasionó daños, aunque no hundió la embarcación. Esta pudo continuar su trayectoria hacia su puerto de destino. Un mes antes Israel había denunciado el ataque por parte de Irán al buque MV Helios Ray en el Golfo de Omán, lo que fue rechazado por Irán. Por su parte, Irán acusó en el mes de marzo a Israel de atacar en aguas del Mar Mediterráneo un buque de bandera iraní de nombre Shar-e-Kord, que transportaba contenedores. De acuerdo con el periódico israelí Haaretz, este no era el primero ni el único atentado entre las partes. Destacó en las semanas previas, se dieron “docenas de ataques” por parte de Israel a buques en ruta desde Irán, conllevando para dicho país grandes pérdidas económicas, las que se estimaban en miles de millones de dólares.
Mientras estos acontecimientos venían ocurriendo, se informó también por la prensa de ataques aéreos por parte de Israel efectuados con misiles contra distintas ciudades en Siria. Si bien se señala que de alguna manera, al menos parcialmente, estos ataques habían sido repelidos con éxito relativo por las defensas antiaéreas sirias, algunos misiles impactaron áreas en dichas ciudades causando daños.
Al igual que la prensa da cuenta de los anteriores sucesos, también se ha hecho público el desarrollo de ejercicios militares por parte de Irán utilizando misiles de nueva fabricación en dicho país contra objetivos distantes simulados en el mar y el desplazamiento dentro de su territorio de diversos tipos de unidades móviles portando misiles de nueva generación tierra-tierra. Las noticias muestran también importantes depósitos subterráneos de misiles en todo el territorio y el desarrollo de nuevas armas ligeras de combate para las fuerzas armadas de Irán.
En los pasados días se reveló que un buque iraní fue atacado en el Mar Rojo, entre Eritrea y Yemen, por parte de Israel mediante el uso de misiles. Si bien la noticia indica que voceros del gobierno de Israel no confirmaron ni rechazaron la acusación, el New York Times publicó que de acuerdo a sus fuentes en el gobierno de Estados Unidos, bajo la condición de anonimato, fue confirmada la participación de Israel en los sucesos. Señala el diario que su fuente confirmó que el ataque al buque iraní era una respuesta a Irán. El buque con el nombre de Saviz, fue impactado por debajo de su línea de flotación. La noticia también fue confirmada tanto por un canal de noticias en Dubái, como también por la agencia de noticias iraní Tasnim. Sin embargo, este medio indica, contrario a lo que se indicó inicialmente de que fue mediante un misil, que la explosión en el buque provino de la colocación en su casco de minas magnéticas por parte de operativos secretos israelíes.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán, a través de un portavoz, emitió un comunicado en torno a este incidente. Indicó el 6 de abril que “frente a la costa de Yibuti en el Mar Rojo”, el referido buque Saviz había sido atacado “produciéndose una explosión, cuyo origen está siendo determinado.” De acuerdo con el Ministerio, el Saviz es un buque civil ubicado por Irán en el área de los acontecimientos con el fin fe “garantizar la seguridad de la navegación y luchar contra la piratería marítima en el mar Rojo y el golfo de Adén”. El buque actúa como una base logística iraní en la región.
Es interesante el hecho de que el buque, cuya construcción se ubica en el año 1999, se encontraba “amarrado” frente al archipiélago de Dahlak en el Mar Rojo desde 2016; es decir, hace 5 años no estaba navegando. De lo anterior puede entenderse el concepto utilizado de que el buque fungía como una base flotante de apoyo iraní en las operaciones llevadas a cabo por sus fuerzas armadas contra la piratería en la región. Por su parte, la prensa internacional, hostil hacia la República Islámica de Irán, indica que el buque y su condición de permanecer “amarrado” en un punto fijo, le permitía convertirse en una “base de avanzada encubierta” para la Guardia Republicana o en “un buque de recopilación de información”. La noticia pretende establecer una posible conexión de Irán con la lucha que libran en el territorio de Yemen los hutíes contra Arabia Saudita. Confesionalmente, los hutíes en Yemen se asemejan en su práctica religiosa a la mayoría musulmana Chiita que predomina en Irán. Se indica, aunque Irán no lo ha aceptado, que los hutíes reciben apoyo militar y de otra naturaleza en su lucha frente a Arabia Saudita de parte del gobierno iraní.
Toda esta situación sigue manteniendo la región en ascuas. Cualquier incidente puede ser el detonante de una mayor crisis y a su vez, una mayor crisis, el detonante un grave conflicto regional que lleve a un enfrentamiento serio entre Israel y la República Islámica de Irán, enfrentamiento en el cual no habrá puntos medios. Sería una guerra de aniquilación entre un Estado y otro Estado, con el potencial adicional de vincular otras potencias que también disputan su hegemonía en esta región. Una guerra entre Israel y la República Islámica de Irán afectaría seriamente el flujo de petróleo que desde la península arábiga, lleva el petróleo que consumen economías capitalistas de importancia como Japón, o los recursos de los cuales depende en alguna medida la República Popular China o aquellos con los cuales cuenta para su desarrollo Europa.
