Nota editorial: Durante las pasadas semanas hemos presenciado el desarrollo de un intenso debate político al interior del Movimiento Victoria Ciudadana sobre la forma organizativa que habrá de asumir dicho movimiento. A nuestra redacción ha llegado el siguiente escrito de sátira política como aportación al debate que compartimos con nuestros lectores.
Dicen que un día Juan Bobo se encontraba con tremenda cara de preocupación, sentado en uno de los bancos de la plaza del pueblo.
Pasaba por el lugar Don Listo quien, al ver al joven Juan tan preocupado se le acercó.
– ¿Qué te pasa Juan Bobo?
– ¡Don Listo! – exclamó Juan Bobo – ¡Que bueno verle! Como usted es una persona de libros… ¿Podría explicarme algo?
– Claro Juan, ¿Qué te preocupa?
– Quisiera que usted me explicara cómo es que se eligen las personas que van la Cámara de Representantes que está en Puerta de Tierra.
– Eso es muy fácil – le contestó Don Listo – Se eligen de la siguiente manera: A Puerto Rico se le divide en 40 distritos representativos. En las elecciones la gente vota por una persona que será representante de las comunidades del distrito en que viven para que los represente en la Cámara de Representantes.
– ¡Eso es más fácil de lo que yo creía! – exclamó Juan Bobo.
– Pero eso no es todo. A esos 40 representantes por distrito se le añaden otros 11 representantes por acumulación para un total de 51 representantes.
– ¡Qué interesante! – exclamó Juan Bobo – ¡Ahora entiendo cómo es que se eligen las personas que aprueban las leyes!
– Pero fíjate Juan – le dijo Don Listo – A mí se me ocurre que la Cámara de Representantes podría ser electa de otra manera. ¡Podría ser más democrática y participativa!
– ¿Más democrática y participativa? A mi me gusta eso. ¿Cómo sería? – Le preguntó Juan Bobo.
– Muy fácil Juan. Vamos a encontrarnos aquí mismo mañana, que en casa tengo un documento que he trabajado muy sesudamente sobre este tema. Mañana te explico con todos los detalles.
– ¡Muy bien! – exclamó Juan Bobo – Mañana nos vemos aquí mismo.
Al otro día Juan Bobo se sentó en el mismo banco de la plaza del pueblo para esperar a Don Listo. Estaba rebosante de alegría porque ese día habría de aprender cómo hacer la Cámara de Representantes más democrática y representativa.
Al rato llegó Don Listo con una gran sonrisa y un mamotreto bajo el brazo.
– ¡Aquí está Juan! El documento que te había hablado.
– Eso está muy bien Don Listo. Pero usted sabe que yo no he pisa’o escuela. ¿Me lo podría explicar?
– Naturalmente Juan. Es muy sencillo. Vamos a organizar la Cámara de Representantes de la siguiente manera: primero la dividimos en 3 partes iguales, que llamaremos “redes”, con 10 representantes por parte.
– La primer parte – continuó Don Listo – va a ser de 10 representantes por distrito. Esos van a representar el sector de los pueblos y la llamaremos “red territorial”.
– ¿Pero por qué sólo 10 representantes por distrito? – le preguntó Juan Bobo – ¿Acaso no eran antes 40?
– Claro Juan. Lo que pasa es que vamos a sustituir la representación territorial por una representación más inteligente. Vamos a crear una segunda red de personas muy sabias, personas que tengan “saberes y talentos” y esa red va a tener otros 10 representantes.
– Pero no entiendo Don Listo. Yo pensé que la idea era hacer la Cámara de Representantes más democrática y representativa. Y la gente vive y trabaja en las comunidades donde están los distritos.
– No seas tan bobo, Juan – le dijo Don Listo – Te aseguro que esta es una forma mejor de hacer las cosas. Vamos a reunir grupos de personas muy sesudas así como yo y vamos a elegir a 10 personas para la Cámara de Representantes.
– ¿La misma cantidad de personas que los distritos? preguntó Juan.
– Efectivamente – le contestó Don Listo.
– ¿Pero acaso las personas en los distritos no tienen “saberes y talentos”?