Es importante también tener presente que los incidentes entre estos dos países en el mar también guardan relación con otros realizados en territorio iraní como fue el asesinato del principal funcionario a cargo del programa nuclear iraní, Mohsen Fajrizadeh, señalado previamente por Benjamín Netanyahu, en un atentado; o las acciones de sabotaje llevadas a cabo contra la infraestructura eléctrica iraní como la ocurrida recientemente afectando las tareas de producción en industrias estratégicas.
Un conflicto de mayor magnitud entre estos dos Estados moverá también al escenario de la lucha militar a sus respectivos aliados. En ello estaría uno donde se podría enfrentar Irán a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la cual se desplazaría en el apoyo a Israel; donde también la unidad histórica que en el pasado siglo se dio entre los países musulmanes se fracture, quedando algunos estados musulmanes del lado de Israel y otros del lado iraní; o donde otras potencias en la región también participen en el conflicto Por esto, no debemos dejar fuera de esta ecuación la importancia que reviste el acuerdo negociado por parte de República Popular China y la República Islámica de Irán.
Bajo los términos de este acuerdo, lrán recibiría una inyección económica de más de $400,000 millones destinados a mejorar la infraestructura del país mediante inversión en hidrocarburos, petroquímicas y gas; desarrollo de carreteras y sistemas de líneas ferroviarias; puertos y aeropuertos; la modernización de la flota comercial y las industrias manufactureras; la compraventa de servicios; el desarrollo tecnológico y las comunicaciones, incluyendo las tecnologías de quinta generación; instalaciones militares; y el desarrollo y ampliación de la capacidad armamentista en los sistemas de defensa de Irán.
El acuerdo, al ser ratificado, permitiría la integración económica de Irán junto a China y Rusia creando un mercado de alrededor de 1,500 millones de habitantes; 29 millones de kilómetros cuadrados; representativo del 22% del PIB mundial. Vinculando a Irán con lo que China impulsa como la “Ruta de la Seda”, quedarían entrelazados, además, otros países con alta población como es el caso de la República Islámica de Paquistán; y otros países que, desde la región de Asia Central, a través Iraq, Siria y Turquía, tendrían acceso a Europa.
Se indica que el pacto alcanzado incluye concesiones de parte de Irán para el establecimiento en su suelo de al menos dos puertos a los cuales tendría acceso la armada china. También incluye la ubicación de personal militar chino en dicho país. Si como muestra un botón basta para observar el avance en el intercambio militar entre estos tres países, tan sólo hay que examinar los recientes ejercicios navales conjuntos entre la Federación Rusa e Irán, donde además, participó un destructor portador de misiles de la República Popular China.
Una mayor presencia, o una presencia permanente de las fuerzas armadas de la República Popular China y de la Federación Rusa en suelo iraní; unido a la capacidad militar que ha desarrollado Irán a partir de sus esfuerzos propios sin depender de Occidente, es un disuasivo adicional a un posible ataque estadounidense en forma unilateral o en conjunto con las fuerzas de la OTAN e Israel sobre territorio iraní. La presencia militar, naval y aérea de Rusia y China en Irán, les proveería, además a estos países, un mayor acceso a la región de Golfo Pérsico y el Estrecho de Ormuz, por donde transita gran parte del petróleo que va a Occidente, como también una aproximación mayor a la Península Arábica, donde se encuentra localizada la sede de la Flota estadounidense en esta región.
El acuerdo le proveería a Irán una especie de salvavidas económico en circunstancias en las cuales el país sufre los rigores de las sanciones impuestas al amparo de las gestiones impulsadas por Estados Unidos y la Unión Europea sobre su deteriorada economía. Bajo el acuerdo, China tendría amplios descuentos en el precio de los hidrocarburos de Irán; a la vez que Irán, se beneficiaría con la construcción de la nueva infraestructura necesaria para la modernización del país, la cual como indicamos, no le es posible desarrollar temporalmente producto de los efectos de las sanciones económicas y del bloqueo impuesto.
La inversión que haría China en Irán abarcaría cerca de un centenar de proyectos estratégicos, que incluyen también suministrar a este último armamento moderno para garantizar una mayor seguridad para el futuro del país.
Se ha mencionado también que, como telón de fondo, con sus acciones contra Irán, Israel perseguiría al menos dos objetivos. El primero, allanar el camino a los intentos del actual Primer Ministro Benjamín Netanyahu de volver a formar gobierno en el parlamento israelí en medio de importantes acusaciones a su persona por corrupción. Un conflicto mayor con Irán, disiparía el debate negativo sobre sus ejecutorias como Primer Ministro, lo que le posicionaría en su intento de mantenerse en el puesto en el que lleva ya cerca de una década. En segundo lugar, un incremento en tensiones entre los dos países sería una piedra en el camino para el restablecimiento del Tratado de Control de la producción nuclear negociado entre Estados Unidos e Irán con el acompañamiento de países como Alemania y la Federación Rusa, el cual fuera derogado por la Administración Trump con el consiguiente restablecimiento de sanciones.
A dónde llevará este derrotero para esta región está aún por definirse. El peligro, no obstante, está presente para todos.