– Oh no – le dijo Don Listo con una sonrisa paternal – Esos sólo representan distritos territoriales y, a final de cuentas, da lo mismo representar a San Juan que a Ponce o Mayagüez. No hay diferencia: con 10 representantes son más que suficientes para ellos.
– Ahhh – dijo Juan Bobo con un poco de duda.
– Pero la cosa no termina ahí – continuó Don Listo – Vamos a tener una tercera red de “colectividades” que van a elegir a otros 10 representantes.
– ¿La misma cantidad de personas que los distritos? – preguntó Juan.
– Si. Pero estas personas vienen de colectividades. Reunimos grupos de personas que participan en diferentes organizaciones y ellos eligen a 10 representantes adicionales.
– Ah… ahora entiendo. ¡Eso es democrático porque esas personas van a representar a las colectividades! – exclamó Juan.
– No seas bobo Juan. Se van a representar a si mismos precisamente porque participan en una colectividad.
– Estoy enreda’o.
– Es sencillo Juan, son personas que van a aportar del conocimiento que adquirieron por ser parte de sus colectividades. – explicó Don Listo.
– Ahhh… ahora si creo que entiendo – dijo Juan – estos otros 10 van a aportar sus “saberes y talentos”.
– Así mismo es.
– ¿Pero entonces no debieran ser parte de la red de “saberes y talentos”?
– Pues claro que no Juan, no seas tan bobo – le contestó Don Listo un poco molesto – Aquellos los elegimos sólo porque tienen “saberes y talentos” mientras que estos otros 10 los elegimos porque participan en alguna colectividad.
– A la verdad que ahora estoy más enreda’o.
– No te preocupes por eso porque ahora viene lo mejor. Luego de todo esto vamos a añadir otras 11 personas adicionales.
– Esa la entiendo bien – dijo Juan – ¡Esos son los 11 por acumulación!
– Estas muy equivocado Juan – le contestó Don Listo – Esos últimos 11 los vamos a elegir por sus “méritos especiales”.
– ¿Pero… es que los demás no tienen méritos? – preguntó Juan.
– Claro que sí Juan. Todos tienen sus méritos, lo que pasa es que los méritos de estos 11 son…. especiales – le explicó Don Listo con una sonrisa.
– ¿Y éstos 11 van a ser parte de una red también? – preguntó Juan
– Eh… – titubeó Don Listo ante la inesperada pregunta de su joven interlocutor – Eh… ¡Pues claro que sí! ¡Van a ser parte de la Red de Méritos Especiales! – exclamó triunfante.
– Ah pues bien – contestó Juan Bobo con cara de teléfono ocupado.
– ¡Como verás Juan Bobo, con esta sesuda propuesta vamos a tener una Cámara de Representantes más democrática y representativa! – exclamó Don Listo.
– ¿Acaso usted no cree que se podría cambiar esa propuesta para que participe más gente de los pueblos? – le preguntó tímidamente Juan Bobo.
– A la verdad que eres bobo Juan. Lo importante es establecer un perfecto balance de poderes entre los que pensamos y los que van a trabajar en los pueblos. Y ese balance significa que los que pensamos debemos ser claramente la mayoría.
– ¿Pero no se podría cambiar su propuesta ni siquiera un poquito para incluir más gente de los pueblos? – insistió Juan.
– ¡Claro que no! Mi propuesta es perfecta. Llevo 40 años trabajándola y no se le puede cambiar ni un punto ni una coma – tronó en voz alta Don Listo – Es más, si alguien pretendiera cambiar mi propuesta me levanto y me voy. ¡No podría estar con gente tan bruta que no entiende las ventajas de mi magnífica propuesta!
– Pero no se sulfure Don Listo – dijo Juan – Es que como soy bobo todavía no entiendo cómo su propuesta es más democrática y participativa. Para mí que todas las personas son iguales.
– A la verdad que suenas como un viejo socialista del siglo pasado. Es que eres muy joven e inocente todavía y no has aprendido las realidades de la vida – le explicó Don Listo con una sonrisa – la verdad es que todos somos iguales pero algunos somos más iguales que otros.
Con un grito Juan Bobo saltó de su cama y se dio cuenta que todo había sido una pesadilla.
– A la verdad que no soy tan bobo ná… – pensó Juan Bobo y siguió durmiendo.